VIII. Rubatosis
Disclaimer:
Bungō Stray Dogs|文豪ストレイドッグス
y sus personajes, son propiedad intelectual de Kafka Asagiri, ilustrado por Sango Harukawa.
Géneros:
| Reencarnación | Fluff | AU |
| Escolar | Bromance | Angst |
"La inquietante conciencia de sentir
nuestro propio latido del corazón."
Rubatosis.
Chuuya tenía la mirada perdida en algún punto de la copa de un árbol, que quedaba justo afuera de la ventana de su aula de clases. Hacía ya buen rato que había dejado de escuchar lo que explicaba su profesor, que ya no recordaba ni qué materia estaba tomando.
En su mente, el momento que había tenido con Dazai aquel día en su habitación seguía presente. Y se regañaba por no haber actuado más rápido, o más lento. O por no rechazar la oferta de los bocadillos desde el inicio. Pero en especial, se lamentaba no haber sacado el tema de nuevo.
Y estaba el bichito de la duda picando en su conciencia con insistencia; ¿será que había ido demasiado rápido con Dazai por intentar tomar su mano? No quería ni imaginar cómo se habría tomado una situación mayor, como robarle un beso. Pero Dazai se acercaba a él con tanta facilidad, con tanta confianza...
¿Cómo no confundirse de ese modo?
Todavía sentía las mejillas calientes cuando recordaba el calor de las palmas de Osamu en ellas.
— ya... ¡Chuuya!
— ¿Eh? —volvió la mirada. Atsushi suspiró, dejando de mover su mano frente al rostro ajeno.
— Estás en las nubes estos últimos días. ¿No te toca la siguiente clase con el grupo superior?
— Mierda, sí, voy tarde —se levantó apresurado y abrió su maletín, cerró el cuaderno que no había tocado para tomar una sola nota y metió todas sus cosas de forma desordenada en él—. Gracias, Atsushi. Te debo una.
— Podrías pagármela contándome qué te ocurre más tarde en el almuerzo.
— Dalo por hecho —aceptó guiñando un ojo; nunca terminaría de agradecer a la vida por darle en el albino un buen amigo.
Con el maletín colgado al hombro, echó a andar a pasos largos para no correr por el pasillo y ser regañado. Debía llegar por su libro de literatura y dejar los otros antes de que sonase el timbre. Lástima que el tiempo también se burlara de sus piernas cortas.
— ¡Oh, por favor! —protestó al oír el inoportuno timbre, optando por irse de largo al salón de clases.
Abrió la puerta acelerado, llamando sin querer la atención de todo el grupo y además del profesor. Se disculpó en el acto, aunque el viejo profesor Natsume solo negó sonriendo y lo dejó unirse a la clase.
— Entiendo que debe ser tedioso trasladarse de un aula a otra para tomar sus clases, pero en el futuro, organice mejor su tiempo, Nakahara-kun.
— Sí, lo siento, Natsume-sensei.
— Ahora abra su libro en la página ciento doce para que siga mi lectura.
— Oh, uhm, yo no pude traer mi libro.
— Yo compartiré el mío —interrumpió Shuji, que fácilmente logró que la persona sentada en el rincón al lado de Chuuya y detrás de Akutagawa, abandonase su puesto y lo cambiase con él, para que Chuuya pudiera pegar su banca a la ajena y así juntos leer el libro.
— Gracias por su amabilidad, Tsushima-kun. Le encargó a Nakahara-kun.
Entonces Soseki continuó dando la clase. Mientras el hombre caminaba por el frente del salón con una mano tras la espalda y la otra sosteniendo un libro que leía a la clase, el castaño se acercó a la oreja de Chuuya y le susurró las mismas líneas que iba leyendo el profesor. A Chuuya se le calentaron las orejas y no precisamente por el aliento ajeno en una de ellas, o quizás sí. No estaba seguro. De lo que estaba seguro es que si el castaño no escuchaba sus latidos, él seguiría pensando que era de ese modo.
