8°
-Ósea, ¿Que los castigaste?- Dick aun miraba con cierta curiosidad a Alfred.
-Sí, eso hice- Contesto Alfred mientras ordenaba la cocina.
-¿Eso se puede?- Pregunto Dick a Bruce.
El mayor lo miro, la pregunta de Dick era más que estúpida. Pero la dejaría pasar. Casi nunca podían ver a Demián castigado.
-Y ¿Cuál era el castigo?- Volvió a preguntar Dick mas que curioso.
...
-Todo es culpa tuya- Se quejo Kyo colocando unos libros en su lugar.
-¿Mía?- Pregunto ofendido Demián- Que yo sepa, yo no soy el mimado que se enoja al perder algo.
El rubio lo miro con enojo, el no había perdido nada. Demián se lo había ocultado.
-Tú lo ocultaste, así que es tu culpa por ser inmaduro y querer una venganza absurda.
Demián miro fijamente y con un seño fruncido a su menor. El rubio lo ignoro y siguió en el trabajo de colocar los libros del primer estante.
El azabache volteo su mirada había los estantes aun tirados, esas cosas eran pesadas para moverlas, pero el rubio los tiro como si nada.
En su interior anoto: Vuelo y Fuerza
Aun para él era desconocido todos los poderes que el rubio poseía, pero a medida que el tiempo pasaba, los iba conociendo.
-Necesitas ayuda, ¿Peque?- Se burlo el rubio. Con tranquilidad levanto el viejo estante para luego colocarlo en su lugar. La pequeña sonrisa con sorna no se le paso de largo al azabache.
-Deberías respetarme- Dijo Demián conteniendo sus insultos o gruñidos.
-¿Por qué? ¿Porque eres mayor? Despierta, el tiempo no es como antes. Aquí, el más apto gana y el más débil- miro de arriba hacia abajo al azabache- Pues, termina perdiendo- Sonrió con burla y sorna.
Demián tenía que admitir que le contrario sabia como ponerme los pelos de punta, con un par de exhalaciones se recompuso y le sonrió egocéntrico- No, solo me debes respetar- Dijo mostrándole el segundo teléfono- Claro, si no quieres que le diga a tu madre sobre esto.
Kyo lo miro enojado, pero era obvio que trataba de ocultar su nerviosismo- Que ¿Eres un niñito acusador? O algo así- Trato de burlarse.
-Solo si me molestas- Respondió Demián
El rubio lo miro divertido. ¿A ninguno le sonó medio infantil lo antes dicho? Pero al ver el seño serio de su contrario decidió levantar levemente las manos, como si se estuviera rindiendo- Ya ya, no sabía que eras de esos... Pajarito...
Luego de ese pequeño encuentro ambos volvieron a su trabajo.
Kyo se ocupo en poner cada pesado estante en su lugar, para luego ayudar a Demián con los libros.
El Wayne, por su parte se mantenía en sus pensamientos. (Además de que evitaba que le rubio le arrebatara el celular).
-¿Qué es tan importante?- Pregunto el mayor sin ver a su contrario. Kyo lo miro confundido- Hablo del celular.
-Nada que te deba importar- Respondió grosero el rubio.
Demián gruño para sí mismo. El chico sí que era testarudo al momento de responder. (Y eso que no le había preguntado en abundancia)
-Al menos me explicarías porque lo ocultaste.
-No- Volvió a responder Kyo- Dejare mis maletas en el cuarto, al regresar te ayudare con lo otro- Luego de lo dicho, desapareció junto a la mochila y la maleta.
Demián por su parte siguió con lo suyo.
El reloj marcaba las nueve de la noche y aun les quedaba mucho trabajo.
Peor sus ojos como siempre, andaban de curiosos. Su mirada termino en el celular que guardaba en su bolcillo.
¿Nada que te deba importar?
Repitió en su interior.
¿Y por qué no me ha de importar?
Se pregunto a sí mismo.
-¿Y qué hay de malo en que mire?- Hablo en vos alta.
Al prender la pantalla noto que esta tenía la misma clave que el teléfono principal del rubio.
¿Cómo se la contraseña de Kyo?
Se pregunto así mismo, pero prefirió ignorarlo. No tendría mucho tiempo hasta que el más joven llegase.
