Final
• Este es el final de la historia, es tu desicion leerlo o no.
La chica perdía la conciencia, y con sus últimos sentidos mordió su lengua regresando en sí.
—¡Agni idiota!—lo regaño volviendo a sujetar el cuchillo de Kazutora para sacarlo del cuerpo de Baji—¡No matamos a tú hermana!
—¡Udai-san!—grito Chifuyu empujando a Agni, dejando la navaja incrustada en la espalda de la chica.
No fue el único en actuar y Takemichi también empujó a Kazutora, dejando a la fémina sin estabilidad.
—¡Que hiciste!—la abrazo Keisuke ayudándola a sentarse—Se supone que te que darías en casa.
Suspiro sintiendo el calor el peli negro y sonrió.
—E-estas vivo—sus ojos se aguardaron por las lágrimas que distorsionaban su vista. Sus manos temblorosas agarraron el rostro del muchacho—Me alegro tanto.
—Oyuki... debemos llevarte a un médico, estas perdiendo sangre—sintió como sus cachetes se humedecen por la caliente sangre—¡Tus manos!—las separó cubriendolas con las suyas—No te viste intervenir.
—Tienes que acabar con Kisaki—ignoro lo que dijo.
—Kisaki me importa mierda, ahora tu eres quien me preocupa—bramo tomandola de los hombros—Te sacaré de aquí.
—¡No me muevas!—exclamó soltando un chido de dolor—Esperar a los paramédicos es lo mejor. Ahora dejame aquí y pateale el culo a Kisaki por mí.
—Pero-
—¡Chifuyu ayudame a parar el sangrado! Te diré que hacer—ordenó, el chico se acercó a ella—Estaré bien... Así que vete.
—Regresaré, lo prometo—beso sus labios para levantarse—La dejó en tus manos, Chifuyu.
Cerro sus ojos escuchando hablar a Takemichi queriendo acompañar a Baji pero este lo golpeo para seguir sólo, subiendo los carros para enfrentarse contra todos los de Touman.
—¿Udai-san?—vocifero Chifuyu quien la sostenía, el tono de su voz era preocupante al verla respirar muy lento y con los ojos cerrados.
—Aún no estoy muerta—sonrió tosiendo más sangre—Quitar la navaja es riesgoso, abre la mochila y saca todo, encontraras lo necesario, pero desinfecta primero tus manos, no quiero una infección. ¡Agni idiota, no te quedes quieto y ayuda a Chifuyu!
Puede que el peli rojo fuera el culpable de que tuviera un cuchillo enterrado en su espalda, pero ella sabía que fue utilizado al igual que Kazutora, quien estaba perdido o consternado por lo que pasó.
Él chico apenado se acercó observando con miedo.
—Señorita... Baji, él y tu fueron...
Con sus manos ensangrentadas y temblorosas saco un broche de su bolsillo y se lo extendió.
—Lo compre ayer para tu hermana... Lamento tu pérdida, pero te engañaron Agni.
—Por favor deje de hablar Udai-san—comento el rubio comenzando ha abrir las vendas.
—Perdón—se disculpó pegando el broche a su pecho, guardandolo para ayudar al chico con la albina.
La respiración entre cortada los alteraba, la débil voz de la más baja se perdía por el cansancio pero se resistía, el dolor de cabeza, la pérdida de sangre, las pulsadas en su tobillo y el desgaste de emociones.
Vendaron sus manos de las cuales apenas lograron que dejaran de sangrar.... Pero el cuchillo incrustado en su espalda era otra cosa.
No sabían que hacer más que cubrirlo con vendas y trapos limpios. Sin darle la oportunidad de dormir o cerrar los ojos, sacudiendola cada que amenazara con hacerlo.
Baji estaba furioso.
Intento evitar que Oyuki saliera herida pero su vida peligraba.
Se movió entre la chatarra y autos oxidados golpeando a cualquier persona que interfiriera en su camino para llegar a Kisaki. Los cristales salían volando al igual que los chicos que golpeaba con el tuvo de fierro.
