𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗱𝗼𝘀 - 𝗜𝗜
Pasaron meses desde que Will encontró a Diez, ahora Dahlia, en el castillo Byers. No había sido difícil esconderla, la dejaba dormir en su habitación siempre que llovía o hacía frío, y se escabullía por la ventana en cuanto sonaba el despertador. Se convirtió en una rutina para ellos. Estuvieron a punto de ser descubiertos en varias ocasiones, pero la rubia podía hacerse invisible en cualquier momento, usando su habilidad de ilusión, así que supieron apañárselas bastante bien.
El verano fue mucho más fácil ya que tenía más libertad para salir a donde quisiera, y llevaba a su amiga a todas partes, menos cuando quedaba con sus amigos. Lia había escuchado mucho sobre Dustin, Lucas y Mike, incluso podría decir que los conocía, solo que no era así. A pesar de la insistencia del niño Byers Dahlia temía ser atrapada por la gente mala otra vez, y conocer a más gente solo incrementaba ese riesgo.
Eso cambió cuando empezó el nuevo curso, Lia estaba ya muy cansada de huir de Joyce y Jonathan y de tener que ser cuidadosa todo el tiempo para no meter a su mejor amigo en problemas, así que decidieron inventar una nueva mentira. Solo hizo falta una peluca y algo de ropa nueva para armar su plan. Para Joyce y Jonathan, Dahlia era la nueva compañera de Will, que se había mudado de un pequeño pueblo de Michigan. Y mientras tanto para Dustin, Lucas y Mike era una prima lejana de Will que se iba a quedar un tiempo viviendo en Hawkins porque sus padres se estaban divorciando. Era la mentira perfecta para poder salir con sus amigos y poder estar en casa cuando había alguien.
Al principio era bastante tímida y no hablaba con nadie, no por miedo a que se dieran cuenta de que su vocabulario era de una niña pequeña, porque ya no era así; Will se había pasado el verano ayudándola con eso, sino porque tenía miedo de estropearlo y que se dieran cuenta de que todo era una mentira. Con el tiempo empezó a coger confianza con los chicos, a ellos les gustaba que supiera de dragones y mazmorras. Incluso estaban planteándose dejarla jugar con ellos, pero Mike no estaba de acuerdo. El chico Wheleer era el único que no acababa de congeniar con ella, mientras que Dustin y Lucas amaban pasar tiempo con Lia, él solo se quedaba callado con cara de pocos amigos.
Últimamente habían estado yendo bastante a los recreativos. Para que ambos niños pudieran ir, el niño Byers enseñó a Lia a montar en bici, así que cuando Joyce llevaba a Will en coche Dahlia cogía la bicicleta de su amigo y los seguía manteniendo las distancias. Ese día no fue muy diferente, estaban todos mirando y animando a Dustin a superar el record de Lucas, y como siempre, perdió.
—¡No, no, no, no! —gritó Dustin golpeando la máquina— No soporto esta mierda sobrevalorada, que putada —maldijo, dando una patada esta vez.
—Todavía te falta agilidad —explicó Lucas—. Ya lo conseguirás, hasta entonces la princesa Daphne seguirá siendo mía.
—Pues me da igual, soy el campeón en Ciempiés y Dig Dug —dijo orgulloso, hasta que la voz de Keith le sacó de su burbuja.
—¿Estás seguro?
—¿Qué si estoy seguro? —preguntó, sin recibir respuesta.
Todos corrieron hasta llegar a la máquina del Dig Dug, viendo que en la pantalla un tal "MADMAX" lo había superado con 751300 puntos, cosa que os sorprendió a todos.
—¿Quién es Madmax? —preguntó el de rizos.
—Es mejor que tú —vaciló Keith.
—¿Eres tú? —preguntaron Lia y Will al mismo tiempo.
—Ya sabéis que no soporto el Dig Dug —respondió mientras se metía un Cheeto en la boca.
—¿Y quién es?
—¡Sí, suéltalo!
—Si queréis información, entonces quiero pediros algo a cambio —dijo con una asquerosa sonrisa.
—No, ¡No, no, no, no! —empezó Mike al darse cuenta de a qué se refería— ¡Ni hablar! No voy a darte una cita con ella.