El fondo de pantalla se mostraba un hermoso paisaje; las luces prendidas de los edificios y el cielo estrellado daban una hermosa apariencia a la foto tomada en Boston.
Su contenido era básico, galería, ajustes, internet y programas que Demián ni conocía (Y prefirió no abrirlos) pero por otro lado no se pudo resistir a la tentación de dar un pequeño vistazo a la galería y los contactos. Grande fue su sorpresa al ver la gran cantidad de contactos (Muchos con apodos raros) Demián no se sorprendió al no encontrara el teléfono de su madre (Al fin de cuentas, Kyo no quería que su mayor supiera de su segundo teléfono)
El azabache dio un pequeño salto al escuchar unos pequeños pasos fuera de la biblioteca. Rápida fue su acción de guardar el teléfono.
-Se me ocurrió una forma de acelerar esto- Kyo entro a la biblioteca sin darle mucha importancia a su contrario. Cuando levanto su mirada se lo encontró ordenando un par de libros.
-Y ¿Cuál es?-Pregunto el mayor ocultando perfectamente su nerviosismo.
El rubio sonrió para luego hacer el pacto de que nadie debía saber lo que en aquel momento iba a suceder.
-Mira que me cuesta confiar en ti- Dijo serio el rubio para luego separar su mano de la del azabache.
-Lo mismo digo
Y sin decir nada mas, Demián sintió sus cabellos elevarse por el repentino viento en la habitación.
Al finalizar el pequeño remolino, el de ojos verdes miro sorprendido a su alrededor. Todo ya estaba en su lugar.
-¿Velocidad?- Pregunto Demián.
-Sí, velocidad- Afirmo Kyo
Velocidad
...
Con el estomago ya lleno, los dientes limpios y su cuerpo ya aseado, el azabache se tiro a su cama para luego desprender un suspiro cansado.
El mayor despeinaba levemente su cabello. Para él esa sensación era reconfortante y lo relajaba hasta en los peores momentos.
Su mirada pasaba de derecha a izquierda con tranquilidad, pero como se le estaba haciendo costumbre, termino en el segundo teléfono del rubio. Tal vez se estaba haciendo adicto a ser curioso, pero negar que en su interior el también quería ceder a la tentación.
¿Qué ocultara?
Era lo que constantemente se repetía en su interior.
Su mano izquierda fue directa hacia el aparato y con rapidez desbloqueo la pantalla. Nuevamente observo lo de antes, pero esta vez abrió la galería.
El menor si que tenía muchas carpetas en aquel lugar. Desde una llamada "Leyes Universales" hasta una nombrada "Test para los bobos". Pero uno en especial le llamo la atención. Nombrado como "Conejillo De Indias"
Al oprimir la carpeta muchas fotos se hicieron ver.
Demián observaba con detenimiento cada una.
Una hermosa chica de cabello castaño y de ojos chocolate, piel medio rosada y con una ropa algo extraña. Pero se notaba la diferencia de edad entre el rubio y ella.
Demián rio bajo al encontrar una foto de Kyo sonrojado junto a la castaña la cual le besaba la majilla. La chica lo miraba con tanta adoración que parecía una madre teniendo a su primer bebe en brazos.
Pero los ojos verdes se desviaron a una carpeta en especial.
"Perros falderos"
En la carpeta se mostro a un rubio ceniza y de ojos avellanas. En las fotos se le notaba muy cerca de Kyo el cual se encontraba con unas orejas de perrito al igual que el contrario Obviamente de una aplicación)
Demián frunció el ceño automáticamente al ver como el de ojos avellanas tenía un boomerang con Kyo. En el cual, el de ojos celestes le besaba en la mejilla y el contrario solo sonreía.
¿Por qué mierda sonríes? Estúpido...
El de ojos verdes gruño al darse cuenta de su absurdo pensamiento. Así que, con el ceño fruncido apago el aparato.
Cuatro segundos pasaron para que se escuchara un par de golpes en su puerta. Con cansancio se dirigió a esta, al otro lado se encontraba el rubio el cual lo miraba serio pero se notaba su resignación.
