No quería admitir
que te extrañaba,
tu nombre aparecía
en mi mente,
sucedía inconscientemente, todas las mañanas
al mirar por ventana.
No había una libertad estimulante
como propósito
para seguir evadiéndome
y evitar mirar adelante.
En esos momentos
me asaltaba la simple
duda humana,
de cambiar y dejar de resistir.
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