CAPÍTULO 11 - ¿No puedes?
Milori movió la cabeza confundido, estaba otra vez en esa sala blanca... miro para los costados buscando algo o alguien. De pronto los recuerdos de las últimas escenas aparecieron en su mente, se sintió tan impotente contra eso
–Clarión...- susurro tratando de calmarse, estaba en el "cielo" por lo tanto quería decir que los hermanos de Clarión querían hablarle... necesitaba paz. Su respiración estaba agitada y su mirada se movía con miedo ¿¡cómo podía estar en paz!? Otra vez senti esas punzadas en su pecho
–Milori- la voz inconfundible de Dante, pero ¿no podía hablarle únicamente cuando tenía el colgante? Ahora no lo tenía pero George si, estaba desesperado y eso hacía que no pudiera pensar con claridad.
–Calma...- murmuro, los ojos castaños se posaron en los verdes y siguió respirando con dificultad
–Tengo miedo a fallar- murmuro el peliblanco dejando escapara todo el aire que contenía. Dante no pudo evitar una sonrisa
-¿Sabes? Eres lo suficientemente bueno para mi hermanita... sé que todo saldrá bien- dijo dando una media sonrisa
-¿Cómo puedo verte y escucharte? No tengo el colgante- pregunta mientras se sienta mira al castaño. Dante suspiro y luego dejo escapar una carcajada
-¡Milori! Eso deberías decir si fueras su guardián... pero eres su dueño ¡son cosas distintas!- dijo sonriendo, aunque también estaba preocupado ¡no podía dar mala vibra!
-¿Dueño y guardián? ¡Nunca me dijiste la diferencia!- Dijo algo enfadado mientras se pasaba la mano por el cabello. Dante lo miro unos segundos y Milori miro para los costados buscando a alguien
-¿Denis?- pregunto el peliblanco extraño por la falta del ojos azules –el ya cumplió con lo que debía... ahora el que dar información seré yo- explico calmado
-¿yo? ¿Y dónde está? ¿Lo volveremos a ver?- dijo mientras hacia una pequeña mueca
–primero ¿Cómo qué yo? y está en el cielo, donde van los demás espíritus, no renacerá hasta un tiempo... y si, lo volverás a ver... pero no en forma de "Denis" o tal vez si ¿Quién sabe?- dijo mientras se sentaba mirando al señor del invierno. Milori lo miró sin entender su tranquilidad con las cosas que estaban pasando
-¿me explicaras?- dijo algo impaciente. El ojiverde lo miro unos segundos antes de asentir
–cuando uno es guardia... como yo- dijo mientras se señalaba a sí mismo –el trébol no te protege y no te da esos sueños "pesadillas" mostrándote cosas, tampoco brilla o hace cosas sobrenaturales. Elige personas que estén dispuestas a morir por él, personas valientes y fuertes que puedan esconderlo. Los guardias no los podemos utilizar... no lo podemos volver negro o verde... yo era un guardia, lo volví verde al principio... pero fue por el hechizo, al principio todos podemos controlarlo, pero me di cuenta que eso era muy peligroso... Anastasia hiso magia e hiso que solo una persona lo pudiera manejar- bajo la mirada y suspiro, Milori lo miro sin entender ¿entonces porque dos lo manejaban? –Algo salió mal- volvió a subir la mirada –el trébol empezó a brillar y no quiso tener un "dueño"... había creado una especie de vida, él designaba sus guardias... y sus dos dueños. A los guardias, a partir de sueños, nos dio toda la información sobre él. George iba a ser su dueño malo y luego elegiría uno bueno... tuve que irme, ya no era más un guardia del colgante y esa fue su orden. Al principio no entendí, pero con el tiempo supe que fue la mejor decisión del colgante- quedo callado unos segundos –tengo poco tiempo- dijo alarmado de repente
-¿Qué pasa?- pregunto
–No importa...- dijo rápidamente, tomo la mano del peliblanco –quiero decirte que por ahora ella no puede volverse Cali- dijo nervioso
-¿Por qué?- pregunto enseguida
–Pero cuando George logre saber que pasa eliminara la traba... pero al hacerlo el trébol se romperá y ambas desaparecerán...- dijo mientras Milori sintió que estaba desapareciendo -no puede volverse Cali porque ella...- de repente se volvió negro y un dolor agudo en la muñeca lo hace abrir los ojos. Una de las cuchillas se estaba clavando ahí. Saco la mano adolorido mientras daba un gruñido ¡parecía que lo hacía apropósito! Miro las paredes completamente imposibles de escalar ¡era odioso! La muñeca le dolía a horrores y la herida sangraba, de pronto apareció un pequeño trébol en ella y se curó completamente, este se desvaneció con la herida. Miro sorprendido lo que había pasado "debes salir de aquí" escucho una voz como inexpresiva y que no se podía decir que era femenina o masculina -¿Quién eres?- dijo mirando a los costados sin saber que pasaba "soy yo, el trébol... debes salir" dijo otra vez esa voz. Milori suspiro y miro a las altas paredes
–No puedo, no puedo volar- dijo haciendo una mueca y golpeando frustrado a las paredes del lugar. La voz no se volvió a escuchar y el suspiro... debía salir de aquí ¡pero no sabía cómo! Sentía frustración, enojo, tristeza y culpa todo mezclado, respiro con fuerza tratando de calmarse... debía pensar... tenía que calmarse o no podía razonar.
