━━ 𝟐𝟕
【𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟸𝟽】
𝐦𝐢é𝐫𝐜𝐨𝐥𝐞𝐬, 𝟑𝟏 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟒
𝓓afne
𝐄𝐋 𝐃Í𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐘𝐄𝐑 𝐅𝐔𝐄 𝐑𝐄𝐀𝐋𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐍𝐒𝐎. Tanto, que estoy segura de que se quedará grabado en mi memoria por mucho tiempo. Un huracán de emociones y sucesos se desencadenó, transportándome en un viaje de autodescubrimiento y sorpresa.
Fue precisamente durante esa tarde cuando experimenté algo completamente nuevo, algo que sacudió mi mundo de una manera increíble. Compartí un beso con Matías, una experiencia simple y, al mismo tiempo, profundamente significativa. Cuando nuestros labios se unieron, fue como si el tiempo se hubiera detenido y el resto del mundo desapareciera a nuestro alrededor.
En ese instante, una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, despertando un montón de sensaciones desconocidas, pero inmensamente intensas. Cada roce de sus labios contra los míos encendió una chispa dentro de mí, una chispa que avivó un fuego que ardía con una pasión que ni siquiera sabía que habitaba en lo más profundo de mi ser.
Sin embargo, no fue solo el beso lo que me hizo sentir así. Desde el momento en que nos conocimos, siempre existió una tensión palpable entre nosotros, una atracción que parecía resonar en el aire cada vez que estábamos cerca.
Esa tensión sexual latente que siempre nos acompañó se hizo aún más fuerte y evidente en el momento en que nuestros labios se encontraron. Fue como si finalmente se hubiera liberado toda esa energía acumulada, creando un instante de intimidad y conexión. Me sentí viva, llena de energía y emoción, como si cada célula de mi cuerpo estuviera vibrando con anticipación ante las sensaciones que se desplegaban ante mí.
Sin embargo, cuando nuestros amigos comenzaron a hacer bromas sobre nosotros por nuestro retraso, una mezcla de incomodidad y nerviosismo se apoderó de mí. Las risas y comentarios juguetones resonaban a mi alrededor, mientras luchaba por mantener una expresión tranquila. Por dentro, mi mente estaba abarrotada de preguntas sobre cómo cada uno estaba interpretando nuestra tardanza.
Una hora después, cuando las bromas ya habían alcanzado su punto máximo y el ambiente se tornaba cada vez más engorroso, Melanie y yo intercambiamos una mirada cómplice que indicaba que era el momento de retirarnos. Nos despedimos de los chicos y emprendimos el camino de regreso a la estación de autobús.
Durante el trayecto nos sentamos juntas, sintiendo el eco de la noche que caía sobre la ciudad, creando una atmósfera íntima y serena. Mientras las luces se desvanecían en el horizonte, decidí abrir mi corazón a Melanie y compartir los detalles de lo sucedido.
Detallé el beso inesperado en la cocina, describiendo cómo cada instante parecía estar impregnado de electricidad y cómo nos sumergimos en una conexión tan profunda como inesperada. Melanie escuchaba con atención cada palabra, sus ojos reflejaban sorpresa y asombro a medida que relataban mi vivencia.
Al concluir mi relato, percibí una leve sonrisa irónica que se dibujaba en los labios de Melanie. Era evidente que su sugerencia de que Matías y yo fuéramos a buscar el cenicero tenía un propósito más profundo.
Melanie era observadora y perceptiva, y captó la tensión que había entre Matías y yo. Supongo que su intención al incitarnos a ir juntos a la cocina fue como tender un puente para aliviar esa tensión, actuando como una mediadora discreta pero eficaz.
Y ahora mismo, mientras el azul profundo de la noche se desvanece gradualmente, cediendo su lugar a una suave tonalidad anaranjada que anuncia la llegada de un nuevo día, me doy cuenta de cuánto significaba su apoyo constante en cada momento de mi existencia.
Melanie no era simplemente mi mejor amiga; era mi cómplice en cada aventura, mi compañera de travesuras. Conocía todos los recovecos de mi ser, desde mis sueños más profundos hasta mis miedos más oscuros, incluso cada detalle de mi vida. No había secreto que pudiera ocultarle, y siempre estaba ahí para escucharme, aconsejarme y animarme cuando más lo necesitaba.
Melanie era mi ancla en este mundo caótico, mi faro de luz en los días más oscuros y mi refugio en medio de la tormenta. No podría imaginar mi vida sin ella, y estaba infinitamente agradecida de tenerla a mi lado.
Desde la terraza de mi habitación, me sumerjo por completo en el espectáculo que se despliega ante mis ojos en el horizonte. En medio de este paisaje grandioso me siento muy pequeña, una humilde espectadora ante la magnificencia del paisaje. Contemplo maravillada cómo el sol comienza a asomarse tímidamente sobre el horizonte, derramando su luz dorada y radiante sobre el mundo.
