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—¡Diviertansen! —gritó desde su auto.
—¡Nos vemos mañana papá! —devolvió el saludo Victor.
Shoyo había dejado a sus hijos en casa de Tanaka, otra de sus pijamadas se llevaría a cabo por lo que el con gusto los llevó. Una noche de relajación no sonaba nada mal.
Cuando llegó a su hogar dejó sus llaves y fue hacía la cocina por algo de beber, el día era un poco caluroso, el verano estaba cerca. Su teléfono sonó, al verlo le extraño ya que el número no estaba registrado pero luego de verlo por algunos segundos lo reconoció.
Era su ex esposo.
Le pareció sumamente raro, desde su separación no hablaban, no directamente al menos ya que su trámite de divorcio fue plenamente a través de sus abogados. Abrió el mensaje y sus ojos se abrieron de par en par.
Una invitación de matrimonio. Era un maldito mensaje donde lo invitaba a su boda.
Hinata dejo caer su teléfono por accidente y el ruido que provocó al chocar contra el suelo lo hizo reaccionar, cuando lo tomó lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas, unas que deseaba detener pero le eran imposibles.
No entendía porque sentía ese dolor, en realidad si lo sabía pero prefería no admitirlo.
Ya no estaba enamorado de Paulo, tampoco lo extrañaba, pero habían sido tantos años juntos, tantas experiencias juntos, que la simple idea de que definitivamente todo había terminado le causaba conflicto. Su ex esposo ya lo había olvidado, ya no le importaba, era parte de su pasado.
Con sus manos temblorosas buscó un contacto en especial, necesitaba hablar con alguien, desahogarse y llorar libremente mientras otra persona lo escuchaba.
Shoyo: Kenma ¿tienes tiempo para hablar?
Kenma: Hola Shoyo, claro ¿sucedió algo?
Shoyo: Necesito hablar con alguien, me siento horrible...
Kenma: Dime qué pasó.
Shoyo: Dos palabras, ex esposo-matrimonio.
Kenma: Esperame.
Shoyo esperó a que su amigo lo llamara y los minutos sólo lo ponían más nervioso, estaba en el sofá nervioso golpeado su pie contra el suelo, observando cada 5 segundos su celular.
Las horas pasaron, 3 horas en donde aguardó el llamado del rubio y nunca llegó, creyó que tal vez había sido muy molesto e interrumpió a su amigo en el trabajo por lo que se rindió a hundirse en su tristeza solo.
No se había movido de la sala, estaba en posición fetal llorando con fuerza, intentó repetidas veces calmarse pero parecía inútil. Su cuerpo no estaba dispuesto.
El timbre sonó y eso lo asustó, esperaba no fuera alguno de sus amigos o su familia, no deseaba que lo vieran tan vulnerable. Secó lo más que pudo sus lágrimas y abrió la puerta, llevándose una sorpresa gratificante.
—Tengo helado y vino así que vamos a hablar de ese idiota. —dijo levantándo la bolsa de supermercado.
Shoyo se lanzó a sus brazos y lloró con fuerza, Kozume lo sostuvo todo el tiempo, acarició su espalda y susurraba palabras de aliento. Ambos fueron otra vez a la sala, sentandose y poniéndose cómodos, Kenma lo dejó allí unos segundos mientras iba a la cocina por dos copas y dos cucharas. Sabía que serían largas horas de consuelo.
—Bien te escucho. —dijo ya allí.
—Esto fue lo que pasó. —el pelinaranja le mostró su teléfono y aquel mensaje.
—¡Que maldito cínico! —gritó.
—Mm. —contestó tomando un poco de vino.
—Pero Shoyo...¿tú aún lo amas?
—No, ya no lo amo, pero es difícil pensar que la persona que creí el amor de mi vida ya se olvidó de mi— sollozó—. Hace 5 meses nos sepamos, hace un mes y medio nos divorciados oficialmente, y él ya se casará.
—Es un desgraciado...
—Quisiera poder avanzar tan rápido —rió—. Incluso me sentí culpable por haber besado a Tsukishima.
—¿Qué? —habló incrédulo.
—Es largo de explicar.
—Puedes hacer lo mismo Shoyo, déjalo atrás y que siga con su vida, debes hacer lo mismo.
—¿Sabes algo? este tiempo me he dado cuenta que siempre estuve solo.
—¿Cómo?
