18°
Su colita se meneaba de un lado hacia otro.
Ya habían pasado como dos días desde que Kyo se había fugado. Y del punto de vista personal eso solo lo lograba estresar más. No había podido avanzar nada con la búsqueda de su dueño.
El azabache se había vuelto dependiente de su presencia. Parecí aun loco. No lo dejaba estar en una habitación diferente a la de él. Parecía lunático. Pero Lex no encontraba otra forma de que lo dejase de hostigar. Se sentía malditamente observado.
Demián tenía los instintos muy afinados, y eso le impedía irse por su cuenta. El chico tenía bajo su manga aquellas malditas batí-bumerán que en una ocasión logro cortarle tres de sus finos y afilados bellos metálicos.
Lex tembló por el recuerdo. Se sintió tan dañado con ese simple corte. Kyo nunca había dado indicios de querer lastimarlo, siempre le proporcionaba mimos y caprichos. Pero la rubia oxigenada lo había abandonado con el azabache el cual estaba loco por su dueño. Que traición.
El metálico bostezo aburrido. Desde la cima del closet podía observar con claridad como el menor de los Wayne ordenaba la habitación que se les fue asignada junto a los otros dos jóvenes.
Lex lo miro con curiosidad. Demián aseguraba, que de alguna forma Kyo no se había fugado por completo. Tal vez solo era un simple presentimiento o, la simple negación de querer aceptar que se largo sin más.
Él decía que no era capaz de estar ahí sin preocupar al que era su dueño. Decía que Kyo debería tener un as bajo la manga. Algo que le aseguraba que Lex no estaba en manos equivocadas y que por ello no estaba como loco dando vuelta a la ciudad en busca de su pequeño amigo.
Pero Lex solo daba respuestas negativas. Kyo podía haber sido mimoso o cariñoso con él en el pasado, pero nada le aseguraba que aquella personalidad solo había sido mostrada solo por no querer aguantar las quejas del felino al no recibir atención por el rubio. De seguro solo lo mimaba para que se quedara callado, para que no se quejara y que él no tuviera que hablara o explicar cosas innecesarias por los demás titanes de su propia existencia.
El felino bajo sus orejas con el simple pasamiento. Le dolía con solo considerarla posibilidad de haber sido desechado por alguien a quien había empezado a sentir cariño.
-Lex- Llamo tranquilamente el azabache.
El de orbes esmeraldas observo al felino en las alturas. El de pelaje metálico había dejado de mover su colita, con las orejas bajas y con sus patas delanteras tapando sus ojos.
Demián no tardo en subirse como pudo para sostenerlo entre sus manos.
El azabache cerró la puerta de con seguro. Coloco al felino en su propia almohada y decidió esperar a que el contrario dejara de llorar.
-Me das asco- Gruño el metálico.
El contrario no tardo en fruncir el seño. Y él que se digno a colocarlo en SU almohada. Maldito.
-¿Y eso porque, pulgoso?
Lex no contesto. El mayor frunció el seño impaciente. Odiaba que el pequeño lanzara palabras repentinamente y que luego no quisiera explicarle la razón o algo relacionado.
-¿Acaso me odias?- Interrogo Demián- Oye, si es por tus bellos y el batí-Bumerán. Déjame decirte que ni yo sé por qué hice eso.
-Te detesto tanto- Susurro entre sollozos. Demián solo se dedico a observarlo- Detesto tu maldita presencia. Me das asco el solo pensar que estoy a tu lado- Susurraba el felino. Apartando sus patas observo al más alto. El chico lo observaba, solo lo miraba desde ahí con su expresión neutra. Le daba tanta asco, desprecio y solo deseaba sacarle la cara de chico adinerado y bonito- Me anclaste en tu basura de vida. Fui obligado a aguantar todo a lo que tú llamas familia, un equipo que es tan inestable como tu propio pensar. Das asco. Me dan asco- Murmuro con la mandíbula tensa.
Demián frunció el seño. Verlo ahí, con sus ojos metálicos que de seguro no dudarían en matarlo si estos fueran estacas.
-Nunca eh hecho nada para darte ese asco. Nunca tuve la culpa de lo que te suceda- Prosiguió el azabache.
-¿No? ¡Me ves cara de tarado! Todas las malditas acciones tienen sus pros y contras, sus consecuencias y sus beneficios- Chillo con desprecio- Solo había empezado como un juego- Susurro nuevamente cayendo en lágrimas- Tú y Kyo solo eran dos chiquillos jugando a ser amantes en secretos. Sus besos y miradas solo eran un maldito juego. Solo un juego de niños adolecentes inseguros de sus próximos movimientos hacia la adultez- Lex susurro cada palabra como si estas fueran dichas en un extraño libreto de novelas.
Demián sabía que aquello antes dicho era verdad, al comienzo él mismo había pensado que el extraño acuerdo al que habían llegado solo había sido consecuencia por la tención de ambos en la mansión. Un juego de niños, como lo llamaba Lex
-Pero flaqueaste- Escupió con desdén- ¡Flanqueaste ante la idea de un simple JUEGO!- Gruño con repulsión- Caíste ante las malditas hormonas. Caíste ante Kyo, te enamoraste, el juego ya no era solo eso, para ti ya no era un juego a simple reglas. Tu ser comenzó a crearse ilusiones, ideas sobre un futuro no lejano y uno lejano lleno de cosas cursis y descaradas. Algo de lo que aun no estás preparado para afrontar. Te enamoraste. Caíste ante el maldito juego y la dulce tentación. Te enamoraste de MI Kyo- Murmuro hastiado.
Demián trago en seco. Tales palabras lo dejaron helado. Lex solo lo veía con odio y furia. Y él mismo se dio cuenta de sus propias lágrimas.
Aquellas que solo le daban la afirmativa al felino. Aquellas que solo habían empezado a brotar de sus ojos al saber que nada podría salir bien de aquel extraño juego. Las cuales eran lágrimas que nunca nadie podría parar, solo por la simple razón de que aquellas finas lágrimas eran por el temor de que el rubio se esfumara al saber lo que su corazón helado había empezado a sentir por su persona.
Se había enamorado del maldito rubio de mal carácter. De esos ojos cielo llenos de fiereza y confianza.
Y le aterraba la sola idea de que, él allá huido por haberse enterado de los absurdos sentimientos que había desarrollado por él.
Pero ahí mismo tenia la prueba. Lex le estaba confirmando su sospecha. Si el metálico ya sabía de su enamoramiento, el rubio de seguro que también estaba al tanto del tema. Era más que obvio.
-Yo nunca quise- Susurro el azabache. Luego de tragarse el nudo que le impedía seguir sollozo en silencio- Se que le di asco. Sé que esto había comenzado como un simple juego, y yo lo vine a cagar al enamorarme, y por ello se que Kyo se fugo por que le di tanto asco. Sé que le di asco.
Demián no aguanto más ante el dolor de garganta. Tapo lo más que pudo su boca y dejo salir aquel desgarrador sollozo que tenía atorado. Pero sus esmeraldas llenas de lagrimas solo pudieron chocar con los fríos ojos del felino, el cual solo lo miraba enojado, frustrado, pero Demián pudo diferenciar una pisca de dolor.
