𝗢𝟰-𝗠𝗮𝗹𝗱𝗶𝘁𝗮 𝘀𝗲𝗮... 𝗺𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗼𝘆 𝗲𝗻𝗮𝗺𝗼𝗿𝗮𝗻𝗱𝗼

Jueves 8 de mayo.

Universidad de Hudson, Facultad de Física Aplicada y Robótica.

09:23 a.m.

Joey caminaba por el pasillo principal del enorme edificio, sus ojos recorriendo las paredes que contenían fotos de antiguas generaciones, reconocimientos, y una repisa llena de trofeos. 

Se sentía nervioso, pero emocionado. Era un momento que había dejado congelado desde el momento que el acelerador de partículas explotó y sus poderes le fueron concebidos. Pero ahora era diferente; no era el meta-humano que cayó en las manos de la oscuridad y sus propios errores, no era el técnico de los Laboratorios S.T.A.R., era un joven normal a punto de retomar su carrera como ingeniero en biotecnología. En otras circunstancias debió de haber comenzado desde el inicio, como la mayoría de estudiantes, sin embargo, ese no era su caso.

Hace cerca de 3 semanas su padre le habló de una convocatoria especial donde se presentaba un examen de coeficientes para alumnos de intelecto avanzado y que pudieran adelantar semestres en su carrera. Y es ahí donde estaba hoy y ahora.

Hoy era el día que presentaría su examen de colocación y lo asignarían a una clase más a avanzada sin la necesidad de comenzar desde 0, y eso le resultaba bastante reconfortante.

Mientras caminaba su mente viajó momentáneamente al último año, el accidente, sus poderes, la limpieza de ratas que hizo en su departamento en Detroit hasta su retorno a Ciudad Central, como había vuelto a Laboratorios S.T.A.R. y sus heridas volviendo a sanar.

—Sin pánico Joseph, tú puedes. —Se dijo a él mismo—. Recuerda que eres increíble, pudiste aprender y entender la tecnología de una forma que nadie más es capaz de hacer.

Llega a los servicios escolares, más en específico a una ventanilla bajo un letrero que dice "zona de matriculación", según los papeles que llevaba en manos era ahí donde debía ir para recibir indicaciones. Con una mezcla de nervios y determinación comienza a caminar a la ventanilla donde una mujer de la tercera edad le sonríe con amabilidad.

—Buenos días, ¿Vienes por el examen de colocación? —Joey asiente con una sonrisa—. ¿Apellido por favor?

—Zimmermann.   

—Muy bien, déjame buscarte. —La oficinista comenzó a teclear en la computadora frente a ella buscando el nombre—. ¿Joseph Frederick? 

—El mismo. —Responde Joey.

—Muy bien Joseph, aquí tienes tu comprobante. —Dijo extendiéndole un papel al menor—. Aquí te indica donde está tu salón, y el nombre del profesor con quien lo presentarás. mucha suerte. 

—Muchas gracias. —Dijo mientras tomaba el papel y se dio la vuelta para dirigirse a su salón.

En el camino comienza a repasar todo lo que había aprendido dentro como fuera de su periodo académico, desde teoría hasta prácticas; todo lo que vio con Cisco y los artefactos que juntos habían construido, y como plus están sus poderes (Aunque estos últimos no pensaba usarlos bajo ninguna circunstancia).

—Todo va estar bien. —Murmuró de camino a su salón—. Es solo un examen, nada del otro mundo. Recuerda, eres la chica sexy.

Finalmente llega al aula que le indica el comprobante. Aula 3B.

—Aquí vamos. —Con un último respiro entra al salón y se sienta en su asiento asignado. El ambiente está en calma, aunque otros estudiantes murmuran nerviosos, revisando sus notas una última vez. 

Cuando faltan minutos antes de comenzar el examen la profesora se presenta bajo el nombre de Lindsay Kang y les da indicaciones sobre su examen. Finalmente el reloj maraca las 10 de la mañana y pueden comenzar.

Joey baja la vista hacia su examen y comienza con escribir sus datos, cada pregunta es un acierto o un fallo que dará por resultado que vuelva a su ajetreo universitario, pero también es un paso más cerca de recuperar un poco de la normalidad que alguna vez estuvo en su vida.

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Laboratorios S.T.A.R.