—Paulo y yo nos conocimos 3 meses después de que llegué a Brasil, era repartidor de un restaurante, mi portugués era muy pobre y mi inglés igual por lo que era difícil tener amigos. Un día cuando jugaba vóley en la playa el llegó como si fuera un príncipe azul —rió al recordarlo—. El balón había caído en mi cara y el me ayudó, a la luz del sol parecía un dios.
Kenma se mantenía en silencio, prestando atención al relato.
—Comenzamos a vernos más seguido, me enseño sólo un poco de portugués pero poco importaba cuando lo único que hacíamos era besarnos... —se removió incómodo por hablar de ello—. Pero dos meses después de comenzar a salir, a mis 18 años me enteré que estaba embarazado.
—Oh...
—Estaba aterrado y feliz, era muy joven pero amaba a Paulo, y me encantaba la idea de formar una familia con él. Nunca pensé que amaría tanto a una persona como amé a Tobio —comió un poco de helado antes de continuar—. Pero su reacción no fue la mejor, no ahora que la recuerdo, parecía incómodo y enfadado pero lo disimulo diciendo que necesitaba salir a pensar, luego de 4 horas volvió y dijo que estaba feliz. No lo estaba, lo sé.
—Shoyo...
—Creí que mi embarazo nos uniría aún más pero no fue así, él se la pasaba trabajando excusándose de que necesitábamos el dinero para el futuro. Si no fuera por mis amigos allí en Brasil hubiera estado completamente solo —sollozó—. El día que los gemelos nacieron fue el más feliz de mi vida, tener a mis pequeños en mis brazos luego de esperarlos por tanto tiempo llenó mi solitario corazón...y él no estuvo allí.
—¿Qué? —cuestionó molesto.
—Dijo que había tenido una reunión muy importante, dime Kenma ¿acaso una reunión es más importante que el nacimiento de tus hijos? —lloró desgarrado—. Siempre fui sólo yo, yo crié a Victor y Azami SOLO, fui yo el que iba a sus partidos, a reuniones escolares, ¡incluso faltó a los cumpleaños de sus propios hijos!
—Shoyo cálmate. —abrazó el rubio.
—Nunca estuvo allí...yo me hacía cargo de todo, de mi trabajo, de mi familia, todo...
—Debio ser muy difícil para ti...
—¿Y lo peor de todo? me acusó a mi de engañarlo con mi jefe, trabajábamos en la misma empresa, yo era el asistente del jefe y gracias a mi esfuerzo me ganaba sus elogios.
—Estaba celoso de tu éxito. —razonó Kozume.
—Dijo que me había ganado mi puesto por haberme acostado con el jefe —rió—. Que irónico que haya sido él quien se acostarás con su asistente.-
—¡¿Te engañó?!
—Si...dos años de aventura, mientras yo cuidaba a mis hijos y mantenía nuestra familia en pie. No quería que los gemelos notarán lo mal que estaba las cosas entre nosotros.
—No estabas obligado a aguantar eso Shoyo.
—Pero yo creía que era lo mejor —dijo elevando sus hombros con una sonrisa rota—. Yo lo presentía, había estado muy raro y distante, más de lo normal, y no fue hasta un año después que lo confirme y ni siquiera fue por mi cuenta...Azami me dejó las pruebas para que yo por fin abriera los ojos.
—¿Tú hijo lo vio...?
—Si...y yo no quise hacer caso, me guarde todo ese dolor por meses hasta que ya no pude. Ya no pude Kenma. —lloró.
—Eres valiente Shoyo, eres un buen papá.
—No lo soy...debí dejarlo antes, debí hacerlo.
—Lo amabas, era obvio que en el fondo deseabas que nada de eso hubiera pasado.
—No lo negó, simplemente dijo que lo sentía...pero no lo hacía sólo deseaba sentirse mejor con él mismo.
—Dime Shoyo ¿estás dispuesto a olvidarlo y seguir adelante?
—...Si...lo estoy. —dijo lo más seguro que podía.
—Eres la persona más fuerte que conozco y un idiota que no supo valorarte no puede detenerte. Vas a estar bien te lo aseguro.
—Gracias por venir Kenma, en serio. —el rubio le sonrió, siempre estaría para su amigo.
—Vamos a beber como si no hubiera un mañana amigo, sería un pecado desperdiciar un buen vino.
—Tines razón. —rió con suavidad.
El resto de la noche siguió entre bebidas y conversaciones, ninguna relacionada con el problema anterior, sólo la curiosidad del ex setter por saber del beso entre su amigo y el gigante de cuatro ojos.