-¿Asco?- Pregunto burlesco lleno de lagrimas- Ojala te tuviera asco, y que tú lo llegaras a odiar en vez de estar llorando como un tarado entre estas paredes. Ojala hubiese pasado lo contrario a esto. Ojala, Kyo no hubiese dudado en irse- Rompió en llanto- Desearía saber que ambos se odian. Pero no. Te enamoraste de él, y Kyo lloro tanto al irse.
Demián sintió como sus propias uñas se clavaban en su palma. ¿Kyo lloro al irse?
-Odio que ambos cayeran por el otro- Murmuro con desprecio el felino- Lo detesto a él por dejarme caer y no atreverse a venir a buscarme, por el temor que tiene al verte y flanquear en su tarea de fugarse. Te odio a ti por llorar y dejar de ser tan asquerosamente frio con todos. Los odio a ambos- Gruño erizando sus cabellos- ¡LOS ODIO A AMBOS! Si simplemente hubieran dejado de temer al maldito rechazo. Al qué dirán o al que pensaran. Si solo te hubieras dejado llevar o simplemente insistido ante Kyo. ¡Esto no hubiera pasado Demián!- Lloro por fin el felino. Sin una pisca de enojo, sin furia o rencor. Solo lloro con dolor- Sus malditas inseguridades, me llevaron a esto. Sus acciones reprimidas y sentimientos encerrados me dejaron en este horrible centro. En el cual solo me duele ver como ambos se dañan al reprimirse y no admitir que se mueren por el otro.
Me obligan a ver como dos personas que han llegado a ser de mi agrado, solo se dejan separar por temor a ser despreciados por el otro. Son tan ciegos que no se han dado cuenta de que solo están matando al contrario por no dar el primer paso.
Sus ojos picaban. Y el gatito oculto en su bozo no parecía estar en mejores condiciones.
-¿Pañuelo?- Pregunto Garfield al extenderle el objeto.
Demián no lo alejo, lo recibió y seco sus ojos rojizos. El azabache podía sentir claramente como el felino de hierro temblaba en su interior. Pero aquel pequeño ser que alguna vez trato como un pequeño enemigo, no temblaba por el frio, sino por temor.
En el ataque de estrés que Lex había sufrido al confesarle todo aquello, el menor no pudo aguantar tanta presión en su pequeño ser y no pudo dejar de llorar a mares como si de un bebe se tratase. Y Demián no había podido hacer nada para calmarlo y evitar que lo escucharan. Así que ahí estaban, frente a su equipo luego de explicarle a quien le pertenecía esa pequeña bola de metal.
Por el descubrimiento de su pequeño ser, Lex no había podido separarse de él. Se le había adherido como una garrapata. Pero Demián decidió en tratar de comprenderlo. Sacando la rápida hipótesis de que al felino le aterraba tanta atención en él, y que de alguna forma, sentía su orgullo roto por haber sido visto llorando desconsoladamente en los brazos del amante de su dueño.
-Nos lo hubieras contado- Comento Cyborg. El mayor podía ver claramente como el azabache no había podido ni ocultar sus lágrimas a ellos, los cuales nunca habían tenido el placer de verlo tan frágil. Pero todos concordaban que no era ningún placer, sino un agudo dolor. A nadie pudo dejar de dolerle el corazón al ver como el chico frio se encontraba tan destrozado.
Y con ello ignoraron mayormente la razón por la que el felino se encontraba entre ellos. No se molestaban que el rubio lo ocultara. Solo les dolía ver como esa pequeña criatura sufría como Demián ante la falta del chico de ojos zafiros.
-Lex no hubiera dudado en matarme. Quería que su existencia fuera un secreto- Explico vanamente el de ojos esmeraldas.
-Si quería que sea un secreto, entonces no debió hacer llorado como un verdadero bebe- Bromeo el peli verde.
-Cállate gusano- Gruño Lex desde el interior de su buzo.
Garfield sonrió suavemente. Con lentitud poso suavemente su dedo índice sobre le bulto sobresaliente del buzo. Lex no tardo en salir por el cuello y gruñirle. Garfield corrió tras Raven en busca de protección.
-Ya- Calmo Demián- Solo le das el gusto de verte afuera- Lex miro con el seño fruncido al azabache. Confundido miro de reojo al de piel verde- Quiere verte detenidamente- Susurro con burla. Lex no tardo en sacarle el fakiu al chico de poder animal.
-¡Oye!
Los demás rodaron los ojos. Alguien de verdad debería enseñarle al felino que cosas eran correctas y cuáles no lo eran.
El azabache suspiro con cansancio. Luego de aquella pesada charla con su equipo sobre lo que sucedía todos concordaron en que descansar sería lo mejor para ambos chicos.
A pesar de las negaciones Lex termino en los brazos de Jaime el cual fue el único que pudo calmar a la pequeña fiera encerrada en aquellos circuitos. Dejando a Demián calmarse por su cuenta, dejándolo en manos de Raven que parecía querer ayudar al azabache.
Y por ello ambos solo se encontraban admirando el tesoro andante del rubio. Porque todos podían concordar que Lex era el tesoro con patas y boca que Kyo más amaba. Nada podía decir lo contrario y a pesar de que le costara a Lex poder subir su ánimo, las palabras sinceras de cada miembro del Team Titán le dejaron bien en claro que Kyo nunca lo desecharía como él lo pensaba.
Y Jaime parecía muy entretenido en subirle el ánimo.
Ahí, tanto el chico insecto y el felino metálico disfrutaban del viento que corría en la azotea del hotel, observando el paisaje y sin palabra alguna se relajaban junto al otro.
Y tras de ellos Demián y Raven les observaban con tranquilidad.
El oji esmeralda aun portaba pequeños tonos rojos en sus ojos, y la chica no dudaba en darle un par de cubos de hielos envueltos en una bolsa para que la hinchazón de su cara bajase con el frio.
-Parece relajado.
-Lo está- Respondió amenamente el azabache.
Y sin más solo observaron a los contrarios. Aquellos que se veían tan lejanos, ahí compartiendo una tarde calmándose entre ellos.
El azabache suspiro con pesar antes de que un par de lágrimas se cayeran silenciosamente por sus ojos.
Su cola nuevamente había caído en el vaivén de menearse de izquierda y derecha.
Sus oídos disfrutaban de la melodía de guitarra que por los auriculares se dejaba escuchar. Aquellas tonadas fuertes y roqueras eran producidas ni más ni menos que en el celular de Jaime. Claramente de YouTube.
Sus ojos metálicos parecían tan perdidos en la nada que ya carecían del fino brillo que siempre descansaba en ellos. Pero no lo culpen. Su cabeza había dejado de funcionar hace muchas horas atrás.
Cuando aún era de día.
El equipo ya se encontraba entre sus sabanas abrigadas y cómodas. Uno que otro giraba dormido mientras que otros parecían un tronco ignorando los ruidos de la noche. Pero claramente él y Garfield eran los únicos que parecían no poder dormir.
El peli verde estaba sumergido en su celular. Aquel que alumbraba su rostro y dejaba en clara evidencia sus leves ojeras y ojos cansados que en poco caerían ante el sueño.
