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Los meses pasaron volando, el cambio de estación también estaba a la vuelta de la esquina, y nuestro pelinaranja estaba a tan solo una semana de cumplir sus 9 meses de embarazo.
Las cosas eran un poco más complicadas, ya no iba tan seguido a la florería por obvias razones y aún así Kenta era un excelente apoyo para él. Este día sería la última ecografía y por lo tanto los gemelos exigieron estar presentes, era un momento importante para toda la familia.
—Bien Shoyo-san estas semanas serán cruciales, nada de esfuerzos innecesarios y cuide mucho la alimentación.
—Lo vamos a cuidar bien doc no se preocupe. —sonrió Victor.
—Estará todo el tiempo en la cama. —aseguró está vez Azami.
—¿Qué? ¡No! No quiero estar todo el tiempo en la cama hay cosas que hacer en la florería que Kenta-kun no puede y-
—Shoyo-san hablo en serio cuando digo que su embarazo es riesgoso, por favor debe tener cuidado.
—Está bien... —suspiró rendido.
La fecha de parto estaba programada para dentro de dos semanas, un tiempo razonable para dar los últimos detalles al cuarto del bebé. Todos en la familia habían colaborado en la decoración de aquella habitación vacía de la casa, Victor y Azami pintaron todas las paredes de un hermoso color verde aqua, Kei pintó los muebles de blanco y Shoyo salía de compras junto con Tobio en busca de ropa y decoraciones.
Definitivamente este embarazo era diferente, sentir la compañía de tu pareja, y ahora hijos, era muy reconfortante. Ya no más noches solo llorando y hablando con su pancita, ya no más las idas al médico solo, todo era hermoso y perfecto a sus ojos ahora.
Lo que si no había avanzado nada, o al menos hasta el momento, era la confesión de Azami hacía Kenta. Luego de aquella emotiva charla el chico prefirió tomarse su tiempo, y a sus sentimientos, para pensarlo con calma y esperar el momento perfecto para demostrarlos.
Momento que estaba a punto de ocurrir.
El menos de los Hinata estaba en la florería por de pido de su papá, había unas flores en específico que deseaba mucho poner en el cuarto del bebé. Además de que creía que era un buen momento para darle a su hijo el empujón que le faltaba.
—En un momento lo...atiendo —ambos se vieron a los ojos unos segundos—. Hola Zami. —le sonrió.
—Buenos días Kenta-senpai.
—Ya no soy tu senpai, puedes solo llamarme Kenta.
Así es, hace un mes atrás los chicos de tercer año se habían graduado, la ceremonia fueron muchas lágrimas pero también alegría por una hermosa etapa que se había acabado. Todos dirás ¿por qué no confesarse ese día tan especial? muy cliché para empezar y especialmente porque Azami creía que lo mejor era disfrutar entre amigos y familia, y no arruinar el momento con una confesión.
—Bien...Kenta-san, vine por un pedido de papá.
—¡Oh si! Ya lo tengo listo espera un segundo.
El mayor fue detrás de la tienda, a ese pequeño almacén, para buscar el pedido de su jefe. Azami sudaba nervioso, era el momento seguro que si, pero tenía tanto miedo a arruinarlo con sus palabras. Era muy malo intentando explicar las cosas pero más específicamente sus sentimientos.
—Aquí están, seguro deben estar emocionados por la llegada del bebé.
—Papá y Kei-san están muy nerviosos pero ya quieren verlo.
—¿Y ustedes también cierto?
—Será extraño tener a una cosita pequeña en casa pero si...también lo esperamos con ansias.
—¿Cómo has estado? hace un tiempo no te veo.
—Él equipo nos tiene ocupados, y la escuela...son demasiadas cosas. —suspiró.
—Él trabajo de ser vice capitán te debe tener muy cansado.
—Aún no entiendo por qué me elegiste como vice capitán.
—Porque era lo correcto, y porque además de Masaki tu eres el más cuerdo de todos ellos. —rieron ante aquel comentario y todo volvió en un cómodo silencio.
—Ya debería irme...gracias por esto.
—Ah claro...no hay de qué, enviale saludos a tu papá.
—Lo haré.
Se estaba yendo ¿por qué se estaba yendo sin decir lo que tanto anhelaba su corazón? Debía ser valiente y decir lo mucho que le gustaba Kenta, lo mucho que le importaba su sola presencia.
Mientras más se acercaba a la puerta, más su cabeza le gritaba que diera la vuelta y gritara a los cuatro vientos sus sentimientos. Y así lo hizo, tomó valor de dónde no tenía idea, dio media vuelta y gritó.
—¡Kenta-san me gustas! —tanto él como su ex capitán quedaron en shock, impresión que duró poco porque el Hinata salió corriendo como si no hubiera un mañana.
Pero aquel rubio no se rendiría fácil, no ahora que por fin era correspondido, por lo que fue tras su chico.
—¡Azami espera! —gritaba en la calle— ¡Zami! —dijo ya alcanzándolo.
