Disfraz Parte 2 | Rise Donnie
⭐ Donnie x Fem T/N
⭐ Donnie edad: 19 años
⭐ 🔞 NSFW | Smut
⭐ Nota: Para más contexto, leer parte uno.
⚠️ Advertencia: fetiche de disfraz, clastomanía, lenguaje vulgar.
El día en la convención terminó de forma algo... amarga. Por mala organización del evento, algunas conferencias y meet and greet fueron cancelados. Realmente fue sorpresivo para todos y claro, muchas personas se fueron disgustadas del lugar, entre ellos, Donatello y sus hermanos.
Al regresar a la guarida, las quejas y suspiros de molestia no se hicieron esperar.
—Qué decepción —dijo Miguel Ángel —. Tanto esperar para nada.
—¡Lo sé! —exclamó Leonardo—. De verdad quería que autografiaran mi póster de Jupiter Jim.
—Bueno, son cosas que pasan —dijiste encogiendo los hombros.
—Que no deberían pasar —corrigió Donatello.
—El único que salió ganando es Rapha —dijo Leonardo cruzándose de brazos.
Todos se giraron hacia el mencionado, el cual cargaba un peluche nuevo.
—No es mi culpa que haya sido el único en alcanzar mercancía de Jupiter Jim.
—¡Te lo cambio por mis estampitas! —dijo Miguel Ángel.
—¡No!
Sin darse cuenta, comenzaron a hacer demasiado bullicio: Leonardo continuaba quejándose, Miguel Ángel trataba de convencer a su hermano para obtener el peluche, Donatello enumeraba todos los errores del staff y tú solo los escuchabas haciendo uno que otro comentario ocasional.
Inevitablemente, a causa ruido, Splinter se despertó. Con un gesto de molestia, se levantó del sofá e hizo acto de presencia ante sus hijos y tú, mostrando claramente su inconformidad por la interrupción de su sueño.
—¡Niños! —llamó Splinter—. ¿Podrían quejarse en silencio...? ¡En sus habitaciones! —dicho eso, regresó a su sillón.
Todos bufaron al ser reprendidos, retirándose cada uno a su cuarto; seguiste a tu novio y cerraste la cortina tras de ti.
♡
Donatello estaba apunto de quitarse la diadema que conformaba su disfraz, pero lo detuviste.
—Recuerda que aún nos podemos divertir —dijiste en un tono juguetón.
Un rubor se apoderó de sus mejillas al recordar la propuesta que te había planteado unas horas antes; estaba claro que no iba a desaprovechar la oportunidad de hacerte suya, pero ahora vestida con ese lindo –y provocativo– disfraz.
Rodeaste su cuello y uniste tus labios con los suyos, retomando lo que habían dejado en pausa hace rato. Con más confianza, Donatello abrazó tu cintura y fue llevándote a la misma silla donde había disfrutado de tu felación; se dejó caer sobre esta, dejándote su regazo libre para que te sentaras a horcajadas sobre él. Debajo de ti sentiste su erección presionando contra tu intimidad; comenzaste a moverte sobre él, meneando tus caderas de forma seductora, endureciendo aún más su polla.
Sus manos bajaron hasta tu culo, el cual manoseó de forma sumamente morbosa; estrujando y palmeando tus nalgas, contenidas en la suave tela de tus mallas. Sus dedos te recorrían desde los muslos hasta tus glúteos, hundiéndose en ellos mientras empezaba a mover tu trasero hacia arriba y abajo, imitando la cadencia de una embestida.
—Bájate el short —susurraste.
Donatello acató tu indicación de inmediato y deslizó sus licras hacia abajo hasta dejar expuesto su miembro. Envolvió su virilidad y comenzó a restregarla contra tu culo, utilizándolo como un instrumento de placer; la rica fricción provocó que tu disfraz se impregnaran con la humedad que brotaba de su punta. Mientras se masturbaba, tus labios exploraron el contorno de su mandíbula, descendiendo en un camino de besos húmedos hasta su cuello. Allí, juguetonamente, lo chupaste y mordiste, provocando que gimiera con suavidad.
Estabas mojada y no solo por el preseminal que manchó tu ropa; necesitabas con urgencia tener a tu novio dentro de ti. Donatello se sentía igual de impaciente, así que, de forma abrupta y sin detenerse a pedir permiso, desgarró bruscamente las mallas junto al leotardo que cubría tu trasero e intimidad.
—¡Donnie! —musitaste en modo de regaño.
—Lo siento —murmuró—. No pude evitarlo —una pequeña sonrisa traviesa se esbozó en sus labios.
Te preguntaste si la tela del disfraz era de pésima calidad o si, en realidad, la fuerza de tu novio era demasiada; te inclinaste por la segunda opción al recordar el entrenamiento vigoroso que solía realizar con su bō.
Te nalgeó con gentileza, provocando que soltaras un suave gemido; de igual forma, tomó su polla y dió pequeños golpecitos sobre tu piel desnuda, avisándote de lo que se aproximaba. Elevaste un poco tu cuerpo, dejando espacio para que acomodara su miembro en tu entrada. Descendiste lentamente, sintiendo cada centímetro mientras tu coño se adaptaba una vez más al grosor de Donatello, hasta tenerlo dentro por completo.
