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—M-mamá, puedo explicarlo—dijo Victoria intentando acercarse a la mujer, quien retrocedió molesta.
—Vaya, me sorprende lo ágiles que son para engañar a los demás. Supongo que eso lo sacaron de mi, pero no importa total, todo lo que ustedes hagan no me interesa y jamás me ha interesado—dijo acercándose a un clóset para sacar de ahí una maleta de viaje en color rojo y salir corriendo hacia su habitación.
—¿Qué le pasa?—dudó Sticky.
—No lo sé, vayamos tras ella—indicó la rubia saliendo al pasillo notando como en el primer piso estaba pasando algo así como una discusión.
—¿A dónde vas?—preguntó Carlos notando la maleta en sus manos.
—Lejos de toda esta basura, desperdicie 15 años de mi vida para estar atada a un sujeto que no vale la pena—recalcó molesta—no pienso quedarme aquí un minuto más. ¡Me largó!.
—P-pero, ¿y los niños?.
—Por mi quédatelos, no me interesa nada más que lo que llevó aquí conmigo—da pequeños golpes a la maleta, sin más sé dio la vuelta para salir de esa casa y nunca más volver.

Los mellizos decepcionados de escuchar semejante confesión, decidieron ir con su padre para entender lo que estaba pasando. Carlos al notar su presencia simplemente bajo la vista, no tenía el valor suficiente para verlos a la cara; de repente unos golpes a la puerta llamaron la atención de los tres Sponge pero uno de sus empleados sé acerco para abrir, mostrando que del otro lado estaban Momiji, Mizu, Umi y Henry.

—¿Qué hacen aquí?—dudó Carlos colocándose en pie.
—Tuve un mal presentimiento con los niños, así que por eso decidí venir a verlos—respondió Mizu observando sus rostros—lo suponía, ¿ella se fue verdad?.
—P-pero cómo—intentó Sticky preguntar pero ahora fue Umi el que respondió:
—Desde hace tiempo supe de las verdades intenciones de Isabel, y en cuanto me enteré de la anulación del testamento falso, entonces intuimos de que cumpliría la promesa que hizo hace mucho tiempo.
—Ella una vez me dijo de que en cuanto todo el poder fuera suyo, escaparía lo más lejos que pudiera. Aunque dudó que ese haya sido el caso—contestó Mizu tomando asiento en el medio de sus sobrinos.
—Niños yo, les ofrezco una disculpa—dijo Carlos observando directamente a sus hijos—fui y soy un mal padre, nunca vi por su bienestar. Solamente por el de una mujer que lo único que siempre amo fue el dinero, nunca a nosotros; y es por eso que deben saber el porqué de mi comportamiento y el porqué pasaron estas cosas.
—Señor disculpe que lo interrumpa pero, revisando en su despacho encontré la caja fuerte abierta y muy poco dinero en ella. Además de que hacen falta algunas joyas—comentó el empleado que atendió hace poco.
—¡Claro!, para eso era la maleta—indicó Jam.
—Gracias por decirme, pero ahora es el momento de que yo arregle esto—suspiro para comenzar…

Flashback.

Hace 15 años atrás, cuando los Sponge conocieron a una familia no muy adinerada pero que si tenían una mala reputación sobre sus apuestas y deudas, los Deere. Quienes al ver la gran mansión y demás comodidades que poseían los Sponge tuvieron una idea, casar a su única hija Isabel Deere con el hijo mayor Carlos Sponge. Claramente el chico no quería ya que apenas tenía 13 años y ella 14; aunque claro que ambas familias sabían que eso era ilegal, obvio que no estaban en la India para validar matrimonios infantiles. Entonces hicieron una ceremonia privada a solo dos semanas de haberse conocido, para que de esa manera Isabel formara ahora parte de la familia, más que contenta ya que tendría dinero para mal gastarlo a su antojo. Embriagada por su felicidad  Isabel le dijo a la pequeña Mizu (quien en ese entonces tenía 7 años) de que en cuanto tuviera el dinero y poder suficiente se iría de sus vidas… y digamos que en el presente así lo hizo.

Un año y medio más tarde Isabel se enteró de que sus padres habían hecho un contrato prematrimonial. En el cual había una cláusula muy importante, ya que decía que así dentro de dos años la pareja no lograba concebir un bebé automáticamente Isabel quedaba fuera de la herencia y debía irse de ahí. Asustada de no querer perder “lo que era suyo” la chica hizo un plan con Carlos quien (al ser siempre tan sumiso y sin voto por culpa de sus padres) le siguió la corriente. El plan consistía en ir a una clínica clandestina para que a ella le hicieran una inseminación artificial.

