𝚅𝙸
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JUSTO cuando Takemichi había decidido ser el guardaespaldas de Draken y cuidarlo para evitar que muriera, se sorprendió al verlo cerca, acompañado por Mikey — o más bien él estaba acompañando a Mikey —, al otro lado de la calle en donde vivía Mika.
No podía escuchar lo que estaban diciendo, pero podía deducir lo que iba a pasar cuando Mikey tocó el timbre de la casa.
Quizás debería seguirlos para ver a dónde iban.
En vez de la pelirroja, Shikei fue quien abrió la puerta de la casa y se encontró a ambos, mirando a Mikey con bastante sorpresa pero una pizca de emoción.
— ¿Manjiro? — por supuesto que reconocía al hermano pequeño de su antigua pareja, pero había cambiado un poco desde la última vez que lo vio. Tenía el cabello más largo que cuando era un niño, y claro que había crecido... un poco... mejor no hay que concentrarnos en la altura; a sus ojos seguía siendo demasiado pequeño.
— Mikey. — corrigió al mayor, acordándose al instante de dónde había escuchado el apellido de Mika. — ¡No puede ser! ¡¿Ustedes son hermanos?! Debe ser el destino. — sí, porque, ¿qué otra explicación había para que Manjiro haya conocido a Mika, quien curiosamente era hermana de alguien que fue muy cercano a su hermano? El destino era la única respuesta lógica.
¿Coincidencia? Nah, eso no existe.
— La última vez que te vi eras apenas un niño.
— Fue hace dos años.
— Así es, pero de verdad se nota que has cambiado algo desde entonces. — su mirada cambió, poniéndose serio por un momento. — Y también... lo siento.
Mikey supo exactamente a qué se refería, pero no dijo nada al respecto.
Draken se mantuvo distanciado de la conversación, sin saber exactamente de qué estaban hablando, y esperando a que Mika se apareciera mágicamente para que se pudieran ir y terminar con ese silencio incómodo.
Pero estaba claro que no iba a pasar si no decía nada.
— Mikey, ¿sí recuerdas para qué vinimos? — mencionó, haciéndolo reaccionar de inmediato.
— ¡Cierto! Estaba buscando a Mika... le tengo que buscar un apodo. — susurró para sí mismo.
— Ella justamente iba a salir; debería llegar en cualquier-
— Ya estoy aquí. — estaba buscando sus zapatos y eso la tuvo desesperada un rato, pero por suerte los encontró. — ¿Qué necesitan?
— Salgamos a almorzar juntos. — le propuso Manjiro.
Mika lo miró por un momento mientras masticaba el chicle que tenía en la boca, para luego seguir con el hábito de hacer una burbuja con el dulce.
— No puedo. Planes.
Shikei lo miró con clara desaprobación.
— Mika... — la regañó con la mirada.
— Sí tengo cosas que hacer; no es una excusa.
— Lo podrías posponer por un rato. — insistió.
— Pero tengo mucho pendiente. ¿No viste mi agenda? Está sobrecargada-
— Mika, ¿lo que hablamos? — no podía discutir eso, por lo que sólo la vio maldecir en voz baja y patear una piedra.
No podía culparla por ponerse así; él trataba igual o peor a Shinichiro cuando recién lo conoció. Por alguna razón, estaba seguro de Mika y Mikey podían llevarse bien, pensando en que Shinichiro siempre quiso eso, pero le estaba resultando un poco más difícil de lo que pensó en un principio.
¿Hace cuánto no iba a visitar la tumba de Shinichiro? Capaz debía ir un rato. No, esperen, fue hace como tres días... bueno, pero tampoco le va a hacer daño ir otra vez.
— Bien, moveré algunas cosas y quizás tenga una hora para hacer lo que sea. — la fémina de ojos plateados por fin accedió.
— Que sean dos. — pidió Mikey.
— Ya estoy haciendo demasiado con una hora; no puedo dos.
— ¿Por favor? — se mantuvo persistente. No era un misterio cómo el hermano de Mikey terminó haciendo que Shikei se juntara con él, pero ella tampoco parecía tener escapatoria.
— Está bien... pero sólo esta vez.
— ¡Genial! Vamos. — como si fuera a escaparse, Mikey se aseguró de tomarla de la mano para arrastrarla con él.
Mientras tanto, Takemichi seguía y escuchaba en silencio.
