☝︎XLVI☝︎


Un joven adulto de 26 años se encontraba en la entrada de un jardín de niños en espera de su pequeño hijo, debía admitir que se sentía ansioso por verlo ya que en las últimas semanas debido a sus ensayos no había tenido tiempo de caridad con su familia por lo que está visita era un sorpresa para el niño.

-¿Papi?!- dijo emocionado el castaño, rápidamente se lanzó a los brazos de su padre pelinaranja.

-¿Cómo estas mi amor?, quería darte una sorpresa así que le dije a tu padre que yo vendría por ti.- le señaló con una gran sonrisa.

-Estoy muy bien ahora que tu estás aquí!!- elevó sus manitas de lo más contento causándole una gran sonrisa al mayor.

-Entonces vamos con papá ahora.- le sonrió para luego tomarlo de la mano y caminar hacía su hogar que no se encontraba tan lejos de allí.

En el camino el pequeño le comenzó a hablar de lo que había hecho esas semanas, lo mucho que jugó y se divirtió, y el como extraño pasar más tiempo con él.
Para lamento de Shoyo su profesión tomaba en momentos muchas horas de su vida, el ser un pianista reconocido mundialmente tenía sus ventajas y desventajas ya que las giras eran algo que lo separaba de su esposo e hijo por varios meses, aún así agradecía que el trabajo de Kenma fuera en casa. El rubio se convirtió en un famoso streamer de videojuegos, sabía bien que su esposo se quería dedicar a ello y él lo apoyó en todo momento. En su caso la carrera de pianista fue toda una sorpresa ya que su plan de ser jugador profesional cambió radicalmente luego de graduarse de su tercer año, cuando una famosa agencia de talentos lo contrató y de allí en más su carrera no hizo más que ascender.

Ya en la casa el olor a café lo invadió de repente, dándole una sensación cálida y hogareña. Hinata con una señal de silencio le indicó a su hijo la pequeña broma que le harían al cabeza de pudín, asustandolo solo un poco, el niño aceptó entusiasmado por lo que con mucho cuidado ambos se quitaron sus zapatos para dirigirse tranquilamente y en silencio hacía la cocina.

-Buu!!!- gritó el pequeño, empujando un poco al rubio mientras Hinata hacía la misma acción. Kenma ante el susto repentino derramó un poco de su café y los implicados comenzaron a reír.

-¿Qué hacen ustedes diablillos?-

-Papi tuvo la idea!!- se apresuró a decir.

-Oye!!, no me abandones así.- dijo ofendido el pelinaranja.

-Tendrá un castigo justo entonces...- hizo una sonrisa pícara.

-No!...aléjate de mi!- Hinata comenzó a correr por la casa siendo seguido por su esposo y luego por su hijo que quiso unirse a la diversión.

Si, era muy feliz, tenía la vida perfecta a su parecer, luego de estar dos años con Kenma dejó definitivamente las terapias y medicamentos ya que no los necesitaba más. Habló de su pasado con su ahora esposo y éste lo apoyó en todo momento, amaba su trabajo y la familia que había creado con el hombre de su vida.
Yoshio llegó a sus vidas hace dos años, el pequeño ahora se encontraba en sus 5 años y se había adaptado muy bien a ellos. Era enérgico y amable, sabía completamente el lenguaje de señas ya que a penas estar con Shoyo y Kenma comenzó con sus clases, algo que al niño le gustaba y divertía. Castaño y de cabello largo, con ojos azules y una personalidad confiada, era su rayo de luz y el motivo de su aún más creciente felicidad.

-¿Listo para esta noche?- le preguntó el rubio, estaban en el sofá sentados luego de esos minutos de corrida.

-Si...algo nervioso, aún no me acostumbro a las presentaciones aunque las hago hace años.- comentó con una sonrisa avergonzada.

-Estarás espléndido como siempre, no puedo esperar para verte en el escenario.- le besó la mejilla.

-No hagan eso!!- gritó Yoshio tapando sus ojos.

-Lo siento, lo siento.- se disculpó riendo Kenma.

-Tu pequeño debes tomar un baño ahora mismo.- señaló Shoyo.

-Atrapame primero!- y de nueva cuenta salió corriendo.

-Es tu turno no me veas a mi.- dijo Kozume elevando las manos, su esposo bufó para luego ir tras su revoltoso hijo.
Si, definitivamente su vida era toda una aventura.

Por fin la noche había llegado, toda la familia Kozume-Hinata se encontraban en el auto camino al gran teatro donde el pelinaranja se presentaría. En el camino tanto su esposo como hijo intentaron calmar sus nervios y animarlo, logrando menguar sus nervios tan solo un poco.
Ya en el lugar los tres bajaron del auto y recorrieron el camino de escaleras, antes de entrar el pequeño Yoshio tiró del saco del pelinaranja para llamar su atención.

-Lo harás genial papi! Ánimo.- eran pocas las veces que el niño utilizaba el lenguaje de señas ya que se le hacía más fácil entenderlas que hacerlas, por lo que ese gesto le causó pequeñas lágrimas de emoción a Hinata.