14: 34 p.m.

—El dispositivo de taquiones está en su lugar. —Anunció Cisco

—¿Creen que funcionará? —Le preguntó Barry.

—Funcionará. —Respondió Joey.

La noticia de que Barry había visto y enfrentado a otro velocista lo tenía bastante inquieto, sobre todo cuando supo que su amigo había recibido una fuerte golpiza por ese sujeto de traje amarillo. Por si fuera poco hace un rato cuando llegó a los laboratorios acompañó a Caitlin y Cisco a un almacén vacío y para su sorpresa, vio con sus ojos al repentinamente resucitado prometido de su amiga, o al menos lo que quedaba de él ya que ahora era un vagabundo con la capacidad de encender su cuerpo en llamas como si de la antorcha humana se tratase.

A eso, sumarle que tuvo su examen y no saber si lo lograría alcanzar una buena posición lo tenía bastante inquieto, pero al menos era un encargo menos.

—¿Cómo te sientes? —Preguntó el latino mirando al menor.

—¿Con todo esto? Sinceramente me siento abrumado. —Confesó Joey mirando al frente, su semblante se miraba preocupado—. Es demasiada información en tan poco tiempo.

—Lo sé, el día no comenzó de la mejor manera.

—Se suponía que mi examen sería el único de mis problemas, y ahora no puedo dejar de pensar en Barry. —Esto último lo soltó inconscientemente.

Cisco arqueó un ceja y una sonrisa se dibujó en sus labios por lo que dijo su amigo. Joey lo miró por un momento y al juzgar por la expresión en su amigo reaccionó a sus palabras y sus mejillas se encendieron en un tenue color coral. 

—Es decir, no es el único velocista y tampoco el más rápido. —Dijo de inmediato en un intento por aligerar las cosas—. Me preocupa ¿Sabes? 

—Claro. —Canturreó con cierta travesura y el menor solo ser puso aún más incómodo, primero Oliver, ahora Cisco.

¿Qué acaso se le notaba lo mucho que le gustaba su amigo y compañero de trabajo de su hermana?

—¿Se nota mucho? —Preguntó en un susurro mirando hacia otro lado y Cisco dejó escapar una risa.

—Muchísimo. —Respondió con su habitual buen humor y Joey soltó un quejido mientras sus mejillas se encendían.

—Solo... no le digas a nadie. —Pidió con un hilo de voz, lo suficientemente bajo como para solo ellos 2 escucharan—. ¿De acuerdo?

—De acuerdo. —Le dijo para relajarlo—. ¿Te gusta desde que lo trajimos a los Laboratorios mientras seguía en coma o hasta ahora que lo viste sin todos esos aparatos?

—¡Cisco! —Dijo en voz alta, su sonrojo aumentando y el pelo largo comenzó a carcajearse.

—Está bien, está bien. —Levantó las manos al ver que su amigo estaba por brincársele encima—. Mejor sigamos buscando a Caitlin, ¿Te parece?

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La buscaron por varias partes de los laboratorios y después de una búsqueda la encontraron; estaba en la entrada de la tubería, estaba sentada, con la mirada baja y con algo brillante en las manos. Era su anillo de compromiso. Se miraron y con mucho cuidado se acercaron para después sentarse cada uno de un lado dejándola en medio.

—Caitlin... —Cisco parecía estar tratando de escoger las palabras adecuadas—. Tranquila, ahora que sabemos que está ahí volveremos  a encontrar a Ronnie.

—¿Por qué? —Preguntó ella con un ligero temblar en su voz—. ¿Para lanzarlo ahí con otros psicópatas meta-humanos?

El pelilargo y el alemán la miraban en silencio, sintiendo el dolor en su voz.

—¿A qué sería capaz... de renunciar? —Guardó silencio un  momento—. Llegué a pensar, para tener un minuto más con él. —Su voz comenzaba a volverse cada vez más temblorosa—. Mi casa, mi carrera... el resto de mi vida. Hoy tuve al fin ese minuto... y desearía que no. —Ambos jóvenes la miraban callados—. El verlo así... ¿En qué se convirtió?... —Tomó una profunda inhalación para después dejar escapar todo el aire—. Ay no... mejor hubiera fallecido ese día.

