2. Capítulo
Seguimos a Paula hasta un auto rojo estacionado al lado del de sus padres.
—Así como por curiosidad, ¿desde hace cuánto que tienes licencia? —pregunté algo desconfiada subiendo al asiento de copiloto, Paula tendía a ser muy despistada a veces.
—Hace un año, soy buenísima conduciendo, tu tranquila.
—Me siento como un niño pequeño cuando me mandan a los asientos de atrás —habló Liam desde el asiento trasero.
—Es que lo eres —replicó Paula.
—Paz, por favor —pedí. Ambos se quedaron en silencio. Quizás la convivencia sería un poco más difícil.
Se formó un silencio incomodo, ninguno decía nada y a mí no se me ocurría nada para romper ese silencio. Tuve que alivianar el ambiente subiéndole a la música del auto. Llegamos en menos de ocho minutos, los cuales se me hicieron eternos, todo en la ciudad quedaba cerca, a excepción de mi casa.
Paula estacionó en el aparcamiento exclusivo para trabajadores, bajamos aún en silencio, me arrepentía de la salida, no esperaba ese nivel de incomodidad.
La entrada del lugar parecía un restaurante como cualquier otro, pero al entrar vislumbré una larga barra, una gran pista de baile, varias mesas estaban acomodadas alrededor de la pista, había segundo piso abierto, que daba vista a la pista, logré divisar un par de sillones allí, pero con la oscuridad no pude ver más.
—Ahí está —señalo Paula emocionada. Nos abrimos paso entre la gente hasta llegar a la barra. Paula se inclinó en esta para darle un beso a su novio Sebastián. Noté como con Liam se dieron un distante saludo y se quedó detrás de mí.
—Amor ella es Sam, mi prima, Sam él es Seba.
—Un gusto Sam, Paula me ha hablado mucho de ti—me saludó sonriente.
—Espero que cosas buenas —deseé.
—Claro —me aseguró—, por hoy te dejo barra libre, pide lo que quieras. Bienvenida.
—Te advierto que a veces tomo mucho —él y Paula rieron.
—Ya no se puede retractar, aprovecha —habló ella—, ¿qué quieres tomar?
—Un mojito de mango —pedí.
Seba comenzó a prepararme a mí y a Paula un mojito, luego él nos iría a dejar por lo que no había problema con que ella tomara.
Sabía que Paula había conocido a Sebastián en la universidad, ambos estudian derecho, Paula pasaría a tercer año y Sebastián a quinto, su último año. Probablemente él no se imaginaba cómo seguí toda su historia de amor.
—Sam ¿Podemos hablar un segundo? —preguntó algo frustrado.
—Claro —recogí mi mojito y me hizo un gesto de que lo siguiera—, ya vengo, gracias —dije antes de seguirlo.
Liam me guio hasta el otro extremo de la barra donde nos sentamos.
—Sam, Sam, Sam —sacudió la cabeza de lado a lado—. Tengo mucho de qué hablar contigo.
—Adelante —dije dándole pequeños sorbos a mi trago.
—Bueno señorita, para comenzar tengo grandes quejas en su contra, concretamente el hecho de que cuando te fuiste no hablamos más —comenzó. Sabía eso, ¿qué le podía decir? Yo no fui capaz de saber cómo seguir con eso, pero él tampoco hizo algo—. El tema es que mientras han pasado estos años, siempre me he preguntado por qué con Paula sí seguiste hablando, y conmigo no cruzaste una palabra nunca más —parecía muy decepcionado. Ahora era mi momento para decir lo que pensaba.
—No habría sabido como —me sinceré—, ese año fue todo muy confuso para mí, tuve que dejar todo lo que conocía sin razón alguna. En menos de una semana me encontraba en una ciudad gigante, donde no conocía a nadie, donde tendría que ir a una escuela nueva—el seguía escuchando atentamente—, Liam, me encontré muchas veces intentando escribirte, pero no sabía con que empezar, y sí, habría sido muy fácil comenzar con un hola, pero la edad y las circunstancias me tenían bloqueada, a Paula simplemente le solté todo, además de mi amiga es mi prima, le confié todo para que me apoyase y guiara con todo, siento nunca haber escrito, pero tampoco lo hiciste tú.
—Yo también podría haberte ayudado —se podía ver un deje de tristeza en su mirada—. Yo también lo siento, la verdad es que yo también intenté escribir, pero no sabía el qué, supongo que nuestra amistad era muy inmadura para tocar temas serios, bueno yo era el inmaduro.
