Estrés | Future Donnie

⭐ Donnie del futuro x Fem TN
⭐ Donnie edad: 40 años
⭐ 🔞 NSFW | Smut
Nota: Ambientado en la línea temporal apocalíptica.
Nota 2: oneshot reescrito.

⚠️ Advertencia: diferencia de tamaño, lenguaje vulgar.

Estabas agotada, recientemente los Krang habían atacado la Resistencia. Mikey logró repelerlos, sin embargo, habían dañado los sistemas de seguridad y protección, reduciendo los escudos al 30%

Después del ataque, tu esposo se encerró en el laboratorio haciendo modificaciones y actualizando todos los sistemas. No era difícil para Donatello, sin embargo, requería y exigía de todo su tiempo y atención.

Entraste al laboratorio con tu tarjeta de acceso, y lo hallaste allí, en su santuario tecnológico, inmerso en los destellos de luces parpadeantes. Donatello, sumergido en su tarea, captó tu llegada al instante, aunque tú te aproximaste con cautela para no asustarlo.

¿Cómo vas, cariño? —lo abrazaste por detrás apoyando tu mentón en su cabeza.

Al 75% —murmuró sin dejar de teclear códigos.

Dejaste escapar un suspiro y depositaste un beso en su cabeza. Sabías lo mucho que se esforzaba por mantener a todos a salvo y, sobre todo, lo estresante que era.

Descansa un poco, ¿sí? —no obtuviste más que un simple «ujum» como respuesta.

Extrañabas estar con tu marido, si bien dedicaba sus días a resolver asuntos para la Resistencia, solía encontrar tiempo para estar contigo por las noches. Sin embargo, últimamente, ni siquiera compartían la cama, y te consumía la ausencia de sus caricias y su cercanía. Desde hace un buen rato, te morías por un poco de cariño y mimos, y te dabas cuenta de que Donatello se sentía de la misma manera.

Evocando lo bien que se sentía tenerlo cerca, te inclinaste hacia su cuello y dejaste que tu aliento hiciera su trabajo; provocando una reacción que no pasó desapercibida para Donatello. Intentaba mantener su compostura, marcando cierta distancia, como si tuviera «todo bajo control»; pero tú decidiste continuar, acercándote aún más, dejando que tus labios se posaran en su piel.

Donnie... —murmuraste en su cuello antes de apoderarte de él.

Besaste con delicadeza aquella zona sensible que desvanecía toda defensa de tu marido. Aunque seguía concentrado en su trabajo frente a la pantalla, notabas un sutil cambio en su postura, un leve inclinarse de cabeza que revelaba que –muy en el fondo– disfrutaba de tus caricias

Ahora no, amor... —renegó tu esposo al sentir tus labios mojando su piel.

Su mirada seguía clavada en el computador y sus dedos continuaban tecleando, tratando de ignorar tus insinuaciones, aunque no tardaría en ceder ante tu insistencia.

Te necesito... —susurraste juguetona.

Con tus palabras, especialmente con ese tono dulce e insinuante, lograste que finalmente se girara en su silla. Inclinó su espalda hacia atrás, ofreciéndote libre acceso a su regazo, pero antes de que pudieras subir, indicó:

Rápido, ¿de acuerdo? —y asentiste feliz.

Te sentaste a horcajadas sobre él, apoyando tus piernas al costado de las suyas. Tomaste su rostro entre tus manos y lo besaste ansiosa, haciendo que la temperatura entre ustedes se elevara con cada roce de labios. La intensidad del beso aumentaba a medida que Donatello respondía con ardor, y a su vez, su mano se deslizaba por debajo de tu blusa, rozando tu espalda hasta llegar a tu sostén, el cual desabrochó con facilidad. Con una caricia suave, sus manos exploraron tus senos, dedicando especial atención en estimular tus pezones.

Mmg~ —gemiste sutilmente contra sus labios.

Sus dedos recorrieron el contorno de tu cintura y descendieron hasta tu muslo, hundiéndose con firmeza en este. Mientras tanto, deslizaste tus manos bajo su sudadera morada, elevándola con ansia hasta despojarlo por completo de esa prenda, dejando al descubierto su plastrón. Simultáneamente, te desnudó de la parte superior, obteniendo una linda vista de los deliciosos senos que acababa de manosear.

Un tanto impaciente, frotaste tu intimidad contra su bulto, sintiendo cómo se endurecía bajo la tela de su pantalón.

Amor... —murmuró, ya perdido en la calentura del momento.

Comenzó a moverte sobre su regazo, simulando embestidas todavía con la ropa puesta. Tus suspiros se tornaron en gemidos suaves que despertaron su libido, la cual había permanecido dormida a causa de la presión que producían sus responsabilidades.