Aquellos que cada tanto lo observaban.
Su mirada filosa se dirigió con brusquedad a la contraria. Los ámbar del hibrido le dejaron bien en claro que se habían sobresaltado con tal mirada pesada del minino metálico.
Lex solo volvió su mirada hacia la ventana de la habitación cuando el de piel verdosa había apagado el celular para luego acomodarse en su cama y taparse hasta la cabeza.
Luego de unos segundos había vuelto la sensación de una mirada sobre él. Nuevamente volteo a ver al peli verde. Pero este estaba más que dormido. Ya sin auriculares se dedico a observarlo un corto tiempo.
-Que rápido- Susurro para sí mismo.
-Para alguien tan hiperactivo como él, si, lo es- Contestaron en el umbral de la puerta. En él la figura inconfundible del hibrido metálico se dejaba apreciar.
Lex suspiro con frustración al ver como el moreno le hacia una seña para que le siguiera.
Su cola ya había dejado de menearse relajado, ahora solo se podía ver como esta tenía el pelaje erizado y como el pequeño portador de ojos metálicos fulminaba sin consideración a ambos adultos frente suyo.
Tanto Cyborg y Dick estaban consiente de la hora en la que se encontraban. Consientes del peligro que significaba tener al minino de hierro con el poco humor que cargaba al límite de explotar por el desagrado personal que les tenía.
-Hablen de una vez, que no ven que quiero ir a dormir- Reclamo el de pelaje.
-Los robots no duermen- Corrigió el azabache.
-¿Y vos que mierda sabes?- Interrogo arisco el de bigote.
-Los robots no duermen. Pero si se recargan o se suspenden momentáneamente- Corrigió Cyborg.
El más pequeño solo rodo los ojos ante la explicación.
-Si vas a estar de racista, pájaro loco, mejor vete bien el reverendo coñ...
-¡No!- Regaño el moreno. Relamió sus labios levemente con nerviosismo. De seguro había lanzado el grito como si nada y no tardaría en que alguien ya se viniera a quejar por el ruido- Sin malas palabras- Término casi en un susurro.
-Claro- Suspiro el felino- Mamá- Vocifero con falso cariño.
Los tres quedaron frente a frente. En un silencio brutal, el cual podría cortarse con un cuchillo. Pero a ambos mayores eso no les importaba, ellos solo buscaban las palabras correctas para comenzar nuevamente con esta charla.
Querían ayudar...
Querían ayudar a encontrara al rubio. Saber donde se encontraba y si de alguna forma podrían mejorar su relación casi de conocidos y evitar el tema de la fuga.
Pero frente ellos. Y siéndose sinceros a sí mismos, Lex era el único ser en toda la tierra que, si lo ayudaban un poco, tal vez podría deducir en donde se encontraba aquel ser de cabellera rubia, de mal genio y con una facilidad extrema en sacarles de quicio pero de alguna forma llegar a sus corazones.
Y por ello ellos eran los únicos que podrían hablar seriamente con el felino sin que este no les tratase de matar con la mirada cada tres segundos. Porque nadie negaría que el odio del felino hacia la peli rosada fuera algo que se podía ignorar. Nadie era lo suficiente tonto para no darse cuenta del desprecio que ni trataba de guardarse.
StarFire lo sabe. Y por ello quiere remediar cualquier cosa que había hecho para hacer que el felino le odiase tanto.
Pero había algo que admitir. A ella no le importaba mucho el minino, ni siquiera lo podía considerar un conocido o algo parecido, no pedía su amistad o su comprensión. Pero la horrible mirada que Lex ni se molestaba en ocultar, la dejaba helada, incomoda hasta el sentido de querer hundirse en el lugar más remoto de la tierra.
Y por ello dejo la tarea de negociar con la pequeña pulga a sus dos compañeros de equipo.
-Queremos ayudar- Comenzó Dick.
-Y yo quiero dormir. Pero no todo en la vida se puede- Rio sin gracia.
-Hablamos en serio- Insistió el moreno.
-Yo también- Afirmo seguro el felino. Su mirada no tardo en tornarse lastimera- Yo quiero dormir, pero ustedes me lo impiden- Lloriqueo falsamente- Me tienen en la sala como si de un criminal se tratase, sin dejarme descansar, comer hasta me refriegan en la cara lo racista que puede llegar a ser y eso que eres el líder de este equipo- Bufo con falsa decepción. Sus labios no tardaron en lanzar una pequeña risa llena de burla- ¿Hablar en serio? ¡JA! hay por favor-Fingió limpiarse pequeñas lagrimas- Y yo que creí que ustedes no podían ser divertidos, dios, como me equivoque. Venga, cuéntenme otro chiste mucho mejor.
Ambos adultos fulminaron a su contrario. Aquel con cuerpo y apariencia tan tierna y dulce, una fachada tan cruel que se rompió tan fácilmente al ver aquella sonrisa levemente sínica.
-Y yo que te creí alguien maduro- Trato de dañar el orgullo contrario. Dick sintió su suave sonrisa desvanecerse al notar como su mini contrincante se carcajeaba en su cara.
-¿Inmaduro? ¿¡Yo!?- Carcajeo son brusquedad- Mira quien me viene a hablar de madures. ¿Qué? ¿Te creías maduro por ser ya un adulto? ¡Pero si eres un payado envuelto en un traje de héroe!- Rio con maldad- Si en verdad te vieras. ¿Trapecista? ¡Más bien novato!- Vocifero con furia.
Cyborg no tardo en evitar que Dick se le lanzara al felino. Sabía que el minino tenía un arto arsenal de palabras que les lograrían sacar de quicio o hasta que les dañarían internamente. Pero nunca espero ver hacer tan rápido a su compañero y amigo.
-Pulgoso asqueroso. Y yo que pensaba que eran bondadoso, pero que te ocultabas tras esa faceta orgullosa- Gruño furioso el azabache.
El felino no tardo en carcajearse por lo bajo.
-Que pensamiento mas infantil- Siguió burlándose- ¡Oye amigo! ¿Y los adultos donde están? Yo solo veo a un lorito sin su galleta y una lavadora con patas- Bromeo el de bigotes- Tío, no yo soy tan ingenuo ¡Y mírame! No llevo ni un año de estar vivito y coleando.
El felino no tardo en acercar su pequeño cuerpo al del azabache frente suyo. Con sus ojos escaneo rápidamente al contrario. Aquel héroe, ex refugiado de Batman el cual ya tenía su "vida propia". El peludo no pudo sonreír irónicamente ante sus propios registros.
-¿Qué te daña?- Susurro con su sonrisa felina- ¿Qué te duele verdaderamente? Será el sentimiento que te llegara cuando Batman te diga que está decepcionado de ti por perder a Kyo. Alto. ¡Claro que no! A ti nunca te importo su opinión, ya "no eres" su protegido- Remarco la comillas- A ti te importa otra opinión, o mejor dicho ¿Cómo te vean? ¿Qué piensen de ti?- Rio sarcástico- Me corrijo, a ti solo te importa lo que ELLA diga, su opinión, su pensar, su propia forma de verte o siquiera la forma en que piensa en ti.