Se llevó ambas manos al rostro para cubrirse la boca, pero eso no impidió que un sollozo ahogado escapara de sus labios, las lágrimas que había estado reteniendo finalmente comenzaron a deslizarse por sus mejillas. 

Por instinto tanto Cisco como Joey la rodearon y la envolvieron en un cálido abrazo, Joey acariciaba su cabello con suavidad mientras Caitlin se permitió romperse en los brazos de sus amigos, ver a Ronnie en ese estado era algo para lo que ninguno de los 3 estaba listo. Pero lo que más le entristecía a Joey era el hecho de que la doctora, pese a haber cargado tanto tiempo con ese dolor tuvo las agallas suficientes para no quedarse en el suelo y volar como un cisne  y admiraba eso. Pero en este momento ese cisne parecía tener las alas rotas.

Y eso dolía.

—Caitlin, mírame. —El menor la tomó por el rostro para hacerla verlo directo a los ojos y Joey sintió un apretón en el pecho al ver aquellas orbes rojas—. Vamos a traerlo de vuelta, no sé cómo, ni cuánto tiempo dure. Pero no lo dejaremos solo y vagando ahí afuera. No mientras podamos encontrar la forma de ayudarlo, si aún hay tiempo para hacerlo regresar, te prometo que haremos todo a nuestro alcance.

Caitlin lo miró en silencio, lágrimas aún bajando por sus mejillas y su labio inferior temblando levemente, finalmente confió en esas palabras y se aferró a sus amigos, sollozando de forma audible.

—Te lo prometemos. —Le susurró Cisco.  

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Casa West. Cuarto de Iris.

19:36 p.m. 

—En palabras resumidas, hoy fue un día caótico para ti. —Resumió Jess sentada en la cama de su mejor amiga observándola mientras termina de ajustar su vestido.

Iris asintió mirándose en el espejo, su rostro reflejaba inquietud, agobio, tedio. Lo más irónico es que ese día debía ser uno de sus favoritos. Ella y Jess se estaban terminando de arreglar para bajar a la sala donde de seguro ya estaban los invitados.

—Primero envío mi solicitud para trabajar en Picture News, luego Eddie me regala una llave de su departamento y me propone mudarme con él. —Toma una respiración antes de continuar—. Y hace casi una hora Barry viene y me confiesa que me ama y ha estado enamorado de mi desde que éramos niños... son... demasiadas emociones.

Jessica miraba a la morena y se imaginaba todo el caos que debía estar viviendo en ese momento, se emocionó cuando le comentó sobre ejercer su carrera y se emocionó aún más cuando le dijo lo de mudarse con el rubio, después de todo Eddie primero lo habló con ella así que cuando su amiga se lo dijo se alegró por saber que ya se lo había pedido. Pero toda esa felicidad y emoción se vieron eclipsadas cuando vio al velocista entrar a la casa y pedirle hablar con Iris a solas, y se imaginó para que la quería.

Por un lado estaba aliviada y hasta cierto punto feliz de que Barry por fin se decidiera a hablar y confesar lo que se tenía guardado, pero por el otro lado le molestó el hecho de que tuviera que haberlo hecho en un día importante para la morena.

En su cumpleaños número 25.

—Puedo imaginar todo lo que debes estar pensando. —Comenzó la forense acercándose a su amiga para comenzar a cepillar su cabello—. Bueno, si puedes pensar con claridad en este momento.

—Honestamente no sé que deba pensar. —Susurró Iris—. Barry me pidió que olvidara todo lo que me dijo para que volviéramos a la normalidad, pero... me resulta difícil.

—Supongo que sí, no todos los días tu mejor amigo y hermano adoptivo te confiesa que ha pasado toda su vida amándote en secreto.

 —¿Qué debería hacer? —Preguntó en voz baja.

—Haz lo que te pidió. —Respondió Jessica antes de tomarla por los hombros para hacerla girar y mirarla directo a los ojos—. Actúa como si nunca te hubiera confesado sus sentimientos. Barry fue valiente al decirte lo que siente, y lo fue para aceptar que estás con Eddie y nunca le corresponderás, ahora es tu turno de ser valiente, mirarlo a la cara y seguir como si todo estuviera en calma. Por que lo último que tú querrías es verlo triste y sentir que de cierta manera fue tu culpa.