Sus ojos se vieron, las hojas y pétalos alrededor de ellos debido a la hermosa primavera daba una sensación de película, sus mejillas rojas por la carrera o por la vergüenza. No lo saben con exactitud, pero sus corazón latiendo a mil por hora no era solo por la adrenalina sino porque por fin y luego de tanto tiempo, de tanto ir y venir, podían decirse lo mucho que se amaban.
—¿Lo dijiste en serio?, ¿es verdad que te gusto?
—Si...si es verdad.
—¡Si es una broma en serio voy a enojarme!
—¡Claro que no es una broma! Por meses he estado pensando cómo decírtelo...
—¿Meses?
—Meses...
—¿Por qué esperaste tanto? —Kenta no le dió tiempo al menor a responder porque sus labios lo interrumpieron.
Fue un beso lento, que transmitía todo el sentimiento que por meses habían estado conteniendo. Azami se dejó ser, se dejó llevar por esa calidez que a pesar de recién experimentarla ya se sentía egoísta por nunca dejarla ir.
—Hinata Azami a partir de este momento eres mi novio.
—¿No debería ser una pregunta? —sonrió.
—Es porque te lo estoy avisando, no tienes permitido decir que no.
—No planeaba hacerlo. —y volvieron a besarse.
La espera a veces es muy buena, trae consigo un sentimiento inexplicable de querer nunca irte del lado de esa persona. Ahora que estaban juntos podían respirar con tranquilidad.
—Debo ir a la florería por algo, no tardo.
—Shoyo-
—Son solo unos minutos, estoy cansado de estar aquí encerrado. En una semana conoceré a mi bebé y quiero estar bien.
—Ten cuidado. —se rindió a decir el rubio.
—Gracias. —tomó sus llaves del auto y fue rumbo a su lugar especial.
Su florería era su lindo y tranquilo lugar especial, clientes amables, vecindario tranquilo, y estaba rodeado de flores las cuales eran su pasión. Con sus gemelos siempre estaba rodeado de esa hermosa naturaleza, con este bebé no sería la excepción, por lo que le dió el día libre a Kenta y él iría un rato a despejarse.
No por nada le había dado un día libre a su mejor, y único, empleado. Él y su pequeño Azami tendrían su primera cita, claramente debían prepararse sin ningún obstáculo en medio, por lo que feliz le dió el permiso.
—Bien bebé tu y yo vamos a ordenar un poco este lugar. —dijo acariciando su pancita.
Movió macetas pequeñas, acomodó algunas flores y atendió a los pocos clientes que vinieron en el día. Todo estaba totalmente tranquilo hasta la llegada de un par de hermanos torbellino que muy bien conocía.
—Shoyo-chan~
—Buenos días Atsumu-san, Osamu-san. —les sonrió.
—¿Cómo está mi ahijado? —preguntó el rubio.
Sí, hacía varios meses el par de Miya's se enteraron sobre la linda espera. El shock de ambos fue claro pero en especial la del rubio interesado en el Hinata.
—Atsumu-san el bebé ya tiene padrino...dos en realidad. —sonrió apenado.
—¡¿Qué?! traidor... —susurró al estómago del pelinaranja.
—Tobio fue el primero en pedirlo y Kenma no aceptó un "no" así que tuve que aceptar.
—No le hagas caso a este idiota, nos alegra que estés bien.
—Muchas gracias, ¿en qué puedo ayudarlos?
Una pequeña conversación comenzó, Shoyo fue por el pedido de flores que Osamu necesitaba y mientras las envolvía una punzada azotó todo su cuerpo que lo hizo dar un quejido de dolor.
—¿Estás bien Shoyo-kun? —preguntó el peligris.
—Si...tal vez solo fue una- —otro dolor insoportable vino.
Las contracciones habían empezado.
—El bebé ya viene. —susurró con miedo el pelinaranja.
—¡¿Qué?! —gritó Atsumu— ¡¿Qué hacemos Sumu?! hay que llevarlo al hospital pero ¡¿puede caminar?!
—¡Cálmate! ve por el auto y yo ayudare a Shoyo-kun.
Atsumu salió como alma en pena en busca de su auto mientras que el otro Miya ayudaba al cuervo a caminar hacía la salida. Fue difícil debido al dolor pero con mucha paciencia llegaron donde el rubio.
—Yo voy a conducir, tu nos matarás antes de llegar al hospital. —habló Osamu ya habiendo dejado al Hinata en el asiento trasero.
—Buena idea... —murmuró su hermano tomando el asiento de copiloto.
Comenzaron la marcha con apuro pero cuidando de no sufrir ningún accidente.
—Debo avisarle a Kei y los niños... —un nuevo quejido salió de sus labios.
—Tsumu tu llamalo, si lo escuchan así solo se asustaran más.
—Bien. —el pelinaranja le tendió su teléfono y luego de marcar y esperar dos tonos a que alguien contestara la voz de Tsukishima apareció.
—¿Amor esta todo bien?
—No me llames así es horrible.
