7- Nuevos horarios
~6to año~
Natalie Russo:
Nunca en mi vida había sentido tanto nerviosismo.
El trayecto a Hogwarts a través del tren era una cosa fascinante.
Veías la naturaleza, y si tenía suerte, el anochecer.
Como un cuadro de pintura, el azul oscuro de la noche reemplazaba al frenético naranja, dejando a su paso las pinceladas de las estrellas.
Pero en esta ocasión, todo era distinto.
A pesar de compartir un vagón solo con Amos, lograba escuchar algunas de las conversaciones de otros alumnos.
No me importaba en realidad lo que todos pensaran sobre los exámenes, las nuevas modas o la jerarquía de la sangre, yo sólo quería dejar de oír.
—¿Quieres un té? —Me ofrece mi amigo—, Celeste mencionó sobre esto y...
—Gracias, pero no.
—¿Estás segura?
—Claro que sí, ¿Por qué no habría de estarlo?
—Oyes sus voces, sus pasos y respiraciones. Y no es tu culpa, simplemente... No quiero que te sientas presionada.
Aquellas palabras hicieron que mi corazón se hiciera pequeño.
Había sido una egoísta durante tanto tiempo, que nunca le había preguntado cómo se sentía él.
Así que hice mi mayor esfuerzo y cambié la mueca de mi rostro por una verdadera sonrisa.
Me senté a su lado, recosté mi cabeza sobre su hombro y hablé.
—Gracias por no dejarme sola, aun cuando tenías tus propios problemas.
—Para eso están los hermanos —Finalizó, acariciando mi cabello.
...
Permanecimos en esa posición hasta que el expreso se detuvo, haciendo énfasis a la llegada.
—¡Qué bueno! Me muero de hambre.
Reí ante ese comentario y bajé con su ayuda.
Siempre éramos de los que bajaban con mucha prisa, y así tomar los mejores lugares en la mesa de Hufflepuff para ver las nuevas elecciones.
Pero esta vez, fui yo quien se detuvo.
—¿Qué esperas? Llegaremos para el final...
—Prefiero caminar... Si no es mucha molestia.
—¿Por qué?
—Porque... Es tu último año aquí, y yo... Yo quiero disfrutarlo al máximo junto a ti.
Amos sonrío dulcemente, y simuló secarse una lágrima.
—Siempre sentimental...
—Oh, cierra la boca, y mejor admiremos el lugar.
Y eso hicimos, con lentitud recorrimos el camino.
O bueno, hasta que escuchamos unos gritos que nos obligaron a correr.
—¡Lluvia de ranas! —Escuché la voz de James, a lo lejos.
—¿Lluvia de qué...?
—Huyan —Stella se ubicó a mi lado, y tomó mi brazo—, los chicos están lanzando ranas a todos.
—¿De chocolate? —Pregunté, inocentemente.
—¡No quisieras descubrirlo!
—Bien, estos son los nuevos horarios.
Lily Evans se había ofrecido a realizar nuevos horarios para los prefectos, los cuales... No me agradaban en lo absoluto.
—¿Viernes? —Bufó Amos—. ¡Pero si los viernes los Hufflepuff tenemos...!
Codeé a mi amigo con fiereza.
Nadie podía saber de nuestras reuniones nocturnas llenas de comida.
—¿Qué es lo que tienen? —Preguntó curioso un alumno de Slytherin—.
—Nada importante —Le sonreí.
Aquel chico era nuevo en el grupo, pues no lo había visto con nosotros.
Tenía unos peculiares ojos grises, un cabello netamente oscuro, y una mandíbula bastante estructurada.
—Bueno...
Revisé nuevamente mi horario.
Por suerte me tocaba la mayor parte con mi mejor amigo...
Un momento... ¿Qué haré en las noches de Luna llena?
—¿Natalie, estás bien?
No me había percatado que la mayoría se había ido, entre ellos, Amos.
¿A dónde tanta prisa?
—Si Remus, solo... No sé que hacer...
—¿Con qué?
Y cuando justo casi digo mi temor, una chica llega a nuestro lado.
