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Tiempo después...

El estadounidense se encontraba en una joyería, había hecho un espacio en su agenda, miraba el mostrador con detenimiento, viendo que anillo de compromiso comprarle a su Taquito, legalmente era imposible casarse al no ser humanos completamente, lo que haría seria simbólico, sellar su union para siempre, mientras veía detenidamente cada uno, vio uno curioso, tenia una pequeña piedra preciosa que parecía ser una combinación de Ruby y Esmeralda, le recordaba los colores de su pareja, en especial sus ojos, brillaban igual que los ojos de su amado, ese brillo tan característico y que amaba.

— Excuse me — una señorita que atendía lo escucho y se acerco — what price is this? — señalaba a través del mostrador —.

La señorita dijo el precio, el estadounidense sin dudarlo lo compro, había estado ahorrando para esto, sin mas la señorita del lugar saco unas llaves para abrir el mostrador,  sacar el anillo de compromiso y ponerlo en una pequeña cajita de color vino, junto a un cubre polvos. Mientras hacían el pago alguien entro a la tienda, era uno de los acompañaba al de gafas oscuras, se podría decir que un asistente personal, se aproximaba un evento importante.

— Sir — entro este con una mirada de desinterés — Is it about to finish?...

— Yes, I'm about to finish, why? — miraba curioso —.

— Mr. Mexico left a message...

— Oh...

[ . . . ]

El angloparlante ya se encontraba en la entrada de la casa, había guardado la pequeña sorpresa en su chaqueta de mezclilla, cuando el mexicano entrara a bañarse buscara un lugar seguro para guardar el anillo de compromiso, mientras caminaba por la casa buscando a su pareja, ¿qué era sorpresa que le tenia preparada?, cuando por fin lo encontró, este estaba en la cocina sentado tomando un café, se le veía bastante arreglado y en la mesa había un sobre pequeño.

— Gordis... — dijo emocionado — Que bueno que llegas...

— What is it? — señalaba el pequeño sobre el cual era de color rosa pastel —.

— Abrelo — sonrió —.

El de 50 estrellas tomo con cuidado el sobre, cuando lo abrió y ver lo que contenía su rostro se ilumino, era boletos para musicales, al menos para ir a 5, diferentes fechas pero también estaba algo confundido,  volteo a ver a su pareja la cual se acercaba para darle un tierno beso en los labios.

— Por eso estos días estuve ocupado y ayudándote con tu trabajo, para tener este mes libre, se que te encantan los musicales mi cielo — tomaba de la mejilla de este —.

— Mexie — su sonrisa y expresión era de completa felicidad — quisiera tener unos ojos como los tuyo para que pudieras ver como me brillan de lo feliz que estoy — tomaba la mano de este —.

— Pero yo amo tus ojos tal cual, me recuerdan a la noche, la noche es hermosa acompañado de ligeros destellos que dan las estrellas, es lo que yo veo en tus ojos... — se le podía notar un rubor en sus mejillas —.

Ambos solo acercaron nuevamente sus rostros y empezaron a besarse, darse un beso largo y tierno, cálido, una vez se separaron de aquel beso se abrazaron unos momentos, parecía todo tan perfecto, un cuento de hadas, nunca pensaron que después de tanto dolor podrían vivir algo tan dulce como esto, pasar un tiempo juntos de manera agradable, fue un cambio de 180 grados, que costo trabajo pero el resultado había valido la pena. Se separaron del abrazo seguido de eso el estadounidense se apresuro en subir a la habitación en ponerse algo mas formal el mexicano tomaba las entradas y las llaves del coche listas, después de unos minutos bajo este y salieron de aquella casa.

[ . . . ]

El musical había terminado, todos empezaban a levantarse, el de 50 estrellas seguía fascinado, el mexicano se le podía ver cansado el no era tan fan de esto pero con tal de pasar un rato con su pareja lo valía, cuando salieron del lugar el angloparlante estaba platicando de lo que le encanto, lo que podía darle significado de la letra, el tricolor escuchaba atento, amaba ver a este Estados Unidos hablando apasionadamente de algo, ya que solía ser reservado y serio pero verlo tan feliz platicando era simplemente lo mejor, subieron al coche y mientras conducía el de 50 estrellas se desvío a un establecimiento de comida rápida, pedirían por el autoservicio algo de cenar. Una vez tomada su orden y de que recogerían la comida, fueron a un estacionamiento publico, no era la cena elegante pero lo que les importaba era el momento cálido que estaban pasando juntos.

— A ver y no al cine — dijo el mexicano entre risas — Dame de tu hamburguesa...

El mas alto le acerco la hamburguesa para que le mordiera, el mexicano dio la mordida y le gusto bastante el de tocino con salsa BQQ, ahora el angloparlante queria probar de la hamburguesa del tricolor, este le acerco su hamburguesa pero tenia bastante jalapeño, el de ojos oscuros lo soporto, eso le sorprendio al mexicano.

— Orale gordis, ya comes picante jajajajajaja

— Yes... —hacia una pose presumida — ahora soy digno de toda tu comida...

— Levanta el meñique — Ulala, claro que si mi estimado...

— Pfff... hahahahahahaha

— Jajajajajajajajajajaja , estamos bien mensos 

Ahora estaban comiendo las papas y tomando lo que restaba de sus refresco, miraban por el parabrisas a las personas pasar y diciendo cualquier tontería para pasar el rato o simplemente burlarse de lo que pasara.

— Mexie... — el nombrado volteo — Thanks for this evening

— Ay gordis... — estaba enternecido — I should thank you, for making my life happy...

No podía el mas alto tener una sonrisa bastante notoria y se acerco a darle un beso en la enfrente y siguieron viendo a la calle.

[ . . . ]

Al día siguiente

El mexicano estaba envuelto en esas sabanas calientes cuando el olor de lo que parecía ser como tamales y un atole de chocolate llamaba su atención y otro olor familiar, lo que termino por despertarlo fue la voz de su pareja, se sentó y tallaba sus ojos con cuidado.

— Sorpresa... —dijo el angloparlante, mientras sostenía una bandeja con el desayuno —.

— Gasp — Ay mi cielo, ¿en serio que los hiciste tu? — tenia unas lagrimas en sus ojos, lagrimas de felicidad —.

Este asintió feliz, había estado aprendiendo a cocinar, el mexicano era el que siempre cocinaba y ahora quería hacer el detalle de cocinarle a el, la mirada del tricolor se dirigió a un arreglo de flores que estaba en el suelo de la habitación, ahora sabia cual era el otro olor...

— Esas son... — de la conmoción no podía terminar la oración —.

— Son claveles, tus favoritas, siempre lo recuerdo — dijo algo apenado —.

El mexicano se levanto de la cama, dejando la bandeja con cuidado en la mesita de noche, abrazo con fuerzas a pareja, estaba llorando de felicidad, amo tanto el detalle, también el contrario empezó a llorar de felicidad, no había duda de que quería pasar el resto de su vida con el, juntos hasta la muerte.

[...]

Continuara.

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