Cyborg sujeto a su amigo con confianza. No dejaría que Dick caiga ante las palabras hirientes que estaban empezando a calar en el interior del azabache.
-¡Por Hera!- Rio potentemente- Que dulce se siente verte en ese estado HEROE- Susurro con confianza. Con lentitud poso su pata sobre la cabeza llena de cabellos negros, para luego acariciar esta con ternura- Que tierno es ver como un supuesto, héroes flanquea tan fácilmente ante los sentimientos de culpa que lo abarcan. A vos no te duelen las heridas, te duele el rechazo e indiferencia que una simple fémina te ha dado por todo estos años- Sonrió tal cual lo aria el Gato de Cheshire- Beberías aprender a dejar ir el pasado y dejar de atormentarte con tu ex- Susurro para luego alejarse lentamente.
-Y tu deberías aprender a callar- Gruño esta vez Cyborg. El moreno ignoro con gran dificultad aquella mirada sádica tan filosa que había sido enviada a su ser. Y con esfuerzo logro sacar pecho y darle frente al pequeño diablo frente suyo- Gozas del sufrimiento ajeno, dañas y no te importa las consecuencias. Posees conocimiento desconocido para muchos y sabidos por muy pocos. Identidades de personas importantes, peligrosas y tienes un gran problema con mantener tu boca cerrada.
-Uno debe tener uno que otro defecto- Sonrió divertido.
-Pero no deberían existir gente como tú. Frías y calladas por fuera, pero por dentro no son amables o bondadosas, solo están llenas de basura y podredumbre lista para ser disparada en palabras asidas que carcomen a la gente. No te hacen falta armas, con tu lengua suelta ya es suficiente.
El de bigotes no tardo en sacarle la lengua con coquetería mezclado con signo de burla y con obvio alago para su persona.
-Eres toxico- Afirmo el hibrido- Eres alguien astuto y desarmado. No temer a equivocarte. Y me temo mucho que aquella personalidad ha sido mezclada muy cuidadosamente con la de Kyo y con el sicótico que te allá creado.
Dick pudo sentir el ambiente pesado sobre él. Aquel burlón y calculador felino les observaba con una mirada filosa llena de odio. Habían encontrado algo que nunca habían esperado.
Un punto débil. No a su orgullo. No a su sentimientos ni a sus delirantes personalidades. Sino a su creador, aquel o aquella persona desconocida que le proporciono vida a aquel ser shokeante.
Pero como apareció así se esfumo. Se rostro serio y tétrico se transformo en el rostro angelical adornado con la suave risita que dejo a sus felinos labios escapar.
-Valla, que tal. Pero que me vine a encontrar, vine buscando cobre y encontré oro- Rio armoniosamente. Lex observo a los héroes, aquellos ojos que antes se encontraban flanqueando frete a él ahora lo miraban con una determinación estúpidamente esperanzadora.
Le encantaban los héroes...
Le encantaba el sabor dulce que su paladar desgastaba cuando le daban un shock que le hacía recordar las cosas de se pasado bloqueadas. Amaba ser consentido. Amaba ser un desalmado que siempre conseguía lo que quería.
Gotas salas se sintieron en su cara. Un viento fresco de playa y el inconfundible sabor del suave refresco de la lucha y el rencor saciado con el conocimiento divino.
Amazonas...
Esperanza.
Algo que no había tenido hace mucho...
Aquel corto trecho que le separaba de la realidad y su mente traviesa se corto. Aquella fina línea de cordura se había desvanecido apenas había recibido la noticia del nuevo viaje. El nuevo destino. La nueva esperanza que a la que él se aferraba ciegamente y de la cual tal vez no esté preparado para que al final sea negativa.
Con ansiedad hizo que sus dedos repiquetearan en el apoya brazos del asiento. Aquellos que le trataban de brindar comodidad, pero que era interrumpida por lo incomodo que se sentía.
¿Acaso el avión iba más lento de lo normal o solo era su cabeza?
Él estaba seguro que era la primera...
-¿No puedes acelerar esta cosa?- Pregunto con insistencia el de ojos esmeraldas.
-Por decimo cuarta vez, no- Respondió paciente Cyborg. Como respuesta solo recibió un bufido corto y nuevamente se hizo escuchar el piqueteo de los dedos contrarios contra él apoya brazos.
El moreno no buscaba su paciencia, ya que era sabido que no la conseguiría.
Desde la confrontación con el felino, que ahora descansaba en los bolsillos del ansioso azabache, todos se habían alistado a primera hora de la mañana para el nuevo destino. El único lugar en el cual Kyo no estaría bajo la mirada de reproche por escapar.
En su propio hogar. La isla paraíso, el hogar que nunca le obligaría a ser lo que no quería.
Ya que si él no deseaba ser héroes, las amazonas le apoyarían.
Y ellos se sentían en la boca del lobo. Ir sin permiso al terreno más oculto por el hombre (Con más de un hombre a bordo) y se le podia sumar el desagrado que les tenía el PRINCIPE de la isla.
¡Vamos! Ahora Cyborg había empezado a dudar si eso valía la pena para que acabaran con su, aun, joven vida.
-¿Segurísimos de esto?-Interrogo el peli verde ante tan repentino ambiente temeroso.
-Cállate- Bufo suavemente Cyborg con tono preocupado. En verdad que lo estaba reconsiderando.
-Batman nos va a matar- Susurro en forma de lamento el de antifaz azulado.
-Ya vasta- Chillo en desacuerdo Jaime. O vamos, él estaba más que determinado en llegar a esa isla y arrastrar al rubio de donde estuviese, para ponerlo junto al Wayne para que por fin hablasen de frente como correspondía, pero sus amigos solo lo hacían dudar y temer por su propia vida. Eso no era justo.
-¡Iremos quieran o no!- Grito con decisión la única azabache en el avión.
Raven se mostro determinada y no estaba en sus planes flanquear.
-Claro, tú lo dices porque eres mujer. A ti no te van a linchar como a una bruja en medio siglo- Lloriqueo Garfield junto a un pequeño puchero en sus labios.
Raven no decidió contratar. Ella se prepararía para lo peor, y se pondría firme ante lo temerosos que su equipo pudiese llegar a ponerse.
Ella no dejaría escapar a aquel rubio tan shokeante que había enamorado al frio Demián.
Ella no lo dejaría alejarse de un amor cien por ciento correspondido.
Frio. Por Hera que odia sudar frio.
No importaba mucho el cómo tratara de evitar si quiera sudar, simplemente no lograba que esa sustancia se quedara donde estaba y no le hiciera ver como una cerca en el desierto.
Porque solo podía verse de esa manera.
Si bien muchas de sus primas y hasta sus superioras han dicho que ella es muy bella, en verdad no le daba mucha importancia, solo le importaba dejar de sudar tanto.
Ni siquiera tenía pancita, y sudaba tanto que podía llenar hasta el mismísimo desierto y hacerlo un océano.
Vamos no exageraba.
Su atuendo solo eran túnicas originarias de la isla y su cabello no dejaba de estar recogido en un rodete.