— Gracias, uhm, puedo seguir la lectura por mí mismo —le susurró de vuelta, cuando ya se sentía muy superado por la situación.
— Está bien, me gusta leer, aunque nunca lo había hecho para otro. Se siente bien —comentó con tono inocente este. Chuuya no sabía si debía tomarlo como un acto de consideración o como algo exclusivo para él.
— Shuji, bueno no, Dazai. La última vez cuando fui a tu casa...
— Silencio en la fila de atrás —elevó la voz el profesor, antes de retomar la lectura para luego hacerle preguntas a sus estudiantes.
— Mejor hablamos en otro momento —acotó el castaño, tomando compostura para poner atención a su clase o al menos simularlo.
Chuuya no podía creer que estuvo a punto de sacar el tema en plena clase, desconocía en sí mismo aquellos actos impulsivos y sin duda, si alguien le preguntara por ello culparía, como ya era costumbre, a sus hormonas. De su maletín sacó un pequeño blog de notas de color rosa, le importaba un comino que alguien lo viera y dijera algo por el color, mientras a él le gustara estaba bien. Escribió en la primera nota:
"¿Hablamos durante el receso?"
Dazai vio la nota y sonrió de lado antes de tomarla y anotar una respuesta para devolverla al otro. El profesor observó en su dirección pero al estar callados no percibió nada extraño y comenzó a preguntar a los que estaban al frente. Chuuya aprovechó para leer la respuesta es la nota:
"En la biblioteca del tercer piso, iré puntual"
Aquella afirmativa le sacó una sonrisa, la misma que se borró al oír al profesor hacerle una pregunta de la lectura. Por suerte pudo responderla, casualmente era del contenido que Dazai le había leído y de aquel modo lo recordaba; aun así sus mejillas se coloraron un poco por el recuerdo y la pena mezclados.
La biblioteca del tercer piso estaba casi vacía por aquella hora, además de que la mayoría prefería la que estaba en la planta baja, cruzando el jardín trasero hacia el comedor. Y por ello, los libros que estaban en ella lucían mucho más cuidados que los de la primera. Chuuya no entendía porqué siquiera tenían dos bibliotecas. Asumió que era para cubrir la necesidad de toda la población estudiantil o algo por el estilo.
Al entrar lo vio de pie junto a una ventana, ojeaba un libro que reconoció a duras penas por la portada.
— Cierto, recibí uno igual en mi cumpleaños. Me impactó mucho ver tu nombre en la portada, o bueno, tú entiendes. No esperaba que hubiera un escritor con el mismo nombre.
— ¿Lo leíste?
— Aún no empiezo, lo estoy reservando para las vacaciones de verano.
— Tal vez no deberías leerlo. Podría ser incómodo para ti.
— ¿Ya lo leíste?
— Algo así. Lo escribí.
— ¿Qué? —Chuuya abrió en grande sus ojos por la impresión.
— Mi cabeza era un caos hace un par de años. Estuve estudiando un tiempo en el extranjero y aproveché para escribir en mis ratos libres. Al final terminé enviando el manuscrito a una editorial con el nombre de Dazai Osamu y me lo publicaron. Por supuesto, no podía cobrar los honorarios bajo ese nombre, así que desde el principio dejé en claro que era mi seudónimo y que era menor de edad. Mi tía cobra por mi y lo guarda en una cuenta de ahorros, dice que debo pensar en mi futuro y en la Universidad.
Chuuya estaba perdido en sus palabras y en el movimiento de sus largas pestañas al parpadear. No es que no pusiese atención, había escuchado atento cada palabra, pero hablar de aquel modo con la misma persona que no solía soportar en su antigua vida a veces era tan irreal, tan lejano... Pero eso no importaba, el pasado estaba pisado y el presente era lo importante. Tenía que vivir aquí y ahora, no volvería a atravesar por lo mismo otra vez. No podía simplemente perderlo sin mover un dedo.
— Dazai, yo-
— ¡Chuuya-kuun! —se oyó desde el pasillo. La voz de Atsushi era clara ante el silencio de la biblioteca.