-¿Te perdiste?- Dijo sin gracia Demián
-No imbécil- Escupió el mas bajito- Solo vengo pro MI teléfono
El mayor lo miro un par de instantes para luego reír burlón. El contrarío solo lo fulmino con la mirada.
-¿Y si digo que no?- Pregunto burlón el mayor.
-Te dejo estéril- Respondió el más bajo, luego extendió su mano en busca de su pertenencia.
El mayor solo le sujeto su mano para luego ingresarlo a su propia habitación.
...
Dos pares de ojos observaban la oscura ciudad desde el interior de una hermosa habitación.
El verde y el celeste daban un brillo esplendido al estar combinados. ¿Verdad?
Ambos jóvenes miraban la ventana en silencio, ninguno daba la iniciativa de querer empezar una charla, pero la leve tención de ambos estaba palpable.
El teléfono estaba en el centro de ambos chicos. Ninguno se atrevía a tocarlo (Ambos sabían que el contrario tenía algo oculto, tal vez un truco, pero era mejor no arriesgarse)
-¿Quieres hacer un trato?- Pregunto confundido el rubio.
-Si- Contesto sin rodeos- Simplemente eso.
El rubio lo miro de reojo desconfiado. A pesar de que él poseía poderes, no era tonto, sabía bien que Demián era listo y que podría tenderle una trampa con algo tan simple como un lápiz.
-¿Y de que se trataría el trato?
-Es simple- Dijo el azabache con una pequeña sonrisa. Levemente paso su brazo por los hombros de su menor. El contrarío solo se dedico a mirar hacia el frente.
El azabache estaba demasiado cerca como para girar su cabeza.
-¿Muy simple?- Pregunto aun desconfiado el menor.
-Sí, solo debes responderme cuatro preguntas y hacerme un favor- El rubio abrió su boca para contestar, pero la sensación de que su mayor miro su cuello le dio un pequeño escalofrió, simplemente pudo asentir- Primera pregunta- Se preparo el mayor alejándose un poco del mas bajo- ¿Por qué dos teléfonos?
-Nada importante, solo lo uso cuando no quiero hablar con madre, pero a la vez estar con el celular- Respondió sincero, no era muy difícil la pregunta.
-¿Por qué ocultarlo de tu madre?
-Si yo no puedo saber ciertas cosas de ella, ¿Por qué ella si debe saber todo de mi? Que sea su hijo y ella mi madre no tiene nada que ver- El rubio frunció su seño con el simple recuerdo de por qué él se encontraba ahí.
Demián asintió levemente, extrañamente pudo entender ese sentimiento de su menor.
-¿Por qué solo actúas lindo con otras personas?- Demián dejo de desistir a la tentación de susurrarle al rubio en el oído. El azabache se aparto rápidamente al notar como su menor se paraba rápidamente.
El de ojos celestes lo observaba desde la altura con su seño fruncido. El azabache había roto su intimidad al ver lo que el celular contenía, y eso no le quedaba duda.
-¿Quién te dio derecho a ver lo que mi celular contenía?- Pregunto con rabia.
El mayor sujeto el celular para luego levantarse. Ya frente al más bajo se lo mostro acompañado de su semblante serio.
-Tú eres el que no quería decirme ni ah cuando te preguntaba sobre esto.
-No es de tu incumbencia- Gruño el menor.
-Si no respondes se lo daré a Batman.
El menor tardo en digerir su orgullo y las ganas de darle una buena golpiza a su mayor- Porque ellos si se ganaron mi cariño- Respondió con odio- A ellos si les puedo llamar familia.
Demián trago duro al sentir como su pecho se apretaba. ¿Por qué se sentí mal?
-Tienes a Diana- Trato de contraatacar el mayor.
-Ellas solo me tuvo, el papel de madre solo fue y ya- Respondió seco- Y tu deberías saberlo más que yo. Una madre que casi mata a pareja, alguien que no le importa que su hijo muera con tal de tener el poder total de su pareja- Escupió con rabia. Demián le gruño, no le sorprendía al máximo que Kyo supiera tanto de su vida, pero si le sorprendía con la agilidad y desinterés con la que podía hundir a una persona con sus simples pero dolorosas palabras.
Demián decidió abrir la boca para contraatacar a su menor, pero el contrario era rápido y en un dos por tres ya lo tenía sobre si forcejeando por el celular.