-¡Que calor!- Chillo con fastidio.
-Que quejona- Se quejaron a su izquierda.
-Nop, tu eres más quejona que yo, por quejarte de que me quejo de lo mismo que me quejo todos los días que pueda quejarme.
-Ok, entonces ya deja de quejarte, de que yo me quejo de que te quejas de siempre sudar como puerca.
-Ahora me quejare de que tú me dices puerca, porque yo me quejo de que es cierto para luego quejarme de que me bajas el ánimo para luego quejarme de los regaños que te van a dar por no parar mis quejas cuando podías sin meterte con migo y tener a todas las superioras tratando de subirme el ánimo siendo eso muy sofocante.
-Si no se callan ahora mismo yo será las que esconda sus cadáveres en el océano- Gruño una tercera voz a su derecha.
-Hana empezó.
-Chaya me siguió
-Y yo seré la que les cierre la boca de un puñetazo- Gruño la más pequeña del trió.
-Pero no te enojes- Chillo la castaña.
-Hana, solo harás que Mineta se enoje más de lo que ya ha aguantado.
La castaña solo serró repentinamente su boca, en verdad no buscaba enojar a la pequeña a su lado, Mine podría ser una fuerte rival si esta llegara a quedarse sin paciencia.
-Yo solo quería quejarme- Lloriqueo la castaña.
-Y yo contradecirte- Opino banalmente la peli roja.
-Y yo ya me estoy preparando las pesas para mandarlas al fondo oceánico- Canturreo la más baja al cerrar sus ojos.
Las entrarías decidieron callar. Ninguna dijo nada más luego de ellos. El trió se concentro en el cielo celestino sobre ellas, adornado con aquella suaves y húmedas nubes que cada tanto hacían que su imaginación volase.
El trió solo estaba ahí. Recostadas en el pasto verde dejando que su imaginación las mandara donde quisiera. A excepción de Mineta que ya había caído en los brazos de Morfeo.
La mayor entre el trió mordió su lengua para no dejar escapar una estupidez de sus labios. Hana decidió ignorar sus ideas repentinas y solo se dedico a apreciar el cielo hasta que su hiperactivo ser la llevo a hacer el puente haciendo que su cabeza y pies fueran lo único cerca del suelo, mientras lo demás se curvaba.
-¡No tarada me cague toda!- Grito exageradamente la peliroja a su izquierda. Lo que despertó a la rubia a su derecha.
Hana no tardo en caer de espalda quedando como en un inicio. Su cabeza dolió por el dolor agudo en su piecito (?
La rubia a su lado quedo en un silencio profundo, que no tardo en llenar con los fuertes golpes a sus acompañantes.
Dos integrantes del trió gritaron a todo pulmón la letra que seguía en la pista de música. Mientras solo una de ellas se dedicaba a escucharla tranquila en media de ambos altavoces desafinados que eran la castaña y la peliroja.
El trió caminaba de regreso su querido "pueblito"
Aquel de pilares y casas tan divinas que solo las llenaban de orgullo el solo pensar que algún día de estos ellas podrían tener su propio hogar, y si ninguna se negaba, tal vez vivir juntas.
Que al principio era una idea de cuatro, pero como el destino no siempre puede cumplir lo que uno quiere, solo las dejo a ellas tres con el propósito.
Las tres rieron al compas cuando la peliroja callo de cara al suelo por andar de distraída. Con curiosidad la más pequeña, Mineta dejo que sus raros ojos ámbar inspeccionaran el sendero nuevamente, raramente no encontró con lo que su amiga había tropezado, pero al notar como las otras dos ya se habían adelantado suficiente se largo a correr hasta alcanzarlas y seguir con su plática de cualquier temática.
Sus ojos se aguaron ante la escena.
Frente sus pies había lo que mas temía, y que hasta eso momento había podido descubrir.
Tres suyo la peliroja la sostenía por los hombros en busca de que su corazón se tranquilizara. Mientras que la castaña las cubría lo más que podía con su fino pero fuerte cuerpo.
Hombres...
Cinco de ellos a los pies de la reina, a los pies de Hipólita yacían cinco hombres y dos mujeres envueltos en trajes coloridos y definidos a sus dotes.
Y su ser orgulloso y fuerte se sentía tan expuesto ante aquellos intrusos.
Aquellos que pasaron la barrera como si nada, y que fueron atacados por todas las superioras apenas estos osaron pisar la tierra que era su hogar.
Y que ahora solo permanecían de rodillas frente a la reina intercambiando una que otra palabra. Para luego ser arrastrados al interior del castillo.
-Vámonos- Susurro Chaya. Esta no espero respuesta de las contrarias y las arrastro hacia el lado contrario al templo.
Mineta se dejo arrastrar, pero el fuerte tirón que Hana les había proporcionado las dejo heladas, y el sentimiento se convirtió en un fuerte temor al verla correr directo hacia donde los desconocidos habían sido arrastrados.
Ambas gritaron su nombre.
Pero la castaña solo podía pensar en el pequeño ser metálico oculto en la capucha del azabache oculto tras el antifaz verde.
Terror extremo.
Con otras palabras no se podía describir el maldito ambiente que sus amigos desprendían de su propio ser.
Aquellos infantiles pero varoniles compañeros de equipo temblaban de miedo ante tan fieras amazonas que no les permitían estar ni un instante sin estar observados.
Y tal vez ella misma admitiera que tan potente presencia y esencia que aquellas mujeres desprecian era admirable.
Raven solo se dedico a observarlas detenidamente. Eran bellas y salvajes. Decididas y leales. Características que Kyo no fallo en heredar. Una pequeña sonrisa se formo en sus labios inconscientemente.
A su costado Dick trataba de explicar o siquiera decir una palabra en defensa. Pero las amazonas que se encargaban de él no habían tardado en apuntarles al cuello sin una pisca de duda en eliminarlo si es que se les permitía la acción.
-Por favor señoritas- Rio nervioso- Hablemos como gente civilizada, tratemos de tranquilizarnos y tal vez lleguemos a un acuerdo.
La castaña más cercana a él no tardo en golpearlo con el mando de su lanza al ver como su reina fruncía levemente el seño. El idiota estaba haciendo que las mujeres se sintieran ofendidas, y eso solo los llevaría a la no muy futura muerte.
-Y yo que quería un funeral honorable- Chillo el peli verde en susurro- Me conformaría con un funeral cuando sea más viejo y allá disfrutado más de mi bella vida- Lloriqueo en silencio junto a un puchero.
-Qué manera más honorable de morir que rodeado de bellas mujeres- Susurro por inercia Dick mostrando su obvio nerviosismo.
-¡Ya cállate!- Gritaron a coro los integrantes de Team Titán.
-¡Silencio!- Gruño unas de las amazonas, la más cercana de la reina se acerco con furia hacia el azabache de antifaz azulado. Lo sujeto del cabello y le apunto con la punta de su lanza a la garganta- ¿¡Como te atreves a faltar al respeto a mi reina y mis hermanas?! ¡Sabandija!- Gruño como perro rabioso antes de hacerlo caer al suelo y pisarlo con fuerza.
