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Varios meses habían pasado desde las fiesta de fin de año, muy pronto se cumpliría un año desde que Shoyo junto a sus hijos llegaron nuevamente a Japón. La vida era tranquila, claro lo más tranquila que se puede con un par de gemelos revoltosos, pero el amor y la diversión nunca faltaban en sus vidas.

La relación entre Kei y Shoyo iba de bien a mejor, sus salidas románticas, sus cenas en casa, sus paseos junto a los jóvenes, comenzaban a ser una familia unida y hermosa.

—Papá no te olvides-

—Lo sé de su reunión, no se preocupen allí estaré. —le contestó a su hijo mayor.

—Claro que si, siempre lo estás —le sonrió—.Te amamos papá bye~

—¡Adiós tengan cuidado!

Sonrió, sus pequeños estaban creciendo demasiado rápido. En tan solo unos meses comenzarían su tercer año y luego la universidad.

—Bien será mejor apurarme o llegaré tarde para abrir la florería. —tomó sus llaves del auto y fue hacía la puerta pero un mareo repentino lo hizo perder momentáneamente el equilibrio.

Se tomó de la puerta para no caer, de repente también sintió náuseas por lo que fue corriendo al baño dejando allí su desayuno.
Luego de eso todo se calmó, por lo que volvió a su tarea anterior de ir a trabajar no creyendo que fuera algo grave, tal vez solo un malestar temporal.

La mañana pasó rápido y ya era hora de ir a la reunión en la escuela de los gemelos, colocó un cartel de cerrado por algunas horas y fue donde su auto nuevamente. El viaje fue tranquilo, otra razón para pensar que lo que ocurrió en la mañana no era nada importante.
Al llegar Kei lo estaba esperando en el estacionamiento, bajó rápidamente del auto y fue a los brazos del rubio.

—Te extrañé. —dijo el más bajo.

—Nos vimos ayer. —sonrió divertido el rubio.

—Igualmente te extrañé. —se dieron un beso lento, muy tranquilo, hasta que el carraspeo de alguien los interrumpió.

—Casi llegas tarde Shoyo.

—Lo siento Tobio. —sonrió intentando calmar a su mejor amigo.

—Ya vámonos. —entrelazó sus brazos alejándolo del rubio alto quién lo miró con cara de odio.

—Veo que aún le gusta molestarte. —comentó Toru.

—Deberías controlarlo ¿no crees?

—Claro que no, el lleva el mando no yo. Un consejo para el futuro, ellos siempre tienen la razón, aunque tú creas que no, ellos siempre la tienen.

Tsukishima suspiró, claro que nunca agradecería ese consejo, así que solo siguió su camino a la reunión en la cual en realidad no debería estar pero su hermano estaba demasiado ocupado con el trabajo como para asistir.

Nada fuera de lo normal fue tratado allí, la charla sobre la despedida de los chicos de tercer año fue tocada y Shoyo notó la angustia en su pequeño Azami. Hablaron sobre el rendimiento de cada uno, se felicitó a los gemelos por sus grandiosas notas y por lo rápido que se adaptaron a la escuela y sus compañeros, por último se despidieron y allí acabó.

En el camino a la salida se encontró con el resto de sus amigos, hablaban sobre sus hijos y estando ya en la puerta Shoyo sufrió otro mareo que lo hizo casi caer.

—¡¿Estás bien?! —preguntó alarmado Kei.

—Si...solo fue un mareo.

—¿Por qué no vas a descansar por hoy?

—Debo volver a la florería.

—Sho deja de esforzarte de más, ve a descansar por favor.

El pelinaranja lo pensó por un momento y aceptó, tal vez si necesitaba descansar un poco. Tsukishima tomó las llaves del auto y lo llevó hasta su casa, asegurándose que tomara reposo, también dijo que le avisaría a los gemelos de su condición para que ayuden con la cena y el pudiera descansar lo más posible.

—Gracias Kei. —le sonrió con ternura.

—Nos hay nada que agradecer, mi deber es cuidarte y eso hago. Si necesitas algo más solo llámame ¿si?

—Si, te amo.

—Yo mucho más. —le dió un pequeño beso en la frente y lo dejo en la habitación para que durmiera.

Horas después los gemelos llegaron a la casa, no había aroma por el lugar, tampoco ruido de la televisión, fueron al cuarto de su papá y este estaba durmiendo aún por lo que decidieron comenzar con la cena y luego ordenar un poco la casa.
Una hora más tarde Shoyo despertó y vio la hora, rápidamente se levantó y fue a la cocina donde encontró a sus hijos cocinando, sonrió aliviado.

—Papá ¿estás bien? Kei-san nos dijo que te sentías mal. —habló el menor preocupado.

—Si creo que puede ser cansancio, no se preocupen.

