3
Efectivamente como Zee dedujo, Saint trabajaba en un salón de belleza. No suyo propio, pero el trabajo era trabajo. Las partículas de polvo estaban suspendidas en el aire. Destellando por la luz del sol entrante en cuatro de las ventanas del salón. Es increíble como algo tan marginado como el polvo podía verse hermoso en la luz del popular sol.
Paredes lisas de negro plateado adornaban el lugar desde el lobby hasta las puertas de los baños. El suelo era blanco. Fabricado en estilo de locetas cuadradas. En alguna que otra pared colgaban cuadros artísticos de arte relacionados con la belleza. Fotografías de modelos. En una pared había una foto de la famosísima modelo de color Winnie Harlow con falta de pigmentación en algunas áreas de su piel: alrededor de su boca, poco del mentón, lados de la nariz y parte del párpado inferior en su ojo derecho y ambas de sus manos. En el cuadro, esta posando exactamente como la Mona Lisa con su cabello risado negro cayendo más abajo de sus clavículas. Tiene un rosyro esbelto. Ojos pequeños. Cejas finas y una nariz delgada que cae planamente con dos extremos anchos.
Los demás recuadros son de modelos asiáticas y americanas mostrando sus diferentes estilos de cabellos.
Saint atendía a una chica rubia de cabello largo. Le estaba cortando las puntas. Parado detrás de ella con una sonrisa de labios muy amable. La chica se veía en el espejo de enfrente con poses faciales de modelo.
—Y ya hemos terminado.— Saint dice. Dejando en el escritorio del espejo las pequeñas tijeras negras y inclina el cabello rubio de la chica a los hombros de esta. Ella sonríe moviendo su cabeza a los lados para ver sus mejores perfiles.
—Dios mío, muchas gracias por todo. No pensé que el rubio me quedaría tan bien.
La chica se tira una guiñada a ella misma mientras modela. Saint ríe con timidez. Ella se levanta de la silla.
—Ten buen día. Y suerte en la película que estás filmando.— Saint le desea.
La chica ronronea. —Gracias, cuídate.
—Igual.
Ella se retira en ese corto traje blanco suyo con sus botas, cargando su pequeño bolso sobre uno de sus hombros.
Saint suspira con algo de agotamiento. Se va a quitar el delantal de estilista cuando escucha una voz:
—¿Tienes tiempo para uno más?
Cuando el chico alto mira a su izquierda, Zee está ahí con unas gafas de sol negras. Pantalones de mahón algo sueltos. Camisa de botones algo abierta y tenis blancas. Él se quita las gafas de sol.
—Espero digas sí.— Él añade. Acercándose hacia Saint, quién se queda perplejo mirándolo. Sus manos -que sostenían los cordones de su delantal - no sólo comenzaron a temblar por mantenerlas en el aire. Sino que los nervios de tener a la persona que le gusta frente a él, lo estaban traicionando.
Pone las gafas de sol en el cuello de la camisa y toma delicadamente las muñecas de su vecino para alejarlas poco a poco de los cordones del delantal.
«¿Qué está pasando? ¿Por qué me toma de las muñecas? ¿Debo decir algo o simplemente me voy al cielo ahora mismo?»
Piensa Saint mirando las manos con ojos tan gigantes como bolas de gulf. Sus cejas se alzan. Él hace de su boquita una "o" por estar abriéndola y cerrándola sin palabras que expresar. Mira a Zee a la cara.
—Somos vecinos... ¿Puedes acceder?
Zee le pide Alzando sus cejas en una amable sonrisa de labios expectativa.
—¿Por qué te harías algo en el cabello...?— Saint murmura viéndolo a la cara. —Tú ya luces bien así.
—Pues al menos un lavado y recortar mis puntas. Mira.— Zee mueve una de las manos del alto hacia su cabeza para reposarla ahí.
El corazón de Saint late muy rápido.
Tan, pero tan rápido. Él ni mira su cabello. Sólo mira el rostro de Zee quién tiene la mirada en el suelo al estar cumpliendo su misión con que el estilista sienta las puntas que debe cortar.
—Bien.— Saint dice. Retirando su mano con rapidez. El contario alza la mirada. —Siéntate en la una de las sillas de la habitación en el pasillo a la izquierda. Lo haré.
—Eres tan bueno, vecino.— Zee le dice en un ronroneo bailando sus hombros de lado a lado antes de caminar al pasillo y adentrarse. —¡Está tan cálido que parece que mi trasero está en un sauna!