Iris pareció meditar las palabras de Jessica un momento 

—Tienes razón. Quizá lo mejor sea dejarlo por ahora. —Comenzó a hablar—. Pero no quiero perder a Barry como amigo, Jess. Es demasiado importante para mí.

Jess sonríe con suavidad y ternura, Iris en serio se preocupaba tanto por el rubio como por el castaño. Y eso era algo bastante noble y lindo.

—No vas a perderlo, Iris. La amistad de ustedes es más fuerte que esto. Es Barry. Sí, será incómodo por un tiempo, pero ambos encontrarán la manera de superar esto. —Le dijo para animarla—. Él te pidió que lo olvidaras porque quiere que estés tranquila. Hazle caso, pero no cierres la puerta por completo. Solo... tómate un respiro. No tienes que resolver esto de inmediato.

Iris se deja caer de lleno en la cama antes de soltar un largo suspiro que reflejaba su frustración de ese momento. Necesitaba sacarlo de alguna manera, justo ahora su amiga la estaba ayudando con eso.

—Lo intentaré. Tal vez sea lo mejor. Gracias, Princesa Clara.

—No tienes que agradecérmelo Morocha. —Le dice para luego recostarse a su lado—. Para eso estoy aquí. Cualquier cosa que decidas, está bien. Nadie espera que tengas todas las respuestas ahora.

La morena roma una profunda respiración antes de incorporarse de nuevo siendo seguida por la de piel clara.

—Sé que algún día Barry encontrará a la chica indicada. —Dejó escapar una risa suave—. O como tú dices, el chico indicado.

Jess ríe cómplice con Iris, el tema de que su amigo era de gustos controvertidos siempre les levantaba el ánimo, no sabían con exactitud si realmente lo era pero esta noche quedó confirmado que en efecto, Barry Allen no era gay.

—Tendremos que esperar y ver con que nos sale. —Jess sonrió antes de tomar su bolsa y sacar una caja de tamaño mediano y elegantemente envuelto—. Ten, feliz cumpleaños.

—Gracias. —Le agradeció la morena mientras tomaba la caja—. Pero no tenías que haberlo hecho.

—No dirás eso cuando lo abras. —Le animó Jessica, Iris en respuesta abrió la caja y al hacerlo sus ojos se iluminaron. 

—¡Jess! Esto es... es hermosa. Tiana es mi princesa favorita y amo la princesa y el sapo.

—Sabía que te gustaría. —Jessica se encogió de hombros—. Y como tu cumpleaños no podía pasar desapercibido, pensé que necesitabas algo especial. Porque vamos, Iris, ¿Cómo podrías ser Tiana sin tu corona? Y claro, no soy rubia, pero ya sabes... Charlotte siempre está ahí para su Tiana. Así que, aunque no sea rubia, aquí estoy, lista para ser tu Lottie.

Iris suelta una carcajada, una risa que había estado reprimiendo toda la tarde. La mención de aquel excéntrico y adorable personaje de La Princesa y el Sapo trae un alivio inesperado. Aunque Jess no era ni la mitad de adorable e infantil que la rubia lo compensaba con su corazón lleno de amor y bondad. Y eso era lo que importaba.

—Jess, eres la mejor. No puedo creer que hayas pensado en esto. —Iris se limpia una pequeña lágrima que estaba creciendo en su lagrimal izquierdo—. Y tienes razón... tú serías la Lottie perfecta, siempre ahí para mí, sin importar lo que pase.

—Ahora permíteme Tia. —Tomó la corona le indicó a Iris que bajara la cabeza para posteriormente colocarle la corona—. Ahora, bajemos. El príncipe Naveen, de Maldonia, espera ahí en la sala por ti. 

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Laboratorios S.T.A.R.

19:38 p.m.

Joey estaba con Caitlin y Cisco en el córtex monitoreando la trampa que él y el latino hicieron para el hombre del traje amarillo la cual en su interior tenía el prototipo de taquiones que Barry y el Detective West fueron a pedir a los Laboratorios Mercury y que usaron como el señuelo para atraer al velocista.

Segundos después apareció, fue capturado y ahora estaba atrapado mientras el Doctor Wells, Joe West, Eddie Thawne y un equipo armado del Departamento de Policía bajaron para ver a ese hombre y mientras él estaba aún incrédulo con aquella imagen en la pantalla. Su traje era muy similar al de Flash, con la diferencia de que los colores estaban invertidos.