—Descansa, en un momento la cena estará lista y la llevaremos a tu cuarto.

—Quiero cenar con ustedes, ya estoy bien lo prometo.

—Pero-

—Está bien Zami, si papá dice que está bien es porque lo está. Siéntate papá ya te daré la comida.

La cena en familia nunca podía faltar, era sagrada, y Shoyo disfrutó mucho la suya con sus hijos. Todo parecía estar mejor pero de nueva cuenta aquellas fuertes náuseas lo azotaron haciéndolo correr al baño, los gemelos lo siguieron preocupados viendo como su papá dejaba la cena en el retrete.

—No estás bien, mejor vuelve a la cama. —Azami ayudó al mayor a levantarse del sueño y así caminar hacía la habitación.

—Papá prometemos que mañana irás al doctor, por favor. —pidió Victor.

—No es para tanto niños.

—¡Papá! —dijeron a la vez los hermanos.

—Bien, bien iré —suspiró— ¿Cuándo yo me convertí en el que deben cuidar y no al revés?

—Siempre cuidaremos de ti.

Una sonrisa se dibujó en su rostro, definitivamente tenía a los mejores hijos del mundo.

Los días pasaban y Shoyo aún no había asistido al doctor, siempre tenía alguna excusa para sus hijos o Kei del porque no podía ir. Aún así aquellos extraños malestares continuaron, algunos días peores que otros, pero luego de una semana ni siquiera él podía aguantarlo.

—Bien mañana iré. —se prometió estando en la florería, muy cansado para su gusto.

Y efectivamente al día siguiente fue al hospital, una rutina de chequeos que seguro arrojaría algún virus que con medicamentos se curaría. Sus hijos y novio estaban pendientes a las noticias, esperando que no sea nada malo, y si Shoyo era sincero consigo mismo también tenía un poco de miedo.
Una enfermera le tomó una muestra de sangre y le comunicó que en una hora los resultados estarían listos. Los nervios lo mataban cada segundo más, sentía que el tiempo pasaba demasiado lento para su gusto, caminaba de un lado a otro esperando a que lo llamaran por su nombre.

—¿Hinata-san? —habló una enfermera.

—¡Si! aquí estoy.

—Felicidades, el doctor lo espera para hablar.

Shoyo la vio extrañado ¿por qué lo había felicitado?, ¿tal vez porque su salud era muy buena?. Abrió el sobre con gran miedo pero mucha impaciencia, vio datos que no entendía hasta que debajo de todo decía la frase que nunca más creyó leer.

Estado del paciente, positivo en embarazo.

Su respiración se fue por un momento, su corazón latía a mil por hora y a lo único que atinó fue buscar a la enfermera que le entregó los resultados y exigirle una explicación.

—Disculpe enfermera...

—¿Si señor Hinata?

—Creo que cometió un error, tal vez confundió los resultados con otra persona.

—No en realidad, el resultado está bien.

—No...yo no puedo estar embarazado.

—Los detalles se los dará el doctor, ya lo está esperando.

La mujer lo guío hasta el despacho de dicho doctor, un hombre medianamente joven, de aspecto amable y simpático pero Shoyo estaba demasiado ocupado pensando en su supuesto embarazo como para notarlo.

—Hinata-san por favor tome asiento —este acató la orden aún en shock—. Veo que la noticia lo tomó por sorpresa.

—Debe haber una equivocación, hagan los análisis otra vez.

—En este tipo de examenes el error es muy pequeño, efectivamente usted está en cinta.

—Pero yo no puedo...

—Está asustado, lo entiendo, ¿es su primera vez?

—No, tengo gemelos.

—No entiendo la reacción entonces.

—Ellos tienen 16 años, tengo 34 no puedo tener más hijos.

—Efectivamente es un milagro que pudiera concevir en este momento pero le sugiero que lo piense con calma. Si necesita ayuda solo venga.

El pelinaranja se levantó de su asiento despidiendose del doctor y yendo hacía su auto. Los resultados permanecían en su mano temblorosa, al subir a su vehículo las lágrimas simplemente comenzaron a salir. Miedo, felicidad, confusión, su interior era un océano de emociones incontrolables. ¿Cómo le diria a Kei?, ¿a sus hijos?. Estaba muy asustado.
La vuelta a casa no fue fácil, entre sus lágrimas y sus alterados sentimientos casi pasa un semáforo en rojo pero para su suerte llegó sano y salvo a casa.

Tomó su teléfono y marcó el número.

¿Sho que pasó, cómo te fue con el doctor?

—K-Kei...¿podrías venir ahora mismo?

—¿Estás llorando? ya mismo salgo solo esperame. —Hinata no respondió y simplemente cortó la llamada, llorando aún más fuerte para lograr calmarse y tomar valor.

