31- La fiesta de despedida
~7mo año~
Natalie Russo:
Como cada año, los estudiantes de 7mo estaban haciendo su propia carrera.
Unos buscaban sus atuendos con mesura, otros estaban nerviosos por la llegada de sus padres.
Y yo... Yo era una mezcla de todo esto.
Pandora se quedaría en su sala común, y los chicos debían ayudar a su jefa de casa en algunas decoraciones, por lo que había ido a mi lugar favorito.
El bosque ahora me daba miedo, y recordar aquella luna llena lo hacía mucho peor, pero al menos sabía que estaba en un buen lugar.
—¿Dora? ¿Eres tú?
Regulus salió entre unos arbustos y caminó hacia mí.
Llevaba varios días sin verlo, y su rostro parecía muy cansado.
—Lamento decepcionarte —Le digo.
—Oh, no te preocupes —Sonríe—. ¿Puedo...?
Le digo que sí, mientras él toma asiento a mi lado.
—¿Cómo has estado estos días? —Me pregunta.
—Esta vez sí puedo decir que estoy bien.
—Eso he oído —Sonríe, pícaramente-—. Felicidades, por cierto.
—Oh, muchas gracias, Reg.
El Slytherin se queda mirando hacia la nada misma, gesto que imito para no incomodarlo.
—¿Cómo has estado tú?
—No tan bien como tú, pero sigo vivo —Dice, casi sin ganas—. Natt... Hay algo que debo decirte.
—¿Está todo bien? —Pregunto, con miedo.
—Lo estará luego de esto.
No entendía a qué se refería, así que esperé a que se animara.
—Debes alejarte de mí.
Aquello sonó como una súplica.
—Reg...
—Tú y Remus deben alejarse de todos— Me interrumpe—, ya no hay un lugar seguro.
Me quedo en silencio, tratando de asimilar sus palabras.
—Sé a qué te refieres, pero no puedo...
—No te estoy pidiendo un favor, Natt. Necesito que en verdad lo hagas.
—¿Ocurrió algo con tu familia?
Me arrepentí al instante cuando aquella frase salió de mi boca.
Regulus formó un puño con sus manos.
—Yo... No puedo decirte... Pero lo mejor será que no nos vean juntos. Ni contigo, ni con Dora.
—Pero ella...
—Entiende que todos los que se atrevan a estar a mi lado van a correr mucho riesgo —Me interrumpe—. Promete que se alejaran lo más que puedan.
—Lo haremos, pero...
—Odio no poder decirte lo que está pasando, de verdad —Se lleva sus manos al cabello, con frustración—. Pero necesito que estén a salvo.
—Lo haremos —Afirmo—. Entiendo que no puedas decirme por respeto a tu familia, pero sé que es por mi condición de mujer lobo.
—No es solo por eso, y lo sabes.
—Quiero olvidar que es por mi estatus de sangre, suficiente tengo como para lidiar con más preocupaciones.
—Gracias por entender.
Regulus me toma desprevenida y me abraza, sabiendo que esto era una despedida.
—¿Le has dicho a Dora?
—Sí, y no sé si lo ha tomado para bien —-Admite, decepcionado—. Por eso estoy aquí, pensé que ella estaría por acá.
—Aquí estoy, Reg.
Ambos giramos el rostro hacia nuestras espaldas, encontrando a Pandora Sailstream.
—No pensaba irme de Hogwarts sin despedirme de mi mejor amigo —Sonríe—. Aunque nunca más pueda volver a verlo.
Regulus se levantó con mucha prisa y corrió hacia ella.
Sabía que ellos merecían hablar en privado, por lo que opté por despedirme y regresar al castillo.
Después de todo, debía alistarme para la llegada de los Diggory.
—Espero que todos ustedes sepan comportarse como los adultos que son —Exclamó la profesora Mcgonagall—, no quiero que hagan desorden, ni mucho menos dejen mal el nombre de Hogwarts.
—Nos pide mucho, profesora...
Doy un leve codazo hacia el pecho de Sirius, quien había susurrado aquellas palabras.
—Bien. Sin más que decir, espero que disfruten de su graduación al lado de sus familiares.
