🔆 II 🔆
Un pasillo vacío, silencioso y frío. La familia del pequeño Shoyo se encuentra a la espera de noticias sobre su estado.
El ambiente es tenso y melancólico, nadie habla, solo piensan en silencio.
Luego de llamar a la ambulancia, el padre de Hinata trató de parar la hemorragia, mientras Natsu solo lloraba y gritaba desesperada para que Shoyo no cerrara sus ojos.
La mujer seguía quieta. Observando. No decía nada, en realidad no había nada que decir, sabía que se equivocó pero no iba a pedir disculpas su orgullo era mucho más grande.
Después de esperar 3 horas a que una enfermera se dignara a darles noticias sobre Hinata el médico a cargo de curar la herida les informó que si estado era estable y que no quedarían secuelas de por medio pero que tendría que estar en observación las siguientes 24 horas para monitorear su evolución.
El ambiente se relajó mucho más, ya no se percibía esa tristeza en el aire. Pero con ello llegó el resentimiento y la decisión definitiva.
Debían alejarse de ese lugar, de esa mujer.
Al día siguiente Natsu y su padre pudieron ver al niño, notar que estaba profundamente dormido con una paz que pocas veces disfrutaba era tranquilizador.
Ya todo estaba decidido, al momento en que Hinata saliera del hospital, se irían de ese pueblo para siempre. Para nunca volver a verla.
Le hablaron por un largo rato, de lo que hicieron ese día, del como lo extrañaban, de lo mucho que necesitaban ver esa hermosa sonrisa otra vez.
Hinata escuchaba leves murmullos a la lejanía pero su cansancio podía más.
Todo era blanco, tranquilo y extrañamente cálido. No quería salir de ese lugar, era mucho mejor que su triste realidad.
Solo quería descansar de tanto sufrimiento, ¿acaso no podía ser feliz?, ¿estaba condenado a reprimirse toda su vida?. Odiaba su vida, su condición. Pero seguía adelante por su padre y hermana, ellos valían el esfuerzo.
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El día de visita había terminando, padre e hija se despidieron del pequeño Shoyo, prometiendo volver al día siguiente.
Al llegar a casa, se encontraron con cierta persona que en ese momento era desagradable para ambos.
—¿Cómo está el mocoso? —preguntó la mujer con desinterés, solo para aliviar esa culpa que golpeaba su mente y no se iba por más alcohol que consumiera.
—¿Desde cuándo te interesa nuestro hijo?, ¿acaso la culpa no te deja en paz querida?
No había palabras de cariño que sintiera en realidad, la ironía era lo único que podía notarse en su pregunta.Desde hace años eso ya no era un matrimonio, todo amor y respeto se fue por el caño el día que Hinata nació. Natsu llegó al mundo gracias a un lapso corto de tiempo donde ambos pudieron estar en paz, claro está que luego de su nacimiento todo cayó en picada nuevamente.
—No hay culpa alguna mi amor, ese niño estaba en medio del camino, solo le di un leve empujón para que se apartara. No es mi culpa que lo hayas criado tan débil. —esa última frase la dijo mirandolo directamente a los ojos, con aires de superioridad.
Esa fue la gota que colmó el vaso.
—¡Quiero el divorcio Akiko!
Todo el lugar fue un completo silencio. Natsu solo veía la escena sin decir nada, por dentro estaba feliz de que su padre por fin se alejara de aquella mujer. A pesar de su corta edad sabía muy bien lo que ocurría a su alrededor, su madre era una mala persona y su padre no merecía ser infeliz a su lado.
—¿Q-Qué estás diciendo?... ¡¿Quieres dejarme?! —su voz se quebró, lo amaba, era un amor retorcido y posesivo pero para ella era amor— ¡No puedes dejarme soy la madre de tus hijos, tu esposa!
—¡Ya no más! no puedo seguir así...casi matas a nuestro hijo, ¿qué va a ser después? No tienes límites, nunca fuiste una madre para ellos, solo interesa la cantidad de alcohol que puedas tomar. —el hombre ya estaba llorando, con una mirada le indico a su hija que se fuera para poder hablar a solas con la mujer.
—Eres lo único que tengo, por favor no me abandones... —ya no sabía que decir para mantenerlo con ella, su desesperación solo crecía.
—Tu sola te abandonas, te di demasiadas oportunidades. Para ser una esposa, para ser una madre, nunca fuiste ninguna. Me parte el alma hacer esto...a pesar de todo todavía queda algo de amor en mi corazón, pero el amor por mis hijos es mayor —la miró decidido—. Mañana mismo voy a contactar a un abogado para que inicie los trámites. Vamos a irnos así que puedes quedarte con esta casa, quiero estar lo más lejos posible de ti.
Era de las las decisiones más difíciles y duras que debía tomar en su vida pero era por el bien de sus hijos. Por el bien de su propia felicidad y la de ellos.
Aquel leve trayecto hacía la habitación de su hijo para preparar sus cosas fueron eternos pero todo pésame se esfumó al escuchar las palabras de su aún esposa.
—Si te vas no dudaré en quitarte a esos niños y creeme que haré de su vida un infierno.
—Voy a levantar una orden de alejamiento para que nunca te acerques a ellos ni a mi. Te amé mucho Akiko pero lo arruinaste por tus estúpidos vicios. —y así se retiró para descansar, el día siguiente sería muy largo.
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