2°
Pov Batman
Ya faltaba poco para que me adentrare a Gótica y me dio la idea de pasarme un rato por las calles, no estaba mal ver si algo había pasado en mi ausencia.
Por lo menos a simple vista no había ocurrido nada grave más que simple y insignificantes robos. De un momento a otro recordé lo que había pasado ayer, aun tenía dudas de mi propia decisión.
FlaskBack
Cuando había llegado al salón de la Justicia ya había oscurecido dejándome algo más tranquilo. Camine por los pasillos hasta llegar al salón principal. De espaldas se encontraba Clark y parecía estar revisando algunos papeles.
Al verme no tardo en sonreír y dejar los informes a un lado. O eso parecía.
-Qué bueno que has llegado Bruno
Yo solo asentí-¿Porque me habías llamado?
-Yo no soy él del favor, yo solo ayude a contactarte.
Yo solo lo mire confundido. Pase mi mirada rápidamente y por mera curiosidad sobre los papeles que antes Clark estaba leyendo.
Prince
Fue lo único que llegue a entender del montonero de papales.
-Veras, Diana quería contactarte, pero no pudo por contratiempos. Así que me pidió que lo hiciera yo por ella.
-¿Por qué? ¿Cuál es la razón?
El solo me miro serio luego de tapar las hojas-Ella tendrá que volver a su isla en pocos días. Tiene problemas que resolver y son personales por lo que tengo entendido.
-Eso lo entiendo, son su familia. ¿Pero que tienen que ver con migo todo este asunto?-Tenia que admitir que los papeles me llamaron mucho la atención, estaba curioso.
Clark se acerco a la pantalla principal buscando el contacto de Diana. Luego de encontrarlo izo la vídeo-llamada.
Diana no tardo en aparecer en la pantalla. En el fondo se notaba algunas maletas y una que otra caja tirada. Se estaba preparando para su viaje. Pero una maleta en especial llamo mucho mi atención.
Además de que, no era común que ella llevare cosas del exterior hacia la isla de las amazonas, eso no era normal en ningún sentido.
-Cuantas maletas -Dijo Clark en forma de gracia.
-Ni que lo digas, estoy ajetreada y algo inquieta. Bruno gracias por atender al llamado.
-No hay de que.-Dije serio.-Y ¿Para qué me llamaste?
Ella solo me sonrió algo cansada.
Fin del FlaskBack
Luego de un rato conduciendo lleve a la mansión la cual recibía la cálida luz del sol. Me adentre a la bati cueva encontrándome con Alfred frente a la computadora limpiándola con sumo cuidado.
-Oh, bien venido señor Bruno
-Buenos días Alfred.
-¿Ah pasado algo malo señor?
Yo solo suspire algo descolocado.-No ara mal contarte un poco.
Pov Demián
De apoco sentía la molestia del sol en mis ojos que aun estaban cerrados. Como odio el sol en las mañanas. Mire la hora algo adormilado, eran las 7:00 am. Mi apetito se había activado obligándome a levantarme de la cama, de seguro Alfred estaría en la bati cueva pero mi cansancio y flojera no me permitía ir a buscarlo para que me hiciera el desayuno. No estaba nada mal que me lo prepare yo. Nunca se me hizo difícil.
Luego de hacerme un café, teme algo dulce que Alfred había hecho ayer. Me senté a ver las noticias mientras desayunaba.
De repente Alfred había aparecido de la nada.-Buenos días joven Demián-Alfred había entrado con una sonrisa.
Sentí como el café casi vuelve su camino por mi boca-H-hola-Respire tranquilo para calmar y poder pasar el café sin terminar por esculpirlo.
-Pensé que desayunaría con su padre joven.-Miro mi desayuno para luego revisar si es que quedaba algo del dulce.
Yo lo mire intrigado. - ¿Cuando llego?
-Hace unos instantes se encuentra en la bati cueva, y si me disculpa terminare algunos quehaceres que tengo. - Y sin más que decir, se fue tan rápido como llego.
Luego de terminar mi desayuno me cambie por algo que no fuese mi piyama y me dedique a ir a la bati cueva con las energías renovadas. Mi padre se encontraba frente a la bati computadora concentrado.
-Buenos días-Me le acerque sin dejar de ver la pantalla.
Estaba verificando cosas de la empresa si no me equivocaba. Pero tenía una carpeta llena de papeles sobre su amplio escritorio, no podía ver mucho de este, me frustraba.
-Buenos días, ¿Que tal la guardia con Dick?
-Muy aburrida, no paso nada interesante además de robos casuales. Uno que otro bolso o demás cosas.
-Se que querías mas acción, pero es mejor así, sin crimen destructivo.
Yo prefería cambiar de tema a algo que en verdad estuviese interesado. - ¿Y de dónde vienes?
