O32 ▬ last day on the earth


🧬 RIDE OR DIE !
thirty-two; el último día en la Tierra

—Estaba pensando —papá estaba acostado a un lado de mí mientras veíamos el cielo —, bueno, es una propuesta. ¿Qué te parecería mudarte con Sasha y conmigo? Tal vez sea raro al principio pero podría funcionar... Sólo... No quiero que nos alejemos.

Lo miré rápidamente de reojo y mi vista volvió a las hermosas nubes que adornaban el cielo azulado. —Tengo que pensarlo. Sasha me cae bien, pero aún es raro... Ya sabes, es la primera vez que nos hemos separado tanto tiempo. Además, no me gustaría dejar a mamá ni a Eugene solos —bufé —. Es ridículo. Lo siento. Aún no me acostumbro a que Sasha y tú estén juntos —reí con nerviosismo.

Giré mi rostro para verlo, él mantenía una pequeña sonrisa en sus labios. —Entiendo. No te presionaré.

Le sonreí con agradecimiento.

—¡Mira! —exclamó emocionado, señalando una nube —¡Tiene forma de dinosaurio!

Fruncí el ceño y solté una risa al ver que tenía razón. —¡Y esa parece un conejo!

—¡Abraham! ¡Nydia! —nos alarmamos al oír los gritos desesperados de Sasha —¡Es Maggie!

Al oír el nombre de la ojiverde, nos pusimos de pie de inmediato. —¿Ocurre algo? ¿Qué pasó? ¿Se encuentra bien?

La morena tomó una bocanada de aire. —Creo que es el bebé. Tenemos que llevarla a Hilltop.

Corrí con dirección a la armería. Teníamos que ir armados, pues hace algunos días Denise había sido asesinada por los Salvadores.

Si le pasaba algo a Maggie, al bebé, Glenn no me lo perdonaría. Yo no me lo perdonaría. Le dije a Glenny que iba a cuidar de ellos mientras estuviera afuera... Aún no regresa. Ni él, ni mamá, ni Daryl, ni Michonne.

En la entrada de la armería me encontré con Carl, él cual negó al verme dispuesta a ir. —Glenn no volvió todavía. Debo cuidar a Maggie.

—No irás —habló decidido, empezando a guardar armas.

—¡Carl! —alcé la voz para que me pusiera atención.

Se giró para verme. —Estabas equivocada. Este sitio no es demasiado grande para defenderse. Tienes que quedarte y ayudar a defenderlo —se dio la vuelta para seguir guardando municiones.

—Este sitio está preparado. Lo demostró. No pongas esas estúpidas excusas conmigo porque no funcionarán, Carl. Mamá no ha llegado y no me voy a quedar de brazos cruzados viendo como Maggie sufre... Si te preocupara un ataque, no te marcharías.

Él volvió a mirarme con algo de molestia. —¿Sabes a qué distancia está Hilltop? ¿Lo que podría pasar? Esos Salvadores están ahí afuera. Sabes qué le hicieron a Denise, qué intentaron hacerles a ti, a Maggie y a Carol. ¡Te secuestraron! ¡Te golpearon! Lo que intentaron hacer con Daryl, Rosita, Eugene... Eso no te volverá a suceder. No lo permitiré.

Suspiré. —Gracias por tu preocupación, pero iré y no me la vas a prohibir —abrí la mochila y comencé a meter las armas.

Enid y Vikram entraron a la armería. —Está empeorando —mencionó el ojiverde, ayudando a colocar las balas.

—Deseas encontrarte con ellos, ¿cierto? —miré a Carl —Esperas que aparezcan.

Él no respondió. Su silencio dijo todo.

—¡Necesitamos llevar a Maggie con un médico, no... ! ¡Vete al diablo! —grité molesta y di unos cuantos pasos para salir de ahí pero el ojiazul se puso enfrente mío, cubriendo la puerta.

Vik y Enid no entendían lo que pasaba pero igualmente querían ir. —Basta. Esperen.

—Carl, quítate —murmuró con molestia Enid.

Grimes no se movió.

—Viejo, nuestros padres están allá afuera. Maggie está empeorando, es obvio que vamos a ir, idiota. Así que muévete —nunca había escuchado a Vik en ese estado. Tan preocupado y molesto a la vez.

—¡Quítate de una maldita vez, Grimes! —gritó Enid, empujándolo.

En ese instante de que Enid forcejeaba con Carl, Vikram se escabulló y yo quise hacer lo mismo pero el ojiazul nos agarró del hombro a ambas. —Traigan unas pistolas del armario. Dense prisa, debemos salir ya.

