-Eʟ ғᴜɴᴇʀᴀʟ

—Ha llegado el momento.—anunció la profesora, —Por favor, sigan a sus jefes de casa a los jardines. Los alumnos de Gryffindor, esperen a que salga yo.

Los estudiantes se levantaron de los bancos y desfilaron casi en silencio. Ginny vio a Slughorn, que llevaba una espléndida y larga túnica verde esmeralda con bordados de plata, en cabeza de la columna de Slytherin, y a la profesora Sprout, jefa de la casa de Hufflepuff, que nunca había ido tan aseada, pues no tenía ni un solo remiendo en el sombrero. Cuando llegaron al vestíbulo, vieron a la señora Pince de pie junto a Filch: ella iba con un tupido velo negro que le llegaba hasta las rodillas, y él con un viejo traje y una corbata negros que apestaban a naftalina. Al acercarse a los escalones de piedra de la entrada, vieron que todos se dirigían hacia el lago. Los tibios rayos del sol le acariciaron la cara cuando siguió en silencio a la profesora McGonagall. Hacía un espléndido día de verano.

Habían colocado cientos de sillas en hileras a ambos lados de un pasillo y encaradas hacia una mesa de mármol que presidía la escena. La mitad de las sillas ya estaban ocupadas por una extraordinaria variedad de personas: elegantes y harapientas, jóvenes y viejas. Harry sólo reconoció a algunas, por ejemplo, a los miembros de la Orden del Fénix Kingsley Shacklebolt, Ojoloco Moody y Tonks,cuyo cabello había recuperado milagrosamente un tono rosa muy llamativo, cogida de la mano de Remus Lupin; los señores Weasley; Bill, acompañado y ayudado por Fleur, y seguido por Fred y George, que llevaban chaquetas de piel de dragón negra. También estaba Madame Maxime, que ocupaba dos sillas y media; Tom, el dueño del Caldero Chorreante; Arabella Figg, la vecina squib de Harry; la melenuda que tocaba el bajo en el grupo mágico Las Brujas de Macbeth; Ernie Prang, el conductor del autobús noctámbulo; Madame Malkin, de la tienda de túnicas del callejón Diagon; y algunos otros a los que Harry sólo conocía de vista, como el camarero de Cabeza de Puerco y la bruja que llevaba el carrito de la comida en el expreso de Hogwarts. También estaban presentes los fantasmas del castillo, que sólo eran visibles cuando se movían, pues la luz del sol hacía brillar sus intangibles y etéreas figuras.

Harry, Ron, Ginny y Hermione se sentaron al final de una hilera, junto al lago. El continuo susurro de la concurrencia sonaba como la brisa al acariciar la hierba, pero el canto de los pájaros era mucho más intenso. Seguía llegando gente; Ginny vio cómo Luna ayudaba a Neville a sentarse y sintió un profundo cariño por ellos. Luna y Neville eran los únicos miembros del ED que habían respondido a la llamada de ella y Hermione la noche que mataron a Dumbledore, y la castaña-rojiza sabía por qué: ellos eran los que más añoraban el ED; seguramente eran los únicos que habían mirado con regularidad sus monedas con la esperanza de que se hubiera convocado otra reunión.

Cornelius Fudge pasó por su lado y se dirigió hacia las primeras filas; parecía muy compungido y hacía girar su bombín, como de costumbre. A continuación Ginny reconoció a Rita Skeeter y se enfureció al ver que llevaba un bloc de notas, con las uñas pintadas de rojo; y luego, con un arrebato de rabia, distinguió a Dolores Umbridge, que exhibía una expresión de dolor poco convincente en su cara de sapo y se adornaba los rizos rojo pardusco con un lazo de terciopelo negro. Al ver al centauro Firenze, que estaba de pie como un centinela cerca del borde del agua,Umbridge dio un respingo y se encaminó rápidamente hacia un asiento muy apartado de él.

Los últimos en sentarse fueron los profesores. Observaron a Scrimgeour, conaire grave y circunspecto, situado en primera fila con la profesora McGonagall, y se preguntó si el ministro o alguna otra de aquellas personas tan importantes sentía verdadera tristeza por la muerte de Dumbledore. Pero en ese momento oyó una melodía, una melodía extraña que parecía de otro mundo, de modo que se olvidó del desprecio que le inspiraba el ministerio y miró en busca del origen del sonido. Sin embargo, no fue el único, pues otras personas también volvieron la cabeza con cierta alarma.

—Allí.—le susurró Ginny a Harry en el oído señalando las luminosas aguas verde claro.

Entonces el muchacho vio un coro de gente del agua que cantaba en una lengua extraña; las pálidas caras se mecían a escasa distancia de la superficie y sus violáceas cabelleras ondeaban alrededor, y Harry se acordó con horror de los inferi. La melodía le puso carne de gallina, y, sin embargo, no era un sonido desagradable. Sin duda hablaba de la pérdida de un ser querido y de la desesperación que provoca. Mientras contemplaba las transidas caras de la gente del agua, Harry tuvo la impresión de que al menos esos seres sí lamentaban la muerte de Dumbledore. Ginny volvió a darle un codazo y él giró la cabeza.

