🪻┆No iras solo

Tanto mis ojos como mi mente no podían creer lo que estaba viendo en la televisión. De modo que, sin pensarlo dos veces, saqué mi celular para hacer una llamada y confirmar el hecho.

Los segundos de espera al recibir una respuesta fueron los más eternos. Hasta que después de tres veces de haber intentado comunicarme con la esposa del accionista de nuestra empresa, me respondió.

Entre sollozos y una voz entrecortada, se escuchaban llantos alrededor de la mujer, y mi cerebro rápidamente sacó una conclusión.

La noticia dada por los medios era real, tanto la confirmación de la reciente viuda cómo la de los presentadores de noticias, afirmaban que el hombre había desaparecido la noche de ayer, y esta mañana fue encontrado con un orificio en la cabeza ¿Las razones? Aún se desconocían, pero no pude evitar sentir un escalofrío al tratarse de alguien tan cercano a nosotros.

Mientras asimilaba la noticia, observé a mi madre aparecer por la entrada del café. Con su caminar elegante, ella se acercó hasta la mesa donde yo la esperaba, y levantando los lentes de sol sobre su cabeza, tomó asiento para dirigirse a mí con un simple «Hola»

Bueno, no era necesaria tanta formalidad entre nosotras, de hecho esta era la forma en la que siempre solíamos comunicarnos ella tan cortante y yo ahora indiferente.

- Me imagino que trajiste los papeles, y veo que esta vez no te está acompañando tu marido.

- Tiene muchas cosas por hacer, sabes qué él es un hombre ocupado. Y si traje los papeles de la fábrica, de otro modo no te habría pedido vernos.

- Te recuerdo que yo también tengo muchos pendientes, soy una persona muy ocupada con el cargo de gerente de imagen en la empresa Jeon, y muchas personas están bajo mi cargo. Así que, no trates de menospreciar mi trabajo.

Ella desvió la mirada, pues estaba acostumbrada a solo hablar y que su voz fuera orden. Sin embargo, si yo me iba a hacer cargo de los pagos, se haría a mi modo.

- ¡Vaya! Veo que ya no eres una gatito obediente, al fin sacaste las uñas. Ahora sí pareces mi hijo -contestó levantando su bolso sobre la mesa.

- No soy ninguna gato madre, el hecho de que ahora te contesté es porque abrí los ojos, y lo que hago es por mi propia cuenta, no para agradarte. Así que tenlo muy en cuenta. Tú y yo no somos iguales ¿De acuerdo?

- De acuerdo -sonrió-. Supongo que apelar a tu lado bueno no me va a traer ningún beneficio, y por supuesto me agrada. Ya que así ambos podemos quitarnos las caretas.

- La única careta que aquí tienen que quitarse son tú y tu marido, no hablo de las hijas de él, porque nunca las conocí bien y tampoco tengo el interés de hacerlo ahora. Si tú disfrutas pasar momentos agradables con ellas como tus hijas, está bien para mí. De ahora en adelante tú y yo solamente hablaremos de negocios, sin mezclar nada familiar.

- ¿Quién lo diría? Dices que tú y yo no somos iguales, pero veo que tu pensamiento ha cambiado, y aunque no lo quieras aceptar eres mi hijo. Llevas esa sangre de ambición dentro de ti.

- Yo no lo llamaría ambición, diría derecho. Porque estoy reclamando lo que con justa razón siempre debió ser mío. Ahora, disculpa que no pueda permanecer más tiempo contigo. Necesito los papeles ahora porque mi tiempo es limitado -dije estirando la mano para recibir las escrituras.

Ella levantó una ceja con curiosidad, y cuando estaba pensando en darme los papeles en las manos, retrocedió para hacerme una pregunta: ¿Me gustaría saber cómo es que lograrás pagar las deudas de la fábrica? Tengo entendido qué tu dinero es compartido con el de tu marido.

- Por lo económico no necesitas preocuparte, tengo mis ahorros y arreglaré el asunto para qué pueda pagar la deuda en un par de meses más. El hecho es que no pienso perder la fábrica de mi padre.

- Me sorprendes Jimin, nunca creí que dentro de esa cabeza hubiera un cerebro tan desarrollado. Siempre fuiste tan dócil y manipulable.

- Por la única persona que me deje manipular, fuiste tú -la señalé con la mirada- ¿O es que ya no lo recuerdas? Desde que pasé a vivir con el señor Jeon; me enseñó que debía cuidarme de personas exactamente como tú. Ambiciosas, carroñeros, personas a las que solo les importaba el gran número en sus cuentas bancarias.