La puerta de roble abrió lentamente, dejando a su paso una enorme sala decorada con adornos plateados.
En el momento en que doy un paso, alguien cubre mis ojos.
—Si adivinas quién soy... Te daré un beso.
—Es muy difícil —Digo, siguiéndole el juego-... Vaya... Creo que me quedaré con las ganas de ese beso.
Aquellas manos dejan mis ojos para descansar en mis hombros.
—Te ves hermosa —Remus me halaga cuando decido girar mi rostro para verlo—. Siempre lo estás.
—Siempre debo lucir fabulosa.
Remus sonríe con satisfacción, y me permito halagar su vestuario.
Por este día no llevaba aquel típico uniforme, éste fue reemplazado por un traje azul marino que le asentaba de maravilla.
—¿En qué momento nos pusimos de acuerdo para venir del mismo color?
—Lo mismo me gustaría saber.
Él toma mi mano lentamente, suspira y asiente.
—¿Vamos?
—Nuestra lucha contra el mundo empieza hoy. Aquí y ahora.
Unidos de manos, caminamos juntos en frente de todas las familias. Algunos nos miran con curiosidad, otros con miedo, y otros simplemente deciden ignorar nuestra presencia.
—¡Sebastian!
Me permito soltar a mi chico para abrazar a quien se ha convertido en mi apoyo moral, mi figura paterna.
El hombre tenía una enorme sonrisa en su rostro, la cual era muy única de él.
—¡Pequeña Russo!
Sus brazos envolvieron mi cuerpo en un cálido abrazo de bienvenida.
—No puedo creer que ya te estés graduando —Exclama—. ¡Cómo pasa el tiempo!
—¿Para mí no hay abrazo?
—Oh, ven acá.
Amos Diggory también estaba aquí.
Vestía un traje negro que combinaba con el de su padre, y una corbata amarilla que nos hacía recordar a qué casa pertenecía.
—Lo has logrado —Me felicita en el oído—, sabía que lo harías.
Lentamente me separo de ellos, pero automáticamente unos brazos me envuelven.
—¿¡Stella!?
Mi mejor amiga había corrido hacia mí al ver que estaba con mi familia, y eso hace que me sienta mucho mejor.
—Pensé que nos vendrías —Dije.
—¿Y perderme uno de tus mejores días de la vida? —Hace un gesto con sus manos—. Estás loca.
Al separarme, veo que ambos hombres se quedan mirando a Remus.
—Señor Lupin —Sebastian lo saluda con un apretón de manos, haciéndome recordar el por qué estaba aquí.
Stella Travers sacó sus propias conclusiones al instante.
—Hola...
—¿Qué lo trae por aquí? ¿Qué tal todo?
—Yo...
Nervioso.
Remus Lupin estaba sumamente nervioso.
Su rostro no lo demostraba, pero podía oír los latidos nerviosos de su corazón.
—Ha venido aquí conmigo —Decidí interactuar.
—Oh, me parece algo muy interesante —Responde Amos.
Por acto de reflejo tomo su mano, gesto que hace que todos abran sus ojos a la par, incluyendo los suyos.
—Familia, les presento a mi novio.
La mandíbula de los dos Diggory se abrieron con total asombro, y eso causó la risa de Stella.
—¿Has dicho...?
Remus y yo asentimos, pero esta vez, yo también me estaba poniendo nerviosa.
Él tomó con más fuerza el agarre, como si creyera que en algún momento yo me alejaría.
—Qué noticia... —Reconoció el mayor.
—Sí —Dijo el menor.
—¡Por Merlín! —Exclamó Stella—. ¡Felicidades!
Ella fue la primera en sacar del shock a los hombres, mientras se acercaba a darnos un abrazo grupal.
—¿Por qué no nos dijiste? —Pregunta Amos.
—¿Por una carta? —Contraataco—. Me perdería la belleza de este momento.
De pronto Sebastian esbozó una enorme sonrisa, se llevó sus manos hacia la cara y luego abrió sus brazos para unirnos a él.
Aquello tomó por sorpresa a Remus, y lo noté por el cuerpo rígido de mi acompañante.
