-Dᴜᴍʙʟᴇᴅᴏʀᴇ ᴇsᴛᴀ́ ᴍᴜᴇʀᴛᴏ

La  noticia de que Harry Potter y Ginny Weasley eran novios dio pie a numerosos cuchicheos en el colegio, sobre todo entre las chicas; y, sin embargo, durante unas semanas Harry tuvo la placentera y novedosa sensación de que era inmune a los chismorreos. Al fin y al cabo, resultaba agradable que, por una vez en la vida, hablaran de él a causa de algo que lo hacía tan feliz como no recordaba desde mucho tiempo atrás, y no por estar involucrado en horribles incidentes relacionados con la magia oscura.

—Y eso que la gente tiene mejores cosas para cotillear.—comentó Ginny mientras leía El Profeta sentada en el suelo de la sala común, con la espalda apoyada en las piernas de Harry, —Esta semana ha habido tres ataques de dementores. Pero a Romilda Vane lo único que se le ocurre preguntarme es si es cierto que llevas un hipogrifo tatuado en el pecho.

Ron y Hermione rieron a carcajadas.

—¿Y qué le has contestado?—preguntó Harry divertido, sobando los hombros de ella.

—Que es un colacuerno húngaro.—respondió Ginny mientras pasaba la página con aire despreocupado, —Es mucho más varonil.—miró hacia arriba.

—Gracias.—dijo Harry con una sonrisa, agachó su cabeza para darle un pequeño beso. Hermione suspiró felizmente viéndolos, —¿Y qué le has dicho que lleva Ron tatuado?

—Un micropuff, obviamente, pero no le he dicho dónde.

Ron arrugó el entrecejo y Hermione se desternilló de risa.

—Mucho cuidado —advirtió el pelirrojo blandiendo el dedo índice, —Que les haya dado permiso para salir juntos no quiere decir que no pueda retirarlo.

—¿Tu permiso?—se burló Ginny, —¿Desde cuándo necesito tu permiso para hacer algo? Además, tú mismo reconociste que preferías que saliera con Harry antes que con Michael o Dean.

—Sí, eso es verdad.—admitió Ron a regañadientes, —Pero siempre que no se aficionen a besarse en público.

—¡Serás hipócrita! ¿Y qué me dices de Lavender y tú, que se pasaban el día revolcándose por todas partes como un par de anguilas?—protestó la castaña-rojiza.

Pero llegó el mes de junio y empezaron a escasear las ocasiones de poner aprueba la tolerancia de Ron, porque Harry y Ginny cada vez estaban más tiempo juntos, actuando como una pareja, hasta en clases. Una de las noches en las que Ginny estaba con Hermione hablando de lo feliz que era con Harry, aprovechando que la castaña-rojiza se había marchado y mientras el azabache estaba sentado junto a una ventana en la sala común (se suponía que terminando sus deberes de Herbología, pero en realidad rememorando un rato particularmente feliz que había pasado con Ginny en lo que iba su relación) ella y Hermione bajaron y se sentaron entre él y Ron con unas expresiones de determinación que no auguraban nada bueno.

—Tenemos que hablar, Harry.—empezó la castaña.

—¿De qué?—preguntó él con recelo. El día anterior ella lo había regañado por distraer a Ginny aún sabiendo que tenía que terminar una tarea.

—Del presunto Príncipe Mestizo.

—¿Otra vez?—gruñó, —¿Quieres hacer el favor de olvidarte de ese tema?

Harry no se había atrevido a volver a la Sala de los Menesteres para recuperar el libro, y por ese motivo ya no obtenía tan buenos resultados en Pociones (aunque Slughorn, que sentía mucha simpatía por Ginny, y que había sido testigo de las miradas y acciones que ambos se echaban desde antes, lo atribuía a su enamoramiento). Pero el muchacho estaba convencido de que Snape todavía no había renunciado a echarle el guante al libro del príncipe, y por eso prefería dejarlo escondido mientras el profesor siguiera alerta.

—No pensamos callarnos hasta que nos hayas escuchado.—dijo Hermione sin amilanarse, —Mira, hemos estado investigando un poco sobre quién podría tener como bobby inventar hechizos oscuros...

—Él no tenía como hobby...

—¡Él, siempre él! ¿Cómo sabes que no era una mujer?

—Eso ya lo hablamos un día. ¡Príncipe, Hermione! ¡Se hacía llamar príncipe!

—Exacto.—habló Ginny, mientras sacaba de su bolsillo un trozo viejísimo de periódico y se lo ponía delante, en la mesa, —Mira esto, James. Mira la fotografía.

Harry cogió el papel, que se estaba desmenuzando, y contempló la amarillenta fotografía animada; Ron se inclinó también para echarle un vistazo. Se veía una muchacha muy delgada de unos quince años. Era más bien feúcha y su expresión denotaba enfado y tristeza; tenía cejas muy pobladas y una cara pálida y alargada. El pie de foto rezaba: «Eileen Prince, capitana del equipo de gobstones de Hogwarts.»