— Mierda, olvidé que había quedado con Atsushi para el almuerzo.
— ¿Con esa boca besas a tu madre? —bromeó el castaño, con una sonrisa ladeada y un tono sarcástico.
— Y no solo a mi madre —dijo bromeando también, aunque la expresión seria del otro le hizo trastabillar—, también a mi tía, a Kyoka y a mi hermana.
— Deberías ir con tu amigo, podemos hablar luego —se despidió, yendo por entre los pasillos de los libreros, dejando a Chuuya algo pasmado con la palabra en la boca.
Atsushi enmarca un puchero en sus belfos todo el camino, desde que salieran de clases no se ha preocupado en ocultar su berrinche al mayor. Chuuya se encuentra avergonzado por dejarle casi plantado, además de no haberle podido contar nada en lo que quedaba del receso. Atsushi podría actuar muy infantil, pero para él, era un acontecimiento muy lamentable que su mejor amigo se olvide de él y que además no le cuente las cosas.
Ahora, iban camino a una pequeña heladería muy popular entre los estudiantes, que casualmente estaba a medio camino entre sus hogares y el Instituto. Como compensación, Chuuya dijo que invitaba los batidos, de fresa y plátano respectivamente.
— Bien, ahora sí, quiero saberlo todo. A ti algo te pasa. ¿Sacaste una mala calificación y no sabes como decirle a la tía? —Atsushi le dió un sorbo a la bebida antes de darle un mordisco al pequeño panquecito que traía este de decoración.
— No, por suerte no es el caso.
— Bueno, no se me ocurre algo peor que eso, ¿qué podría ser para que incluso te olvides de mi? ¿Una novia?
Chuuya, que estaba sorbiendo de su copa de batido de helado, casi se ahoga con la bebida.
— No me digas... ¡¿Te conseguiste novia y no me lo dijiste?!
— ¿Qué? ¡Noo! Atsushi, baja la voz, ¿quieres? Bien sabes que no me interesan mucho las chicas.
— Oh cielos, oh cielos —susurró con emoción—, ¿entonces es un chico? ¿Lo conozco?
— Bueno... —dudó—. No es que estemos saliendo ni nada, ¿sabes? Es solo que creo que hay una mínima, remota posibilidad ¿de que me guste?
— Wow, casi no creí que este día llegaría —afirmó emocionado. Chuuya hasta pensó que Atsushi era quien parecía colegiala, pero no enamorada sino chillando por un chisme—. Anda, no me intrigues más, dime quién es.
— Es... —en ese momento sonó la campanita de la entrada, anunciando nuevos clientes. No es que eso a Chuuya le importase, pero el sonido le hizo mirar en aquella dirección y se quedó de piedra al ver a Dazai entrando junto a Akutagawa—. No puede ser —murmura, lo suficientemente alto para que Atsushi le escuche.
— ¿Qué? ¿Quién es? Chuuyaaa —susurra de regreso con tono desesperado; la intriga lo estaba comiendo vivo.
— Shh, ahí vienen.
— Pero qué casualidad, ¿podemos compartir su mesa? —el castaño sonríe, contento. A su lado, Akutagawa parece disculparse con la mirada ante la interrupción.
— Estábamos en medio de una-
— ¡Claro que sí! —afirma Atsushi, ignorando el intento de evasiva de Chuuya.
Los dos recién llegados se unieron a ellos luego de pedir algo de tomar, un batido de vainilla para el castaño y un té verde para el moreno. Atsushi tenía decidido descubrir por sus propios medios al amor platónico de su mejor amigo y esperaba, muy en serio, que este no fuera Akutagawa. Pensándolo de aquel modo, Chuuya no era el único que no le estaba contando las cosas.