Hagrid caminaba despacio por el pasillo. Sollozaba en silencio y tenía el rostro surcado de lágrimas; en los brazos, envuelto en terciopelo morado salpicado de estrellas doradas, llevaba el cadáver de Dumbledore. Al verlo, a Harry se le hizo un nudo en la garganta, y por unos instantes fue como si la extraña melodía y la conciencia de estar tan cerca del cadáver del anciano profesor hicieran desaparecer el calor y la luz del entorno. Ron estaba pálido e impresionado, Ginny trataba de no llorar mientras el azabache le apretaba un poco la mano, y Hermione derramaba gruesas lágrimas que le caían en el regazo.

Los muchachos no veían bien qué pasaba en la parte delantera. Parecía que Hagrid había depositado el cadáver con extremo cuidado sobre la mesa de mármol. A continuación se retiró por el pasillo sonándose con fuertes trompetazos que atrajeron algunas miradas escandalizadas, entre ellas la de Dolores Umbridge...Pero Harry sabía que a Dumbledore no le habría importado. Intentó hacerle un gesto cariñoso a Hagrid cuando éste pasó por su lado, pero el guardabosques tenía los ojos tan hinchados que era un milagro que pudiera ver dónde pisaba. Harry miró hacia la hilera a la que se dirigía Hagrid y comprendió cómo se guiaba a pesar del llanto,porque allí, vestido con una chaqueta y unos pantalones confeccionados con tela suficiente para levantar una carpa, se hallaba el gigante Grawp, cuya enorme y fea cabeza, lisa como un canto de río, se inclinaba con gesto dócil, casi humano. Hagrid se sentó al lado de su hermanastro y éste le dio unas palmaditas en la cabeza, lo que provocó que la silla del guardabosques se hundiera unos centímetros en el suelo. Pero entonces dejó de sonar la melodía y el muchacho dirigió de nuevo la vista al frente.

Un individuo bajito y de cabello ralo, ataviado con una sencilla túnica negra,estaba de pie frente al cadáver de Dumbledore. Ginny no oía lo que decía. Algunas palabras sueltas llegaban flotando hasta ellos por encima de cientos de cabezas:«nobleza de espíritu», «contribución intelectual», «grandeza de corazón»...pero casi carecían de significado. No tenían mucho que ver con el Dumbledore que Ginny había conocido. De pronto recordó lo que significaba para el director de Hogwarts decir unas pocas palabras: «¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!», y, tuvo que reprimir una sonrisa. ¿Qué le estaba sucediendo? Oyó un débil chapoteo a su izquierda y vio que la gente del agua también había salido a la superficie para escuchar.

Entonces varias personas chillaron. Unas llamas relucientes y blancas habían prendido alrededor del cadáver de Dumbledore y de la mesa sobre la que reposaba, y se alzaron cada vez más, hasta ocultar por completo el cadáver. Un humo blanco ascendió en espiral y moldeó extrañas formas: en un sobrecogedor instante, a Ginny le pareció ver cómo un fénix volaba hacia el cielo, dichoso, pero un segundo más tarde el fuego había desaparecido. En su lugar había un sepulcro de mármol blanco que contenía el cuerpo de Dumbledore y la mesa sobre la que lo habían tendido.Volvieron a oírse gritos de asombro cuando cayó del cielo una lluvia de flechas que fueron a parar lejos de la gente. Y era el homenaje de los centauros; a continuación vieron cómo éstos daban media vuelta y desaparecían de nuevo en el umbrío bosque. La gente del agua también se hundió despacio en las verdes aguas y se perdió de vista.

—Oye, Ginny...pelirroja, —musitó, mientras alrededor la gente reanudaba las conversaciones interrumpidas poco antes y se levantaba, le costaba decir eso, —No podemos seguir saliendo juntos, aunque no quisiera...tenemos que dejar de vernos como pareja.

Ella esbozó una enigmática sonrisa y replicó, —Es por alguna razón noble y absurda ¿Verdad?

—Todo contigo ha sido...como un magnífico sueño del cual no he querido despertar.—prosiguió Harry, —Pero no podemos...las cosas que debo hacer, debo hacerlas solo, no soportaría que tú salgas dañada. No quiero terminar contigo porque eres lo único que me mantiene de pie ahora, pero que te pase algo...—negó varias veces agarrando su mejilla, —...no podría soportarlo.

Ginny no se puso a llorar, aunque le partiera el corazón una vez más, sino que se limitó a mirarlo a los ojos.

—Voldemort utiliza a los seres más queridos de sus enemigos. A ti ya te utilizó una vez como cebo, y únicamente porque eras mi mejor amiga. Imagínate el peligro que correrías si siguiéramos siendo novios. Él se enterará, lo averiguará. Intentará llegar hasta mí a través de ti.

—¿Y si no me importara?—replicó Ginny.

—A mí sí me importa.—repuso Harry—. ¿Cómo crees que me sentiría si éste fuera tu funeral...y si yo tuviera la culpa? No podría vivir con ese sentimiento, no puedo dejar que te pase nada, porque te amo con todo mi ser y no puedo perderte.