Enid fue casi corriendo al armario pero me di cuenta de las intenciones de Carl cuando alzó su mirada. —¡No entres, Enid! —fue demasiado tarde porque Grimes ya había cerrado la puerta y colocó una silla para que no se abriera.

Miré con incredulidad a Carl... Él me quería encerrar.

—¡Carl! ¡Nydia! ¡Abran la puerta! —la ojiverde comenzó a golpear con brusquedad la puerta.

Empujé a Grimes para abrirle la puerta pero agarró mi mano. —¿Quieres que ella arriesgue su vida allá afuera? —me susurró.

—No...

—Entonces no abras esa puerta, o yo mismo te encerraré ahí —advirtió, comenzando a respirar agitadamente por el estrés.

Limpié con brusquedad cuando sentí una lágrima recorrer mi mejilla. Apoyé mi mano en la puerta. —Lo siento, Enid —murmuré.

—¡No! ¡Nydia! ¿Qué pasa si no regresan? ¿Cómo voy a vivir con eso? ¿Cómo voy a vivir sabiendo que dejé ir a mis hermanos? ¡Díganmelo!

—Sobrevive como sea.

—Estarán bien. Estaremos bien —le murmuré a Maggie, sujetando su mano.

La Rhee comenzaba a cerrar sus ojos por el cansancio. No podíamos darle ciertos medicamentos para calmar el dolor, pues sería peligroso para el bebé.

Apoyé mi espalda en el asiento, aún sujetando la mano de Maggie. Carl estaba sentado a mi lado derecho y Vik en el izquierdo.

—No puedo creer que hayas encerrado a Enid en el armario. ¡En un maldito armario! —gritó en un susurro Dixon.

—Lo lamento, ¿si? Ella también es mi amiga. El plan original era encerrarlos a los tres, pero cierto Dixon se escapó y cierta Ford fue más inteligente —rodé los ojos con cansancio al escuchar sus reproches por sexta vez en el viaje.

—¡Idiota! Su padre está allá afuera, su madre necesita un doctor en este momento, y su hermanita o hermanito está en peligro. ¡Ella tenía que venir!

—¡Ya dije que lo lamento!

Ambos comenzaron a pelearse con sus manos como niños chiquitos. —¡Ya paren, par de zopencos! ¡Me tienen cansada con está situación! Yo también estoy molesta contigo por querer encerrarnos, pero pelear no va a resolver nada. Eso ya pasó. Lo importante es llegar a Hilltop y atenderlos.

Ambos se quedaron callados.

—Si vuelvo a escucharlos pelear sobre eso, juro que golpearé sus cabezas, tal vez pueda acomodar sus pequeños cerebros de cacahuates.

Denme paciencia con estos dos.

—Nydia —la voz de Rick me obligó a alzar la vista.

Entendí lo que quería, así que me puse de pie y me senté en los asientos de atrás. Apoyé mi cabeza en la ventana, viendo el camino. Realmente no quería que pasara nada malo. Estábamos aquí y podemos defendernos, pero, ¿qué me inquieta tanto? Estoy tan estresada, frustrada, atemorizada. Ya no podía cargar con todo. Sólo quería llegar a Hilltop, asegurarme que Maggie y el bebé estén bien e ir a ver a los cerditos con Glenn. Sólo quería llegar y sentirme tranquila.

La caravana se detuvo y me puse de pie para ir a ver que ocurría. —Enemigo cerca —dijo papá al ver al grupo de Salvadores que estaban enfrente de nosotros, obstruyendo el paso.

Rick, Aaron, Eugene, Sasha, papá, Carl y yo bajamos del vehículo para tratar de conversar sin necesidad de un tiroteo.

Habían tres carros, y alrededor de ocho Salvadores estaban ahí, además, había alguien moribundo en el suelo. —Él es alguien que está con muchos otros que no obedecieron —habló el hombre que estaba en medio, él cual tenía pinta de jefe.

—Podemos hacer un trato. Aquí y ahora.

—Así es. Podemos —el de bigote le contestó a Rick —. Dennos todas sus cosas. Probablemente tengamos que matar a uno. Así es esto. Pero luego podremos hacer negocios —miré a mi padre con preocupación, él solo me miró indicando que estaremos bien —. Lo único que deben hacer es obedecer.

—Sí... Ese trato no nos interesa. A decir verdad, iba a pedirles todas sus cosas. Pero yo no voy a matar a ninguno de ustedes.