—Iván me matará cuando me lo encuentre allá arriba —Soltó, con risa—, pero si tú, mi pequeña Russo, eres feliz, nosotros también lo estaremos.
Miré a Amos, quién asintió y abrazó al muchacho a mi lado.
—¡Bienvenido a la familia!
El abrazo entre ambos pareció durar más de lo normal, y en el rostro de mi novio se formó una mueca.
—Solo digo... —Fue lo único que logré escuchar de los labios de mi mejor amigo, y descubrí que Amos descubrió la forma de que no oyera lo que estaba diciendo.
—No lo haré —Dijo Remus, con un... ¿Poco de temor? —. La cuidaré con mi vida de ser necesario.
Aquello hizo que Amos sonriera y se alejara.
—¡Quién lo hubiera dicho!
—¡Oh, Sebastian!
Reímos por un buen rato, hasta que Stella nos hizo acuerdo de que debíamos hacer lo mismo al otro lado de la sala.
—Ya vuelvo —Le digo a Amos.
—No te tardes, te tengo una sorpresa.
—¿De verdad?
—Solo hazlo —Me señala un camino.
Asiento, antes de caminar y alcanzar a Remus.
—Ha salido mejor de lo que esperaba —Admitió, tímidamente.
—Te dije que les caerías de maravilla.
—¿Lista para un segundo round?
Tomé su mano, que estaba irónicamente helada.
—Creo que puedo soportarlo.
Aquello generó que riera, antes de visualizar a una pareja que estaba bastante animada con el lugar.
—Madre.
Una mujer castaña giró su cuerpo hacia nosotros y formó una sonrisa con sus labios.
—¡Remus!
Permití soltarme de mi acompañante para que abrazara a su madre.
La mujer lucía divinamente hermosa con aquel vestido blanco de flores rojas, y un hombre de aspecto serio la acompañaba.
Nunca había visto a los padres de Remus, ni siquiera en fotos, solo sabía de ellos por lo que Remus me contaba, y entre los pocos datos que sabía era que su padre había dejado de trabajar en el ministerio desde hace ya muchos años.
El hombre de cabello negro abrazó a su hijo luego de un largo tiempo sin verlo, y se atrevió a mirar su rostro, verificando si tenía heridas.
Aquello me pareció un gesto dulce.
—¿Quién es la señorita presente?
Le mujer se percató de mi asistencia en el lugar, provocando que mis mejillas se sonrojaran.
—Un gusto —Elevé mi mano derecha en señal de saludo, gesto que ella imitó—, Natalie Russo.
De pronto ella ladeó su cabeza y me detalló con la mirada.
Parecía que me inspeccionaba con rayos x.
—¿Russo? ¿Por qué me suena ese apellido?
—Es la chica de la que les hablé en aquella carta —Opina Remus, para mi sorpresa—. Natalie es mi novia.
—Así que ella es —El hombre me saluda—. Tenías razón al decir que era muy hermosa.
Si mis mejillas y nariz no estaban rojas, toda mi cara debió hacerlo de golpe.
—Oh... Muchas gracias...
—Lyall Lupin.
Lyall Lupin...
«"Creo que Lyall puede esperar"».
De pronto una escalofriante voz invadió mi mente, al igual que un espantoso recuerdo.
Greyback invadió mi panorama mental en ese pequeño momento, recordándome lo que había sufrido cuando me mordió aquella noche.
—Un placer conocerlos.
Pero no iba a arruinar el momento familiar de Remus.
Él no lo hizo conmigo, y yo tampoco lo haría.
—Disculpa mi insistencia —La mujer habló—, pero te me haces un poco parecida a alguien.
—¿De verdad?
—Te pareces un poco a un viejo amigo... Su nombre era Iván.
—¿Iván Russo?
—¿Lo conoces?
—Era mi padre.
El rostro de la mujer pareció palidecer un poco.
—¿Tu... Tú padre? —Tartamudeó—. Lamento mucho lo que ocurrió con él y su esposa.
—No se preocupe, lo entiendo.
El rostro de su esposo se mostraba un poco confundido.
—Ella es nieta del Alcalde —Le dice—, Patrick Russo.
—Vaya dato —Respondió, con sorpresa—. ¿Y dime, cómo están tus abuelos?