—¿Y qué? —dijo Harry leyendo por encima el breve artículo que explicaba una historia muy aburrida acerca de las competiciones interescolares.

—Se llamaba Eileen Prince. «Prince», Harry.—dijo la castaña.

Se miraron y él comprendió lo que Hermione trataba de decirle. Soltó una carcajada.

—¡Anda ya!

—¿Qué?

—¿Crees que ésta era el Príncipe Mestizo? Por favor, Hermione...

—¿Por qué no? ¡En el mundo mágico no hay príncipes auténticos, Harry! O es un apodo, un título inventado que alguien adoptó, o es una forma de disfrazar su verdadero apellido ¿No? ¡Escúchame! Supongamos que su padre era un mago apellidado Prince y que su madre era muggle ¡Eso la convertiría en una «Prince mestiza» o, dicho de otro modo, para despistar, en un Príncipe Mestizo!

—Sí, Hermione, es una teoría muy original...

—¡Piénsalo un poco! ¡A lo mejor se enorgullecía de llevar el apellido Prince!

—Mira, Hermione, te digo que no era una chica. No sé por qué, pero lo sé.

—¿No quieres admitir que una chica sea tan inteligente?—preguntó Ginny mirándolo.

—No, no es eso.—negó rápidamente, agarrando su mano más cerca, —Princesa, no es eso ¿Cómo iba a ser amigo suyo durante seis años y pensar que las chicas no son inteligentes?—argumentó Harry, dolido por el comentario, —Lo digo por su manera de escribir. Sé que el príncipe era un hombre, no me cabe duda. Esa chica no tiene nada que ver. ¿De dónde han sacado el recorte?

—De la biblioteca. Hay una colección completísima de viejos números de El Profeta.

—Bueno, de cualquier manera pienso averiguar todo lo que pueda sobre Eileen Prince.—decidió Hermione.

—Que te diviertas.—dijo Harry con fastidio.

—Gracias. ¡Y el primer sitio donde voy a buscar.—añadió al llegar al hueco del retrato, —Es en los archivos de los premios de Pociones!

Harry la miró con ceño y luego volvió a tumbar a Ginny en el asiento cuando ella trató de levantarse.

—Voy a ir con ella.—le dijo la castaña-rojiza.

—¿Tú también me tomas por chiflado?—le preguntó haciendo un pequeño puchero, esperando una respuesta negativa.

—Sí, de hecho.—bromeó. Al ver la cara del chico, soltó una risa, —Jamás podría tomarte como chiflado.—le dio un beso y se levantó, —Te amo.—se apresuró a seguirle el paso a su mejor amiga.

—Te amo.—gritó viendo como su novia desaparecía por el hueco del retrato.

Ron, Ginny y Hermione estaban sentados en la sala común cuando Harry entró.

—¿Qué quería Dumbledore?—preguntó Hermione

—¿Estás bien?—añadió Ginny yendo hacia el, preocupada.

—Sí, estoy bien.—contestó Harry, pero agarró la mano de la chica, la hizo subir con el a toda prisa la escalera que conducía a su dormitorio; una vez allí, abrió el baúl y sacó el mapa del merodeador y un par de calcetines con los que había hecho una bola, —Te amo, mucho.

Ginny sonrió algo confusa por su actitud, agarró las manos que el tenía en sus mejillas pero no las sacó de ahí, —Yo también te amo.

Harry la besó. Un beso un poco más subido de nivel, temía que el acompañar a Dumbledore, pudiera hacer que no la volviera a ver. Cuando se separaron, volvieron a la carrera a la sala común y se detuvieron con un patinazo delante de Ron y Hermione, que los miraron con desconcierto.

—No puedo entretenerme.—explicó jadeando, abrazando a la castaña-rojiza por detrás, —Dumbledore cree que he venido a buscar mi capa invisible. Escuchen...

Les explicó rápidamente a dónde iba y por qué. Solo hizo un poco de caso a los gritos ahogados de Ginny, pero no a los de Hermione, ni a las atolondradas preguntas de Ron; más tarde ya se enterarían de los detalles.

—¿Entienden lo que esto significa?—concluyó atropelladamente, —Dumbledore no estará en el colegio esta noche, de modo que Malfoy va a tener vía libre para llevar a cabo lo que está tramando. ¡No, escúchenme!—susurró con énfasis al ver que sus amigos y novia trataban de interrumpirlo, —Sé que era Malfoy el que gritaba de alegría en la Sala de los Menesteres. Toma.

Le entregó el mapa del merodeador a Hermione.

—Sabes, empiezo a creer que Draco te gusta.—la castaña-rojiza alzó una ceja divertida, tratando de romper la tristeza.

Harry hizo un sonido de vómito al lado, —Puff, por favor.—la miró, la cara de Ginny era de pura diversión a su reacción, —Me gustas tú...tienen que vigilarlo, y a Snape también. Que los ayude alguien del ED. Ginny, Hermione, aquellos galeones embrujados todavía servirán ¿Verdad? Dumbledore dice que ha organizado medidas de seguridad excepcionales en el colegio, pero si Snape está implicado, probablemente sepa qué clase de protección es y cómo burlarla. Pero lo que no se imagina es que ustedes estarán montando guardia ¿Me explico?