—P-pero no crees que sería más fácil hacerlo nosotros mismos—comentó sumamente avergonzado.
—¡Ni de loca! ¡No voy a dejar que me pongas un dedo encima!—alegó enojada—recuerda muy bien que estoy contigo solo por tu dinero, como hombre no me interesas; aunque si ellos llegan hacer una prueba de ADN y saber de qué ese feto no es tuyo, estaré en graves problemas.
—Tengo una sugerencia, porque no usas mi esperma. De ese modo sabrán que es mío pero nunca te abre tocado—mencionó ya un poco más calmado.
—Bueno, por primera vez dices algo coherente—respondió la rubia—iremos hoy en la noche, así que será mejor que no te vayas a arrepentir en el camino—sentenció para irse de ahí y dejar a Carlos solo.

Durante la noche ambos escaparon con rumbo al hospital clandestino, donde por sólo 500 billetes (y claro con la ayuda de Carlos), Isabel fue inseminada. Pasaron unos días y al notar una irregularidad en su período, ella supo la respuesta… una pequeña prueba que no le llevó más allá de dos minutos le demostró que estaba embarazada; un gran jubiló se apoderó de la familia ya que un nuevo heredero vendría en camino. Obviamente no faltaron los comentarios de mal gusto preguntando cuantas veces lo habían hecho o si pensaban tener más hijos.

—Con uno es más que suficiente—respondió Isabel con cierta indiferencia.
—Si, ella tiene razón—secundó Carlos.

9 meses más tarde nacieron los cachorros, unos tiernos mellizos colocándole Victoria a la mayor (ya que eso representaba el orgullo de Isabel) y Sticky para el menor (el cual representaba lo que Isabel pensaba de Carlos). Ahora ella ansiosa tenía que esperar para cuando le tocará su parte de la herencia; sin embargo sus suegros le dijeron que aún debían modificar el testamento donde ahora también estarían de acreedores sus nietos. Cosa la cual a ella no le hizo nada de gracia así que otra vez quiso hacer de las suyas…

—Necesito que robes el testamento para que lo modifiques, no quiero que ellos se queden con lo que tanto trabajo me costó.
—No puedo hacer eso que me pides, yo no tengo poder ni contactos para modificarlo—aclaró el castaño.
—¡Que inútil eres!.
—¡Son mis hijos y no pienso hacerles daño!—gritó para el asombro de ella—entiendo que eres una mujer mala, pero yo no.
—Patético, dejando que tus sentimientos se hagan cargo—bufó con gracia.
—Di lo que quieras de mi, total ya estoy acostumbrado.

Pasado un tiempo fue cuando Mizu se fue a Japón, Isabel en cada oportunidad que tenía intentaba cambiar el testamento pero siempre la rechazaban. Un día el señor Sponge se sintió mal así que acompañado por su esposa se fueron con rumbo a un hospital, pero lamentablemente en el camino el vehículo donde iban perdió el control y terminó cayendo por un abismo. Lastimosamente ambos fallecieron en el accidente, sin poder cambiar el testamento o al menos eso era lo que Isabel pensó, ya que el mismo día del funeral se escapó para ir a reclamar del dinero con la póliza de seguro médico del señor Sponge, pero oh sorpresa porque el banco dijo que no podía reclamarlo a menos que el abogado o notario en cuestión les de una carta autorizada por un juez donde se les reconozca como dueños legítimos. Por suerte y diversas cuestiones ella no pudo, y así fueron pasando los años donde ella para sacar toda su frustración se desquitó con aquellas cargas que se llamaban sus hijos, y también con el patético de Carlos quien no hacia nada más que obedecer sus órdenes, cosa la cual nos trae al tiempo actual…

Fin del flashback.