El dejo de teclear la pantalla y me miro por primera vez desde que llego.-Estuve en el salón de la justicia.
-¿Para qué te llamaron?-Tal vez era muy persistente. Pero mi curiosidad era muy grande como para no saciarla.
-Para un favor - Podía jurar que vi una pequeña sonrisa en su boca. No quiero pensar que se divertía al ver mi curiosidad.
-¿Quien te lo pidió?
-Si quieres saberlo con detalles tendrás que esperar a después.
Yo solo solté un bufido. Mi curiosidad me mataba y desesperaba a la vez.
La bati computadora había mandado un email el cual fue abierto rápidamente por mi padre.
-"Seños Bruno, se le comunica que se necesita su presencia en las oficinas centrales de la compañía con necesidad para cerrar, comentar y sacar dudas sobre los próximos movimientos de la empresa en la cual, usted, es dueño. Le esperamos lo más rápido posible"
Mi padre me había mirado con una expresión graciosa al simular leer como su secretaria. Mi voz chillona solo la usaba al estar en un silencio incomodo o cuando se trataba de cosas del trabajo de papá.
Luego de mi pequeño acto, él se levanto de su asiento y se dirigió a la entrada que conectaba la mansión y la cueva. Yo solo lo seguir con cierta distancia.
-¿No has visto a Dick?- Me pregunto de improviso.
-No- Conteste con simpleza- No soy su niñería como para estarle siguiendo- Bufe
-Aquí el único que necesita una niñera eres tu niño- La voz de Dick resonó en la cocina cuando ambos habíamos entrado.
Yo solo le hice una mueca la cual él también respondió igualmente.
Solo faltaba que empezáramos a sacarnos la lengua entre nosotros y ya pareceríamos unos niños de jardín.
Pero por el lado contrario Alfred y papá solo nos miraban serios y confundidos.
Ósea, déjenme. E las mañanas no me dan ser el chico serio y callado, estoy más dormido que no me doy cuenta ni de lo que hago. O esa es mi excusa si me llegan a decir algo.
Pov Narador
Mientras en la mansión de los Díaz se preparaban para sus próximas actividades y obligaciones por otro lado se encontraban algo llamado guerra mundial familiar.
-¡¡Ya no tengo cinco años!! ¡Soy capaz de cuidar de mi persona por mi mismo!- El apartamento en Nueva York estaba siendo llenado de gritos de fastidio y enojo.
-¡No me levantes la voz! ¿Acaso crees que esto también me gusta? ¡Obvio no! ¿Y sabes por qué? Porque no quiero dejarte solo sin mis cuidados o compañía.
La mujer de cabellos negros y de ojos bellamente azules estaba defendiéndose del adolecente que se encontraba en frente suyo.
El chico de piel levemente canela se encontraba viendo a su mayor con el ceño fruncido.
-Hay muchas opciones. Una de ellas, llevarme con tigo o mejor aún, dejarme cuidar de mi mismo y con ello el departamento- El menor mostraba una sonrisa blanca y a la vez con burla sarcástica- ¡Tengo trece no cinco!
La azabache miraba como el menor le fulminaba con la mirada.
Sus ojos igualmente azules y felinos, su piel levemente canela, cabellos rubios cenizos y alborotados. Todo el ser del menor era la copia exacta de su progenitor masculino, su diferencia, sus rasgos algo finos y delicados.
El único hijo de la princesa Diana y el soldado Steve Trevor. Un chico de carácter explosivo pero de inteligencia innata.
La mayor observo como su hijo se tiraba de sopetón al sofá que se encontraba cubierto por un nailon que lo protegería de la suciedad mientras ellos no estaban en casa.
-Kyo, no estoy de humor ni me sobra el tiempo como para estar discutiendo o negociando con tigo. Además, ya arregle tu estadía.
La princesa noto fácilmente como su hijo agrandaba sus ojos los cuales brillaban con enojo. Ella sabía bien que su hijo en cualquier momento podría explotar de la ira.
-¿Te atreviste a mandarme con alguien más?- El de cabellos rubios fulmino a su madre con enojo al suponer la idea, o mejor dicho el trato que su madre había hecho para que él se quedara fuera del asunto que ella no le quería decir sobre la isla, que en derecho, también era su hogar.
-Sí, me atreví- Dijo firme la azabache. Y al ver como su hijo trato de contradecirle ella lo callo con voz autoritaria- No espero un, pero, de tu parte Kyo, ya que aun que lo haya no lo escuchare. Ya eh acordado con un compañero de que te quedaras a su cuidado.
El menor palideció al instante al darse cuenta de quién sería ahora su nuevo "niñero"
-¡ME ENVIARAS CON EL MALDITO MURCIÉLAGO!
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