—Hola.
Era una chica de Gryffindor, morena y de cabello ondulado.
—Hola, Mary.
La morena me saluda con un beso en la mejilla, y noto que se sonroja al ver a mi acompañante.
—Remus...
—¡Mary!
Otra chica había llegado a nuestro lado.
Esta vez, siendo una rubia bastante llamativa.
—¿Cómo está nuestra chica favorita? —Saludó Marlene Mckinnon.
—Si piensan que voy a dejarles la noche libre...
Ambas se unieron e hicieron un extraño gesto.
—Por favor Natalie... —Bajaron la voz—. Lily se ha puesto bastante estricta desde que... —Mary golpea sigilosamente a su amiga, haciendo que ella lo pensara—... Bueno, desde lo del año pasado con Severus... Y no nos deja...
—¿Qué día? —Pregunto.
Las dos amigas sonrieron y empezaron a saltar.
—Si siguen así no las ayudaré...
—Ya, ya —Marlene sonrió—. ¿Puede ser este miércoles?
—¿Cómo saben que me toca el miércoles? —Pregunté, curiosa.
Ninguna dijo nada.
—Chicas... ¿Qué hicieron? —Preguntó Remus, uniéndose.
Normalmente, éramos él, Lily, Amos y yo, los más flexibles de acuerdo al horario de rondas nocturnas, y por ende, varios se nos acercaban a pedir "favores".
Aunque debo admitir que era beneficioso para nosotros.
—Puede que husmeáramos en la libreta de Lily... —Contó Mary, un poco apenada.
Abrí mis ojos en señal de sorpresa.
—¡Pero no le digan nada!
—¿Qué no pueden decir?
Otra persona había llegado.
—Y lo más importante, ¿A quién?
—Nada, Lily...
—¿Seguras? —Preguntó la pelirroja a sus amigas.
Ambas asienten, y yo evito reír.
—Entonces, si yo le pregunto a Natalie y a Remus...
Pero ambos nos hicimos los sordos, dimos media vuelta y empezamos a caminar.
—Es increíble lo que ocurre en las clases de cuidados de criaturas mágicas —Empezó Remus.
—Y lo maravilloso de la naturaleza en sí...
—¡Remus! ¡Natalie! —Gritó Lily, haciendo que ambos giremos en su dirección.
Lily parecía curiosa, y a su espalda, Mary y Marlene dibujaron un "Por favor, ayúdenme" con sus labios.
La escena era curiosa, y graciosa.
Sobre todo por los "suaves regaños" de la pelirroja.
—No es nada por lo cual preocuparse —Dije dulcemente—, solo era una broma hacia Sirius y James... Por lo de las ranas voladoras.
Y esa mentira pareció convencerla.
—Oh, en ese caso...
Ambas amigas susurraron un "gracias", mientras se alejaban.
—¿Qué me ibas a decir hace un momento? —Preguntó Remus, estando más alejados del resto.
—Yo...
Giré mi rostro para mirarlo, y pude ver una mezcla de confusión y nerviosismo en su sistema.
Podía escuchar su corazón, aun cuando faltaba mucho para el ciclo lunar, pero era un "efecto secundario" con el que tendría que vivir por siempre.
—Lo olvidé.
Mentira.
No me atrevía a hablar de aquello en público.
—En ese caso, cuando lo recuerdes, estaré en la biblioteca.
—Gracias, Lupin.
—¿No vendrás?
—Hoy no. Quedé en ir con Stella a la cabaña de Hagrid.
—Suerte con ello.
...
—Pensé que no vendrían.
Hagrid, el guardabosque, nos esperaba en las afuera de su cabaña.
—Ya sabes, Hagrid —Mi amiga sonrió—, cierta persona tardó más de lo debido durante su baño.
—¡Stella!
Ambos rieron, recordando la razón por la que habíamos llegado.
—Dime que los trajiste...
—Lo siento Natalie... Los he olvidado.
Bajé la mirada un poco decepcionada.
—Nah, es mentira —El guardabosques levantó sus manos—, es obvio que los tengo, sobre todo para sus próximas clases.