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Clarión se sentía mareada, miraba como George daba vueltas delante de ella frustrado
-¡Esto no puede ser! ¿¡Porque no sales?!- gritaba poniéndose las manos en la cabeza con frustración. Se paró delante de la castaña y la miro desafió
–Dime lo que está pasando- gruño mientras la hacía mirarlo
–No lo sé- respondió angustiada. George volvió a ponerse en posición y se concentró todo su poder, la cadenita de oro se empezó a tornar negra... la cabeza le dolía a Clarión, sintió más mareos y náuseas, además de las millas de punzadas en su abdomen... el trébol empezó a tornarse gris... algunos mechones se volvieron rojos mientras sus ojos se tornaban negros, sintió su corazón acelerarse y como la cabeza le empezaba arder... pero al llegar al centro del trébol este brillaba y se volvía verde otra vez
-¡AAAAAAAAAAAAAA!- grito el pelinegro sin poder creerlo. La castaña estaba con dolor de cabeza ¡eso de cambiar a la mitad no era bonito! Y cuando se volvio otra vez totalmente ella sintio que le tiraron un balde de agua con hielo. George suspiro y se sentó en un sillón
-¡dime que pasa!- le ordeno al colgante, este brillo con un leve verde que quería decir "cuando estoy en esta forma Milori solo es mi dueño" se escucha la voz -¡pero debes convertirte en negro cuando YO lo ordeno!- grito bastante furioso mientras lo apretaba con su mano "no puedo, no me deja" escucho -¡¿Qué?! ¡¿Qué no te deja?!- grito mientras lo agitaba. No hubo respuesta. Clarión no pudo evitar reírse de la escena ¡era muy cómico! ¡El gran y malvado George frustrado por que un trébol no quería responderle! ¿A quién no le parecería gracioso?
-¡¿de qué te ríes?!- pego el grito volviendo se a parar. Ella solo bajo la mirada acallando la risa y sintiendo miedo, y mucho más de lo normal -¡tú sabes lo que pasa!- acuso mientras la señalaba con un dedo y se acercaba rabioso. Clarión negó con la cabeza dando un leve empate
–no lo sé... tal vez eres incompetente hasta para el trébol- dijo con un sentido del humor inusual.
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Milori suspiro y se concentró... el hielo empezaba a formarse en las paredes tratando de hacer escalones... pero antes de ponerse sólidos se volvían agua
-¡genial!- suspiro, el agua ya le llegaba a los tobillos, hace rato que estaba intentando esto y si seguía insistiendo podría terminar tapado con agua hasta la cabeza... ¡un momento! ¡Eso era! Milori no pudo reprimir una sonrisa y volvió a mirar para arriba, había una ventana en el techo suficientemente buena para pasar. Se puso en posición e hiso una gran cantidad de hielo tratando de alcanzar el techo pero, como esperaba, este se volvió agua. Milori volvió pero con más hielo... el agua le llegaba a las rodillas ¡podría salir si hacia la agua como para nadar hasta la ventana suficiente! Y con una leve sonrisa volvio a hacer cada vez mas hielo que terminaba siendo agua.
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George miro unos segundos a la reina y luego gruño mientras volvía a tratar... frunció el ceño en su rotundo fracaso
-¡Esto está mal! ¡Alguien hiso trampa!- gritaba desesperado
–dijiste que cuando lo tuvieras liberarías a todos excepto a mí, cumple tu trato- dijo con voz severa la reina. El pelinegro gruño furioso
-¡lo cumpliré! ¡Pero Milori también, como tú, quedara atrapado adentro!- dijo enojado mientras salía del salón. La castaña no pudo evitar una risita ¿Qué era tonto o se hacía? ¿Qué acaso no se dio cuenta que con Milori adentro tenía más probabilidades de perder? Aunque también tenía posibilidades de ganar, pero... ¿¡quién dejaría a su propio enemigo adentro de su propia casa?!
George miro con desprecio a las ocho hadas, desato a los cuatro rehenes y los tiró a un portal que los llevaría al árbol del polvillo. Luego se dio vuelta a mirar a los ministros
-¿Ustedes saben algo sobre esto?- dijo mostrándoles el trébol. Los ministros se miraron y luego no podran evitar una carcajada
-¡Por dios! ¿¡Tanto problema para una minúscula joya?! ¿Y para que te sirva? ¿La venderás en el mercado negro?- dijo tratando de ponerse seria la ministra del invierno
-¡Nos hubieras pedido! ¡¿Quién rayos secuestra personas para robar ese pedacito de joya?!- decía entre risas el de la primavera
-¡Tiene razón! ¿A quién se las venderás? ¡Ni que fuera mágico y que de eso dependiera la vida de todas las hadas!- exclamo el del otoño. George los miraba con un tic en el ojo, estos patéticos no sabían nada. Los desatos
–Son libres pedazos de inútiles- dijo antes de lanzarles polvillo negro y hacerlos desaparecer de su cueva. Se pasó la mano por el cabello y una sonrisa se dibujó en su rostro... había alguien que si sabía... ¡y le iba a contestar!
George se dirigió hacia los calabozos del palacio. Camino por un pasillo negro húmedo y sucio, se escuchaban voces pidiendo auxilio pero a su paso se callaban... su presencia destilaba miedo y horror. El pasillo era largo y estaba iluminado por antorchas en sus costados, era apenas una tenue luz la que se podía apreciar... las paredes estaban llenas de telarañas donde sus amas caminaban sin ninguna preocupación.
El techo estaba lleno de piedras filosas que parecían poder caer en cualquier momento. El aire de superioridad y maldad que dejaba salir de sus fauces solo hacia eco y era lo unico que se escuchaba. De repente detuvo sus pasos, miro una reja y la abrió. Miro con desprecio al hada que encapuchada y encadenada se encontró, su mirada estaba en el suelo y su respiración era calmada y no parecían alterarse por la presencia del pelinegro.
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