Dick no tardo en quejarse por el fuerte pisotón, pero la mayoría de su equipo estaba de acuerdo que se lo merecía por abrir la boca de más.
-Reina Hipólita- Llamo con seriedad el azabache de ojos verdes tras el antifaz. Robín observo a los ojos a la reina rubia, rubia y de belleza fiera y de potente presencia.
La abuela del chico que más de un suspiro le había robado. Y con más de un beso lo habían encantado.
Una de las amazonas no tardo en acercarse a él. Pero la reina no le permitió hacer nada en su contra, por lo contrario, solo lo observo esperando a que hablase.
Aquel chico, era el único que no las observaba con temor, sino con decisión. Y eso en los ojos de un hombre.
¡A ella no le gustaba!
Que bella coincidencia, sus ojos aun no se lo podían creer.
Que hipócrita de su parte haber tardado tanto en reconocer aquel enano azabache.
Esos ojos tras el antifaz, aquel cuerpo que solo un niño joven pero atlético poseía. Aquellas características que Kyo parecía a ver exagerado. Pero que ahora veía que no lo eran.
Piel pálida, cabello negro como el carbón, rostro serio a pesar de ser un chico joven y su presencia era potente pero podía ser apagada fácilmente si frente a él se le ponía al mismísimo Hades.
El pajarraco que hizo a su primo enrojecer por tal furia y rivalidad.
Ahí mismo, frente a la abuela del rubio, firme por lo que sea que vaya a decir. Y con las agallas para presentarse ante los ojos de su reina como si nada, como si no hubiera dañado a su primo, a aquel ser tan asquerosamente corrupto como el mismo Hades hacia lo de su mismo género, pero uno tan bondadosa y cuidadoso con sus familiares en la isla.
El único hombre que ellas habían conocido, y el único que parecía no ser un idiota, uno como aquel azabache mayor demostraba ser.
-Venimos por una buena razón- Volvió a hablar el de antifaz verde- Venimos en busca de su nieto, el cual estaba bajo nuestro cuidado.
Hipólita no tardo en reír sin gracia.
-¿Mi nieto? Él no es alguien quien necesite de niñeras. Y menos de unas tan irresponsables como ustedes demuestran ser- Cada palabra salía con tanta tranquilidad, finesa pero a la vez llena de seguridad.
-Fue a pedido de su madre y su hija- Decidió aportar esta vez el mitad robot- Pero unos percances sucedieron entre el asunto.
-No me digan- Dijo con dejes de aburrimiento la rubia al sentar en el trono- ¿Se fugo? No me sorprende. Mi nieto es un espíritu libre, no es alguien que sigua simples reglas de los hombres.
-Su desprecio es ilógico- Decidió integrarse esta vez la encapuchada morada- Su desprecio hacia los hombres, el cual no lo demuestra hacia su nieto.
La reina rio con suavidad. En sus ojos se veía la gracia, la gracia que le daba ver individuos del exterior tratar de refutar sus palabras, sin siquiera saber la verdadera personalidad de su único nieto.
- Muchos se han atrevido a decir declarar a mi nieto un infame- Comento con desdén- Lo tratan como si fuera alguien común. Uno del exterior. Mi nieto. Kyo no es como sus hombres- Afirmo sin duda. Luego afilo su mirada la cual no tardo en ser dirigía hacia el enmascarado azul- Tiene clase, es un buen anfitrión y sabe de las leyes, inteligente, valiente y sobre todo no es vulgar y descortés. Su carácter lo define. Es un guerrero de nacimiento y el único hombre entre nosotras, un amazona al derecho y al revés, alguien de la realeza, el príncipe y el único hombre digno de portar el nombre de nuestra cultura en su pecho y el cual no se doblegara ante pestes como ustedes.
-Corrompidos e inservibles- Susurro la castaña oculta en la lejanía observando la escena.
-Supuestos héroes. Supuestos colegas. Farsantes. Dañinos para un corazón blando como el de mi nieto.
-Farsante será él- Interrumpió con furia la peli rosa. Dejando a sus amigos con la palabra en la boca y los ojos abiertos.
-Irrespetuosa. ¡Conoce tu lugar!- Grito furiosa la amazona más cercana a ella.
-No me callare- Volvió a enfrentarse la de ojos verdes- Su nieto es un farsante y embustero. Un mentiroso que se dedica a rebajar a los demás. Y ya veo por qué. En una isla que siempre se considero de mujeres, aquellas mujeres indomables la cuales se regocijan ante un simple crio que se le subió el poder a la cabeza. Aquel que busco desde el primer momento en el que se nos presento en pisarnos la cabeza, dejarnos en claro lo inútiles que les parecíamos, denigrarnos a los héroes como si él supiera lo que pasamos, lo que nos esforzamos para ser quienes somos.
-¡Héroes que solo sirven para atormentar a una alma cansada de que su pesadilla se materialice frente sus narices!- Grito inundada en cólera. Y sin temor a ser regañada, a ser hasta castigada por ignorar la charla de sus mayores e interrumpir las palabras que saldrían de la boca de la reina para refutar.
Pero no se quedaría con la boca cerrada. Ella seria la que le cerraría la boca a la entrometida princesita de pacotilla del jodido espacio
-Como si aguantarlo a él no fuera una pesadilla- Gruño la marciana.
-Como si aguantarte a ti fuera un placer- Gruño como bestia al tenerla frente a frente.
Sus ojos contra aquellos verdes.
-¿Te crees la gran cosa? Pues abre bien los ojos- Exigió la castaña- Ábrelos para ver bien como es que te avergüenzas sola. Te hundes con tus propias palabras. Te separas de tu equipo.
-Te equivocas niña- Aseguro con confianza.
-¿Hay en serio?- Interrogo divertida- Mira a tu alrededor princesita. Y dime lo que ves- Rio con sorna- Dime que tus amigos no te miran con negación, dímelo y créetelo tu misma- Hana no tardo en levantar la cabeza con confianza.
Ya que lo sabía.
Su equipo, aquellos titanes no estaban de acuerdo con la opinión de la peli rosa, sus ojos los detallaban a la perfección.
-Te crees una líder eficaz. Pero no has tenido la suficiente afinidad con tu propio equipo para ver otro punto de vista. Ellos en verdad buscan a Kyo, se están esforzando por no caer ante sus propios nerviosos- Observo al peli verde y al pobre escarabajo que no había dicho nada desde que pisaron el lugar- ellos luchan por volver a tener al nuevo amigo que consiguieron, a aquel que les logro leer y que ellos lo lograron en él- Observo al enmascarado azul junto al hibrido robot- A pesar de ser un bocazas y lengua suelta- Dejo el énfasis a los pobres Dick y Garfield- Y sobre todo no viste el lazo de confianza que desarrollaron- La castaña gruño al observar a la azabache de cabello corto. Sus celos familiares no pudieron quedarse guardados y simplemente se dejaron relucir por aquel instante- y sobre todo no te diste cuenta que estás sola en este lugar.
-Que sabes de mi- Gruño la rosada.
-Lo suficiente para saber que estas ahogándote por tu propia prepotencia- Interrumpió el felino sobre el hombre del antifaz verde.