Salté de alegría al saber que ellos estarían aquí.
Fang, el perro guardián, salió de la cabaña para seguirnos a las afueras del bosque prohibido, donde casi todos los días venía junto a Stella.
—¡Mira que lindos!
Stella fue la primera en correr hacia los pequeños Escarbatos, quienes hicieron ruido al chocar varias cosas de metal brillante.
—¡Fillin! —Tomé al más grande.
Por razones académicas, la profesora de Cuidado de Criaturas Mágicas había pedido permiso al director para traer Escarbatos, a lo que, indudablemente, Hagrid se ofreció a cuidarlos.
—¡Pero qué grande estás! —Sonreí, acariciando su pelaje—. Parece que fue ayer cuando te encontré en la sala común.
Algo extraño, ya que nadie nunca supo cómo es que había llegado.
—Aun pienso que es un nombre extraño... —Comentó Stella.
—¡Tonterías! Su nombre es único y divertido... ¿Verdad, Hagrid?
—Si... Totalmente.
Inconscientemente me llevo una mano al cabello, y el Escarbato empezó a moverse con la finalidad de quitarme la pulsera brillante que tenía puesta.
—Oh, no. Esta vez, si la pierdo, Amos se enojaría.
Aunque la primera vez que estuvo en la sala común fue algo raro. Justamente, Fillin había aparecido al lado de sus libros.
Para nadie fue un secreto que muchas cosas se perdieron ese día.
Amos se enojó un poco al no ver mi pulsera, símbolo de nuestra amistad.
Pero se puso más nervioso al no encontrar su anillo de oro.
Así que... Quedamos en paz.
O eso creo yo.
Varias criaturas bebés estaban en la caja, luchando por salir y tomar el mundo dorado entre sus patas.
Y fue entonces cuando me planteé nuevamente mi elección de carrera.
Había optado primeramente por ser Aurora, pero los duelos no eran mi fuerte.
Así que elegí lo que más me apasionaba...
La magizoologia.
...
Pasé el resto de la tarde junto a los pequeños Escarbatos, deseando que pasaran rápido los días para tenerlos en clases.
—Tomaré un baño.
—Está bien, yo iré por unos bocados.
—Cierto, hoy es...
—¡Viernes de comida! —Dijimos al mismo tiempo.
Dejé que Stella tocara los barriles, mientras me dirigía a la cocina.
Pero en el camino, pude notar una sombra que corría.
—¿Amos?
—Bienvenida, Señorita Russo —Los elfos hicieron una reverencia—. ¿Desea lo de siempre?
—Si no es mucha molestia.
Esperé un rato entre lo que estaba listo mi porción de pastel de chocolate, y cuando me disponía a salir, sentí algunos latidos.
—Espero verlos pronto.
Me despedí amablemente, y caminé en dirección a mi sala común.
Los latidos de aquella persona se acercaban, y sentí que lo mejor sería despistarlo.
Así no podría prestar mucha atención a la contraseña.
—"¿Qué haces?" —Escucho la voz de James, al otro lado.
—"¡Calla, Cornamenta! Quiero ver la contraseña" —Respondió Sirius Black, en un susurro.
¿Cornamenta?
¿Qué es eso?
—Creo que mejor buscaré a Amos —Pensé.
Me di la vuelta, sintiendo latidos rápidos en sus corazones, y un suspiro de decepción.
No pude evitar sonreír triunfante.
Tal vez le pueda sacar provecho a esto...
—¡A qué no sabes!
Stella caminaba dando ligeros saltos, mientras me dejaba en la puerta del castillo.
—¿Qué ocurrió?
—Han visto a Newt Scamander cerca de Hodsmade.
—¿De verdad?
—De verdad.
—¿Y cómo lo sabes? —Pregunté.
—Amos me lo dijo.
Sus mejillas se pusieron rojas, a la vez que noté su nerviosismo.
Últimamente Amos ha estado un poco raro...
—Bueno... Amos le había preguntado a Lovegood, quien antes le había dicho a Pettigrew. A Peter se lo dijo James, a él le dijo Sirius, y éste lo supo del mejor amigo de Parkinson, quien a su vez...
