003|Cᴀʀɪᴄɪᴀs

      Estaban en la casa de Karl: él viendo las noticias en televisión mientras que el castaño divagaba en internet por su celular.
      Cada uno en su mundo, pero disfrutando de la compañía y del cálido abrazo que compartían.

      No les hacía falta conversar todo el tiempo o siquiera tener algo en específico por lo que encontrarse en algún lugar, ya que para ambos solo hacía falta estar en la misma casa o en el mismo ambiente como para sentirse llenos y reconfortados.

       Y más cuando habían pasado tantos días separados.
      Ya que hace un par de días el castaño alto había ido, varios días consecutivos, a grabar un video con su grupo de amigos.

      En ningún momento había preguntado de qué trataba, ya que no quería invadir la privacidad de su pareja; al igual que se había olvidado de preguntar.
      Aunque muchos lo catalogaban de desinterés. Opinión a la que hacía oídos sordos e ignoraba, pues no le importaban. 

      Pero todos sus pensamientos se interrumpieron.

      Su teléfono había sonado de una manera algo peculiar; el ringtone sonó por cuatro segundos para luego cancelar la llamada desde el otro lado de la línea, dejándolo a él sin la oportunidad de contestar.
 
 
 

—Creo que me necesitan en casa— La secuencia era una clase de pequeño indicador de que le habían mandado mensajes y él no había contestado. Por lo que lo llamaban para que prestara atención a su teléfono. —Quizás mañana o pasado podríamos pasar todo el día juntos— Murmuró. Casi hablando solo. Pues pensaba y esperaba no tener cosas que hacer para así poder pasar el tiempo con su pareja sin ser interrumpidos.
 



    
      Pero al no recibir respuesta por parte del más alto, levantó su cabeza en busca de la mirada contraria.

      Karl permanecía viendo su celular. Con la mirada fija en la pantalla y los labios levemente fruncidos.
      Al comienzo había pensado que la noticia de que se iría temprano le habría disgustado, pero al verlo ignorando su presencia en vez de convencerlo para que se quede o que lo dejara acompañar, supo que algo andaba mal.
  
 
 
—¿Amor?— Con cariño acarició el muslo del contrario mientras recostaba su cabeza entre el hombro y pecho del contrario, buscando su atención.
  
  
  
      Por un instante sus miradas se cruzaron, pero rápidamente fueron separadas por los ojos apagados del más alto.
      Ahí Kyo supo que algo sucedía.

      Karl nunca le evadía la mirada sin que antes él hubiera hecho algo para avergonzarlo…

      Por lo que, tras analizar su perfil esquivo, supo que el culpable de su repentino actuar era lo que sea que haya leído en el celular. 
      Pues su mirada estaba pegada a la luz de la pantalla, sin mover esta con el dedo como para mover lo que sea que estuviera leyendo.
 
 
 
—Karl ¿Te gustaría acompañarme a casa?— Sus palabras habían salido suaves. Tanteando el terreno mientras le proporcionaba tenues caricias en sus mejillas y barbilla.

—¿No molestaría?...— Murmuró. Aún sin verlo a los ojos. 

—Tu nunca molestas, mi amor— Sonrió. Tomando y dejando de lado el teléfono de su pareja para luego dejarse abrazar por este. 
   
  
  
      Kyo odiaba a todo aquel que hiciera sentir mal a Karl.
      Por su peso. Por sus uñas. Por su forma de comer… Lo molestaban por cualquier mínima y estúpida cosa. Y al final el castaño siempre recaía en esa mala manía de ocultar su hermoso ser.

      Todo para contentar a las personas equivocadas… 
  
 
 
—¿Crees… que podamos esperar un momento?— Susurro el castaño, abrazando más fuerte a su pareja mientras buscaba retener el mal sabor de boca que Twitter le había provocado.
 
 

      El albino decidió no responder. Dándole en su lugar un buen abrazo mientras le daba suaves y relajantes caricias en el cabello. 
      Por qué en aquel instante, Karl no necesitaba palabras. Ya había tenido suficiente con aquellas basuras escritas en un foro. 

     Él sólo necesitaba aquellas suaves caricias de su novio. Sus besos en las orejas. Y la tranquilidad que siempre le brindaba en cada una de sus recaídas.

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