- Más cuidado Jimin, recuerda que estás hablando de tu madre. Yo te di la vida, y eso nunca podrás terminar de pagarlo, ni con toda tu fortuna.

- Créeme que si hubiera sabido que tú ibas a ser mi madre. No hubiera nacido.

- Pero lo soy, y agradece que ahora puedes ver, hablar y respirar, porque sin mí, tú no existirías, si yo no hubiera apostado mi dinero en ti, hoy en día serías una más de la calle. Un pobre muchacho sin oficio ni beneficio. Gracias a mi tienes esa empresa, esa casa y ese apellido reconocido.

- Y gracias a mí, tú tienes que comer - prácticamente arranqué los papeles de sus manos, parándome de la mesa para retirarme lejos de su presencia que solo salpicaba veneno.

Ya mientras caminaba por la vereda para dirigirme al trabajo, escuché unos bocinazos detrás de mí. No estaba de buen humor. Así que enfadado, di la vuelta, para encarar a la persona que quería hacer mi día más miserable.

Mas con su reluciente sonrisa y cabellos largos Taehyung salió de un auto al que nunca le había visto usar, para saludarme con un beso en la mejilla.

- ¿Y ese auto? -pregunté.

- ¿Te gusta? Lo acabo de adquirir, no te conté nada, porque quería que fuera una sorpresa.

- Y vaya que sí fue una sorpresa, menos mal noté tu rostro antes de actuar, de lo contrario habría tirado mi bolso sobre la ventana de tu auto.

- Algo así me imaginé, ja, ja, ja. Pero que esperas. Ven, vamos a dar una vuelta, quiero que seas el primero que pruebe los asientos cómodos de mi nuevo bebé.

- ¿Bebé? -sonreí incrédulo.

- Claro, Vamos te llevo a tu trabajo, veo que no trajiste tu vehículo.

- No estoy muy lejos de mi trabajo, no te preocupes. Puedo ir caminando desde aquí.

- ¿Acaso estás rechazando mi caballerosidad? Si no entras a la cuenta de tres, bajaré y te meteré aunque sea a rastras.

- Sí cómo no -me burlé, él sería incapaz de hacer algo así. De quién sí lo creería, sería de Jungkook, Taehyung sólo es un tipo de paz y tranquilidad.

Al final, para no rechazar su acto de caballero, me subí a su auto. Aunque mi trabajo quedaba a solo unas cuantas calles arriba.

Por supuesto el se apresuró en abrirme la puerta para que yo ocupar a mi asiento junto a él

-Servido príncipe -bromeó, a lo que no pude evitar soltar una sonora carcajada.

Pero quién diría que una simple broma y risas compartidas entre amigos, me causaría un tremendo lío ese mismo día en la noche.

Sentado en mi oficina, me puse a revisar los papeles que mi madre me había entregado. De inmediato llamé a mi abogado, para que me ayudara con este problema sobre las deudas de la fábrica.

Debía hallar la forma de que está deuda se extendiera hasta cumplirse el año de mi matrimonio estaba seguro que con el dinero que recibiría de la herencia, podría lograr salvar la fábrica para repotenciarla y modernizarla. Haría de todo, para que el esfuerzo de mi padre no fuera en vano.

- Buenos días señor Jeon-entró mi secretaria dándome un saludo cordial.

- Buen día ¿Hay algo en mi correspondencia?

- Efectivamente, justo venía para eso. Llegó esta mañana una invitación para el señor y usted, se trata de una conferencia en Madrid. Todas las empresas reconocidas y relacionadas al mundo de la belleza y moda estarán presentes.

Tomé con mis dedos el sobre que mi secretaria acababa de dejar sobre mi escritorio, revisé la invitación y comprobé que se trataba de una de las conferencias más grandes en todo el mundo. La empresa de Jeon tenía el privilegio de ser uno de los invitados de honor, pero al notar que no estaba solo dirigida a mí, suspiré con resignación.

- ¿Sabes si el señor Jeon, está enterado de esto?

- No sabría decírselo, señor pero si gusta puedo ir a preguntar.

- ¡No! ¡No! -la detuve-.Si no lo sabe, es mejor. Además, está muy ocupado, y a mí me interesa este lugar -sonreí para mis adentros.

