Capítulo 2: Orgullo
Advertencias: Ninguna, capítulo corto.
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Había un extraño hedor.
Suguru abrió los ojos, el techo color caoba en su dormitorio lo hizo fruncir el ceño. De mala gana talló sus ojos para remover algunas lagañas que tenía en las pestañas.
El hedor estaba en su boca, en su garganta, era el hedor de las maldiciones. Nadie más que él lo percibía.
Salió de su cama a pasos torpes, entró al baño de su habitación y abrió la llave de la ducha.
"Hoy tengo que ir a Roppongi para exorcizar maldiciones menores" su mente plagada de quejas últimamente era más difícil de sobrellevar que la propia realidad del hechicero "Esto apesta, me envían a lugares solo para defender a las personas...ellos ni siquiera saben que las maldiciones existen".
Después de lavar su cabello y cuerpo cerró la llave y salió con una toalla enredada en la cintura.
El ruido en su puerta lo hizo arquear la ceja—. Puedes pasar, Shoko.
—¿Cómo supiste que era yo? —preguntó la castaña con una risa suave, abrió la puerta y apagó su cigarrillo contra el marco.
El más alto sonrió al tiempo que se ponía una camisa blanca de tirantes—. Bueno, Satoru nunca toca, simplemente abre la puerta.
—Oh cierto, así te ha atrapado con algunas chicas —dijo riendo—. Ya sabes, ese tipo se cree el Dios de todo.
Getō le dedicó esa sonrisa vacía—. Entiendo que puede ser molesto, pero así es él.
La de falda se recostó en su cama, ignorando el quejido del contrario—. Yaga me pidió avisarte que también debes ir a Nagoya, así que el asistente pasará por tí.
"¿Podrías ir conmigo?" Pensó, pero no dijo nada—. Claro, gracias Shoko. Por cierto, ¿Cómo vas con tus experimentos?
—Pude curar la cabeza de un rato, casi todo el cerebro —se estiró y luego se puso de pie—. Como que sea, iré con Yaga.
—Oye, Shoko —la interrumpió—. ¿Crees que Satoru está bien haciendo las misiones él solo?
—Eso creo, después de todo, él es el más fuerte —la más baja volteó suavemente dándole la espalda antes de atravesar su puerta—. ¿Nos vemos para la cena?
Suguru forzó una sonrisa—. Lo siento, tengo planes.
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Las maldiciones de Nagoya resultaron más resistentes, pero nada que Suguru no pudiera exorcizar él mismo, en realidad se divirtió muchísimo destruyendo un poco de escombros en la batalla.
Tomó su mochila y se acercó al asistente del auto negro—. Puedes volver sin mí, iré en tren.
—Getō-san, me sentiría más cómodo si yo te llevará a la academia, el profesor Yaga me reprendió por no esperarte la última vez —el hombre de cabellos castaños prácticamente sudaba por los nervios—. Si nos damos prisa podemos pasar por el profesor que dará clases a los de primero.
El de cabello largo negó—. Mejor ve por él, yo regresaré por mi cuenta. Gracias.
No esperó negativa, siguió su camino hasta la estación del metro.
“Esa chica no ha llamado aunque le dí mi número, seguramente se dió cuenta que soy una mala persona de inmediato” su mente divagaba hacia la soledad que percibía.
Sin darse cuenta sacó su teléfono y marcó el número.
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—Seguramente tiene novia, o novio…¡Seguramente tiene ambos! —gruñó la castaña que inmediatamente negó, se puso el pijama y una banda para el cabello—. ¡Que tontería!
Intentó distraerse mirando su cara en un espejo circular frente a su escritorio, odiaba verse tanto tiempo fingiendo ser vanidosa, cuando en realidad era por inseguridades. Sí teléfono vibró y de inmediato saltó a su cama, donde estaba el dispositivo.
“Hola, espero que no estés ocupada ;)”
Ese mensaje hizo que la menor se sonrojara. Esperó cinco minutos como aconsejaba la revista adolescente que vió en casa de su hermana “Hola, solo estoy estudiando”.
“Genial. Fuí a Roppongi y compré algunos dulces, puedo pasar a tu casa y dejarlos, los compré para tí”.
—¿Quiere venir a verme? —preguntó la castaña en voz alta—. ¡Ni siquiera me he puesto una mascarilla! Oh no, espera, espera.
Rápidamente comenzó a buscar cosas para arreglarse, aunque tenía puesta la pijama.
“No importa si es un rato, quería verte y platicar contigo, eres una persona interesante” Getō envió otro mensaje.
—¡Ah, no voy a alcanzar!
“Oh puedo dejar los dulces con tus padres si te incomoda”.
La joven rápidamente tecleó una respuesta: “Vivo cerca de la estación del metro, te puedo ver ahí”.
Actualicé porque recordé que no había subido este capítulo, espero les haya gustado, aunque fue corto, creo que representa bien la desesperación de Getō, el como odia estar solo, y como quiere encontrarse un propósito.
-Honey
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