Una vez que el amanecer completa su danza en el cielo, me encamino hacia mi armario en busca del atuendo perfecto para el día. Opto por unos pantalones tejanos desgastados y una camiseta holgada, dos prendas que me brindan comodidad sin sacrificar el estilo. Ya me siento lista para enfrentar lo que sea que el día me tenga preparado.
Luego, decido dedicar un poco de tiempo a ordenar mi habitación. Decido poner algo de música suave de fondo para crear una atmósfera relajante, y el ritmo tranquilo me ayuda a sumergirme plenamente en la tarea. Con cada movimiento me siento envuelta en una sensación de calma y paz interior.
Hago la cama con cuidado, doblando las sábanas con precisión y colocando los cojines en su lugar. Siento una oleada de satisfacción al verlo todo en su sitio, como si el orden en mi habitación reflejara el orden en mi mente.
Una vez termino de ordenar mi habitación, me encamino hacia la cocina, donde el aroma tentador del café recién hecho ya impregna el aire. Al entrar, me encuentro con mi madre, quien está inmersa en la tarea de preparar el desayuno con una sonrisa cálida que ilumina su rostro. Nos saludamos con un abrazo afectuoso, compartiendo ese instante especial que solo una madre y una hija pueden experimentar.
Me acomodo en la mesa mientras ella termina de preparar el desayuno. Pronto, deposita frente a mí un plato de panqueques recién hechos, con su aroma delicioso invitándome a dar el primer bocado.
─ Hija, ¿cómo andás? ─pregunta mamá con ternura mientras me servía una taza de café.
Respondí con un asentimiento de cabeza mientras me permitía deleitarme con el reconfortante aroma del café antes de tomar un primer sorbo revitalizante.
─ Dafne ─me llamó, y su tono de voz me reveló algo más que la simple bienvenida matutina─. Me llamaron del laburo y me tengo que ir de viaje por un nuevo proyecto ─explicó con un dejo de pesar en su voz.
─ ¡Mirá vos! ¿Otra vez? ─pregunté, dejando la taza en la mesa con sorpresa, mientras las preocupaciones comenzaban a anidar en mi mente─. ¿Por cuánto tiempo?
Mamá dejó escapar un suspiro, y pude ver el cansancio reflejado en su rostro, una huella de los incesantes viajes que había emprendido últimamente.
─ No estoy segura ─respondió con sinceridad, su voz cargada de una mezcla de determinación y fatiga─. Todo dependerá de cómo vaya avanzando el proyecto.
Asentí con comprensión, aunque por dentro sentía una punzada de fastidio ante la idea de quedarme sola en casa nuevamente. Desde que papá falleció, quedarme sola en casa se había convertido en un recordatorio constante de su ausencia.
─ Lo entiendo ─dije con un toque de comprensión, intentando disimular mi pesar bajo una expresión serena─. ¿Cuándo te vas?
─ Hoy, tengo el vuelo a las 18:00 ─me respondió mamá con un tono apenado─. Me da bronca tener que irme otra vez, pero es parte del laburo...
─ Lo entiendo mamá. No te preocupes por mí, voy a estar bien ─aseguré con la voz firme, aunque en mi interior el nerviosismo se entrelazaba con la tristeza.
La perspectiva de quedarme sola nuevamente me llenaba de ansiedad, pero decidí mantener una fachada de fortaleza para no agregar más preocupaciones a mamá.
─ Aprovechando que estamos acá juntas, tenía que decirte algo ─continué, intentando desviar la atención hacia algo más positivo─. El sábado capaz tenga un evento de moda, pero todavía no está confirmado. El viernes lo sabré.
La sonrisa de mamá se amplió, contagiada por mi entusiasmo.
─ ¡Qué copado! ─exclamó, mostrando su apoyo y alegría─. Voy a estar esperando a que me confirmes si lo tenés o no. Y si necesitas algo mientras estoy afuera, mándame un mensaje sin dramas, ¿dale?
Sus palabras me reconfortaron como un cálido abrazo en medio de mis preocupaciones. A pesar de que su ausencia sería difícil, su apoyo incondicional me recordaba que siempre estaría a mi lado, incluso en la distancia.
Aprovechamos el desayuno para conversar un rato más, sumergiéndonos en la complicidad que siempre había caracterizado nuestra relación.
─ Che, ¿qué te parece si salimos a comer y me contás mejor eso del evento? ─propuso mamá con una sonrisa.
─ ¡Claro, mamá! Sería re copado salir a comer juntas ─respondí con entusiasmo, emocionada por la oportunidad de compartir un momento especial antes de su partida─. Me gustaría contarte bien qué onda con el evento y por qué es importante para mí.
Mamá asintió con una sonrisa, y mientras terminábamos de desayunar, comenzamos a planificar a dónde podríamos ir a comer. Entre risas y complicidad, discutimos diferentes opciones, desde ir a nuestro restaurante favorito hasta explorar algún lugar nuevo que siempre habíamos querido probar.
El simple hecho de estar juntas, compartiendo esos momentos, era lo que más valoraba.
NO SE OLVIDEN DE VOTAR Y COMENTAR!!!!❤️❤️❤️
(MARATÓN 1/3)
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