Bromea el zorro desde el pasillo. Saint ríe todo tímido y va a la habitación.
Él toma una toalla de una baranda de estas a una esquina de la habitación y tímidamente camina hacia el zorro. Le coloca la toalla con mucho cuidado en el pecho. La ajusta alrededor de los lados de su cuello con mucho cuidado. Detrás del zorro hay un lavabo.
—Deja tu cabeza caer. Lento.— Saint le dice.
El zorro lo hace. Lentamente. Hasta que su cabeza esta sobre el lavabo. Saint prende el lavabo y comienza a mojar su cabello.
—¡Ay!— El zorro jadea.
—Lo siento. ¿Raspee duro o algo?
—El agua está fría.— Se aclara Zee entre risas. El chico tímido bufa una pequeña risa ante eso. —Tus manos están bien,— Va contando el zorro mientras que el chico tímido masajea su cabeza. —son muy relajantes. Ah.
Zee se relaja con el masajeo del chico. El chico sonríe con sus labios sin dejar de masajear. Él detiene el masaje para tomar el pote de champú que tiene el lavabo en uno de sus sostentes. Riega champú en una de sus palmas, frota ambas palmas para pegarse el champú y vuelve a masajear su cabeza.
—Zee, ¿cómo supiste que trabajaba aquí?— Pregunta el estilista.
—A card fell to the ground when you left. (Una tarjeta cayo al suelo cuando te fuiste.)— Zee le contesta en un inglés con mucho acento por ser tailandés.
—Oh. Así que eso fue. Me alegra que te hayas querido pasar por aquí, vecino.
Le comenta Saint. Zee sonríe con sus labios.
—Veo que vale la pena.— Contesta el zorro.
Saint sonríe, y ríe al sentir algo golpear sus piernas.
—Oye. Te estoy dando masaje, ¿y quieres patearme? Puedo ponerte champú en los ojos.— Saint le gruñe con un tierno puchero.
—¿De qué hablas? Estoy tan relajado que no haría el esfuerzo de doblar mis piernas para alcanzar las tuyas.
Zee responde. Ajustando su espalda a la silla sin abrir los ojos. Saint frunce el ceño. ¿Qué lo estaba pateando entonces?
Él mira abajo y ve unas nueve colas frondosas -rojitas y esponjositas- moverse de lado a lado contra sus piernas. Saint abre los ojos bien en grande.
—¡OH POR DIOS!— El alto expresa, tirándose a su trasero en el suelo mientras ve con terror las colas.
—Qué, ¿qué sucede...?— Zee abre sus ojos en histeria ante el pánico y al mirar abajo, ve sus propias colas. Él respinga y se abraza a sus propias colas para mirar con terror al chico tímido que lo ve con miedo y pánico.
—Saint,— Zee trata de razonar con la respiración agitada. —lo puedo explicar.
—¿Son falsas? N--No te las vi cuando me hablaste. ¿Las tuviste puestas todo este tiempo?
Saint habla como un niño pequeño apuntando las colas con un dedo.
—Son más reales de lo que piensas y,— Zee se levanta de la silla. El chico en el suelo lo mira con miedo. —no te haré daño. Lo prometo. Sólo... No se lo puedes contar a nadie. ¿Sí?
El chico retrocede unos pasos más con sus manos hasta que da con un estante de productos y el estante va a aplastarlo, de no ser porque Zee corre y apoya todas sus colas contra el estante para mantenerlo inclinado. Zee sentado frente a Saint. Con un brazo rodea el cuerpo del contrario de manera protectiva.
—No debes tenerme miedo.— Zee le susurra ahora mirando abajo para verlo. —No sólo es miedo... Es que... Pienso que debiste confíarme este tipo de información desde antes.
Saint le dice en un murmuro tímido antes de alzar la mirada con timidez. Zee se le queda viendo con asombro. Normalmente cualquier humano estaría cagado del miedo. Tal vez inmóvil del shock. Pero este buen vecino suyo no sólo sentía miedo sino que sentía apreciación.
Ese buen vecino suyo, hizo una tímida sonrisa muy confiable.
🦊
Por otro lado, Moi había regresado a la Tierra Natal de los Kitsune que era en una montaña bien lejana de toda vista humana. La montaña podía llegar al cielo y estaba rodeada de nubes. Las villas y las chozas eran pequeñas.
