005|Mᴀsᴄᴏᴛᴀs

      Su pareja era conocida por tener tres perros peculiares.
      Siendo todos de la misma raza -Pastores Alemanes- los cuales tenían nombres provenientes de la saga de videojuegos Resident Evil.

      El mayor de todos y el mas grande se llamaba Chris, un Pastor Aleman de manto negro. Era bastante silencioso, algo sobreprotector y bastante intimidante.
      Características que el castaño había aprendido la primera vez que se lo cruzó en la cocina. Asustandolo en el proceso y casi terminando con un ataque cardiaco cuando este comenzó a gruñirle mientras se le acercaba.

      El segundo del trío se llamaba León. Era algo más bajo que Chris, más amistoso y juguetón. Solía contestarle con ladridos a su pareja cuando este los retaba por alguna cosa que habían hecho mal.
      Él había congeniado fácilmente con este, pues el canino amaba cuando Karl se ponía de su lado y lo defendía de las reprimendas del albino. Quien solía mirar mal a su propio perro por robarle a su novio.

      Mientras que el último de los tres se llamaba Piers. Apenas era un cachorro y era algo juzgador.
      Su primera vez conociéndolo, había sido casi a cinco metros de distancia. Pues el cachorro parecía no tenerle confianza y prefería verlo desde lejos y si era posible se resguardaba a las espaldas de Chris, quien lo cubría casi por completo.
 
 
 
─Me está mirando mal.

─¿Cómo crees?─ Se reía Chris de Chandlers, quien miraba de lejos al pequeño y juzgador Piers.
 
 
 
      Kyo había caído en la grabación de Jimmy en compañía de los tres caninos; su presencia había sido sorpresa para todos, y sobre todo la existencia de aquellos peludos seres que los miraban como si todos fueran animales de caza.
 
 
 
─¿Alguien más se siente incómodo?

─Creí que era el único─ Habló Nolan, quien se cubrió en silencio con Jimmy, al ser observado fijamente por Chris, el canino más grande.

─Kyo, diles a tus perros que no somos comida─ Se quejó Jimmy.
 
 
 
      El albino rió divertido por la escena que sus “tres pequeños bebés” causaban a sus amigos.
 
 
 
─¡Hay por favor! ¡Pero si son unos amores! Ninguno de ellos le ha hecho algo a Karl, ¿Porque les haría algo a ustedes?

─Karl es tu novio. Es obvio que no le harán nada─ Se quejaba Chandler. Siendo callado por el gruñido de León.
 
 
 
      Nadie más que él le hacía la contraria a su dueño...
 
 
 
─Chicos no se preocupen. Cuando se acostumbran no es tan malo─ Hablo Karl. Acariciando con suavidad a León para calmarlo.
 
 
 
      Siendo, sin darse cuenta, rodeado por los otros dos caninos restantes. Quienes se sentían incómodos ante aquellas personas que desconocían.

      Acción que le había sacado una gran sonrisa al albino.

      Pues a pesar de que Karl fuera su novio, el hecho de ser aceptado por sus cachorros era algo difícil. Siendo algo que poco a poco el estadounidense se había ganado sin darse cuenta de su logro.
 
 
 
─Ténganse paciencia. Ya los aceptaran. Es igual a cuando ustedes se acostumbraron a mi.

─¿Nos comparas con perros?

─Si─ Le respondió a Nolan. Divertido por toda la escena.

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