—Ósea que, ¿mamá y tú nunca se amaron?—preguntó Victoria.
—Por desgracia no, éramos dos desconocidos que estaban unidos por un papel.
—Caramba—susurró Momiji—nunca imagine que los problemas de mi familia fueran así.
—Entonces si Isabel se fue, ¿Qué piensas hacer ahora?—preguntó Umi cruzando sus brazos viendo como Carlos se acercaba a sus hijos para arrodillarse delante de ellos.
—Debo reconocer que he fallado, creí que si hacia lo que ella me pedía, tal vez podría quitarme el cargo de conciencia que por tanto tiempo he llevado conmigo. Perdí mi juventud, mi libertad y todos mis sueños por la ambición de una mala persona, Victoria Sticky, ¿ustedes podrían perdonarme por todo lo que hice y dije?.
—Es complicado—respondió Toffee dirigiendo su vista hacia otro lado, justo donde Henry lo miraba.
—Papá, aunque no lo creas no estoy molesta contigo—indicó Dasani—entiendo como te sientes y sé que tú nunca nos harías daño, mamá no nos quiso pero eso no significa que tú no lo hagas—lo abraza—te quiero papá y gracias por estar ahí para mi.
—Gracias hija, en verdad me alegra oír eso.
—Aunque a nosotros no son los únicos a los cuales les debes una disculpa—mencionó Sticky; y vaya que tenía razón así que levantándose del suelo sé dirigió donde estaban Mizu y Umi.
—Siempre quisiste saber mis razones del porque te quería lejos, del porque sentía rencor hacia ustedes—empezó con tranquilidad—odiaba a Umi porque él si había podido encontrar a la mujer de su vida, formar una familia feliz; y por sobre todo vivir sus sueños sin estar sujetado a nada. Y contigo pues, eres mi hermana, no te odio, y en parte sentí un alivio cuando te fuiste a Japón porque no tendrías que pasar por lo mismo que yo.
—Vaya, esto si que me dejó sin palabras—comentó ella colocando una mano sobre su antebrazo.
—Admito que te tengo cierta envidia, mírate. Madre de familia con un hombre japonés el sueño de toda otaku—dijo con cierta burla—además de que siempre has sido buena en el canto y me da gusto saber de qué pudiste realizar tu sueño, quizás no duró mucho pero sé que te divertiste.
—¿Papá de qué hablas?—intervino Victoria colocándose en pie.
—Ustedes también me mintieron, así que supongo que estamos a mano.
—Señor ¿de qué habla?—preguntó Jam—déjese de rodeos y conteste de una vez.
—Ok, ok. Pues verán ya sé que ustedes hicieron esa banda toda rara la cual tuvo  diversas presentaciones por aquí.
—P-pero ¿Cómo sabes eso?—dudó Mizu más que nerviosa.
—Al principio no lo note, pero lo descubrí después de que regresaron del campamento—respondió como si nada.—el director de la otra escuela mencionó lo fantásticos que eran cantando e incluso me mostro un vídeo donde pude verlos, entonces los compare con esa banda y claramente son ustedes usando pelucas y lentes; ¿en verdad creyeron que podrían engañarme con eso?.
—Pues funcionó por más de tres meses así que ja—respondió Poly notando la cara de preocupación de Victoria.
—Bueno entonces, ¿Ya está todo solucionado?—preguntó Henry uniéndose a la conversación.
—Por mi parte si—dijo Sticky poniéndose en pie al igual que Victoria—tenemos que comenzar de cero y sé que podremos hacerlo juntos.
—Estoy de acuerdo—secundó la rubia.

Mizu feliz se acercó a su hermano para darle un abrazo el cual fue correspondido. Umi extendió su mano en una clara señal de cero remordimientos y Carlos lo aceptó, con algo de pena Momiji se acercó al castaño.

—Entonces, ¿usted ya no me odia?.
—Por supuesto que no, no podría odiar a alguien que no tiene la culpa—indicó extendiendo sus brazos (luego de haberse separado de su hermana) indicándole de que también podía abrazarlo. Cosa la cual Momiji hizo, logrando hacer el momento un poco menos doloroso de lo que fue.
—¡Awww! ¡Yo también quiero un abrazo!—gritó Jam corriendo hacia los mellizos para abrazarlos al mismo tiempo.
—Hablaré con mis papás después, ellos también deben saber sobre este mal entendido y por sobre todo, no quiero perder la amistad que tengo con sus hijos señor—indicó Henry.
—Por eso no te preocupes, nada entre ustedes va a cambiar; tienes mi palabra—responde Carlos con una pequeña sonrisa.
—Bueno aprovechando el tiempo, podríamos ponernos al día sobre todo lo que hemos hecho durante el año—dijo Victoria sentándose en el sofá, los demás haciendo lo mismo se pusieron a conversar sobre todas y cada una de las aventuras que habían tenido en los últimos meses. Pero varios minutos después los niños comenzaron a sentirse cansados y poco a poco se quedaron dormidos; mientras que por fuera se escuchaban los juegos pirotécnicos que golpeaban el cielo.

Y es que resulta que todos estos acontecimientos ocurrieron un 31 de diciembre, por lo que estuvieron despiertos durante toda la noche y sin querer recibieron el año nuevo, cosa la cual también significaba de que ya era el cumpleaños de Jam también.

—Bien hecho niños—susurró Carlos viendo como los cinco niños se habían quedado dormidos, ahí todos desparramados en el sofá.
—Creo que nosotros también debemos descansar—indicó Umi colocándose en pie—claro si es que podemos quedarnos.
—No te preocupes, busquen una habitación para ponerse cómodos—respondió Carlos también poniéndose de pie.
—Nunca en toda mi vida se había respirado tanta paz en esta casa, me da tanto gusto—pensó Mizu cerrando sus ojos unos segundos.

Tu familia te necesita tanto como tú a ellos; por eso, es importante mantenerse unidos.
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Continuará.

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