—Liam —le interrumpí. Me miró expectante—. Ya pasó, ahora tenemos una segunda oportunidad para retomar esta amistad.
—Tienes razón, tenemos otra oportunidad —sonrió— ¿Otra ronda? —preguntó al ver mi vaso ya vacío. Asentí y llamó al barman más cercano, el cual no era Seba.
Pidió un mojito normal para cada uno, el cual no tardaron mucho en preparar.
—Qué tal si averiguamos quien puede tomarse el mojito primero —desafió sonriente. Era una pésima idea, lo reconozco; pero una excepción no estaría mal, quería festejar con mi amigo; después de tanto, nunca habíamos tomado juntos, menos aún habíamos estado en un ambiente así.
—Eres un suicida —respondí con una sonrisa—, pero acepto.
El aún sonriente tomó el vaso, hizo una cuenta hacia atrás con los dedos y comenzamos a tomar. Sorpresivamente, yo gané (De sorpresa no tenía nada, siempre ganaba en estas competencias).
—Eso deja mucho que pensar sobre en qué lugares te has metido durante estos años —soltó. Le di un pequeño codazo—, es broma.
—Oye, tengo otra pregunta —dije un poco más seria.
—Te escucho.
—¿Por qué terminó tu amistad con Paula?
—Simplemente es que desde que te fuiste nada fue igual. Entre otras cosas... —dijo lo último entre dientes—, pero es algo de lo que realmente no quiero hablar ahora. ¿Otra ronda?
—Bien, pero en algún momento me tendrás que contar. Y si, acepto otra ronda —ya, había tomado una mala decisión con esa competencia ¿Por qué no tomar otra?
Liam volvió a llamar al barman que nos había atendido, pidiendo esta vez un frutilla sour para ambos, al menos probaría algo nuevo, pero estaba rompiendo mi regla sobre las mezclas... aun así, era solo uno. Di un pequeño sorbo, era muy dulce, no se sentía ningún sabor a alcohol. Liam estaba a punto dar un sorbo cuando un par de chicas se acercaron frenéticas.
—Liam nos tenías abandonadas —habló una, la otra le besó los labios, entre ambas lo tomaron arrastrándolo entremedio de la gente que bailaba. Solo pude limitarme a mirar ¿qué podía hacer en una situación así?
—¡Sam! —exclamó antes de desaparecer entre la gente. Había perdido a Liam, pero había ganado otro sour para mi solita. Me quedé sentada tomando tranquilamente ambos vasos, si volvía con Paula con esos vasos probablemente me los quitaría. Estaba tan feliz de estar ahí, con Liam y Paula por ahí rondando, aunque no juntos ni como antes. Unos diez minutos después ya había acabado ambos vasos; esa noche no conocía la palabra "responsabilidad". A penas me paré noté que apenas sentía mis piernas, también me costaba un poco enfocar mi vista, pero mi mente seguía fresca como lechuga. Caminé por el borde de la barra hasta llegar al extremo donde estaba Paula. Seba estaba atendiendo a otros clientes por lo que solo Paula me notó de inmediato.
—Se robaron a Liam —fue todo lo que dije cuando llegué hasta ella.
—Ah, no es novedad —respondió desinteresada.
—¿Quiénes eran? —pregunté intrigada tomando asiento a su lado.
—No sabría cómo llamarles, ¿ex's quizás? —habló con desagrado.
—Ya, acabo de decidir que nunca más saldré con ustedes dos juntos —ya estaba empezando a pensar que lo odiaba.
—Qué buena decisión, gracias.
Seba volvió frente a nosotras, al parecer por fin se había desocupado un poco.
—¿Y Liam? —preguntó.
—Se lo llevaron —él pareció entenderlo todo, no hizo más preguntas.
—¿Es algo común que pasa? —quise saber.
—Lo conozco porque solía venir seguido a este lugar hasta no hace mucho, y sí, muchas veces vi como algunas chicas se peleaban por él —explicó él. Quería preguntar más cosas, pero mis ojos habían comenzado a pesarme, y mi cabeza también.
Me apoyé en la barra, mi respiración comenzaba a pesar también.
—¿Estás bien? —preguntó ella.
—Sobreviviendo. Necesito recostarme un segundo.
—Ahora no nos podemos ir, tengo que esperar a Seba que termine su turno, en una hora y media más —me acarició el cabello—, ¿amor la podemos llevar hacia arriba? —le preguntó a Seba.
—Claro —le dio la vuelta a la barra y ambos me guiaron hacia unas escaleras vigiladas por un guardia, era zona restringida.
