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Ya eran exactamente dos semanas desde que Breno estaba allí con ellos, era de gran ayuda para Shoyo en la florería ya que aligeraba considerablemente su trabajo, mientras que tenerlo en casa era divertido tanto para el Hinata mayor como sus hijos dándole más vida a su hogar.

Sin embargo desde hacía unos días Hinata había notado el extraño comportamiento de Tsukishima, sus conversaciones no eran tan frecuentes como antes e incluso sus constentaciones eran más frías. Algo estaba pasando pero el rubio negaba rotundamente esto.

Era un lunes por la tarde y todo en la tienda era tranquilo, su amigo había ido por algún bocadillo por lo que el pelinaranja aprovecho para mensajear con Kei.

Hinata
Hola Tsukishima! ฅ^•ﻌ•^ฅ ¿Cómo estás?.

Tsukii
Hola Hinata, estoy bien.

Hinata
¡Me alegro mucho! Oye estaba pensando...¿te gustaría salir este sábado?

Esperó la respuesta ansioso y animado, intentado ignorar de nuevo esa sensación de rechazo por parte del rubio.

Tsukii
No puedo lo lamento, otro día será.

Hinata
Oh claro...nos vemos entonces.

Tsukii
Adiós.

¿Qué había sido todo eso?, ¿acaso cometió un error el cual molestó a Tsukishima?. Estaba muy confundido por su actitud, creyó que todo estaba bien pero tal parece que algo había. Aún así prefirió despejar su mente y convencerse de que Kei estaba muy ocupado con el trabajo, tal vez en esa semana podría llamarlo para hablar al menos unos minutos.
Si, eso haría.

En otro lugar un rubio se maldecía a sí mismo por tratar de esa manera al pelinaranja. Estaba siendo un idiota inseguro, lo sabía bien, pero aquella confianza de pelear por el amor de Shoyo de pronto se había esfumado dando paso a un cobarde que desconfiaba de sus propios pasos.
Aquella conversación con Breno lo había dejado pensativo ¿y si no era suficiente para Shoyo y sus hijos?, ¿y si Hinata en realidad no estaba listo para amar aún?. Tantas preguntas se albergaban en su cabeza que incluso su trabajo estaba siendo un problema, y todo ese estrés acumulado tenían como resultado a un Tsukishima malhumorado y que parecía alejar a Shoyo a toda costa.

—Soy un imbecil. —se dijo así mismo frustrado.

Todo parecía estar saliendo mal, y no sabía cómo remediarlo, incluso la idea de hablar con su hermano mayor cruzaba su cabeza. Eso era genuina desesperación. Aún así prefería esperar un tiempo, calmar su mente y luego dar el siguiente paso.

El tono de llamada sonaba, no fue hasta tres tonos después que alguien al otro lado de la línea contestó.

¿Hinata?

—¡Hola Tsukishima! Sólo llamaba para saber si todo estaba bien...hace un tiempo no vienes por la tienda.

Eso era cierto, ya era una costumbre para el rubio visitar a Shoyo por lo menos dos veces a la semana.


He estado muy ocupado. —respondió.

—Ya veo...¿demasiado trabajo?

De hecho si y necesito volver a eso, hablamos luego.

—Oh pero- —no acabó la frase ya que el cuatro ojos había cortado.

Esa punzada al pecho otra vez. Ese sentimiento de abandono volvía a su cuerpo.
Una lágrima solitaria rodó por su mejilla, y luego de ella siguió otra y así la acompañaron más.

—¿Sho?

—A-Ah no te vi llegar. —dijo limpiando sus mejillas rápidamente.

—¿Qué sucede, por qué lloras?

—No lo estoy. —rió con suavidad.

—Sabes que eres terrible mintiendo. Ya dime que pasa. —el castaño con mechas rubias se acercó a su amigo con lentitud, acariciando con suavidad uno de los brazos de Hinata.

—Yo...creo que volví a equivocarme —sollozó—. Tal vez el amor no es algo que deba ser parte de mi vida.

—¿Sucedió algo con Tsukishima-kun?

—Creo que ya no le intereso...

Shoyo soltó su llanto con un poco más de intensidad. Breno se limitó a abrazarlo y sentir como ese escenario ya había sucedido antes.
Creyó de todo corazón que aquel hombre rubio era el indicado para su amigo, después de todo no se dejó intimidar por sus palabras, pero tal vez aquella fortaleza que vio ese día se había ido poco a poco dejando inseguridad en Tsukishima. Se querían pero tenían demasiado miedo para decirlo.

—¿Qué te parece si vas a casa? Yo puedo encargarme de la tienda.

—N-No es necesario, yo puedo-

—Ve a descansar Sho, todo estará bien. No querrás que los chicos te vean así ¿verdad?

—Pues no... —suspiró rendido—. Está bien pero cualquier problema llámame ¿si?

—Claro, te veo en un rato. —sonrió con suavidad.

—Bien...

Hinata dejó su delantal, fue por su pequeña mochila y llaves del auto, emprendiendo su camino momentos después.
En su trayecto el clima pareció congeniar con su estado emocional ya que una lluvia de repente comenzó, intentó distraer sus pensamientos con la radio pero la música sobre desamores hizo su homor peor.

Llegó a su casa dispuesto a encerrarse en su cuarto, tal como en su adolescencia, sólo que está vez su mal de amores no era un gruñón adicto al vóley sino un sarcástico cuatro ojos. Era adulto, si, pero el dolor del corazón no conoce edad.