Ginny desvió la mirada y se quedó contemplando el lago, —No me importa si quieres ir hasta el fin del mundo, rayito.—disminuyó el tono de su voz, —Nunca me ha importado...voy a acompañarte siempre, aunque terminemos, porque la verdad yo te iba a decir lo mismo. Pero siempre serás mi mejor amigo...Idiota, no estás solo. Y, en realidad nunca renuncié a ti. Aunque no lo parezca. Siempre albergué esperanzas... Hermione me aconsejó que me olvidara de ti, que saliera con otros chicos. Y ella creía que quizá te fijarías más en mí si yo me distanciaba un poco.

—Es que es muy lista.—repuso Harry, y sonrió, —¡Ojalá te hubiera pedido antes que salieras conmigo! Habríamos podido pasar mucho tiempo juntos...años...

—Pero estabas demasiado ocupado salvando el mundo mágico.—sentenció Ginny con una risita, —Bueno, la verdad es que no me sorprende. Ya sabía que al final ocurriría esto, aunque quería equivocarme. Estaba convencida de que no estarías contento si no perseguías a Voldemort. Quizá por eso te amo tanto.

Y ambos se fundieron en el que parecía ser su último beso. Y aunque no sean más pareja, ninguno había renunciado a la idea de poder actuar como una en pequeños lapsos de tiempo.

—Entonces, terminaste con Harry.—entendió Ron con una mueca de confusión.

Harry, Ron, Hermione y ella estaban en la torre de Astronomía, el azabache y la castaña hablando en el balcón del mismo lugar, mientras que ambos Weasley estaban sentados juntos.

—Sí...aunque eso no significa que no podamos actuar como pareja, además tiene una obsesión enorme por no dejar que me pase algo, y cree que así me va a proteger.—suspiró.

—Bueno, tiene razón, en eso...—esbozó una sonrisa, —Eres como una débil rosa que si la tocas se desmorona.—se burló.

La chica soltó una pequeña risa, y lo empujó un poco con el hombro, sonriendo, Ron le dio unas palmaditas en el hombro y ella se levantó.

Hermione la miró y dejó que se pusiera en medio, el guardapelo estaba abierto, y dentro tenía un pergamino doblado en cuatro, la castaña se lo pasó a su mejor amiga y ella lo desdobló.

Para el Señor Tenebroso. Ya sé que moriré mucho antes de que leáis esto, pero quiero que sepáis que fui yo quien descubrió vuestro secreto. He robado el Horrocrux auténtico y lo destruiré en cuanto pueda. Afrontaré la muerte con la esperanza de que, cuando encontréis la horma de vuestro zapato, volveréis a ser mortal.

R.A.B.

—¿R.A.B?—preguntó Hermione.

—No sé.—admitó Harry.

Ginny apuntaba R.A.B repetidas veces, pensando, —Conozco esas iniciales...¿De dónde conozco esas iniciales?

«Bu, Bo, Bi, Be, Ba... Ba... Bra... Brat... Brac... Black. Un Black con R...a ver... Phoebe... Hester... Orion... Melania... Cygnus... Irma... Bellatrix... Narcissa... Andrómeda... Belvina...Sirius...Regulus. Regulus... Jacu... Taju... Lactu... Arcu... Arcturus. Regulus Arcturus Black. R.A.B»

Mientras ella encontraba ese nombre, Harry repetía que todo había sido en vano.

—A Ron no le molesta...—dijo Hermione, sabiendo que su amiga estaba tan concentrada en lo suyo, que no escucharía, —Lo de tú y Ginny. Pero si fuera tú, cuando esté él, mantendría los besos al mínimo.

Harry soltó una risa, y contempló a la castaña-rojiza y su tremendo viaje astral.

—Terminamos, no podría soportar que algo le pasase.

—La amas.

—Con todo lo que soy.—la miró, —Pero no quiero que salga lastimada por mi culpa.

—Harry...Ginny no es estupida, sabe cuidarse, y conoce sus habilidades mejor que nadie. No es débil. Y es testaruda. Aunque no lo parezca cuando tiene un viaje astral, como ahora. Va a seguirte de igual forma, ¿o me dirás que tú tampoco la seguirías?

El se rascó la nuca, —Pues no, porque si la seguiría, la verdad, a donde sea que quiera ir, aún cuando eso me condene.—cuando la castaña-rojiza terminó de recordar de quién eran esas iniciales, no dijo nada, —No volveré, tengo que terminar lo que Dumbledore inició, y no sé a donde me llevará eso.

—Siempre admiré tu coraje, James. Pero a veces eres muy tonto.—habló Ginny, el chico la miró confunido, —¿No creerás que irás a buscar los horrocruxes tú solo, cierto?

—Nos necesitas.—asintió Hermione.

—Nunca me había fijado lo pacífico que es este lugar.—admiró Harry.

Los cuatro avanzaron hacia otro balcón de la torre de astronomía y se quedaron mirando el paisaje. Otro año había acabado. Y con el, la poca calma, alegría y ganas de seguir que tenían.

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