Con bastante dificultad llegué al final de las escaleras, ahí estaban los sillones que había visto cuando llegue. Había un hombre sentado ahí, concentrado en su portátil.
—Ey, cuídala hasta que Seba salga —habló Paula a aquel hombre. Él levantó la mirada confundido mirándonos a los tres. A esas alturas ya no me cuestionaba nada, yo confiaba en Paula.
—Disculpa —le susurró Seba recostándome a su lado. Mi cabeza quedó al lado de sus piernas, Seba colocó un cojín en mi cabeza y se alejó—, cuando pueda te traeré algo de comer.
—A todo esto ¿quién es? —preguntó el extraño mirándome confundido.
—Es prima de Paula, tengo que volver a la barra —habló Seba con prisa, para luego desaparecer por las escaleras.
—Cualquier cosa estaré en la barra también, Sam te quiero —se despidió Paula yéndose por donde mismo que Seba.
Y ahí me encontraba yo en manos de un desconocido. Lo observé fijándome en sus detalles que eran iluminados por la pantalla de su portátil, su pelo se veía negro, al igual que su barba, era una barba de pocos días, algo descuidada, pero se le quedaba bien, sus ojos a diferencia de lo oscuro de su pelo y barba eran algo grises, se veían muy apagados, como si estuviesen vacíos. Me dio una mirada rápida, al notar que lo observaba fijamente y sin cuidado volvió a mirar.
—No nos han presentado, mi nombre es Nathan ¿Cuál es el tuyo? —preguntó con un tono suave. Me concentré todo lo que podía y respondí.
—Sam, un gusto —me observó unos segundos más asintiendo con la cabeza y volvió la cabeza a su computador. Había dos posibles opciones para eso, o no quería seguir hablando o no sabía que más decir, pero quería comprobarlo—. ¿Qué haces?
—Buscando trabajo, terminé hace poco un postgrado y ya tengo las especialidades que quería.
—¿Trabajo de qué? —pregunté concentrada en la conversación.
—De veterinario, estudié eso y también hice otros postgrados... —continuó hablando, pero todo lo que pasaba por mi mente era la iluminación que había llegado hasta a mí, mi madre necesitaba un veterinario y él quería trabajar de eso, me sentía superior por tener esa información.
—Yooo tengo un contacto —le interrumpí. Intenté buscar mi teléfono, pero los brazos me pesaban y no encontraba mis bolsillos— ¿Ves mi teléfono por ahí? —pregunté. Acercó un poco su brazo para palpar los bolsillos, y me extendió el teléfono. Lo desbloqueé y busqué el contacto de mi madre—. Bien, anota —comencé a dictarle el número de teléfono, él anotó en su portátil lo más rápido que pudo, pero realmente me demoré bastante en leer los números.
—Muchas gracias ¿Cómo se llama el dueño del número? —quiso saber, se veía emocionado.
—Miriam —dejé el teléfono a un lado.
Seba llegó corriendo con algo en las manos.
—No es mucho, pero fue lo que menos se demoraban en preparar —habló extendiéndome lo que llevaba. Ese algo eran papas fritas.
—Muchas gracias Seba, le diré a Paula que apruebo tu relación —hablé llevándome una buena cantidad a la boca. El rio.
—Veré si puedo guardarte algo para más tarde —habló apresurado antes de volver a bajar.
—¿Quieres? —le ofrecí a Nathan. Él tomó un par agradeciendo y siguió en su portátil. En pocos minutos ya había arrasado con todas las papitas, dejé el tiesto en una mesita que alcancé estirando el brazo. Volví a ver a Nathan, parecía que se estaba volviendo más guapo, una sensación rara me invadía, porque no era cómo "oh que guapo, lo seguiré apreciando" era algo más como "hay algo en él que hace que no quiera dejar de mirarlo" También cabía la posibilidad que estuviera demasiado ebria y no lo estaba notando.
—¿Me darías tu número? —pregunté sin pensármelo dos veces. Parecía que lo tomé por sorpresa, me miró fijamente sin decir nada, se lo debía de estar pensando.
—Bien —accedió. Busqué otra vez mi teléfono y se lo entregué para que anotara su número. La emoción que sentí era algo que hace mucho tiempo no sentía, era como adrenalina pura.
Me lo devolvió ya bloqueado.
—Gracias —lo dejé en la misma mesita. Me acomodé acurrucándome de lado, necesitaba descansar los ojos un poco, no podía aguantar más—, si me disculpas necesito descansar unos segundos —podía sentir como al exhalar salía el sabor a alcohol.