—Bueno, ellos...
—Espero no les moleste, pero he quedado en vernos con los chicos, ya saben...
Remus me había salvado de una incómoda conversación.
—Claro —Su madre sonríe—. Disfruten de esta velada.
Remus camina hacia mí y envuelve su brazo sobre mi hombro antes de caminar hacia otro lado.
—Lamento eso último.
—Sí, bueno... Nadie lo hubiera predicho.
—Pero...
—Pero me has salvado —Le digo, mirándolo a los ojos—. Siempre lo haces.
Con su mano libre toma mi rostro y me besa, pero somos interrumpidos con la llegada de nuestros amigos.
—¿Necesitan un armario de escobas? —Soltó Sirius de la nada—. Les puedo reservar uno.
—Oh, cierra la boca.
Con la mirada trato de buscar a su familia, pero no me extraña no verlos por aquí.
—No les pedí que vinieran —Dice, al ver mi rostro—. Pero no te preocupes Natt, es mejor así. Igualmente no se habrían molestado en asistir.
—¿Estás seguro?
—Estoy con mi verdadera familia.
Sirius nos lleva hacia donde estaba James, quien sonreía junto a sus padres.
—Vaya, vaya, miren a quién tenemos por aquí.
Me sonrojo con la mirada coqueta de James.
—Hola, James.
Él lucía muy feliz esta tarde.
—Señorita Russo —Euphemia me saluda—, que honor volver a verla.
—El honor es todo mío.
Peter también estaba aquí, y me sorprendió ver que la familia de Lily estaba muy cerca de nosotros.
¡Qué estrategia, Potter!
—Señor Potter.
Una persona llegó a nuestro círculo, y me sorprendió ver de quien se trataba.
El padre de James sonrió por cortesía y saludó al hombre con la mano.
—Es todo un honor conocerlo en persona —Hace una leve reverencia—. Mi nombre es Shelby, profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras.
Y una gran pesadilla —Me dije, mentalmente.
Después de que nuestro secreto fue revelado, está de más decir lo que ocurrió.
Si hubiese sido por él, Remus y yo habríamos sido expulsados de su clase.
Descubrimos que habló con el director para que eso fuera posible, pero en vista de que Dumbledore no aceptó, fue obligado a tenernos en su clase.
Al inicio insistí en estar lo más alejada de él.
Pero tenía a los chicos, quienes se unían y hacían bromas referentes a nuestra condición durante cada clase.
No me molestaba que lo hicieran, pues al contrario que en muchas ocasiones, me daba risa.
Sobre todo cuando Shelby se estremecía con tan solo vernos.
—Admiro mucho su trabajo —Halaga—. Es usted un genio, y su hijo parece ir por ese camino.
El hombre buscó a James con la mirada, pero se tensó al vernos.
—Profesor Shelby —Saluda Remus, con una falsa sonrisa—. ¡Qué gusto tenerlo por aquí!
Tuve que aguantar las ganas de reír cuando vi como su mano tembló de miedo.
—Gracias por sus palabras —Responde el señor Fleamont—. Pero me temo que el legado familiar tomará un descanso.
—¿Puedo saber por qué?
—Mi hijo quiere estudiar para ser Auror —Responde, con orgullo—. Y nosotros vamos a apoyarlo en eso.
Una mirada pequeña de decepción llega al rostro del docente.
—Pero bueno, al menos habrá una persona destacada en el grupo.
—¿De verdad?
—Oh, si —Dice el mayor, con orgullo—. Alguien en nuestras filas ha tenido un gran reconocimiento.
De pronto, la mirada del señor Potter se ubica sobre mí y me invita a su lado.
—Tenemos a una futura Magizóologa.
El rostro del docente se mostró asombrado.
Pero para mí sorpresa, él río.
—¿De verdad? ¿Y cómo piensa pagarlo? Es decir, he oído que la academia Scamander es un poco costosa, además de que son muy pocos los que logran entrar.
—He sido invitada personalmente a participar.
—Niña, no te ofendas... Pero todos en esta habitación han sido invitados.
—Tiene razón —Digo, cruzando mis brazos sobre mi pecho—. Pero solo yo he sido cordialmente invitada por el mismísimo Newt Scamander a su academia.