Ya lo hicimos, Rick. Y no solo a uno.

—A ninguno más de ustedes —Grimes se corrigió enseguida.

—Perdón, mi trato es el único posible. No negociamos —volvió a hablar el hombre del bigote.

Rick hizo una seña de que volviéramos a la caravana. —Mi gente y yo nos marcharemos.

—Está bien, amigo. Hay muchos caminos para llegar adonde van —se dio la vuelta.

Entré al vehículo pero escuché a Rick gritar: —¿Quieres que hoy sea tu último día en la Tierra?

—¿Por qué no te quedaste a proteger Alexandria? —alcé mi vista para ver a Carl.

—Ella me necesita... Me cuidó, incluso cuando no tenía razón... —volví a mirar Maggie para continuar mis caricias en su pálida piel.

Tenía miedo. Miedo de que todo terminara. Sentía que algo malo iba a suceder, los Salvadores saben a donde vamos. No quiero morir. No quiero que ellos mueran.

Cada persona que quería no vivía lo suficiente y ya no quería eso. Ya no quería que todos los que me rodean mueran enfrente de mí.

Noah, Sam, Ron... Me hacían tanta falta, y tenía miedo de olvidar sus abrazos, aunque comenzaba a hacerlo.

—¿Por qué viniste tú? —pregunté, antes de que el sentimiento me ganara y me pusiera a llorar en este instante.

—Estoy en deuda con ellos.

Él se puso de cuclillas frente a mí, una de sus manos se posó un poco más arriba de mi rodilla. —Lo siento. De verdad lo hago, es solo que... No soporto la idea de que estés aquí, con ellos allá afuera. Lamento querer encerrarte.

—Estoy bien. Está bien —agarré su mano para calmarlo, porque de vez en cuando sentía como rasguñaba levemente mi pantalón.

—¡No! Nydia, lo que te hicieron hace dos semanas, lo que pasó...

Lo interrumpí.—Son cosas horribles que pasaron. No quiero hablar de eso —lo miré con súplica.

El ojiazul apoyó su frente en mi rodilla. —No me perdonaré si te llega a pasar algo.

Iba a responderle pero el llamado de Vikram nos interrumpió. —Tortolitos, vengan.

Me apoyé en el asiento de papá y suspiré con frustración al ver la situación. Habían cerrado el camino, de nuevo.

—¿Vamos a enfrentarlos? —preguntó Sasha.

—Sí, acabemos con esto —murmuró Carl con molestia.

Solía ser algo impulsivo.

—No, ahora no. Nos esperan, están listos. Con uno al volante somos siete contra dieciséis. Los enfrentaremos cómo y cuándo nos convenga, ¿de acuerdo? —Rick giró para ver a su hijo.

El ojiazul asintió.

Le di una mirada de preocupación a papá, pero él me sonrió. —Estaremos bien.

—Carajo —murmuramos papá y yo a la vez.

Ahora lo que obstruía el camino era una cadena de caminantes. —Esto es demasiado elaborado... Rick, se necesita demasiada gente para hacer esta locura —miré con preocupación al ojiazul.

—No podemos atravesarlo sin arriesgar la camioneta. Quédate al volante, por las dudas. Nosotros despejaremos la calle.

Bajamos los mismos con antes, a excepción de Vik. Todos con las armas en alto, y para nuestra sorpresa, el pequeño Dixon sabía agarrar de manera correcta la pistola.

Rick ordenó que los quitáramos del camino pero el llamado del ojiverde nos hizo detenernos. —Eso... Eso es de papá —señaló al caminante con un par de flechas incrustadas en el pecho, flechas que fácilmente se reconocían de Daryl.

—Eso es de Michonne —habló Aaron, señalando con la cabeza al caminante que traía puesto la prenda de Michonne y algunas de sus rastas.

Ellos los tenían.

Grimes iba a romper la cadena pero los disparos impactaron en el piso. —¡A la camioneta! ¡Rápido!

Disparé, sin ni siquiera apuntar a un objetivo fijo. No sabía si había herido a alguien, o maté a alguien...

Sobrevivir.

La caravana arrancó una vez que estuvimos todos adentro.