Estaba por entrar a la habitación pero algo lo detuvo, un pensamiento fugaz pasó por su cabeza. ¿Por qué debía llorar? ya no era el Shoyo que no hacía nada por si mismo, aquel que ignoraba el engaño de su ex esposo sólo para mantener a su supuesta "familia perfecta" unida, ese hombre que esperaba sentado a que todo se arreglara por su cuenta aún si debía sufrir en el proceso. No, ya no era ese hombre, ahora tenía voz, opinión, y era hora de usarlas.

Tomó sus llaves otra vez, ignorando por completo la fuerte lluvia, y fue hacía el departamento de Kei.

La adrenalina y valentía recorrían su cuerpo y en menos de 20 minutos ya estaba en el parque cerca del edificio. Marcó el número y luego de 2 tonos escucho la voz del rubio

—¿Hinata?

—¿Estás en casa?

Si...¿por qué?

—Ven al parque que esta cerca.

¿Que-

—Sólo ven...por favor necesito hablar contigo.

Tsukishima no logró preguntar más ya que el pelinaranjo cortó la llamada. Extrañado y algo temeroso tomó un abrigo y un paraguas para salir.

Al llegar se sorprendió de ver a Shoyo, sentado en un banco, completamente empapado y pensativo, se apresuró a estar junto a él para cubrirlo.

—¡¿Estás loco?! Te dará un resfriado si estás así. ¿Por qué no esperaste en tu auto?

—¿Por qué me evitabas? —preguntó sin rodeos.

—Yo no-

—¡No intentes negarlo! Ya no somos unos adolescente, yo no lo soy, puedo darme cuenta cuando alguien me evita.

—Hinata... —suspiró— Creo que nosotros no-

—Te quiero. —dijo serio.

—¿Qué...? —tardó algunos segundos en procesar esa frase, aquella que esperaba hace tanto tiempo escuchar 

—Te quiero... —sonrió con suavidad pero había cierto brillo triste en sus ojos—. No me interesa tu personalidad retorcida, o tus comentarios sarcásticos, incluso tus-

—Ya entendí.

—Lo siento —rió—. A lo que voy...desde que estoy aquí, desde que estamos aquí, haz sido muy atento y dulce, en los últimos meses fuiste un gran apoyo para mi y mi familia —respiró para continuar—. Y sé que tal vez estés aterrado, no soy sólo yo sino que mis hijos vienen conmigo, pero puedo asegurarte que todo estará bien-

—Hinata —le interrumpió—. No tengo miedo por esa razón, claro que será difícil pero...tengo miedo de no ser el correcto para ti, porque haz pasado por muchas cosas y yo tal vez no sea el indicado para sanar esas heridas.

—Kei —escuchar su nombre lo sorprendió—. Eres el indicado para mí, nadie más que tú podrá ayudarme a sanar, pero todo será a su tiempo. Nuestro tiempo. —le sonrió tomando su mano.

—También te quiero Shoyo. —el rubio abrazó con fuerza al más bajo y este más feliz lo aceptó.

—No vuelvas a evitarme tonto, estaba muy triste por eso. —le reprochó.

—Lo prometo, no volverá a pasar.

Estuvieron así unos momentos más, disfrutando la mutua compañía y la cálida sensación de saber que ya todo estaba bien entre ellos. Shoyo hubiera querido seguir así, de no ser por la lluvia y que estaba empapado.

—Kei lamento interrumpir el hermoso momento pero...tengo frío y estoy empapado ¿podemos ir a tu departamento por favor?

—Oh claro vamos.

El par se apresuró a ir al hogar del más alto y en menos de lo que esperaban ya estaban allí. Tsukishima se apresuró en ir por una toalla para Shoyo mientras esté se quitaba sus zapatos. Cuando llegó comenzó a secar el cabello del pelinaranja, este le sonrió enternecido y se dejó hacer.

Hubieran seguido así si no fuera por la llamada entrante en el teléfono de Hinata.

—¿Hola?

—¡Papá al fin respondes estábamos muy preocupados! —el grito de Azami era evidente para el rubio.

—Lo lamento...al parecer no tenía señal antes.

¿Dónde estás? tío Breno dijo que estarías aquí pero cuando llegamos no estabas y luego no respondias mensajes o llamadas.

—Tranquilos estoy bien, estoy con Tsukishima.

Está bien...suspiró tranquilo el menor— ¿Todo bien?

—Todo perfecto —sonrió en dirección a Kei—. No volveré a casa hoy así que pueden pedir algo para comer.

Entiendo, nos vemos mañana papá.

—Claro, cuidensen.

—Huiste como todo un adolescente rebelde.

—Tenía que hablar con un idiota. —respondió riendo.

—Bien, este idiota te invita a que lo ayudes con la cena, ¿aceptas?

—Por supuesto. —dijo tomando la mano del rubio.

Pasaron un momento agradable, feliz, estando uno junto al otro. Cocinaron, cenaron, todo ello con un sentimiento de calidez y alegría impresionante. Había sido un bache, uno que superaron con éxito ya que sus sentimientos era mucho más fuertes.

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He vuelto! Espero hayan estado muy bien ♡♡♡ y también que les haya gustado el capítulo. El próximo es uno que espero les emocione porque a mi si.

Nos leemos pronto bye~

-Tulipán rojo: declaración de amor.

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