Una sonrisa de triunfo se formó en mis labios, y una barra provino a mis espaldas.
—¿El... El señor Scamander...?
—Espere, creo que lo tengo por aquí...
Busqué entre mi pequeña cartera aquella invitación, dándole la carta en sus manos para que la viera personalmente.
Su rostro se mostraba bastante enojado, pero yo estaba decidida a no dejarme pisotear esta vez.
No volvería a caer en ridículo.
—Imagino entonces que el Señor Scamander sabe de su "condición".
Aquello hizo que todos los presentes se tensaran, y pude percatarme que todos en la sala nos estaban mirando, incluyendo padres y profesores por igual.
—Creo que esta noche he demostrado que los hombres lobos también tenemos talento —Sonrío, tomando la carta—. Si he sido invitada a estudiar en la Academia Scamander es por mi talento y conocimientos, no por intentar ser "amable" con el resto.
El profesor tensó su mandíbula con enojo, y los chicos a mi espalda se burlaron.
—Nosotros también podemos demostrar que somos tan buenos como ustedes —Sigo—. Pues, aparte de ser una mujer lobo, provengo de familia muggle —Me atrevo a caminar unos pocos pasos, quedando muy cerca del hombre—. Y déjeme decirle, profesor, que somos mucho mejor que la mayoría de ustedes, "sangres puras" sin corazón ni talento.
Una sonrisa de satisfacción total se formó en mi rostro cuando el hombre no tuvo más ataques en mi contra.
—Felicidades... —Dijo, apretando los dientes.
Shelby miró al grupo de personas que nos miraban a detalle.
—Muchas gracias.
—Si me disculpan, tengo otros asuntos que atender.
—Es usted libre de retirarse —Interviene el señor Potter, asombrado por mis palabras.
Shelby asiente por cortesía, pero sabía que estaba tan enojado como yo lo estuve el día en que me hizo ver como una estúpida en su clase.
—Esto no va a quedar así —Lo oí murmurar.
De pronto sentí unos brazos a mí alrededor, y todas las demás familias siguieron conversando.
—¡Por las barbas de Merlín! —James exclama, con mucho asombro.
—Por favor, Lunático —Sirius se acerca a mi lado—, recuérdame nunca molestar a tu chica.
—Natt ha sacado chispas —Peter también se unió a la conversación—. Corrijo, ha sacado sus garras.
Me permito reír ante sus comentarios.
—Mi novia es la mejor de todas —Le oigo decir.
—Has hecho un gran trabajo al no dejarte caer en ridículo —Me felicita la señora Euphemia—. Demuéstrale al mundo que eres tan capaz de ser la mejor, como los grandes magos y brujas que han hecho historia.
—A partir de hoy, tu vida cambiará positivamente, de eso estoy seguro —Me dice Fleamont—. Y quiero que luches tal y como lo has hecho hoy.
—Prometo que lo haré —Digo—. Y no sólo yo—Miro a Remus—. Ambos les demostraremos al mundo que también somos buenos como ellos.
...
Las palabras y sonrisas se tuvieron que posponer por un rato, pues el brindis tendría lugar dentro de poco.
Cada uno fue con su familia a celebrar, prometiendo que nos veríamos al finalizar.
—Estoy tan orgulloso de ti —Sebastian Diggory me tiende una copa—. Realmente lo has hecho caer en ridículo.
—Shelby nunca me cayó bien —Amos y Stella hablaron al mismo tiempo.
—¿Lo han visto?
—Todos lo hemos visto —Responde mi casi hermano—. Y déjame decirte que, si antes te tenía miedo, ahora lo tiene el doble.
—Y lo más importante, te has hecho respetar —Finaliza Stella.
De pronto, el sonido de una copa capta la atención de todos, siendo el Director quien estaba al frente.
Dumbledore dio uno de sus curiosos discursos, causando risas y llantos por igual.
Me pareció un gesto bastante lindo cuando mencionó que Hogwarts se quedaría sin sus mejores bromistas por un largo tiempo, pero más risa me dio cuando vi que el rostro de Mcgonnagal se relajó.