Algo no cuadraba aquí. Es más que claro que saben a donde vamos, cubrieron los caminos pero no nos han atacado cuando podían hacerlo. —Papá... —llamé al pelirrojo al darme cuenta de algo —. Cuando llegamos a Terminus, nos disparaban a los pies porque no querían matarnos... Querían acorralarnos —Sasha me miró entendiéndolo —. Los Salvadores nos quieren en su matadero —murmuré, llevándome la atención de la mayoría —. Rick, tenemos que hacer algo. Ir por otro camino o...

La morena me interrumpió. —El tanque se acabará.

Resoplé con cansancio y me dirigí a los asientos de atrás. —Esto está empeorando —susurró Vik, sentándose a mi lado —. Ellos están... —suspiró y se recargó en mi hombro —. Tenemos que salir de esto.

—Lo haremos. No sé como pero lo haremos.

—Estas huellas indicarían que tienen no solo gente, sino un arsenal tremendo de armas y equipos —menciona Eugene, con la vista ida en el suelo.

—Lo que indican es que estamos hasta las orejas en un mar de mierda.

El camino ahora está obstruido por unos grandes troncos de árbol. Los Salvadores no solo son un gigantesco grupo de personas. Tienen máquinas para poder hacer esto.

Nos giramos con susto cuando se escuchó un grito y el sonido de una cadena. Abrí la boca horrorizada al ver al hombre golpeado del primer encuentro con ellos. Lo habían dejado caer con la cadena en su cuello, ahorcándose con el metal. Aaron apuntó y estaba dispuesto a disparar pero Rick negó. —Podría intentar romper la cadena.

—No servirá de nada —habló papá y tenía razón. Si la rompe, la caída lo matará.

—Puedo intentarlo —insistió.

—No servirá. Necesitamos las balas.

Necesitamos todas las municiones. Por si hay un ataque... Espero que no sea así.

En cuestión de segundos el hombre dejó de luchar por su vida.

Aparté la vista del hombre al escuchar los troncos quemándose.

Carl colocó su mano en mi hombro, dándole un leve apretón, le sonreí al ojiazul y me quedé a su lado. Mi vista se encontró con la de mi padre quién me sonreía mientras negaba levemente con la cabeza.

—Estás tratando bien a tu gente, ¿cierto? —la misma voz del líder del primer grupo se hizo presente —¿Cómo si fuera tu último día en la Tierra? ¿O quizá el último de uno de ellos? Mejor váyanse. Esto se pondrá caliente -el fuego comenzaba a extenderse por todos los troncos —. Vayan adonde van.

La noche cayó y con ella nuestra desesperación. Maggie estaba empeorando y ya no sabía qué hacer para mantenerme firme ante la situación.

A partir de ahora andaremos a pie, pues los Salvadores esperan la caravana, así que Eugene iba directo a la próxima obstrucción para hacernos tiempo.

—Buena suerte —murmuré estando enfrente de él.

—Nydia, eres la adolescente más valiente que he conocido. Te tengo un gran aprecio y espero puedas perdonarme por mentirles.

Me lancé a abrazarlo, esto lo tomó por sorpresa pero me aceptó gustoso. —Fuiste un tonto, pero eres especial para mí —le sonreí una vez que nos separamos —. Suerte.

—Hora de irnos —mencionó Rick, ayudando a cargar la camilla de Maggie.

Le di una última sonrisa a Eugene antes de adentrarnos al bosque.

Carl, Vik y yo nos encontrábamos al frente para despejar el camino de algún caminante.

La luna llena era lo único iluminaba el cielo nocturno pues no había ninguna estrella. El clima frío de invierno hacía que se me pusieran los pelos de punta, los hululeos de los búhos que rondaban por la zona se escuchaban haciendo que no todo fuera silencio.

Un caminante apareció enfrente de nosotros y desfundé el machete dispuesta a enterrarlo en su cráneo, pero antes de que lo hiciera, el ojiverde me interrumpió y se acercó al muerto. Con dificultad logró enterrar el cuchillo en la cabeza del putrefacto. —¿Me viste? ¿Viste lo que hice?

Sonreí con orgullo y despeiné su cabello cuando regresó a mi lado.

—Papá me ha estado enseñando cosas. Dice que tengo un "gran potencial" —hizo comillas con sus dedos.

—Lo tienes.

Él sonrió con timidez. —¿Qué tan lejos está Hilltop? —preguntó con preocupación al escuchar los quejidos de Maggie.

Le di una mirada rápida a Maggie. Mordí mi labio con fuerza al ver que estaba empeorando demasiado rápido. —No lo sé —hablé con frustración —. Fuimos por el camino principal... Tal vez un par de kilómetros más. Tenemos que llegar y...