El bello felino.
-Lex- Sonrió con cariño. Hipólita lo observo con un destello en los ojos que solo lo avergonzó por tan pequeño pero dulce gesto.
Lex no tardo en levitar hacia la reina de cabellera rubia. Ya en sus pies observo a los titanes en su lugar. Sus ojos destellaron, pero su rostro carecía de la sonrisa o el ceño fruncido que mayormente portaba.
-Al calabozo- Finalizo Hana ante el asentimiento de Hipólita.
-¡LEX!
Y sin más a los siete intrusos los arrastraron lejos de la vista de la reina. Lejos del felino que los miraba sin poder mover su colita como siempre lo hacía. Y con el amargo sabor de boca al ver escuchar como Demián forcejeaba para llegar a él.
¿Por qué extrañaba el cálido calor del azabache tan de repente?
-Nuestro pequeño Kerberos- Susurro la reina al estar ya solos.
Lex enfoco a Hana acercándose a Hipólita y a él con la mirada baja. La chica presentía el regaño que le llegaría por la interrupción. Su reina le debía dar un castigo, y ella no pensaba negarse.
-Te ves patética sin alzar la mirada- Vocifero el fe bigotes antes de levitar hasta los brazos de la reina. La chica trato de ignorar el repentino instinto de querer matar al felino.
-Hana, muestra tu rostro con confianza. Estate orgullosas de tus palabras. No flaquees- Exigió la bella Hipólita. La menor no desobedeció a su reina. Y para su sorpresa la vio sonreír con levedad.
-Lamento si le eh ofendido mi reina.
-Por lo contrario, me enorgulleciste- Admitió la rubia- Tu carácter y tus palabras. Directas y sin miedo, sin flaquear vastas en desconfianza y duras en cualidad.
-Kyo influyo mucho- Admitió Hana- Créame quesería muy diferente si él no me hubiera enseñado a no flanquear.
-Sí, si lo sé. Mi dueño es genial- Contesto con burla del peludo- Solo díselo a la cara, se sentirá orgulloso de ti sin dudar- Admito con felicidad.
Lex suspiro feliz. Hana, aquella hermosa amazona que fue la primera en conocerle, aquella que le dio la bienvenida a la familia sin dudarlo. Y que lo amaba sin conocerlo.
-¿Y Kyo?- Pregunto con la esperanza a flor de piel.
-Se fugo- Admitió con pesar Hipólita. Dolió admitirlo. Pero dolió mas ver los ojos destrozados del felino entre sus brazos.
-Se fue hace dos días, no duro mucho por aquí- Siguió explicando la castaña- Destrozado callo como si nada en plena plaza. Sus ojos cansados llenos del rojizo al llorar. Susurrando dolido de tu perdida y con el alma destrozada.
El felino solo las escucho. Y entendió todo.
Hana no había podido quedarse callada. La castaña le había contado todo a Hipólita sobre la existencia de Lex, sobre las discusiones de Kyo y Diana y sobre el estado de Kyo en la casa de Batman y luego en la de los titanes. Por ellos no se habían sorprendido de los intrusos. Por ello su presencia y la bienvenida que le dio al pequeño felino habían sido tan cálidas.
Ella lo había aceptado en su familia.
De cariño lo llamaba Kerberos al ser el guardián del infierno que podía ser su nieto (A pesar de que él ni siquiera era un perro)
Pero era su forma de darle la bienvenida, el primer empujón a su nueva familia, con las amazonas y su dueño.
Aquel que ya se había ido.
-Parezco no importarle.
-Pareces no entender- Ataco la castaña- Nosotros le prohibimos volver. Sabíamos que si se acercaba, se encontraría con el azabache que tanto nos hablarte por las videos llamadas. Y sabríamos que ya no se podría ir de ahí.
-Sí, lo mismo pensé antes de que se fuera. Lo dudo mucho. Tanto que casi se queda en ver de irse- Admitió con pesar. Temía que si él se quedara se dañaría a sí mismo, tanto por no admitir en vos alta sus propios sentimientos como lo doloroso que le era a si mismo estar lejos de su verdadera familia. Por ello fue el de la idea, el lo alentó a esto.
Él le animo a seguir...
-¿Te quedaras?- Interrogo la rubia.
El solo negó suavemente, medito rápidamente su respuesta. Y se decidió a dictarla.
-Lo buscare. Deseo estar a su lado. Y por ello no me quedare pero agradezco el querer hospedarme- Decidió con cortesía. Raro en él, pero exclusivo para su familia.
Familia...
-¿Tu solito? O también incluyes a esos malhechores.
-¿Malhechores?- Interrogo curioso el felino.
-Pues si- respondió con obviedad- Ese maldito enano le robo lo más preciado a MI hermoso primo- Respondió haciéndose la víctima.
Lex rio suavemente ante la extraña afirmación. Hipólita sonrió mientras aprovechaba para acariciar sus orejas.
-Los dejare libres, siempre y cuando no dañen ni a Kyo o a ti- Aporto la idea la mayor.
El felino asintió en silencio. Hana rodo los ojos con desconfianza y Hipólita espero las palabras del minino.
-Lastimablemente- Susurro avergonzado- Yo los quiero, y sé que Kyo les dio un espacio en su corazón a pesar de ser difícil de comprender. Y a pesar de que me hunda en mi propio veneno verbal y orgullo quebrado. Él y Demián mantienen un sentimiento reciproco. Y yo no me animo a romperle el sentimiento a mi mamá
Ridículo, extraño y extraordinario, singular o hasta extravagante. Que más sinónimos se podrían describir a este tipo de acontecimiento.
Exentico tal vez...
Esa noche las amazonas les habían dejado comer en un lugar limpio que no se tratase del calabozo. Un lugar lleno de su cultura pero alejados de lo que se llamaría ambiente tranquilo.
Muy alejado de su incomodidad Demián lo podía ver muy bien. Aquel Lex de actitud arisca y grosera. Estaba rodeado de pequeñas amazonas, junto a la castaña que apareció en el celular del rubio.
El pequeño y ferros Lex, vestido con una pequeña túnica en la cintura baja y con una pequeña "corona" suelta en su cabeza como si de un collar se tratase, fina y platinada con una pequeña esfera celestina cerca del puente de la nariz. Se veía tierno. Y qué decir de las niñas a su lado, parecían encantadas con la presencia del felino y lo llenaban de collares de su cultura, pequeños y una que otra pulsera.
Y con una muy linda sonrisa sin una pisca de maldad. El azabache ahora podía ver cómo es que el ambiente cambia a las personas.
Cada una era diferente, pero al estar en el ambiente familiar uno podía soltarse tanto que demostraba su verdadero ser sin darse cuenta.
-Se llama Hana- Presento Lex.
La castaña a su lado no parecía interesada en el tema. Por lo contrario parecía más entretenida en ver como las demás amazonas se encontraban en lo suyo lejos de ellos.
-Me ayudo a dejarlo de tratar como animales- Comento divertido.
-¡Oye!- Bufo Garfield ofendido. La sonrisa burlesca no se le había pasado al peli verde. El felino solo atino a sacarle la lengua infantilmente.