Hasta que llegó con Kisaki.
Ante la mirada de todo levatanto el tuvo hacia él.
Él responsable de cada tragedia.
Su límite también había llegado a su fin; tosio la sangre fuertemente y cayo de rodillas.
—Mierda... Supongo que es así—dijo el peli negro viendo al chico en frente suya.
Oyuki al verlo jalo de la ropa a los chicos chicos a sus costados, queriendo llamar su atención—V-vayan—pero no la notaron al estar tan impactados con lo que pasaba——¡Vayan por Keisuke!—les grito haciendo reaccionar a los dos, Chifuyu no dudó en hacer lo que dijo pero el peli rojo se mantuvo a su lado—Agni...
—Cuidare de usted señorita—habló firme ayudándola a mantenerse.
—Quiero ir con Kei—lágrimas escurrieron por su cara, intentando levantarse siendo detenida por el jóven—Dejame ir Agni—su voz era entre cortada.
—¡Se está lastimando!—la detuvo. Recargandola en su hombro para que llorara.
Tanto Baji como Udai querían pararse para estar juntos... Pero existía esa delgada línea que los separaba, sin darles la oportunidad regresar donde querían estar.
Los dos en lugares distintos desangrándose poco a poco, con el pensamiento de no querer morir para verse una vez más, abrazados sintiéndose completos con quien más amaban.
Mikey se levantando bajando entre la montaña de autos apilados, fijando su vista en dos personas específicas.
Con el primero con quien llegó fue el peli rojo que tenía aún en sus brazos a una albina semi-inconsciente.
—Sueltala—demandado acercándose, siendo ignorado por Agni que no se movió—No tienes derecho a tocarla.
—¡No puedo hacerlo! ¡si lo hago podría levantarse y terminara abriendo la herida!—explicó agachado la cabeza ante la impotente figura que amenazaba contra él—¡Le pido que mate después de que la atiendan!
El sudor bajo por su sien, aceptaría ser golpeado luego de que la chica estuviera fuera de peligro, pensaba que merecía eso y más, ser pateado por el invencible Mikey era el castigo perfecto por sus errores.
—Bien—respondió volteando para ir con su siguiente víctima—Morirás después, Agni—sentenció terminando de bajar para ir con Kazutora—La pelea se acabó.
—¿Me estas jodiendo? ¿Mikey?—exclamo Hanma plantandose delante del mencionado—Eso no es algo que tu puedas decidir, ¡¡perra!!
La potente patada del rubio derribó a Hanma, dejándolo más que fuera de combate, haciendo que los gente de Valhalla corriera por miedo.
Las cosas empeoraban, de un momento a otro Mikey y Kazotora se encontraban peleando... O más bien Mikey golpeando a Kazutora hasta el punto de querer matarlo.
Nadie podía deterlo.
—Agni... —lo llamó la chica.
—La ambulancia ya viene enseguida, espere un poco más señorita—menciono cubriendo con su cuerpo la dirección donde se encontraban los dos chicos peleando, esperando que ella no lo haya visto.
—P-puedes llamarle a mi hermano o a mi papá.
—No traje mi teléfono—contestó. Los ojos tristes de la albina lo ponían mal.
—Te lo pido, Agni... Quiero escucharlos por última vez—insistió.
—Bien, ire a conseguir un teléfono, ¿promete no moverse?—le cuestionó a lo que ella solo asintió, indeciso la acostó de lado, siendo cuidadoso para que no se enterrara más el cuchillo—Espere aquí y no se mueva, volveré rápido.
Una vez se fue ella respiro profundamente tratando de levantarse, queriendo llegar a Mikey para deterlo, pero alguien se le adelanto.
—¡MIKEY!—el grito de Baji llegó a sus oídos—Te enfadaste... ¿Por mi? Gracias hombre.
—¡Tienes que estar quiero Baji-san!—le reclamó Chifuyu.
Alzó la cabeza al ver al peli negro caminar mientras grandes cantidades de sangre caía con cada paso que daba.