—Por los nuevos profesionales que están por venir —Todos elevaron sus copas de Champagne—. Por esos magos y brujas que le demostrarán al mundo de qué están hecho.
—¡Salud!
Cada uno tomó de su copa, y muchos de los familiares estallaron en aplausos.
—Esto me recuerda...
Amos Diggory sacó de su elegante traje una hermosa caja transparente, en el cual se encontraba un anillo.
—Tus padres una vez me dijeron que estaban ahorrando para este momento —Habló el señor Sebastian—. Te damos este detalle en su honor.
Unas lágrimas empezaron a brotar de mis ojos cuando mi casi hermano abrió la caja y me enseñó aquel anillo de graduación.
—En el mundo mágico solemos dar capas en señal de felicitaciones —Empezó a hablar—, pero sé que ellos hubieran querido darte este anillo.
Sequé mis lágrimas cuando Amos ubicó aquel anillo en mi dedo, y pude ver que el nombre de mis padres estaba tallado allí.
"Un detalle de tus padres, Iván y Dolores Russo.
De parte de sus grandes amigos, Sebastian y Amos Diggory".
Abracé con todas mis fuerzas a Amos y Sebastian por igual, sin contener el llanto.
—No llores, pequeña Russo —El señor Diggory acaricia mis mejillas—. Eres muy linda para que te acompañen esas saladas lágrimas.
—Gracias... De verdad. Gracias por todo, les debo mucho, pero prometo pagárselos.
—Natt —Me interrumpe Amos—. Tú no nos debes nada ¿Me oíste?
Llegaste a nuestras vidas como una señal, y es gracias a ti que estamos juntos.
—Ahora, si me permites —Sebastian toma la copa de mis manos y la lleva a la mesa a través de magia—, iremos a bailar.
—Será todo un placer.
Acepto gustosa la invitación cuando una melodía se toma el gran salón.
—Ellos están muy orgullosos de ti —Me dice—, jamás lo dudes.
La celebración había dado por finalizada, por lo que cada familia volvió a casa, mientras nosotros nos disponíamos a dar nuestro último viaje en tren.
Pero había una tradición, pues al finalizar el año, los estudiantes de 7mo irían en bote, como la primera vez que llegaron.
—¡Voy a extrañar este lugar! —-Peter comenta, con un poco de tristeza.
—Nuestros mejores recuerdos están aquí —Digo—, este lugar... Es nuestro hogar.
Los cinco nos permitimos subir en el mismo bote, viendo el hermoso cielo estrellado.
—Vamos a nadar.
—¿¡Qué!?
Cuando menos me di cuenta, Sirius y James empezaron a mover el bote de lado y lado, provocando que tambaleara.
—No otra vez... —Se lamentó Peter.
Me aferré con todas mis fuerzas en el bote, sabiendo que muchos nos estaban mirando.
—Remus...
—No te apartes de mí.
El pequeño bote dio vuelta por fin, y nuestros cuerpos fueron arrojados al frío lago negro.
La risa de los chicos a nuestro alrededor fue estruendosa, y para mi sorpresa, muchos se tiraron al lago, imitando nuestras acciones.
—¡Están locos! —Grité.
—¡Disfruta el momento! —Oí a James a lo lejos, quien nadaba hacia al bote de las chicas.
—¡Potter, no te atrevas!
Tarde.
Lily Evans fue arrastrada junto a sus amigas al lago por el azabache.
La cara de indignación de todas fue un goce, pero me sorprendió ver que igualmente rieron.
—¡Mira Peter! —Sirius gritó—. Es igual que la primera vez.
—La primera vez que caí al lago fue por Natalie —Dijo—. Esta vez han sido ustedes.
Hagrid nos miraba como si estuviéramos locos.
Tal vez sí lo estábamos.
Pero el amor siempre nos lleva a la locura, por muy irónico que parezca.
Las risas de nuestros compañeros fue contagiosa, inclusive, el calamar gigante se unió a nosotros, mientras nos tiraba hilos de agua como si fuera una manguera.
Sin duda alguna jamás olvidaría este día.
N/A: ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les gustó?
¿Cuál fue su parte favorita?
¿Están listxs para ver qué ocurrirá luego de Hogwarts?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top