Moi llevaba su cabello atado en una dona tras su cabeza, vistiendo un vestido tradicional de Tailandia. Este era rosado, le llegaba a los pies pero tenía una sola tira en el hombro izquierdo para dejar el hombro derecho desnudo.
Ella caminaba en sus sandalias y veía con sonrisas a los niños que corrían a su alrededor. A veces, los niños la miraban. Ella los saludaba con una mano porque no podía hablar.
Ellos se asustaban y huían de ella.
Moi baja su cabeza con tristeza ahora mismo porque acaba de suceder. Los niños no la querían por no hablar.
—Es increíble. Un zorro maldecido con el poder de extraer energía durante el sexo y la zorra de su hermana maldecida con no tener voz.— Ella escucha hombres bárbaros chismear en un callejón entre dos chozas. Se asoma y los mira con miedo.
—Al menos es bonita. Tal vez haga sonidos excitantes durante el sexo, ¿sabes? Dado a que no tiene la voz.— Uno de los tres bárbaros opina.
—Como una foca muriendo.— Vilmente se burla uno de los hombres y los tres ríen.
Moi se toca su propia garganta con tristeza y desvía la mirada.
—A su hermano lo expulsaron por tener relaciones sexuales con nuestro alcalde anterior, ¿sabes? Y extraer toda su energía hasta dejarlo en huesos.
Uno de los hombres comunica.
«Mi hermano lo hizo... Porque ese alcalde había violado a muchas chicas. Mi hermano no merecía esa expulsión.» Moi piensa y se muerde el labio inferior con lágrimas. Ella entra al callejón con un grito desgarrador debido a que no puede hablar.
Los tres hombres voltean a verla.
—¡ARGHHH!— Ella grita como en expresión de una queja. Sus lágrimas bajando de esos delicados ojos. Ella agita sus hombros a los lados con sus manos en puños. —¡ERAE, ERAE!— Ella grita y así es como suenan sus gritos. No son entendibles. Pero son gritos.
—¡¿Qué dices, preciosa?!— Uno de los hombres se burla con una sonrisa.
Ella decide hablar en señas. Adolorida.
"Mi hermano no merecía ser expulsado."
—¡¿Qué?! Habla, no entendemos ese idioma. Zorra de Manos.— Otro de los hombres se burla y todos ríen.
Ella llora con desespero, pero trata de calmarse. Sus respiraciones agitadas por el llorar se reducen. Poco a poco. Ella se les queda viendo.
—¿Sabes qué idioma entendemos?— Uno de los hombres cuenta mientras se acerca a ella. —El lenguaje corporal.
Él dice. Ella lo mira entre lágrimas a medida que él se acerca. Él posa frente a ella con una sonrisa mezquina. Ella relaja sus facciones del rostro y lo mira con enojo. Mucho enojo.
"Les voy a romper todos los huesos."
Ella advierte con sus manos. Viéndolo con odio.
—¡¿Qué?!— Se vuelve a burlar el hombre entre risas. Los demás se burlan y ella sólo hace una vuelta giratoria en su sitio, agachando una patada contra su abdomen y al girar hacia el hombre, suelta una patada que lo hace volar en el aire hasta caer tras los otros dos burlones.
Los hombres restantes ríen.
—Vamos a ver quién te pone las manos encima, Zorra de Manos.— Uno de los hombres dice y corre hacia ella sacando sus nueve colas de zorro para crear doble velocidad, pero Moi saca sus propias colas.
Ella espera a que él llegue hacia ella.
Bingo.
Él posa al lado de ella queriendo atacar pero Moi presiona sus colas contra el suelo para impulsarse hacia arriba, dando un brinco, con ese brinco rodea el cuello del contrario con sus piernas y los impulsa hacia abajo de manera en que él quede en su espalda y ella queda igualmente sobre su espalda asfixiando al hombre con sus piernas hasta que este se desmaya. Ella respira agitadamente al dejar de hacer fuerza en sus piernas.
Se coloca de cuclillas y mira al hombre restante con una mirada de odio pero también de medio. El peinado que ella tenía se ha desajustado un poco así que su cabello parece tener una cola de caballo.
El hombre restante huye. Corriendo de miedo.
«Hermano, no dejaré que digan cosas injustas de ti. Simplemente no lo permitiré."
Ella piensa a la vez que lo dice con sus manos. Su traje algo sucio por el suelo.
*N/A: Ya tengo actriz para Moi y es mega tierna también. Así que creo que encaja con su personalidad.
Espero les haya gustado el cap y lo hayan disfrutado🤭😘
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top