—Que estas haciendo... Kei—susurro estirando su brazo a la espalda del mencionado, queriendo alcanzarlo.
—No voy a morir—aclaró—Esta herida... ¡¡No va a matarme!!—agregó con determinación—Así que no te preocupes por eso. Kazutora—saco el cuchillo alzandolo—Tu...—Unos ojos aperlados se abrieron enormemente al ver lo que había hecho—No vas... a matarme—giro el cuchillo en su abdomen.
El desgarrador grito de una mujer llamó la atención de todos.
Oyuki Udai se había levantado.
La albina cayó al suelo, arrastrado su cuerpo con sus manos bañadas en sangre y la mancha que había detrás de ella, tratando de llegar al chico.
—¡Keisuke!—repetia empeñada a llegar a él.
No se rendía, encajaba sus uñas en la tierra para empujarse y avanzar, sin importarle quebrarlas o que nuevamente las cortadas en sus palabras se volvieran a abrir.
—Señorita Udai—le habló Agni intentando detenerla.
Pero ella no quería ser detenida. Con fuerza arrancó el cuchillo en su espalda y amenazó en cortar al peli rojo si se acercaba más.
—¡No te acerques!—chillo para enterrar el cuchillo en la tierra y utilizarlo como método para avanzar a Baji.
Se encontraba tan sumergida en el miedo y la desesperación que no notaba nada. No pensaba más que en llegar al chico, tanto era la adrenalina que tampoco noto que cuando saco el cuchillo empeoró su herida en su espalda y la sangría salía.
—Oyuki...—susurro Baji girando su cabeza para verla. Los dos tenían lágrimas al verse a lo lejos y notar sus condiciones, sabiendo que morirían.
—¡Tu me gustas Keisuke!—le confesó la chica aferrada a seguir avanzando—¡Quería que tu me lo dijieras primero, por eso nunca te comente nada!
—¡Tu también me gustas Oyuki!—dijo tratando de moverse, siendo detenido por su amigo—¡Perdón por no haberlo dicho antes!
—N-no digas eso, estoy feliz de escucharlo—dejó de avanzar; se encontraba demaciado débil para hacerlo, acostó su mejilla en la tierra—Baji Oyuki suena horrible...
—Yo digo que es perfecto...—sonrió estirando su brazo donde mantenía su anillo—Te amo Oyuki.
Los ojos de la mencionada se cerraban primero del cansancio.
Ya no sentían nada, pero en el fondo de sus corazones les ponía felices haber confesado sus sentimientos sabiendo que son mutuos.
El peli rojo se acercó a la albina para cargarla y llevarla a un lado del cuerpo de Baji que se mantenía aún despierto. La dejó a su lado llorando.
—También te amo—murmuro ella devuelta girando su cabeza—Te dije que no quería casarme pero te mentí, quiero formar una familia contigo y llevar tu apellido orgullosamente, quería hacer muchas cosas a tu lado... —rompió en llanto—¡No quiero morir todavía sin haberlo cumplido!
—En otra vida será...—comentó él limpiando esas lágrimas—Prometo encontrarte y hacerte muy feliz, amor—tomó su mano para entrelazar sus dedos, sintiendo él choque de sus anillos—Fue y será un gran placer haber coincidido en esta vida contigo. Oyuki.
—Kei...
La chica había dado su última respiración cerrando sus ojos eternamente al oir las últimas palabras de quien más amaba, sin haber logrado pronunciar su nombre completo, quedando en ese diminutivo... En cambio Baji ya estaba listo para seguirla; con su otra mano le quito los rastros de tierra y polvo de su cara mirándola con amor.
—Tan hermosa... —sonrió apretando la débil mano de la albina, igualmente dejando de respirar.
Sus corazones habían dejado de bombear en este cruel y bello mundo, peleando por lo que más querían y amaban.
Disfrutando los hermosos siete minutos que les hacía recordar sus mentes de su vida juntos.
Después de mil momentos juntos y mil emociones, pudieron aceptar sus muertes... sabiendo que confesaron su amor.
Habrá un final alternativo.
@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎
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