Sentí unos brazos cargándome, abrí un ojo; era Liam quién me llevaba, giré un poco más mi cabeza para ver a dónde nos dirigíamos, más adelante de nosotros estaba Paula y Seba esperando apoyados en el auto.
—Despertaste —dijo Liam al notar mi movimiento. Había aparecido.
—Yo puedo caminar —me moví un poco para que me bajara, ya no estaba tan mareada como antes, pero me estaba empezando a doler el estómago. Subimos ambos a los asientos traseros.
—Perdón por desaparecer así, cuando pude escapar Paula me dijo que no me diría donde estabas hasta que nos fuésemos —contó—. Ah y que te dejara tranquila —agregó.
Bueno, no me quejaba, conocí a alguien, aunque no me pude despedir...
—Eso te pasó por dejarla sola —interrumpió Paula, quién iba escuchando nuestro movimiento.
—¡Paula me arrastraron! —exclamó ofendido.
—Eres mucho más fuerte que un par de chicas —le criticó.
—Pero no después de tomar de un sorbo un mojito, me mareé —se explicó.
—Más encima débil —se burló. Definitivamente esa excusa hacía que pareciera más débil. Pero no lo podía hacer algo en contra de las chicas, si las empujaba o algo quedaba mal él.
—Ya cállense, me marean más —pedí posando una mano en mi cabeza.
—¿Te sientes muy mal? —preguntó Paula girándose para verme.
—Sólo mareada.
—Ya, te quedarás en mi casa —declaró ella.
—No hay problema con que me vean llegar así —aclaré—, vamos a mi casa.
—No. mis tíos no van a tener una mala impresión de nosotros con esta primera salida, quizás para la otra dejaré que te vean así.
—Ah, que considerada dejando a otro cuidándome y quedando tú como responsable frente a mi padres —en el fondo no me quejaba para nada.
—De nada —respondió riendo—, el amigo de Seba es lo más responsable del mundo, ni en mis manos habrías estado mejor.
—¿Dejaron a Sam con el extraño que estaba ahí? —preguntó Liam algo molesto.
—No es un extraño, es el mejor amigo de Seba —respondió Paula.
—Un extraño.
Seba detuvo el auto.
—Bien Liam, ya llegamos a tu casa —avisó Seba con un tono seco.
—Nos vemos —se despidió Liam antes de bajar.
—Se enojó —hablé una vez cerró la puerta.
—No creo, en ese caso; ya se le pasará —podrán haber pasado muchos años, pero Liam seguía teniendo las mismas expresiones, si estaba molesto.
—¿Ya lo habían traído antes? —quise saber, Seba llegó a su casa sin que le dijesen nada.
—Si, una vez —respondió él. Asumí que no hablarían más sobre eso porque comenzaron a cuchichear sobre otras cosas.
Continuamos el viaje en silencio, cerré los ojos para intentar marearme menos, pero solo lograba concentrarme más en el malestar, sólo quería llegar. Unos minutos después llegamos, la casa estaba completamente a oscuras y no se escuchaba nada más que el sonido de los grillos.
—Gracias Seba, por las atenciones y todo —dije antes de bajar.
—De nada, cuídate —hizo un gesto con la mano despidiéndose.
—Nos vemos mañana amor —se despidió Paula dándole un corto beso.
Sebastián se quedó esperando a que entráramos a la casa antes de irse. Paula me hizo un gesto para que mantuviera silencio, me llevó por las escaleras hasta su cuarto y cerró su habitación una vez estuvimos dentro.
—Menos mal tengo baño propio, si quieres vomitar es todo tuyo.
—Solo quiero seguir durmiendo —dije tirándome en su cama.
—Ya —me movió para recostarse a mi lado—, te extrañé tanto.
—Yo también —solté un suspiro.
—Casi lo olvidó —sacó algo de su bolso—, Seba te guardó una hamburguesa.
—Por mucho que ame las hamburguesas no puedo, ahí sí que vomitaría todo. Si quieres cómetela tú —ella accedió y comenzó a comerla.
Sólo me faltaba un último esfuerzo; entrar a la cama. Tenía muchas cosas que hablar con Paula, preguntarle por qué había terminado su amistad con Liam, entre otras cosas, pero ese no era el momento, sentía que vomitaría en cualquier momento, era mejor dormir. Ya cuando despertara tendría tiempo para aclarar todas esas dudas de rondaban por mi cabeza.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top