—¿Atsumu-san?, ¿y Shoyo dónde está?
—Conmigo claramente, seguro eso te vuelve loco. —rió.
—¡Atsumu/Atsumu-san! —le gritaron sus acompañantes.
—¡Cierto! Shoyo-chan esta a punto de tener al bebé, mi hermano y yo lo estamos llevando al hospital así que apurate o tendrá mi apellido bye~
—Eres un idiota.
—¿Qué?
Luego de un rápido, pero infernal viaje para Shoyo, llegaron al hospital donde frecuentaba sus citas ya que tenía un doctor especialista en su caso.
—¡Ayuda por favor!
Unas enfermeras llegaron junto a una silla de ruedas y rápidamente llevaron al embarazado a una habitación donde minutos después llegó su doctor.
—Parece que ya llegó la hora Shoyo-san.
—Pero aún falta una semana...
—No se preocupe, haremos una última ecografía para ver la posición del bebé y algunos análisis más ya que debemos ir a cirugía. Tómelo con calma.
—Si sintiera estos dolores no me diría eso...
—Lo sé, haremos las cosas rápido.
El doctor salió de la habitación dejando a un Hinata preocupado pero sobre todo asustado. Hacía casi 16 años que no experimentaba esos dolores insoportables, estaba demasiado aterrado.
—¡Shoyo!
—¡Kei! —lloró desconsolado al ver a su amado.
El rubio abrazó con cariño a su pareja, dando mimos y palabras de aliento.
—Todo va estar bien ¿si? Eres fuerte y nuestro hijo también.
El pelinaranja asentía intentando mantener la calma. En eso entró nuevamente el doctor acompañado de una enfermera los cuales se llevaron a Hinata para aquellos análisis. Al acabar lo devolvieron a la habitación.
—¿Y los niños?
_Aún no los llamé, ahora mismo lo hago.
—No puedo creer que por fin lo veremos.
—El tiempo pasó volando.
—Sobre el nombre-
—Lamento la interrupción pero esto es urgente.
—¿Qué sucede? —preguntó asustado el rubio.
—La ecografía muestra que el cordón umbilical está levemente enrollado en el cuello del bebé.
—No... —sollozó Shoyo.
—Debemos sacarlo ahora antes de que la situación empeore.
El quirófano fue preparado al igual que el paciente, Kei llamó a los gemelos avisándoles sobre la llegada imprevista del bebé y sobre la operación rápida. Todo parecía un caos.
—Señor no puede pasar.
—¡Quiero estar con él, me necesita!
—Él está asustado y usted muy alterado eso no va a ayudar en nada. Por favor espere aquí.
Kei sin más que decir simplemente vio como la enfermera entraba al quirófano. Caminó hasta una silla y allí se desplomó sintiendo segundos después una mano en su hombro.
—Shoyo-kun es fuerte, todo va estar bien.
—Creí que ya se habían ido.
—Queriamos asegurarnos que Shoyo estuviera bien.
—Gracias por traerlo...
—Debemos irnos pero estaremos al pendiente, ten fe que todo saldrá bien.
—Muchas gracias.
Los hermanos Miya se despidieron, lamentaban no poder quedarse más tiempo. El rubio esperaba a su familia y la de Shoyo, además de que seguro sus amigos también vendrían ya que les había avisado.
Por otro lado Shoyo era acomodado en la camilla y una inyección con anestesia le era colocada.
—Te sentirás mareado pero todo estará bien.
—Por favor...prométame que mi bebé va a estar a salvo.
—...Lo prometo.
El pelinaranja sonrió para luego caer dormido.
—Comencémos con esto.
Pasos se escuchaban a lo largo de aquel pasillo de espera, Kei levantó la cabeza por siempre curiosidad pero al ver dos cabelleras anaranjadas correr hacia él sintió que su mundo se derrumbaba otra vez.
—¡¿Y papá?! —cuestionó Victor.
—¿Kei-san...y papá? —dijo está vez Azami con lágrimas queriendo salir.
El rubio simplemente los atrajo a ambos y los abrazó. Él necesitaba demasiado ese abrazo y los gemelos igual. Lloraron con desgarro preocupados por su papá y hermanito, no sabiendo lo malo que podría salir en esa cirugía.
Detrás estaban Kenta y Kaori quienes habían acompañado a los hermanos.
Luego de casi 4 horas, de caminar de aquí y allá y llorar a mares un llanto se escuchó en el silencio. Un hermoso y esperanzador llanto.
❀ 𑁍 ❀ 𑁍 ❀ 𑁍 ❀ 𑁍 ❀ 𑁍 ❀ 𑁍 ❀ 𑁍
Personas hermosas que han seguido está historia, lamento mucho decir que el próximo capítulo será el último. Tengo planeado 1 extra pero será más adelante ( ꈍᴗꈍ)
Espero les haya gustado este, ya vamos a conocer a la bendición ♡(> ਊ <)♡ nos leemos pronto bye bye~
-Gerbera: comienzo de un amor inocente.
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