Lo veía y no lo creía.

—Que miedo. —Dijo inconscientemente.

Hace 14 años mataste a Nora Allen. —Escuchó hablar a Joe West.

—14 años... —Susurró Joey.

Quiero saber la razón, ¿Por qué?

Desde el córtex, el trío de mentes maestras estaban al pendiente de cada detalle en caso de que algo pudiera salir mal, fue en entonces cuando Cisco masculló una frase clásica que suelen decirse en momento donde las cosas no están saliendo del todo bien.

—Oh no. —Joey llevó su mirada al ingeniero.

—¿Oh no? ¿Por qué oh no, Cisco?

—Los super capacitadores. —Respondió este—. El campo de contención fluctúa. 

—Diles que salgan de ahí. —Dijo Joey—. Si la barrera se rompe temo por lo que pueda pasarles.

—Salgan de ahí ahora.

Lo siguiente que sucedió fue un problema general de energía provocando que perdieran momentáneamente la señal. Inmediatamente en le momento que esto pasó, Joey se uso sobre la computadora principal extendiendo las manos con sus ojos brillando de un suave color azul; estaba usando su poder.

—Doctor Wells, evacuen. Salgan de ahí ahora. —Preguntó Caitlin desde uno de los micrófonos—. ¿Doctor Wells?

En cuestión de segundos recuperaron la señal, el equipo miró con horror al Doctor Wells en el suelo y el equipo completo de policías yacían en el suelo muertos.

Las cosas se salieron de control en menos de 5 minutos.

—Llámenle a Barry. —Dijo Joey concentrando en las pantallas.

Caitlin sacó su teléfono y marcó el numero del velocista. Mientras tanto los 3 observaban como el hombre del traje amarillo le sostuvo la mirada a Eddie y posteriormente lo empujó al suelo para comenzar a asfixiar a Joe West; las cosas se estaban poniendo peor de lo que imaginaron. Pero justo cuando todo no podía ponerse todavía más caótico Barry apareció y llevó al otro velocista al exterior de los Laboratorios S.T.A.R. 

Salieron y lo primero que vieron fue un remolino de rayos rojos y dorados girando por los aires antes de caer al suelo. Barry fue embestido hacia el cristal de un auto agrietándolo con el impacto. 

El de traje amarillo los vio y justo antes de correr hacia ello, el velocista lo detuvo y se interpuso para protegerlo. Se estaba llevando a cabo otra pelea. Otra pelea donde Barry estaba en desventaja; Allen estaba recibiendo una golpiza igual o pero que la que tuvo la noche anterior. Puñetazos en su espalda, mandíbula, y algunos azotes al suelo eran parte de los muchos golpes que ese sujeto le estaba dando.

Fue tal que su capucha se soltó dejando su rostro a la vista, tenía un labio roto y sus mejillas con arañazos y estaba tendido en el suelo. 

A la distancia, Joey miraba con el pulso acelerado como el castaño estaba con un pie en su pecho. Era una sensación que crecía con cada segundo que pasaba, con cada quejido de dolor de Barry, saber que estaba en esa posición lo hacía querer salir de su escondite; pero no podía, solo podía hacer una cosa.

—¡Barry! —Gritó desde su sitio. 

De repente, como si hubiesen escuchado sus plegarias, una llamarada hizo retroceder al hombre de traje amarillo. Barry, aún en el suelo, levantó la vista y ahí, a unos metros estaba un hombre de cabellos largos y oscuros, su cabeza y manos en llamas.

Se giró un momento para ver a Caitlin y como lo imaginó, estaba completamente absorta en la imagen que se manifestaba frente a ellos. La pelea parecía haber estado un poco más equilibrada, pero el velocista de amarillo murmuró unas palabras antes de desaparecer en un destello de color rojo.

Los 3 salieron de donde estaban y mientras él, en compañía de Cisco fueron a ver a Barry para ayudarlo a levantarse, la doctora fue hacia aquel hombre quien el menor identificó sin el mínimo esfuerzo, era el prometido de su amiga.

—¿Estás bien hermano? —Preguntó el latino y algo dentro de Joey se encendió como una diminuta chispa.

Y se sabe que las chispas pueden provocar incendios.