Los terminó acompañando a un restaurante relativamente pequeño, donde Mikey pidió el menú infantil y los otros dos pidieron cosas normales; Mika se conformó con unas papas fritas, sin salsas ni nada. Se dispusieron a esperar en silencio por algunos minutos.
Desde hace rato pudo notar que Takemichi los había estado siguiendo, pero él no hacía daño, así que no había nada que reclamar.
Aunque para Draken era raro ver a Mikey tratando de convivir con Mika mientras ella lo ignoraba... parcialmente; se notaba que convivía con él por compromiso con su hermano.
— ¿Qué eran los otros planes que tenías? — el del tatuaje de dragón preguntó, sintiendo genuina curiosidad.
— Cosas. — replanteó su respuesta al ver la disconformidad en su rostro ante la falta de información en lo que dijo. — Trabajo.
— ¿Trabajas? — fue turno de Mikey de preguntar.
— Sí.
— ¿En dónde?
— En.... una compañía. — por su propio bien, necesitaba que no siguiera preguntando para no entrar en demasiados detalles.
— ¿Y de qué es la compañía?
— Es una... — ¿cómo podía decirlo sin explicar la verdad absoluta? — una funeraria.
— ¿Realmente está bien que una adolescente trabaje en una funeraria? — Draken preguntó.
— Sí, está bien, no me afecta ver gente muerta; diría que me preocupa más verla viva.
— Yo decía por tu edad; que eres relativamente joven para trabajar... pero ahora me preocupan las familias a las que atiendas.
— Quiero saber sobre ti. — le habló Mikey a la pelirroja. — ¿Me cuentas sobre ti?
— No hay mucho que contar; soy bastante normal.
— Pero si acabas de decir que trabajas en una funeraria-
— Shhh Kenchin, necesita un espacio de confianza para que hable. — opinó. — ¿Cómo fue tu infancia, Mika?
— ¿Qué eres, psicólogo?
— No, sólo quiero saber.
— Fue normal, creo, a pesar del hecho de que no tengo muchos recuerdos de mi papá y, ya sabes, mi mamá murió o algo así; no es algo de lo que quiera hablar.
Infancia = tema sensible. Anotado.
Mikey tomaba nota mental de las respuestas de Mika.
— ¿Cuál es tu color favorito?
— No lo sé, ¿negro? ¿Blanco? Uno de esos.
— Son... lo opuesto... — ya Draken no podía más con las respuestas extrañas de Mika.
— Como trabajo en una funeraria, estoy acostumbrada al color negro; también era el color favorito de mamá. — le explicó. — Pero el blanco me recuerda al orden y la limpieza; me da una sensación paz, y es... reconfortante.
Contradictorio, pero de alguna manera tenía sentido para ella. Eso era bueno.
Mika, por su parte, ya se estaba aburriendo de esperar, responder preguntas y hacer burbujas de chicle.
— ¿Y tu comida favorita?
— Lo que sea que tenga para comer en mi mesa, debo estar agradecida.
O sea que de pequeña fue de esas niñas que comían todo lo que ponían en su plato sin quejarse; quizás demasiado obediente.
— ¿Pasatiempos?
— No tengo.
Eso de que casi siempre estaba ocupada era cierto, entonces.
— ¿Tu edad?
— Cumpliré 16 el 9 de diciembre.
Apenas un año mayor, perfecto.
— ¿Sabes cocinar?
— Sé hacer muchas cosas, pero supongo que un "sí" era suficiente.
Es decir, Mikey podía pedirle que le hiciera bocadillos caseros.
— ¿Y tu animal favorito?
— Cuervos.
Debió esperarse esa respuesta.
— ¿Tu cosa favorita?
— Luna.
Era fanática del espacio y esas cosas; eso era nuevo, pero interesante.
— ¿Tu persona favorita?
— No tú, si eso es lo que tratas de averiguar; te conocí hace casi nada.
Sí, respuestas interesantes.
En resumen, Mika tenía estabilidad económica, habilidades culinarias, se contradecía, casi no tenía tiempo y no le tenía mucho aprecio por el momento.
Era perfecta.
Sin pedirle permiso, pero tomó un mechón de su cabello rojo y lo inspeccionó; estaba sedoso, limpio y bien cuidado. Aún cuando tenía ligeras ondulaciones, no parecía estar despeinado; eso mostraba que le ponía esfuerzo a su apariencia.
Mika lo miró, advirtiéndole que no le agradaba que la toquen así como si nada, pero Mikey no parecía querer soltarla. Al contrario, rápidamente buscó abrazarla.