Me interrumpí al escuchar los silbidos. Era más de una persona, eso era obvio, y probablemente nos estuvieron vigilando todo el tiempo. —¡Deprisa!

Aceleramos el paso pero aún así podían alcanzarnos. Nuestra desventaja era gigantesca.

Una luz nos cegó a todos y los silbidos se hicieron más fuertes. Maldecí con frustración al darme cuenta que sabían que estábamos en el bosque.

Habíamos caído en su matadero.

Miré con preocupación a Eugene que estaba golpeado y de rodillas.

—Bien. Llegaron. Bienvenidos adonde iban —el hombre se dejó ver —. Entreguen sus armas —sacó su arma y le apuntó a Carl —. Ahora.

—Podemos hablarlo —murmuró Rick.

—Ya hablamos bastante. Llegó la hora de escuchar.

Algunos Salvadores se nos acercaron para quitarnos las armas. Uno de ellos se me acercó para quitarme la pistola —. Puedo hacerlo sola —hablé con enojo al sentir sus manos tocar mi cintura apropósito. Con brusquedad le tendí el arma.

El de bigote se paró frente a Carl. —Esa es tuya, ¿cierto? —el ojiazul lo miraba con odio —. Sí, es tuya —le dio un golpecito al sombrero.

Se alejó de Carl para ir hacia Rick. —Bájenla y póngase todos de rodillas. Hay mucho por hablar.

—Dejen, la bajamos nosotros —habló papá cuando varios hombres se acercaron para agarrar la camilla.

El "líder" indicó que fuera así.

Ayudé a Maggie hincarse. Quedando papá en medio de las dos.

Nunca había visto esa mirada de Rick. Llena de pánico y tan frágil. Algo malo estaba a punto de suceder, y todos lo sabíamos.

De una camioneta bajaron a Michonne, Glenn, mamá y Daryl, el último forcejeaba para que lo suelten y al acercarlo más, pude ver que sangraba del hombro y traía puesta una manta. Algo me decía que él trató de proteger a los demás.

Mamá me miró con miedo al verme hincada.

—¿Maggie? —Glenn quiso acercarse a su esposa pero se lo impidieron.

—¡Muy bien! —exclamó el líder —¡Cuántos son! Ahora conozcamos al jefe.

¿Él no era el jefe?

La puerta de la caravana se abrió. —¿Ya nos orinamos encima?

Esto debía ser una jodida broma.

Alcé levemente la vista para verlo. Era él.

—Cielos, tengo el presentimiento de que estamos cerca -bajé la cabeza para evitar que me viera —. Sí. Muy pronto aquí habrá mucho olor a orina. ¿Quién de ustedes es el líder, imbéciles?

Señalaron a Rick. —Él es el líder.

Negan caminó hacia él. —Hola. Eres Rick, ¿verdad? Yo soy Negan. Y no me agrada que hayas matado a mis hombres. Además, cuando envié mi gente para matar a la tuya por haber matado a la mía, mataste a más de la mía. Muy mal. No tienes idea de lo mal que estuviste. Pero enseguida empezarás a comprenderlo. En unos minutos, te arrepentirás de haberme ofendido. Así es. Rick, hagas lo que hagas, pase lo que pase, no debes desafiar el nuevo orden mundial. El nuevo orden mundial es este, y es muy sencillo. Aun así eres estúpido, y probablemente lo seas, puedes entenderlo. ¿Estás listo? Aquí va. Presta atención. Dame tus cosas... o te mato. Hoy fue la jornada de orientación laboral —comenzó a caminar, observando a cada uno —. Invertimos mucho para que supieran quién soy... y de qué soy capaz. Ahora trabajan para mí. Si tienen algo, me lo dan. Esa es su tarea. Sé que es una realidad muy difícil de tragar. Pero deberán tragarla igual —volvió a ponerse enfrente de Rick —. Tú estabas a cargo. Tú... construiste algo. Creíste que estaban seguros. Lo entiendo. Pero se comenta... que no están seguros. Ni un poquito.

Apreté la tela de mi camisa con fuerza al sentir el nudo en mi garganta y un peculiar dolor de pecho. No me sentía bien, ni estaré bien.