—¿En serio preguntas eso Cisco? —Cuestionó—. Míralo, ese sujeto pudo haberlo lastimado, ¡Pudo haberlo matado! ¿Y le preguntas si está bien?

Cisco levantó las manos en señal de calma, aunque sabía de donde y por qué toda esa preocupación, hizo una promesa de no decir o insinuar nada relacionado a los sentimientos.

—Joey descuida, estoy bien. —Dijo Barry para tranquilizar al menor—. Pero agradezco que te preocupes.

Joey se giró y lo miró directo a los ojos.

—¿Cómo no hacerlo, Barry? Estuviste a punto de ver la luz. —Dijo de repente y el mayor dejó escapar una pequeña risa.

—Créeme, no sería la primera vez que estoy a punto de hacerlo. 

Suspiró sintiendo un pequeño calor instalarse en sus orejas, y sonríe aliviado de que no hayan pasado a mayores. Los 3 hombres dirigen sus miradas a Caitlin quien retrocede cuando el hombre en llamas despega y desaparece volando.

—Adiós Ronnie. —Musita ella mirando al cielo. 

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Casa West.

20:16 p.m.

Después de ese tan arrebatado enfrentamiento y haber curado al Doctor Wells, se encontraba en casa de los West junto a su padre, habían globos, serpentinas, Freedom de George Michael sonando por la casa; era un ambiente muy contrastante con lo que había pasado hace menos de una hora.

Necesitaba quitarse un poco de todas las emociones caóticas que a lo largo del día fueron acumulándose en su interior, y qué mejor manera que en la fiesta de una persona muy querida en su vida. Joseph miraba a Iris como una prima mayor, alguien con quien podía hablar pero sabiendo lo ocupada que era su vida, sus momentos para convivir se veían un tanto limitados. Pero eso no significaba que no se verían.

Dirigió su atención a la puerta por donde entró Barry, observó su rostro y suspiró de alivio al ver que los golpes de su cara se habían curado por completo y parecía no haberle pasado nada.

—Hola Barry. —Lo saludó con una sonrisa.

—Hola Joey. —Barry le dio una sonrisa algo torcida, pero intentando mantener la compostura—. Doctor Zimmermann. 

—Buenas noches Barry. —Le regresó Walter el saludo con un vaso en manos.

Las cosas estaban bastante animadas; el equipo Flash estaba ahí, su hermana estaba ahí, Iris se estaba divirtiendo, todo parecía en orden, pero después de un rato notó algo de tensión entre el velocista y la celebrada. Al inicio lo atribuyó a lo sucedido en el día, pero sentía que había algo más detrás de todo eso, y la curiosidad le estaba rosando la nuca, así que decidió preguntarle a su hermana para saber si ella sabía algo.

—Jess, ¿Sabes por qué Barry y Iris se ven incómodos el uno con el otro? —Le preguntó en voz baja para que solo ella lo escuchara.

Jessica miró a su hermano un poco dudosa sobre si hablar, no es que no quisiera contarle, pero las conversaciones entre mujeres no era algo que se debieran de compartir con muchas personas. Luego recordó que su hermano es igual o más mujer que ella y habló.

—Barry le confesó sus sentimientos a Iris y no acabó bien.

El bajón emocional llegó y lo golpeó en el hígado.

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Residencia Zimmermann

22:35 p.m.

Joey estaba acostado en su cama, vistiendo su pijama y con la mirada perdida en la pantalla que tenía en la pared de su habitación, hace media hora que regresó con su padre de la casa de Joe West y ahora estaba ahí, a la luz de la televisión iluminando el cuarto y aunque se supone que está prestando atención a lo que está viendo, su mente se encontraba en un ciclo que lo regresaba a un solo sitio: Barry Allen.

No tomando en cuenta cuando lo trajeron a los Laboratorios S.T.A.R. (y que investigó todos y cada uno de sus datos), había pasado ya exactamente 1 mes desde que lo comenzó a conocer realmente, y durante ese lapso de tiempo que llevaban conociéndose le bastó a Joey para que algo en su interior comenzara a hacerlo sentir de formas que, a los ojos del mundo, eran más que obvias. Pero no podían culparlo por sentir lo que sentía.