Con sutiles meneos circulares, provocaste que su tronco pulsara de forma exquisita contra tu punto G, y ahí te mantuviste por un rato, hasta que tu novio tomó control de la situación. Sujetó tu cintura y comenzó a moverte, indicando que subieras y bajaras por toda su longitud. Te apoyaste en el respaldo de la silla e hiciste eso mismo; empezaste a deslizarte sobre él, dejándote caer para sentirlo profundamente dentro de ti.
Mientras te encargabas de hacerlo –y hacerte– disfrutar, Donatello parecía inmerso en el ligero movimiento de tus pechos, que se mantenían más o menos firmes bajo el ajustado leotardo. Subió sus manos hasta tus senos, apretándolos gentilmente. Sin embargo, esa delicadeza duraría poco, ya que, al igual que tus mallas, rompió la tela dejando expuesto tu busto.
—¿En serio, amor? —arqueaste la ceja.
—Te compraré otro —no podías enojarte con él, parecía un pequeño niño rompiendo la envoltura de su regalo—. Lo prometo.
Con una mano se divertía estrujando una de tus nalgas, y al mismo tiempo, con la otra masajeaba tus senos. No sabía en dónde enfocar su atención, pero tenía todo un manjar encima de él y quería disfrutarlo al máximo.
Tu hipnótico movimiento de caderas arrancaba gemidos profundos de la boca de tu novio, que ocasionalmente atendías con húmedos besos y mordidas juguetonas. Mas su tentación lo dominaba y no podía resistirse a apartarse de tus labios para sumergirse entre tus pechos, lamerlos y dejar marcas visibles en tu piel.
—Gírate, por favor —indicó entre gemidos tenues.
Sin cuestionarlo, abandonaste su regazo, sintiendo un vacío momentáneo. Con su ayuda, irguió su falo deseoso para acomodarte sobre él;
te ofreciste de espaldas –como había pedido– y te sentaste con lentitud sobre su polla, albergándola entera en tu interior.
—Mm~ ah~ —suspiraste a causa de las nuevas sensaciones que te proporcionaba la nueva posición.
Después de saciar parcialmente sus deseos con su novia, Donatello ansiaba por follarse a su crush ficticio. Con tu espalda vuelta hacia él y desde su perspectiva, su fantasía cobraba vida. La vista de tu culo, apenas cubierto por los restos de tu disfraz desgarrado, simplemente no tenía precio.
Tu novio sujetaba tus caderas, fungiendo de soporte mientras retomabas el vaivén sobre su verga. A diferencia de cuando estaban cara a cara, ahora se mostraba más dominante, dejando al descubierto su naturaleza salvaje; marcó un ritmo más acelerado y rudo, orillándote a moverte de forma frenética.
Toda su longitud se mantenía dentro de ti, golpeando tu límite en cada saltito que dabas. Detrás de ti, Donatello continuaba manoseándote; sus manos se escabulleron hasta tu entrepierna, donde terminó por romper la poca tela que cubría tu intimidad. Decidió recompensarte por tu esfuerzo, mientras te mecías, deslizó su dedo sobre tu vulva y lo movió de lado a lado, frotando con insistencia tu hinchado clítoris.
—D-donnie~ ahm~ —luchabas por contener los gemidos. Aunque el placer te invadía, preferías mantenerte lo más silenciosa posible para evitar otro regaño de Splinter.
Su yema pulsando tu botón sensible provocaba pequeños espasmos que te volvían inquieta sobre él. Echaste tu cuerpo hacia atrás, tratando de apoyarte en su plastrón, pero Donatello te inclinaba hacía adelante, regresándote a tu posición.
Tomó nuevamente tus caderas para ayudarte a dar saltitos sobre su regazo, enterrándose en ti cada vez que bajabas. Era un enigma la mente de tu novio y te intrigaba saber qué pasaba por su cabeza en estos momentos. Lo único que tenías claro es que lo estaba gozando demasiado.
Su punta chocando reiteradamente contra tu tope vaginal te llevaba al límite; no faltaba mucho para que alcanzaras el clímax y se evidenciaba en tu meneo irregular. Te detenías cuando sentías aquel hormigueo placentero, pues querías correrte junto a tu novio. Con los gemidos profundos de Donatello y el siseo seductor escapando de sus labios, supiste que era el momento perfecto para ceder ante las contracciones y dejarte llevar por el orgasmo.
—¡Mm!~ —chillaste agudamente.
De forma brusca, sus brazos te envolvieron, atrayéndote hacia él con fuerza mientras se hundía profundamente y descargaba toda su esencia dentro de ti. Tus paredes se contraían en un delicioso agarre, provocándole placer continuo incluso después de haberse corrido. Giraste tu rostro y te encontraste con él en un beso fugaz, entrecortado por sus respiraciones. Sus manos –que antes te tocaban con tosquedad– acariciaban tu cuerpo de manera delicada, reconfortándote después de la intensa actividad.
Si bien querían seguir en aquella posición, debían resolver un pequeño problema antes de continuar mimándose.
—Hmm Donnie...
—¿Sí?
—¿Cómo saldré de aquí con «esto»? —señalaste tu disfraz destrozado.
—Lo siento —dijo avergonzado—. Te prestaré mi sudadera.
Debías inventar una excusa para explicar el por qué no traías puesto tu disfraz, pero al menos te quedaba bien el color morado.
ʕ´•ᴥ•'ʔ Hola, soy la escritora, Mafer.
No creí que les gustara tanto el oneshot como para pedir parte 2, pero aquí está 💋
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