—Harry...—empezó Ginny, con el miedo reflejado en los ojos.

—No hay tiempo para discutir, pelirroja—dijo con delicadeza, —Agarren también esto.

Le entregó los calcetines a Ron.

—Gracias. Oye ¿Para qué quiero unos calcetines?

—Lo que necesitas es lo que está escondido en uno de ellos, el Felix Felicis. Repártanselo. Tengo que irme, Dumbledore me está esperando...

Pero de nuevo besó a Ginny, las probabilidades de perderla cuando recién estaba en una relación con ella lo agobiaban, se separó luego de unos segundos y sus manos se soltaron cuando el avanzó más.

—Ginny.—llamó Hermione jadeando, —Busca a Draco.

Ella la miró, —¿Por qué?

La marca tenebrosa en el cielo de Hogwarts fue lo que necesitó para salir corriendo en busca del rubio.

—¡Draco!—gritaba mientras corría con varita en mano estaba segura de que habían mortífagos, —¡Draco!

Se encontró con unos estudiantes de tercer año de su casa en el pasillo.

—Gryffindor, vayan a la sala común.—ordenó.

—¿Por qué? No eres prefecta.—protestó una.

—Porque lo digo yo, salvo sus vidas pedazos de idiotas, y si no han visto en el cielo está la marca tenebrosa, hay mortífagos rondando por el castillo. Si no vieron a Draco Malfoy ¡Váyanse a la sala común, armados!—los niños parecieron tenerle miedo a ella, y de por sí a la situación, —¡Ahora!

Y salieron disparados, siguió corriendo llamando a Draco por los pasillos.

—¡Ginn!—gritó Hermione tirándole un hechizo a un mortífago que estaba detrás de la casi pelirroja.

—Gracias, Her.—al recibir un asentimiento de cabeza, salió corriendo hacia los jardines, debajo de la torre de astronomía.

Lo que vio a continuación la dejó paralizada, sin palabras, el corazón hundido, y con unas ganas de llorar tremendas. Dumbledore cayendo de la torre de astronomía. Cayó justo en frente de ella. La chica se acercó rápidamente a revisarlo.

—Profesor, profesor Dumbledore.—trató de moverlo, pero parecía dormido, tenía un expresión de paz, —Director, Dumby, Dumby despierta.—revisó si seguía latiendo, —No, no, no, no. Dumbledore, por favor.—comenzó a llorar, —...no me hagas esto, no, no nos dejes ahora, por favor. Te lo pido.—se apegó sollozando al cuerpo del inerte director de Hogwarts, —Por favor, Dumby, no te vayas, te lo suplico...va-vamos, por favor...

—Ginny...—alguien canturreó su nombre.

La chica levantó la vista y vio a Bellatrix viéndola desde la torre de astronomía, la mortifaga rió y desapareció hacia dentro.

Rápidamente, agarró su galeon encantado y escribió un mensaje que les llegaría a los miembros del ED.

Dumbledore murió, ahora estamos solos en esto. Hay mortifagos rondando y seguramente haciendo de las suyas. Cuídense entre ustedes.

Ginny.

Luego de eso, abrazó una vez más a Dumbledore, y corrió hacia dentro del castillo, los sonidos provenientes del Gran Comedor la hicieron saber que estaban ahí.

—¿¡Por qué!?—pegó el pecho de Malfoy al verlo, —¿¡Por qué lo hiciste!? ¡Mírame, Draco!

Pero el no podía mirarla, estaba al borde del llanto, al igual que la chica. Bellatrix solo reía ante esa escena.

—¡No la mates!—Bellatrix le quitó la varita a un mortífago que apuntaba a la castaña-rojiza, se acercó a ella y le elevó el mentón, —No nos sirve de nada si está muerta.

—Tampoco les sirvo si no quiero unirme.—la retó ella.

—¡Déjenla!—gritó Harry llegando, lanzó un hechizo punzador a la mano de Bellatrix, que ella quitó rápidamente al reconocer el hechizo, e hizo que no la tocase ni a ella ni a la chia.

Soltó una tétrica risa y ordenó a los demás a avanzar, Bellatrix, Snape, Greyback, un mortífago y Draco, se fueron.

—¿Estás bien?—se preocupó Harry.

—Sí...—trató de no llorar.

—Dumbledore...—quiso explicarle.

—Lo sé.—Ginny lo abrazó y dejó que el llorase un rato, pero luego lo separó, —No vas a querer perderlos de vista. Yo veré si hay algún herido.

—Gracias.—y se fue corriendo.

—Pelirroja.—llegó Ron, le tocó el hombro y su hermana se volteó rápidamente hasta abrazarlo, y aguantar sus ganas de llorar, —Shhh, ya estoy aquí...Hermione está con el cuerpo, avisó a McGonagall lo ocurrido y están viendo que hacer. Vamos con ellas.

──── ❁ ────

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top