Sin perder más tiempo, desabrochaste tu pantalón y lo dejaste caer al suelo junto a tu ropa interior. Ansioso por estar dentro de ti, bajó un poco su prenda junto a su bóxer, lo suficiente para liberar su polla. No dudaste en montarlo; envolvió su virilidad y la guío hasta tu entrada, descendiste sobre él, introduciendo cada centímetro de su longitud en ti. Inmediatamente, Donatello tomó el control de tu cuerpo, sujetando firmemente tus caderas, comenzando a moverte a su antojo.

Normalmente, te dejaba dominarlo y marcar la cadencia con el que querías ser follada; asimismo, la velocidad e intensidad de sus penetraciones aumentaban de manera gradual, pero esta vez tu esposo se sentía impaciente por descargar el estrés que el trabajo le había generado.  

Cuando lograste adaptarte a su ritmo, bajaste la mirada para encontrarte con la suya, solo para descubrirlo absorto en tus senos, lamiendo tus pezones como si fueran caramelos. Tus dedos se deslizaron con suavidad por su cabeza, mientras lo empujabas con firmeza hacia ti, incitándolo a devorarte con más intensidad; y en respuesta, no solo chupeteó tus pequeños botones rosados, también succionó tu delicada piel dejando algunas marcas sobre esta.

D-donnie —pronunciaste, buscando captar su atención, pero él seguía sumergido en el placer que le generaba estar dentro de ti.

Sus embestidas eran rápidas y profundas, apretaba tu culo con rudeza mientras lo movía arriba y abajo sobre su verga con facilidad, como si un objeto sexual se tratase. Tu esposo llevaba reprimiendo sus frustraciones varios días y lo notabas en la agresividad con la que te follaba; pero no te molestaba, al contrario, ver el lado más instintivo y animal de Donatello te excitaba muchísimo.

De verdad necesitaba esto... —gimió con voz ronca.

Te meneabas y saltabas sobre su dura polla, apoyándote en sus hombros mientras él te asistía, agarrándote fuertemente de las nalgas y embistiéndote con intensidad, alcanzando el rincón más profundo de tu caliente y húmedo coño. El sonido de sus pieles chocando inundaba la habitación, mezclándose con tus gemidos y sus gruñidos. Te sentías tan desesperada por aprovechar ese pequeño momento que tu marido te regalaba.

Lograste hacer contacto visual, su mirada reflejaba una mezcla de cansancio y lujuria. Donatello estaba harto de la Resistencia, de la gente y de las amenazas del exterior, pero ahí estabas tú, montándolo, haciendo que olvidara al menos por un instante el peligro que los acechaba día con día.

Su grosor deslizándose entre tus estrechas paredes acariciaba con precisión los puntos sensibles que te acercaban al clímax. El vaivén en tu interior sumado al choque insistente de su glande contra tu tope vaginal, te hacían sentir en el paraíso; provocando que, con el pasar de los minutos, comenzaras a perder fuerza en las piernas.

Rendirte ante Donatello, permitiendo que dirigiera tus movimientos, fue una elección deliciosa. Rodeaste su cuello con tus brazos y presionaste tu frente contra la suya, dejando un pequeño espacio que separaba sus labios, apenas rozándose entre ellos, y al mismo tiempo, permitiendo sentir la respiración y los gemidos del otro.

Donnie... y-yo —tus gemidos te impedían vocalizar con claridad, pero Donatello sabía que estabas cerca del orgasmo.

Abrazó tu cuerpo, pegándote a él, y elevando un poco tu trasero, comenzó a embestirte con salvajismo primitivo; sus estocadas descuidadas te orillaron a un estado de placer puro que produjo espasmos en tu entrepierna y contracciones alrededor de su palpitante circunferencia. Tus piernas temblorosas y tus fluidos mojando su verga le hicieron saber que te habías corrido; enseguida, se enterró por última vez en tu canal vaginal, liberando un caliente chorro blanquecino que terminó por mezclarse con tu esencia.

Podías percibir el calor de su semen escurrirse por tu entrada, mientras que, descansando tu cabeza sobre su pecho, disfrutabas del subir y bajar de su respiración entrecortada. Su actitud dominante comenzó a desvanecerse conforme su cuerpo y mente regresaban a la normalidad. Recibiste un dulce beso en la mejilla y un «te amo» a lo cual respondiste con una pequeña sonrisa.

Todavía no te recuperabas de aquello y Donatello ya se había girado –contigo aún encima– para continuar tecleando. Quisiste protestar pero tu marido te había dejado sin energías. Con un gesto protector, te cobijó con su sudadera, y te dejaste acurrucar, dejándole seguir con sus asuntos. Después se encargaría de ti, pero ahora tenía otra prioridad que atender.

ʕ⁠´⁠•⁠ᴥ⁠•⁠'⁠ʔ Hola, soy la escritora, Mafer. Weey, mi primer oneshot, q pena JAJA yo sé que los tengo acostumbrados a memes y cosas graciosas, pero quería compartirles estos humildes escritos.

no creo hacer pedidos, tampoco es que sea buena, pero se intenta, GRACIAS X LEER BAI





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