-Es la prima más cercana a Kyo.
-¿Eres hija de Donna Troy?- Pregunto dudoso Cyborg.
La menor hizo un gesto de desagrado. Negó y dejo muy en claro que le alegraba no ser nada directa de ella.
-Hija de Nemura. Una de las enfermeras principales- Explico orgullosa. Su madre, una ágil enfermera la cual era mucho mejor que Wonder Girl en muchos sentidos, ya que para ella, aquella mujer no es digna de llamarla tía.
-Te ves muy cómodo- Comento con gracia Jaime. Lex lo miro por unos instantes antes de mostrarle un fakiu sin rencor.
-Cultura familiar. No me quejo. Es cómodo- Opino el felino- Pero solo están tan mimosas por qué no me verán por un gran tiempo.
- Pensé que te quedarías- Opino Raven mientras bebía lo que Hana le había servido.
-Kyo no está en la isla y yo ya he decidido buscarlo. No cambiare tan fácil de idea. Tal vez cuando ya lo encuentre vuelva, pero hasta ahora solo es una idea.
-¿Si no está aquí donde podría estar?- Murmuro Dick curioso.
-En su hogar- Contesto banalmente Hana.
-Sabríamos si estuviera en Boston- Opino Garfield.
-Esa solo es su casa- Corrigió- Boston solo es un lugar donde se siente cómodo, creció cierto trecho de su niñez ahí, le tiene cariño y demás. Pero no es su hogar- Explico rápidamente- Él se debe estar reuniendo con su equipo.
-¿No era solitario?- Dudo Dick.
-No, tiene escuela, amigos y uno que otro rival al cual no le faltan agallas para desafiarlo en deportes o hasta en sus materias. Normal. Es joven, un adolecente con una vida escolar activa pero con una familia complicada.
-Y rara- Agrego Lex.
-Lo dice un gato que habla- Murmuro burlón el menor de los Wayne.
-Calladito te ves mejor pajarito- Mascullo levemente enfadado.
Demián fulmino al felino a su costado. Que apodo de mierda.
Hana por su parte rodo los ojos. Tarado.
El equipo siguió comiendo y bebiendo de los alimentos tradicionales. Ligeros y frescos. Muy diferente a las comidas chatarras que estaban mayormente a comer.
Todos mantenían una charla continua. A pesar de no ser cien por ciento aceptados en el lugar. Sentían el descontento de las más jóvenes en el lugar. Los miraban curiosas o hasta algo temerosas. Las adultas lo miraban con cautela, pero eso no les distraía de disfrutar la comida entre familia.
Hipólita les había invitado cerca de las diez de la noche a que se unieran a su mesa. Y como las personas civilizadas pero feroces que eran aquellas féminas demostraban sus habilidades ante la guardia o hasta en sus propias palabras.
La rubia no tardo en ponerlos un poco al tanto. Diana aun no sabía de la fuga de Kyo (De Boston o de la Isla) pero eso no significaba que no se daría cuenta de que algo estaría pasando. Ella conocía bien a su nieto, y tenía muy en claro que Kyo habría estado ignorando todas las llamadas o mensajes que Diana les habría mandado.
Y eso no tardaría en poner en alerta roja a la Diosa de la Guerra.
-¿Nos daría una pista de su ubicación?- Pregunto con cortesía. Demián observo a los ojos a la reina frente suyo. Aquella mujer que aun no lo podía ver como un buen chico.
Pero no la juzguen. Ella fue testigo del estado tan destrozado de su propio nieto al caer en los encantos de aquel azabache. Lo vio destrozado por su separación. Roto por la posibilidad de que el azabache le odiase por los asquerosos sentimientos que habían empezado a sentir por él (Según el rubio)
Y a verlo visto tan débil y transparente, simplemente temía por que su nieto sufriera por amor y lo viera tan destrozado como cuando perdió a su padre y a la vez su hija perdió al hombre que le otorgo el puesto de madre.
Solo quería que su nieto no sufriera...
-No sé bien su paradero. Solo vi que su destino se clavaba hacia el sur. No puedo decirles más, ya que les estaría mintiendo y ello no es de mi agrado- Se sincero.
Lex, a su lado movió su cola de derecha a izquierda. Observo a los antiguos titanes coloridos. Vestidos con túnicas que cubrían su rostro de la misma forma que sus disfraces lo hacían. De alguna forma las amazonas no insistieron en desenmascarar a los héroes, les dejaron en el marco de incognito.
El por su parte parecí brillar de tantas chucherías que se cargaba.
-Agradecemos su ayuda- Sonrió Dick.
La reina solo asintió. Ella ya había cumplido con su buena acción del día luego de tan ajetreado dilema. Ahora les dejaría descansar.
Y en la mañana se irían.
Buscarían a su nieto. Y que Hera se apiade de lo que llegasen a encontrar.
Su suave meneo le izo estornudar.
-Perdón- Bostezo el felino
-No te preocupes- Susurro con cansancio.
De seguro eran las dos de la madrugada. Y ellos en ver de descansar para el próximo día se encontraban en plena playa viendo el cielo nocturno.
-Mira que en Gótica no hay mucha iluminación, se ven las estrellas y me siguen pareciendo bellas. Pero aquí- Suspiro embelesado- Las estrellas se multiplicaron y solo aumenta mi gusto y admiración por ellas.
-Demián- Susurro Lex casi al límite del sueño- Creo que te pasaste con la bebida- Rio sin ganas. Demián por su parte rio tontamente. Si, había bebido pero solo un poquito.
-Dime, ¿Son muchas yo soy el que ve doble?- Pregunto entre risas.
-No, estas bien, aquí no hay nada de luz, a si que se notan mas estrellas- Explico entre bostezos- Pero no descartare la posibilidad de que vea doble. O hasta triple. Ambos rieron cansados.
La noche ya había acabado. Pero ninguno entendía el porqué el sentimiento repentino de mantenerse unidos. Y aun así, solo se dejaban llevar.
-Lo extraño tanto- Suspiro con pesadez. Lex movió nuevamente su cola. Se dejo caer entre el buzo que el menor llevaba puesto.
Ya sin antifaz verde o con las túnicas de su pueblo. Solo era un simple sibil. Aquel Demián Wayne algo bebido que miraba las estrellas con sus ojos verdes y le permitía dormirse cuando guste entre su capucha o sus bolsillos.
-Yo también- Admitió Demián.
Ambos lo extrañaban con locura. Pero sabían que no faltaba mucho para su reencuentro. Demián estaba lleno de ansiedad y estaba seguro que apena le viera le diría de frente todo, a pesar de que ello significara su propio paro cardiaco. El estar tan alejado del rubio lo había hecho reaccionar. No podía ni un día mas estar lejos de él, lo necesitaba...
Y Lex solo podía pensar en que en poco vería a su amigo, a su dueño que era como una madre. Pero el sentimiento de ansiedad no era solo por ver a su rubio. Algo mas lo estaba atacando desde el interior y el no podía comprenderlo. Solo podía saber que Hana le deseo un feliz recuentro antes de irse a su propia casa adormir. Pero de alguna forma, él no sentía que se refería a Kyo...
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