008|Cᴏᴍɪᴅᴀ

      Su familia es conocida por cuatro cosas en específico; la primera, es que son muy numerosos -siendo su hermana mayor quien tiene la mayor cantidad de hijos, cinco- la segunda es que tienden a tener mal carácter, el tercer dato es que la mayoría suele nacer con el cabello completamente -o a medias- albino natural, y el cuarto es que tienen estómago de hierro.
      Siendo considerados unos baldes sin fondo. 

      Y tras dejar eso en claro, se le hace más fácil poder explicar su ansiedad y molestia ante el siguiente tema:

      Karl, no suele comer mucho…

      Y todo es culpa de aquellos hater que suelen molestarlo constantemente.
      Le dicen gordo, afeminado, lo critican por ser cariñoso o pintarse las uñas. Y Kyo sabía que si no se quejaban de eso, se quedarían de otra cosa. Todo con tal de hostigarlo.

      Lastimablemente él no daba como lidiar muy bien con eso. Pues no era humano y tenéis sus limitaciones.

      Su carácter era fuerte, y siempre que solían molestarlo sus hermanos o él mismo se encargaban de hundir a esa persona peor de lo que trató hacerle a él.
      Si… Malhumorados y con carácter fuerte…

      Pero Karl era un amor. Y a pesar de que el albino adorarán eso de su pareja, le estrenaba el hecho de verlo muchas veces deprimido por culpa de personas externas.



—No jueguen con la comida— Ordenó mientras colocaba el platito de puré frente a Helios quien estiraba sus manos para apurar a su padre. 

—¿Qué edad crees que tengo? No tengo cuatro— Se quejó Atlas. Observando como el oji dorado observaba a su padre, para luego ser acariciado en su mejilla derecha, dándole permiso para que comenzara a comer.

—Lo sé. Pero están más rabiosos de lo normal— Comentó. Mirando de reojo a Athena, quien movía sin ganas su comida.



      No le había ido muy bien en la escuela. No había podido entablar una videollamada con sus primos gemelos. Y para colmo se había caído desde el sexto escalinata de la escalera por un mal movimiento al estar solamente en medias.

      Simplemente no había sido su día.

      Y como siempre, lo demostraba con una agresividad pasivo agresiva.



—¡Hola familia!



      Saludo Karl apenas ingresó a la casa ajena. 

      Helios automáticamente dejó de comer su puré para observar al castaño. Él quería ser mimado, así que al diablo su tan amado puré.



—Hola solecito.

—Karl. No le hables, lo distraes y después no come lo que tiene qué comer.



      El castaño rió suavemente. Para luego ir hacia su pareja y besar sus labios con un suave pico.

      Después huyó disimuladamente a saludar al resto de albinos.



—¿Qué hay con esa cara?


      Karl observó a la pequeña, Athena no le había prestado ni la mínima atención y parecía maldecir internamente a su comida mientras le clavaba el tenedor de manera agresiva.



—No fue su día— Contestó Atlas.

—Fue una mierda— Interrumpió, y habló por primera vez en toda la cena.

—¿Tan malo fue? Valla. Por lo visto, hasta las princesas suelen tener un mal día.



      Atlas siguió comiendo. 

      Ignorando cómo Karl ponía, sin darse cuenta, todo en su lugar.
      Le daba de comer a Helios su puré a modo de avioncito; ayudaba a que su hermana se despejará de sus problemas a través de charlas triviales sobre sus gustos en común, y se robaba la atención de su padre quien lo miraba con una cara de bobo enamorado.

      Siendo todo aquello acompañado por la sutil y lentamente acción de comer el plato que le tocaba.

      Por qué si, quisas el castaño no era de comer mucho, pero si se trataba de la comida de Kyo comía hasta la última miga a su propio tiempo.

      Quizás era muy tortuga. Pero al menos escuchar su voz charlando de cualquier cosa le servía hasta para él, despejarse mientras cenaban en familia...

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