Shoyo se la pasó bien, incluso cuando el vino se acabó pidió más a domicilio, y siguieron su pequeña reunión hasta las 6 a.m. aproximadamente. Agradecía que Tanaka traería a sus hijos.
Eran las cinco de la tarde y el timbre comenzó a retumbar en su cabeza, se despertó perezoso y con el cuerpo adolorido por haber dormido en el sofá. No vio a Kenma así que supuso estaba en el baño, sufriendo su resaca de la anterior noche.
Fue a la puerta y se sorprendió al ver al hombre de sus recientes suspiros y preocupaciones.
—¿Papá? —preguntó Azami haciéndolo reaccionar.
—A-Ah chicos...creí que Ryō-san los traería. —sonrió nervioso.
—Senpai me pidió que los trajera, al parecer estaba ocupado. —explicó el rubio.
—Ya veo... —un pequeño silencio se formó.
—¿Podemos pasar papá? —cuestionó Victor.
—¡Si! Lo siento... —se corrió de la puerta—. Oh hola a ti también Hiro-kun. —le sonrió dulcemente.
—Buenas tardes Hinata-san.
El grupo de personas entró a la casa, al pasar por la sala vieron el desastre que este era y Shoyo no pudo sentirse más que avergonzado.
—Lo siento por el desastre, fue una noche-
—Shoyo ¿tienes una playera para...prestarme? —y allí estaba Kenma, sin nada en su parte superior, el ambiente se volvió algo pesado de repente.
—¿Kozume-san? —dijo Kei elevando una ceja.
—Hola. —saludó algo incómodo.
—¿Quién es papá? —preguntó el menor de los Hinata.
—Kenma, el amigo del cual les hablé.
—¿Y está sin camisa por qué...? —exigió una explicación el ojiazul.
—Un prqueño accidente con el vino. —dijo algo nervioso e incómodo el cabeza de pudin.
—Si... —rió nervioso.
—Entonces...¿podrías prestarme una?
—Claro, ven. —el par de amigos fue hacía la habitación del pelinaranja, siendo seguidos por Kei quien parecía enojado.
Al llegar Shoyo le entregó la prenda y Kozume volvió al baño, ese fue el momento para Tsukishima donde acorraló a Hinata contra la pared.
—¿Me vas a decir que hacía él sin nada en la parte de arriba en tú casa, con la sala hecha un desastre?
—Sólo estábamos bebiendo... —contestó desviando la mirada, la cercanía con el rubio lo ponía muy nervioso
—¿Esperas que te crea cuando tú también eres un desastre? tus ojos hinchados, tu ropa desaliniada...
—No pasó nada Tsukishima y tampoco sería de tu incumbencia.
—Así que aquellos besos no fuera nada. —habló más cerca del más bajo.
—Eso-
—Lamento interrumpir, sólo quiero despedirme de Shoyo. —la voz de Kenma fue la salvación del pelinaranja.
—¿Ya te vas?
—Si creo que estoy de más aquí —rió divertido—. Espero te sientas mejor y si me necesitas otra vez sólo llámame y estaré aquí.
—Gracias Kenma.
—Bien, adiós.
Shoyo acompañó al cabeza de pudin hasta la puerta, despidiéndose por esta vez de su amigo. Le agradecía profundamente su compañía del día anterior.
—Papá ¿estás bien? tus ojos están rojos y tu nunca bebes a menos que-
—Necesitamos hablar, es importante.
—Está bien... —los gemelos fueron hacía la cocina suponiendo que era un tema el cual debía tratarse a solas.
—Lamento el desorden pero sientanse como en casa, en un momento volvemos. —le sonrió a los rubios y fue donde sus hijos.
Sería difícil tratar ese asunto pero prefería que lo supieran por él antes de que la bomba explote más adelante. Estarían bien, si estaban juntos estarían bien.
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Este capítulo quería hacerlo hace MUCHO tiempo y me gustó como quedó. Kenma no será un pretendiente (perdón) pero si un gran apoyo emocional para Shoyo. Espero también lo hayan disfrutado, nos leemos pronto bye~
Otro pequeño dato que no supe bien dónde ponerlo, nuestro bebé Shoyo aprendió portugués por su cuenta, gracias a amigos y cursos de idioma. Todo para tener una relación más fuerte con Paulo (lo odio ah).
-Adonis: Recuerdo amoroso.
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