—A decir verdad, están fritos. Más aún si no hacen lo que quiero. Y lo que quiero es la mitad de sus cosas. Si les parece demasiado, fabriquen, busquen o roben más, y tarde o temprano, lo recuperarán. Así será su nueva vida. Cuánto más se resistan, más difícil será. Así que si alguien golpea a su puerta... ábrannos. Somos los dueños de esa puerta. Si tratan de detenernos, la derribaremos. ¿Comprendes? —no respondió —¿Qué? ¿No respondes? No creíste que pasarían por esto, sin recibir un castigo, ¿o sí? No deseo matarlos. Que eso quede claro desde el principio. Quiero que trabajen para mí. Y no pueden trabajar si los mato, ¿verdad? No pienso cultivar una huerta —sonrió burlonamente —. Pero me mataron a gente. A muchos hombres, demonios. Más de lo que puedo aceptar. Y por eso van a pagar. Así que ahora... voy a destrozar a golpes a uno de ustedes.

Cerré los ojos con fuerza mientras negaba con temor.

—Ella... se llama Lucille —abrí los ojos al escuchar su nombre. Le había puesto su nombre a ese bate —, y es sensacional. Todo esto... Todo esto es para que decidamos quién de ustedes tendrá el honor.

Se acercó a donde estaba y traté de esconderme más.

—¡Santa mierda! No creí que fueras tú, pensé que estabas muerta pero veo que no, ¡el destino nos volvió a juntar! ¿Qué? ¿No vas a mirarme? Ya sé... ¿No le quieres dar un abrazo al tío Negan, Nydia? —y por primera vez en la noche me atreví a alzar la cabeza para mirarlo, él me miraba con una gran sonrisa y con los brazos extendidos —. Vaya... Esa mirada si que me da escalofríos.

Podía sentir la mirada de todos sin entender lo que había pasado, y no quería dar explicaciones. Negan ya no era el mismo, eso estaba claro, no sabía que tanto había cambiado. Todo el mundo cambió cuando empezó esto.

Entré en pánico cuando se acercó a Carl con ese bate de púas. —Tú tienes un arma nuestra —se puso de cuclillas para estar a la altura del ojiazul —. Sí, tienes muchas armas nuestras. Mierda, niño. Alégrate. Al menos, llora un poco.

Carl solo mantenía un semblante de enojo.

Negan, nuevamente volvió a caminar enfrente de nosotros. —¡Cielos! —miró a Maggie —Tú te ves horrible. Debería tener piedad y sacrificarte ahora.

—¡No! —el grito de Glenn hizo estremecerme.

Tumbaron a Glenn y comenzaron a golpearlo. Un tipo rubio y con la mitad de su cara con una gran cicatriz le apuntó con la ballesta de Daryl. Me sentía tan pequeña, tan imponente al estar ahí sin poder hacer nada.

El del bate ordenó que regresara a su lugar. —De acuerdo, escuchen. Que ninguno vuelva a hacer algo así. Lo mataré, sin excepciones. Esta primera vez fue gratis. La angustia es muy grande. Lo entiendo. Qué terrible, ¿no? Darte cuenta de que no sabes una mierda.

Rick miró a su hijo con preocupación y Negan se dio cuenta de eso. Sonrió con burla y señaló a ambos Grimes con el bate. —Él es tu hijo, ¿cierto? Sin ninguna duda, es tu hijo.

—¡Basta! —gritó Rick, haciéndome sobresaltar.

—¡Oye! No me hagas matar al futuro asesino serial. No me lo hagas fácil —el aire comenzaba a faltarme —. Tengo que escoger a alguien. Están todos aguardando que me decida.

Silbó, mientras volvía a pasearse enfrente de nosotros. —No sé a quién elegir —acarició levemente su sien —. Tengo una idea.

—Ta.

Apuntó a Rick con el bate.

—Te.

Maggie tenía que vivir por ella y el bebé.

—Ti.

Papá... Aún tenía que mudarme con él y Sasha.

—Suerte.

Michonne no puede dejar a Carl.

—Para.

Mamá no podía dejarme.

—Mí.

Daryl aún tiene que cuidar de Vik.

—Si.

Glenn, él, no... Tiene que ver al pequeño.

—No.

Sasha merece ser feliz con papá.

—Es.

Aún no le admito a Carl todo.

—Para.

Sin Aaron nunca hubiéramos llegado a Alexandria.

—Mí.

Vikram deseaba vivir por Ron.

—Será.

No hubiera sobrevivido sin Eugene.

—Para.

Aún quería hacer muchas cosas. No quería morir.

El mismo patrón se repetía una y otra y otra vez. Las lágrimas comenzaban a acumularse y en cualquier momento caerían.

—Ti.

Supe que mi vida se había ido al carajo al ver a la persona que él había escogido.

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