Barry tenía una forma de ser que Joey encontraba completamente encantadora: Era amable, considerado, inteligente y con un corazón lleno de bondad. Una sonrisa que podía iluminar sus días en lo que sentía que los recuerdos del pasado regresaban a él, sus chistes que aunque malos, tenían la intensión de hacer reír. Pero sus ojos eran lo que más le fascinaban. Esa mezcla entre verde y azul tenían una intensidad, belleza y rareza que si los comparaban con el mar, Joey podría decir que eran como los océanos atlántico y pacífico.

Inconscientemente, una sonrisa de formó en sus labios de solo imaginarlo.

Pero esa sonrisa duró poco.

Durante la fiesta vio el comportamiento del velocista y se dio cuenta como entre ratos su semblante cambiaba notablemente cuando miraba a la festejada y su novio, y lo veía. Era tristeza. 

Quería asumir que esto era por que habían crecido como hermanos y el hecho de verla con alguien más le generaba cierta nostalgia o melancolía; pero no, él lo vio en los ojos de Barry. Y Joey lo supo de inmediato.

Barry Allen estaba enamorado de Iris West.

No necesitó que alguien se lo dijera, las facciones del velocista hablaban por sí solas; sus sonrisas torcidas, la tensión en sus hombros y movimientos, y el hecho de que se hubiera ido primero eran señales claras de que le confesó lo que sentía y por lo que imaginó, la morena lo rechazó. 

Y eso nunca termina bien.

Joey nunca tuvo problemas con expresarse, siempre había sido seguro de sí mismo. Desde que tenía 17 años se mostró seguro de quien era realmente, aceptando su orientación y abrazándola, nunca sintiéndose avergonzado o triste por sus gustos o inclinaciones. A diferencia de otros chicos que ha conocido, él jamás tuvo inconvenientes con mostrarse abiertamente gay al mundo. Y aunque eso significó perder amistades, y lazos con personas, aprendió que si querían alejarse estaba bien ya que eso era lo último que él quería: Tener a su alrededor gente que no tolerara lo que era.

También aprendió a no dejarse llevar a la primera impresión, unas simples palabritas no son suficiente para que salga corriendo o una apariencia deslumbrante que involucre la presencia de regalos, eso lo consideraba como comprar a alguien; pero si algo era lo más base para él era nunca, por ningún motivo, enamorarse de alguien que no pudiera corresponderle jamás. Y con esto se refería a chicos heterosexuales, chicos que solo estuvieran "experimentando" y personas que no estuvieran seguras de lo que querían.  

Aprendió por las malas esa lección y no estaba dispuesto a volver a caer.

Lamentable ese pensamiento se vio atrofiado con el velocista así que de nuevo tendría que ponerlo en práctica.

Sabía que estaba entrando en un juego tedioso donde estaría en un periodo de altibajos, pero no garantizaba que todo estaría completamente mal.

Sin darse cuenta, la lámpara a un lado de su cama estaba comenzando a parpadear, al igual que la luz de su baño y otros objetos dentro de su cuarto; su poder se estaba manifestando, era una manifestación pequeña y para nada peligrosa, pero mientras él estaba sumergido en sus pensamientos y su tristeza, todo a su al rededor se estaba comenzando a salirse de control. Para cuando se dio cuenta su casa ya estaba a oscuras y escuchó a su padre llamarlo en voz alta.

Walter se imaginaba que era su hijo quien había consumido la luz de la casa en un par de ocasiones desde que volvió, así que una tercera vez ya no podía ofenderlo, y menos por que esta vez, sí fue él el responsable.

—Maldita sea... creo que me estoy enamorando. —Soltó para sí mismo y dejó escapar un bufido cuando escuchó de nuevo a su padre—. Ahí voy papá, ya escuché.


Hola a todos.

Primero, quiero darles las gracias a los nuevos lectores por su interés en esta historia, espero que les guste como a los que ya están siguiendo el fic desde sus primeros inicios.

Segundo, ¿Recuerdan que dije que este capítulo no estaría ambientado en Navidad como en la serie? Bueno, lo adapté al cumpleaños de mi querida Iris y recibió una hermosa corona. 

¿Quién más quiere a una Jess en nuestra vida?  

¿Qué canción creen que sonó en la cabeza de Joey?

No olviden dejar su voto y comentario.

Los leo luego.

¡EdgarRios, fuera!

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