De pronto se encontró directamente observando los ojos de Ryunosuke. El moreno observaba a Dazai al igual que Chuuya, quien estaba relatando algo sobre cómo se salvó de ser expulsado de la clase del profesor Kunikida. Puso atención a los detalles; el moreno era escaso de cejas, pero las tenía muy bien delineadas a su parecer y eso le quedaba bien. Sus pestañas quizás no eran muy largas, pero sí tupidas y curvas, y eso le parecía bonito. Cuando menos lo esperó, se dio cuenta de que ambos habían conectado miradas y que el mayor parecía extrañado con la forma en que lo veía fijamente sin decir nada.
A Atsushi le latía tan fuerte el corazón por el bochorno, que creyó que podría oír sus latidos. ¡Qué vergüenza!
Desvió la mirada con la punta de la nariz y sus orejas coloradas. Estaba completamente expuesto o al menos, él se sentía así. De algún modo, dejó totalmente de lado su misión de descubrir quién le gustaba a su amigo. Había descubierto sin querer, quién le gustaba a él.
Akutagawa Ryunosuke se consideraba a sí mismo alguien de mente abierta. Cuando notó la aparente atracción de su amigo Shuji por el pelirrojo bajito de la clase de tercero, no dijo nada porque ya estaba acostumbrado a verlo salir con chicos y chicas por igual, por complacer a todo el mundo. Pero sabía que esto era diferente, no era estúpido como para no notarlo.
Así que no fue difícil darse cuenta de que el chico albino que siempre acompañaba al pelirrojo, últimamente se le quedaba mirando sin disimulo alguno, no sabía si lo hacía a propósito para captar su atención o si era tan tonto como para no saber ocultarlo. Estaba por creer lo último. Y de algún modo, eso se le hacía asquerosamente adorable.
Ese día al volver a casa tuvo una conversación con su hermana. Podría ser menor que él, pero consideraba que no había mejor opción para pedir un consejo de ese tipo, además de que a Shuji no le iba a preguntar algo que apenas parecía comprender, no se veía a sí mismo hablando de eso con cualquier persona. Gin sonrió muy contenta cuando le pidió su opinión al respecto.
— La pregunta es, hermano ¿qué sientes tú cuando él te ve de esa forma? Y no me refiero a si te da asco su ternura, realmente cómo te sientes aquí —dijo llevando una mano a su pecho. Ryunosuke cerró sus ojos y lo meditó unos instantes, visualizó al Jinko mirándole fijamente con esa cara boba que solía poner al verlo, con la sonrisa apenada que ponía cada vez que hacía algo tonto o cuando se disculpaba por todo y nada—. ¿Sabes? No sé exactamente qué estás pensando, hermano, pero tu corazón late muy rápido de pronto. Yo creo que él te gusta, además es un chico muy lindo y a ti te gustan las cosas lindas, ¿no?
— Eso es muy diferente, él no es una cosa, es un alguien. Y es un chico.
— ¿Y qué con eso? A ti esas cosas realmente nunca te han importado. Bueno, es tu decisión lo que hagas desde ahora, pero mi consejo es que no desaproveches la oportunidad.
— Gracias, Gin.
La morena se levantó del tatami y salió de la habitación ajena con una sonrisa dirigida a él. Ryunosuke se quedó pensativo, acostado en su cama observando el techo. Admitía que bajo todo aquel silencio, podía escuchar claramente los acelerados latidos de su corazón al recordar la mirada fija del albino en él aquella tarde. Tendría que resolver ese asunto pronto. Tal vez su hermana tuviera razón.
I'll be back, people. No, no se está cayendo el cielo, pero sí, si actualicé en menos de un mes, estoy feliz de mi pequeño logro, jajaja. Les voy avisando que este fanfic va llegando a su final, aproximadamente quedan como dos capítulos, ¡qué emoción!
Eso también significa que se acercan los estrenos¿ así que esto es algo bueno, que no cunda el pánico. Agradecimientos especiales a mi new beta reader, MisTake2O2, que me dió un par de ideas para el final y por ello pude concretar fácilmente este capítulo, visualizando cómo terminará. Sin más que añadir por el momento, nos vemos mis queridos lectores.
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