Los minutos pasaron y el rubio llegó, se notaba agitado y preocupado, al ver a su novio lo abrazó con amor y protección.

—Dime que pasa...lo que sea lo afrontaremos juntos.

—Yo... —sollozó—. Ve el papel que está sobre la mesa. —extrañado el rubio tomó el sobre y comenzó a leer, luego de algunos segundos sus ojos se abrieron en asombro.

—Shoyo...¿esto es cierto?

—Si...estoy esperando un bebe.

—Pero...no puedo creerlo.

—¿Odias la idea verdad? lo sabía, sabía que no querrías ser padre —su llanto aumentó alarmando al más alto el cual se acercó a su pareja— ¡Es claro que no lo querrías, a penas vamos unos meses junos y ahora sucede esto!

—Shoyo-

—¡Yo también tengo mucho miedo pero no me interesa si tu no lo quieres, es mi bebé también así que lo criare solo como con mis hijos!

—Sho-

—Y si no quieres conocerlo lo entenderé aunque te odiare mucho por eso.

—¡Shoyo escuchame!

—¡¿Qué?!

—Estoy muy feliz, aterrado, pero feliz...

—¿Feliz?

—¡Si! por dios Sho tendremos un bebé...tuyo y mío, de nuestro amor.

—¿Entonces si quieres ser padre..?

—Si es contigo claro que quiero, y los cuidare con mi vida. —Kei acarició levemente el estomago de Shoyo con cariño.

El pelinaranjo sonrió de alegría lanzándose a los brazos de Tsukishima, este lo elevó en el aire dando vueltas demostrando su enorme alegria.

—¡Voy a ser padre! —gritaba feliz.

—¡Mis hijos! —lo detuvo de golpe el más bajo— ¿Cómo se los diré?, ¿y si ya no me quieren?, ¿y si me odian...?

—Mi amor estamos hablando de Azami y Victor, las dos personas que más te aman en esta vida. Estarán muy felices por nosotros te lo prometo.

—Creo que las hormonas ya están haciendo efecto.

—Si creo que si. —rió el blondo.

Shoyo tomó su teléfono enviandole un mensaje a Víctor pidiéndole que vinieran lo más rápido a casa ya que debían hablar de algo importante.
Los gemelos leyeron aquello preocupados, sabían de la visita de su papá al hospital y no podían más que pensar en cosas feas.

Luego del entrenamiento el par de hermanos se apresuraron en llegar, practicamente pedalearon con gran fuerza todo el camino, azotaron la puerta de la entrada arrojando los zapatos y yendo a la sala en donde se oían las voces de su papá y Kei.

—¿Están bien niños? se ven agit-

—¡Eso no importa! —gritaron a la vez— ¿Por qué querías vernos tan urgente papá? —preguntó primero Azami.

—Sientense primero. —pidió a lo que estos obedecieron.

—Bien ya dinos.

—No es algo fácil para mi...para nosotros —dijo tomando la mano del rubio—, pero estamos muy felices y espero ustedes también lo estén. —sonrió ya con lágrimas en sus ojos.

—Papá estás asustandonos. —habló Victor.

—No es malo, en realidad es algo muy lindo...y pequeño.

—Sigo sin entender nada. —contestó el gemelo mayor.

—¿Qué piensan sobre ser hermanos mayores...? —formuló la pregunta Kei.

Azami proceso rápidamente la información abriendo sus ojos en sorpesa y tapando su boca, por otro lado Victor aún no entendía la pregunta y mucho menos la reacción de su hermano y la mirada asustada de su papá.

—Zami dime que pasa... —le susurró.

—¡Que papá esta embarazado bruto!

—Oh.... —por fin entendió— ¡Ohhhhhh! ¡no puede ser! ¡no puede ser! —dijo levantandose de su asiento.

—¿Están molestos...?, ¿no les agrada la idea? —Shoyo bajó la mirada triste.

—¡No, papá somos las personas más felices del mundo! —contestó Victor tomando la mano del pelinaranja mayor.

—Victor tiene razón, te prometemos ser los mejores hermanos mayores del mundo. —dijo esta vez Azami tomando su otra mano.

—Nunca dude eso... —Shoyo abrazó a sus pequeños, porque para él ellos aún eran sus bebés.

—Kei-san también debe participar de los abrazos. —habló el gemelo mayor tironeando al rubio.

Aquel momento en familia tan íntimo y hermoso llenó el corazón de Shoyo, ahora un pequeño los uniría aún más haciendo que el amor solo vaya en aumento.

—Te espera una familia repleta de amor bebé.

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Se viene un baby!!!! Estoy muy feliz con esto, en serio, espero ustedes también ( ◜‿◝ )♡

Nos leemos pronto bye bye~

-Amapola: fertilidad.

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