Haría el mismo juego que él hizo conmigo en la fiesta de los Kim.

- Ahh -suspiré llevándome la invitación al pecho-. Madrid, estaba ansioso por conocer esa ciudad.

Salí muy tarde de mi oficina, seguramente Jimin ya se habría ido, supongo qué no sería de vital importancia ir a comprobar su presencia, de modo que, me dirigí a la salida.

Mas cuando salía del ascensor, escuché unos murmullos de los empleados. Escuchar conversaciones ajenas no era mi pasatiempo favorito, pero hubo un nombre que llamó mi atención ¿Había oído bien? Ellos habían dicho el nombre de Jimin y lo peor era que lo habían mencionado junto a la de un sujeto con auto lujoso; este la había traído y lo había llevado en la salida.

Ninguno de ellos había notado mi presencia, hasta que gruñí inconscientemente. Ellos se apartaron y bajaron la cabeza con vergüenza, yo simplemente caminé con pasos firmes hasta llegar al estacionamiento.

Ahora lo entendía, el no había estado presente durante el desayuno. Entonces, eso solo significaba una cosa. Había estado con él y ahora se iba con ese tarado de nuevo. Sintiendo mi sangre hervir, manejé sin respetar los límites de velocidad hasta llegar a casa. Probablemente al día siguiente me llegarían las infracciones por haberme pasado la luz del semáforo. Pero poco me importaba.

Encontrándome con Jennie en la sala le di un beso rápido en la mejilla para subir a prisa a la habitación de Jimin, simplemente toqué esperando su respuesta. El salió alterado por mi violenta manera de golpear la puerta.

- ¿Qué te pasa? -exclamó con el ceño fruncido, mas decidí ignorar completamente su furia, metiendome en su habitación con el. Totalmente confundido se alejó de mí.

- ¿Dónde estuviste y con quién? -exigí saber.

- A qué te refieres. No tienes permiso de entrar a mi habitación, si quieres hablar conmigo, espera hasta mañana. Así que en este momento date la vuelta y retírate, por favor.

- Recuerda que está es mi casa y soy libre de entrar a cuánta habitación me plazca.

- ¡Oh Señor dueño! Muy bien, si te crees capaz de violentar mi privacidad, en este momento tomo mis cosas y me voy -dijo el, tomando su bolso sobre el escritorio y pretendiendo pasar frente a mis narices para irse con muy seguramente con él.

- ¿A dónde piensas que vas? -la retuve pegándola a la pared.

- ¿Pero qué... ? ¿Acaso te has caído de cabeza? Por qué me pides explicaciones cuando yo no pido las tuyas.

- ¡Habla Jimin! Fue con ese imbécil ¿verdad? Con ese dichoso amigo tuyo. Así que ahora andas encariñado con él. Le dije claramente que no lo quería ver cerca de ti, pero él ignora mis órdenes

- ¡Él no es tu empleado para obedecer lo que tú digas, y yo tampoco soy de tu propiedad para que me digas lo que puedo o no hacer!

- No eres de mi propiedad, pero me debes explicaciones. Tú eres mi esposo -le recalqué su posición en mi vida.

- Pues yo no te considero el mío -se escabulló entre mis brazos para alejarse al escritorio, y fue en ese momento que observé un sobre abierto. Me pareció reconocer el logo, así que me acerqué para tomarlo con mis manos. El abrió la boca, pero lo detuve antes de escucharlo.

La invitación era hacia mi persona y a el. Rápidamente Jimin me quitó el objeto.

- Por qué tenías eso guardado -le reclamé- ¿Pretendes ir solo?

- Tú tienes mucho trabajo aquí, además no necesito a alguien que me vigile para poder viajar. Ya viste que solucioné los problemas de la empresa solo.

- Ahí dice claramente que es una invitación para ambos.

- Es en Madrid ¿Tienes el tiempo suficiente para poder ir? No lo creo -dudó de mi capacidad-. Seguro tienes algún otro compromiso. No creo que tengas ese día libre.

Al pensar en la fecha recordé que coincidía con la llegada de Jihoon, me detuve unos segundos a pensar en que debía elegir. Miré la invitación en sus manos, mas al final decidí lo que era correcto. Me acerqué a el y quité el papel de sus dedos.

- Por supuesto que lo tengo libre -le susurré cerca a su rostro-. Así que ni creas que vas a ir tú solo. Tendrás que aguantar mi compañía durante cada hora y cada segundo, querido esposo.
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