— Sí, perfecta. — afirmó en voz baja mientras evitaba que escape de sus brazos.
— No me gustan los abrazos. — le informó Mika, esperando que así la suelte, pero no parecía importarle.
Lo bueno es que la espera por la comida por fin terminó y Mikey la soltó apenas vio que su orden había llegado. Sin embargo, su expresión cambió por completo después de ver bien la comida y se enojó.
— ¡¿Qué significa esto?! — gritó, llamando la atención de varias personas, y claro, del mesero que le trajo su pedido.
— ¿Ahora qué te sucede? — Mika preguntó, tirando el chicle de su boca en un papel para poder comer.
— ¡No le pusieron la banderita! — una queja de un niño de 5 años, en realidad, pero la pelirroja sabía que desde ahí todo se iba a poner más incómodo. — ¡Me gusta el menú infantil porque le ponen una banderita! Mika, haz algo. — con las mejillas infladas, su último recurso fue suplicarle a Mika.
— ¿Le puede traer una bandera al niño? — la fémina pidió al mesero.
— Lo lamento mucho; la traeré enseguida.
Draken sacó una bandera del bolsillo interior en su camisa abierta, poniéndola en la comida de Mikey.
— Toma, Mikey, tu bandera.
— ¡Gracias, Kenchin! — con una gran sonrisa y ojos brillantes, apoyó sus manos en la mesa mientras admiraba la banderita. — Sigamos jugando a las preguntas.
— ¿Era un juego?
— ¿Cómo conociste a Takemicchi?
— Lo conozco desde la primaria. — contestó con simpleza.
— ¿Pero cómo lo conociste?
— Esa es una historia para otro día.
— Bueno... entonces... — pensó en que más podía preguntarle para conocerla mejor. — Me estaba preguntando. Si mi hermano Shinichiro y tu hermano Shikei se conocían, ¿por qué no nos conocíamos tú y yo?
— No lo sé, eso sólo puede saberlo él; supongo que jamás me llevó a tu casa por alguna razón.
— Él se estaba disculpando conmigo. — recordó lo sucedido cuando recién estaban en la casa de Mika. — Creo que se sigue sintiendo mal por lo que pasó, aunque no fue su culpa; sólo ese día se disculpó conmigo como 5 veces. Se ofreció a encargarse personalmente del funeral de Shinichiro y se disculpó también ahí, por eso me llamó la atención que volvieran a disculparse. — el tema de repente cambió a algo más serio, y Mika se mantuvo en silencio mientras escuchaba lo que Manjiro quería decir mientras él comía. — Él no tuvo la culpa de lo pasó, y aún así, actúa como si la tuviera.
— Mikey... — ella trató de escoger las palabras correctas para usar, considerando que estaba tocando un tema con el que no estaba familiarizada. — No sé muy bien qué fue lo que pasó; Shikei en realidad nunca me habló de Shinichiro. Incluso así, sé que él le tenía aprecio, y supongo que lloró bastante durante el funeral.
— Sí...
— Somos complicados, pero no significa que no tengamos sentimientos; sólo tenemos... una carga muy pesada que la mayoría de la gente no entiende. — hizo una pequeña pausa, esperando que estuviera diciendo lo correcto, y también sintiéndose avergonzada por opinar sobre algo que técnicamente no le incumbía con personas que acababa de conocer. — Mi hermano se ofreció a organizar el funeral de Shinichiro; esa es la forma en nuestra familia para decir “Esta persona fue muy importante para mí e hice todo lo que pude, lo siento”. — se quedó callada de nuevo, decidiendo que el ambiente se puso demasiado deprimente. — Quizás quieras hablar sobre otra cosa.
— Sí... pero gracias. ¡Cierto! También te quería preguntar cuál es tu bocadillo favorito.
— No tengo ninguno. — casi se rió por la pregunta tan tonta que hizo después de tanta seriedad.
— ¿Y tu género de películas favorito? — bostezó.
— De terror, probablemente.
— ¿Y tu... sabor de helado favorito...? — se estaba quedando dormido.
O más bien, se quedó dormido, por lo cual no tuvo oportunidad de escuchar su respuesta.
Mika decidió no moverse cuando Mikey se quedó dormido en su hombro.
🌙 Hola y... no sé qué decir, acá nadie dice nada nunca.
Besitos en las manos, cuídense y cuídense y tomen mucha.
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