-¡Suéltalo!- Le gruño el rubio.
El azabache prefirió no contestarle, pero si en concentrarse para que el rubio no le ganara la pelea.
Esto sí que iba a durar...
..
Durante treinta minutos ambos chicos habían discutido y lanzado todo lo que estuviera a su alcance.
Ya ambos cansados, tenían sus cabezas hundidas en las suaves almohadas. Ambos admitían que el contrario era un buen oponente en agilidad, destreza y más que nada resistencia.
-Eres detestable- Susurro el de ojos celestes.
-Y tú muy insistente- Copio su acción.
Ambos voltearon levemente sus cabezas para mirarse el uno a otro.
-Te odio- Dijeron a la vez.
El rubio copio la pose de una sirena al enderezarse sobre la cama del azabache, su mirada iba hacia su celular (Aun en posesión del mayor)
-¿Ahora te crees diva?- Se burlo levemente Demián.
El contrarío solo lo miro con la respiración agitada. Si su mayor quería esa guerra, pues la tendría.
-¿Y tú qué?- Le pregunto junto a una sonrisa- ¿Desde cuándo me observas cada movimiento?- Sonrió con sorna.
El mayor se sentó lo más rápido que pudo. Mirando fijamente a su menor le sonrió de la misma forma.
-¿Y a ti quien te mira?
-Por lo visto- Kyo gateo hasta quedar cerca de su mayor- Tú sí.
Demián alejo levemente su cabeza de su contrario. Su menor estaba cerca de su cara, con ojos gatunos pero brillantes y una pequeña sonrisa inundada de sorna y burla.
El chico estaba hecho para molestar...
Luego de bufar, el mayor se decidió por alejarse completamente de su contrario.
-Nunca pensé que estuvieras tan ciego Kyo- Se burlo el mayor. Trago levemente al notar como su contrario se le volvía a acercar a su persona de manera lenta.
El menor lo miro con su pequeña sonrisa- Eh notado que te gustan los tratos.
Demián podía jurar que veía a un gato en vez de a Kyo frente suyo. El chico se movía lento, suave y con elegancia como el mismo animal.
-Solo si son buenos- Susurro a penas.
-Te propongo, el no decir nada de nuestra pelea, discusión y del celular- Ronroneo el rubio- Solo con la condición de que te cobrare un favor
Demián observaba desconfiado a su contrario, el chico estaba muy sonriente. Pero todos sus pensamientos se esfumaron al sentir aquel dulce perfume proveniente del rubio tan cerca de sí mismo.
-P... Pero qué diablos haces- Tartamudeo el de orbes verdes.
Kyo lo miraba con aquellos filosos y a la vez delicados ojos. (El chico estaba solo a diez centímetros de distancia) Demián podía sentir muy bien la mano de su menor sobre sus hombros.
-¿Acaso estabas celoso por las fotos?- Le susurro en el oído. Luego de pasar la punta de su lengua por el lóbulo de la oreja rio levemente. Demián podía sentir el escalofrió pasarse por todo su cuerpo. Sus manos fueron a la cintura contraria con nerviosismo.
-¿Qué haces?- Lo trato de alejar levemente.
-Me preguntaste porque era tan cariñoso con mis amigos- Dijo con obviedad el rubio sin deshacer su sonrisa felina- ¿A caso querías lo mismo para ti?- Pregunto burlón cerca de su oído.
Con agilidad el rubio quedo sentado en la pelvis del azabache el cual aun no caía en la realidad. Y con el simple intento de responderle al rubio, este quedo callado por la repentina sensación de algodones sobre sus labios.
Kyo lo estaba besando...
...
En la planta baja Alfred terminaba de colocar todo lo antes usado para la cena en su lugar. Junto a una sonrisa y un suspiro guardo el trapo y se dirigió escaleras arriba.
A pasos lentos pero relajados se introdujo a su habitación buscando la tranquilidad y el silencio que le brindaba la noche con todos ya dormidos.
Pero unos fuertes y rápidos pasos lo descolocaron. Y al escuchar un portazo se izo la simple idea.
Estos niños de ahora, no dejan a uno disfrutar del silencio...
Ysin más y sin darle mucha importancia se preparo para dormir.
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