-Gracias hijo, daré lo mejor.- revolvió sus cabellos para luego abrazarlo.

Ahora si con el mayor regalo que su hijo le pudo haber hecho entró al lugar con más confianza dirigiéndose directamente tras bambalinas para esperar su llamado. Muchas personas de clase alta estarían allí escuchando su presentación, no solo era un trabajo, era lo que amaba hacer y deseaba que ese sentimiento fuera bien transmitido a todos.
El llamado llegó por lo que salió al escenario donde los piropos en susurros no se hicieron esperar.

-Se ve tan hermoso...- comentó una mujer mayor de edad.

-Es tan joven y con gran talento...su esposa debe ser la envidia de muchas.- comentó otra.

-Le aseguro que MI esposo es muy talentoso, nuestro hijo y yo estamos muy orgullosos de él.- habló Kenma desde el asiento de atrás dejando sorprendida a la mujer no solo por lo dicho sino por su aspecto también.

Las luces bajaron por lo que la única iluminación se concentraba en el escenario donde Shoyo parecía brillar más de lo normal, o al menos eso creía Kenma ya que no podía apartar la vista de él. Su rostro serio y sereno, repleto de concentración, sus pequeños gesto como humedecer sus labios y flexionar sus dedos, todo era observado por él.
Hinata tomó asiento, suspiró y comenzó.

La melodía parecía envolverlos, transmitía tantos sentimientos juntos que era simplemente mágico. Shoyo también lo disfrutaba, cerrando sus ojos y creyendo que sus únicos espectadores eran su esposo e hijo, tocaba para ellos, en todas sus presentaciones lo sentía así.
Al acabar los aplausos no se hicieron esperar, algunas personas hasta lloraban de la emoción, eso era lo que el pelinaranja transmitía y estaba orgulloso de ello.

Kenma al igual que todos se levanto de su asiento para aplaudir a su enamorado, mirándolo con el mismo amor que desde hace años le tiene, este no había disminuido ni siquiera un poco. En realidad cada día lo amaba con mayor intensidad.

-Papi es genial!- gritó eufórico el pequeño.

-Si que lo es...- dijo embobado el rubio.

Haciendo pequeñas reverencias Shoyo agradeció a su público para luego comenzar a tocar otra pieza musical. Esta tenía un tono más romántico, más melancólico, más hermoso.

Shoyo por momentos volteaba su mirada hacía el público, donde unos ojos color ámbar lo observaban directamente causándole sensaciones inexplicables, sensaciones que lo inspiraban en todo momento. Kenma era su inspiración, su musa, una parte importante de su vida.

La función de Hinata acabó allí, saludó a su público y se retiró para que el siguiente músico pasara. Con una sonrisa de plena felicidad se reunió con su familia para luego irse a su hogar.

-¿Y que les pareció?, ¿estuve bien...?- preguntó entre nervioso y feliz.

-Estuviste genial Sho.- le dio un pequeño beso en los labios sacándole una sonrisa al menor.

-Papi es el mejor tocando el piano!-

-Gracias mi amor...- le sonrió acarciciendo su mejilla.

La familia continuó su recorrido, festejando en la casa con helado y películas todos juntos. Era una noche en familia que hacía semanas no compartían por lo que estaban felices, siempre era mejor cuando estaban juntos y eso lo sabían bien.

-Gracias por estos años Kenma, aún no puedo creer que estemos juntos después de tanto tiempo...- dijo Shoyo mientras observaba aquel anillo en su dedo, nunca se cansaba de verlo.

-Gracias a ti por hacerme tan feliz, tengo la vida perfecta, mi familia es perfecta y no quisera nada más en ella.- lo besó, un beso pausado y repleto de amor.

-Me aceptaste como soy, te esforzarte por entenderme y siempre estuviste conmigo. Te amo mi amor.- le sonrió.

-También te amo cariño, como no tienes idea...-

Ambos observaron aquella fotografía que adornaba su sala, una que se tomaron a penas comprometerse. Sus sonrisas reflejaban todo el amor que tenían.
Shoyo había pasado por mucho, su infancia fue dura y pasó por mucho dolor pero todo valió la pena ya que conoció al amor de su vida, a su media naranja, al chico que lo entendió y amo por quien era e intentaba ser. Definitivamente su amor sería eterno y si tuviera que elegirlo en otra vida lo haría. Sin importar qué.


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ÚLTIMO CAPÍTULO.

No tengo palabras para agradecer, en verdad tengo tantos sentimientos mezclados en este momento que no sé por donde empezar. Solo diré que esta historia fue la primera y siempre tendrá un lugar súper importante en mi corazón, incluso tengo miedo de terminarla.
En verdad gracias a todas esas personas que estuvieron desde el comienzo y me acompañaron en toda esta travesía, gracias por sus hermosos comentarios, sus votos, las risas que me sacaron siempre las atesorare.

Esta es la despedida de Ephemeral Word, gracias por todo. Adiós ♡

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