—Stella —La interrumpo.
—¿Sí?
—Me perdí.
—¿Hasta dónde entendiste?
—Desde que nombraste a Lovegood.
Me limité a despedirme, pues debía correr si no quería llegar tarde a la clase.
—Te veo en la cena.
Caminé con un poco de prisa, llegando finalmente hacia el grupo de estudiantes.
—¿Me perdí de algo? —Pregunto a las chicas.
—Nada es específico —Respondió Marlene, dulcemente.
—Solo un intento fallido de James para acercarse a Lily.
Miro a la dirección que señala Mary, en dónde se ve claramente a Evans ignorando a Potter.
—¿No se cansa?
—Parece que nunca —Se burló Mary.
—¿Qué tenemos para hoy?
—Pues... Prefiero que lo vean ustedes.
La clase entera de quedó en silencio, a medida que la profesora llegaba con una caja.
A mí frente se encontraban los chicos, y fue Peter quién se percató primero de mi llegada.
Lo saludé desde lejos, pues en estas clases era poco prudente moverse sin permiso.
Si no me creen, pregúntele a James.
Quién hace tres años tuvo que ir a la enfermería, porque un diminuto insecto le picó el pie por correr descalzo.
Y el resultado fue fatal. James cargó una aparente alergia a cualquier cosa metálica.
—Pueden respirar —Soltó la profesora con burla—, lo que traigo no es nada peligroso.
Se pudo escuchar el sonido del aire contenido dentro de los pulmones de la mayoría de los estudiantes.
—La actividad de hoy es sencilla, pero divertida.
—Dime que no es uno de esos cangrejos...
—No, Marlene. Es algo mejor.
El rostro de la chica palideció aún más.
—He enterrado varias monedas de oro, las cuales, tendrán que buscar con un acompañante...
—¡Pido a James! —Gritó Sirius.
—Señor Black, aunque me gustaría ver a su amigo cavar bajo la tierra, no es la actividad que buscaba.
Todos soltaron una risa, a la vez que Remus pareció ponerse colorado.
—A menos que el señor Potter tenga experiencia...
El grupo de amigos rio con nerviosismo.
¿Qué ocultan?
—En fin. Basta de bromas.
La profesora abrió la caja, y de ellas se asomaron varios Escarbatos.
—Awwww —Se escuchó el chillido de las chicas.
—Que no les confunda su hermosura... A menos que quieran quedarse sin sus pertenencias.
Me acerqué lentamente a la caja, aunque no fue necesario, pues Fillin evadía a todos, esperándome.
—¡Wow! Veo que se conocen desde antes —Se burló Remus a mi lado.
—Algo así.
—Sospecho que fue por el incidente de la otra vez.
—Tal vez... Aun no entiendo como pudo llegar a nuestra sala común.
Giré mi rostro hacia Lily, quién parecía tener problemas con un Escarbato.
—¿Te ayudo?
La pelirroja asintió.
—Solo debes tomarlo del lomo... Pero con delicadeza. Así.
Ubiqué a Fillin dentro de la caja, e hicimos una demostración.
—No le tengas miedo, no muerden.
O eso creo yo.
—¿A... Así?
—¡Exacto!
El Escarbato parecía nervioso.
—Demuestra que no le harás daño.
—¿Cómo?
—Pues... Relájate.
Lily suspiró, movió sus hombros y cerró los ojos.
El animal dejó de forcejear, para luego quedarse tranquilo.
—Gracias, Natalie.
—Para eso estamos las amigas.
Mis palabras fueron interrumpidas por los gritos de James, quien corría junto a Sirius, tratando de alcanzar a sus Escarbatos.
—Se parece a James.
—No ofendas al pobre Escarbato, ¿Qué culpa tiene él?
Me burlé ante aquel comentario, y caminé junto a ella.
—Bien, tienen menos de una hora para conseguir todas las monedas posibles.
—¿Una pregunta?
—Dígame, señorita McDonald.
—¿Será solo por fuera del castillo?
—Casi lo olvido —Sonrió—. Tendrán que buscar a los alrededores del castillo, y sólo en la primera planta.
—¿Primera planta?
—¡Suerte!
Acto seguido, la profesora lanzó una chispa roja de su varita.
—Bien Fillin... Demuestra quién manda.
Y como si el Escarbato entendiera, dio un leve salto.
Cuidadosamente lo deposito en el suelo, mientras el resto me imita.
Mi Escarbato empieza a correr y escanear por el jardín, y observo la mirada aterrada de Lily, quién se lamenta por los daños causados en algunas flores cercanas.
...
—8, 9, y 10 —Cuenta la profesora.
La mayoría de Escarbatos trajeron menos de 10 monedas.
—Bien... ¡El que sigue!
—Suerte para la próxima, Peter.
El rubio se limita a caminar a mi lado.
—¿Quién crees que gane?
—Yo, obviamente.
—Vaya, me parece que Sirius tiene competencia.
—¿Por qué?
—El ego lo tienes muy alto...
—10, 11, y... —La profesora sacude al Escarbato— 12.
Marlene sonríe orgullosa.
—Felicidades, señorita McKinnon, al parecer, usted ha ganado.
La mayoría aplaude, pero como siempre, el grupo de amigos debía hacer algo.
—Me toca.
—Señor Black, le pido un poco de respeto hacia su compañera.
Marlene lo mira furiosa, mientras él sonríe, triunfante.
Camina frente a ella, desafiándola con la mirada.
—1, 2, 3... —La profesora empieza a contar—... 16, 17, y 18.
Marlene llega a mi lado enojada, mirando al Gryffindor con recelo.
—Muy bien —Me acerco a la mesa ubicando a Fillin frente a la profesora—, es mi turno.
—Vas a perder.
—¿Tienes miedo que una mujer te gané en tu propio juego, Black?
Una especie de susurros de burla se toma el lugar.
—Interesante...
La mirada de todos se posiciona en mí.
Marlene me hace gesto de apoyo, al igual que sus amigas.
Peter sonríe, para luego decirle algo a James.
Remus, por su parte, se limita a sonreír.
—1, 2, 3...
Uno a uno, las monedas iban cayendo de mi Escarbato.
—14...
Todos parecían absortos.
—15...
—16...
—17...
Un momento, y no cayeron más monedas.
Sirius se burló, al igual que algunos del curso.
—Un momento, Madame.
Me acerqué al Escarbato, y le acaricié el pelaje, para luego empezar a hacerles cosquillas.
De pronto, Fillin no pudo contenerse y empezó a tirar más monedas.
—18...
—19...
—20...
—21...
—22.
Esta vez, dirigí mi vista hacia el Gryffindor, quien se había quedado sin palabras.
—Madame, se le olvida contar el anillo.
La profesora sonríe, a la vez que me devuelve el antiguo anillo de Amos.
—Me parece que Hufflepuff ha ganado el día de hoy.
En coordinación, el Escarbato saltó hacia mí, acurrucando su pequeño cuerpo contra el mío.
—Bien, la clase ha finalizado. Todos, a sus nuevas clases. 20 puntos para Hufflepuff.
Sonreí victoriosa, y a medida que giraba mi cuerpo, James le da unas monedas a Peter.
—Fue pura suerte...
—¿Quieres apostar nuevamente, Black?
El pelinegro sólo hizo una leve reverencia y caminó hacia sus amigos.
—Has devuelto mi honor —Marlene se acerca a mí.
—Es lo menos que podía hacer.
Las cuatro dejamos a nuestros Escarbatos en la caja, para luego volver al castillo.
—¿De qué me he perdido? —Preguntó Dorcas, uniéndose al grupo.
—Una humillación hacia Sirius de parte de Natalie —Sonrió Mary.
—En estos momentos es cuándo me arrepiento de no haber tomado el mismo curso.
—¿A dónde vas? —Me pregunta Lily.
—Tengo libre... Y llevaré este anillo a su respectivo dueño.
—Hasta el viernes —Soltaron Mary y Marlene con emoción.
—Hasta el viernes.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top