—¡Mike, vamos, dale una cita! —pidió Lucas.
—¡No pienso prostituir a mi hermana!
—¿Prostit... —Dahlia no pudo terminar la frase cuando Will tapó la cara con la mano, mientras el resto seguían discutiendo.
Ella quitó su mano de su cara y se unió a los chicos a intentar averiguar quien era Maxmax, hasta que se percató de que Will ya no estaba a su lado, y junto a Mike, quien también lo había notado, se acercó para que entrara otra vez a la sala.
—¡Will! —lo llamó él.
—¿Estás bien? —preguntó ella.
—Sí, es que... Quería aire fresco.
—Vamos, te toca en el Dig Dug, tenemos que recuperar el récord —rodeó sus hombros con su brazo mientras ella sostenía la puerta.
[...]
—¿Y cómo se llama? —preguntó Lia cuando Will le habló de su nueva compañera.
—Max, creemos que es la del Dig Dug.
—¿Habéis hablado con ella?
—No, pero tiene que ser ella, ha aparecido al mismo tiempo que el récord —explicó mientras dibujaba.
—Supongo —murmuró, apoyando su cuerpo contra la pared—. Cambiando de tema, ¿qué tal en el médico?
—Bien, me han hecho preguntas sobre lo que pasó en los recreativos.
—¿Esa pesadilla que me contaste?
—No fue una pesadilla, fue real, estoy seguro.
—Si tú lo dices...
Se quedaron en silencio, solo escuchando el lápiz de Will rozar la hoja, hasta que escucharon unos golpes en la puerta. Rápidamente Lia se metió debajo de la cama y el chico acomodó el lado en el que ella había estado sentada.
—Eh colega —dijo Jonathan entrando en la habitación—. No sabía que querías y he cogido varias.
—La que tú quieras.
—Está bien —dijo algo preocupado por la actitud de su hermano—. ¿Qué estás dibujando? —se acercó a verlo mejor—, ¿El niño zombie?, ¿Quién es el niño zombie?
—Yo —respondió de manera seca, provocando que Lia frunciera el ceño desde su escondite.
—¿Quién te llama así? Puedes decírmelo, lo sabes ¿No? Da igual lo que pase —al no haber respuesta por parte del pequeño siguió insistiendo—. ¡Will! Vamos dime algo.
—¡Para de tratarme así!
—¿De tratarte como?
—Como todos los demás, como si me pasara algo malo.
—¿A qué te refieres?
—Mamá, Dustin, Lucas, todo el mundo —se quejó—. Me tratan como si fuera a romperme, como un niño pequeño, como si no pudiera cuidarme solo. No me ayuda, solo me hace sentir más bicho raro.
—No eres un bicho raro —afirmó.
—Sí, lo soy —afirmó enfadado— lo soy.
—¿Sabes qué? —preguntó acomodándose en la cama— Tienes razón, eres un bicho raro.
—¿Qué?
—No, va en serio, lo eres. ¿Pero quieres ser normal? ¿Quieres ser como todos los demás? —preguntó retoricamente— Ser un bicho raro mola, yo también lo soy.
—¿Por eso no tienes amigos?
—Si que tengo... —dijo soltando una risa nerviosa— Sí que tengo amigos, Will.
—¿Y por qué siempre estás conmigo?
—Porque tú eres mi mejor amigo —también el mío, pensó Lia—. Y prefiero ser el mejor amigo del niño zombie que de un aburrido cualquiera, ¿Me entiendes? —al no recibir respuestas siguió profundizando— Vale, a ver, ¿De quién prefieres ser amigo, de Bowie o de Kenny Rogers?
Will hizo un sonido de asco.
—Exacto, no hay comparación, La cuestión es que nadie que sea normal ha conseguido nada en esta vida, ¿Entiendes?
—Bueno, hay gente a la que le gusta Kenny Rogers.
—Kenny Rogers, me encanta Kenny Rogers —dijo Bob, el novio de Joyce— ¿De qué os reís? —preguntó al ver las caras sonrientes de los hermanos.
—De nada.
—¡Un señor mamá! —dijo entusiasmado al ver lel título de una de las películas que Jonathan había traído— Perfecto.
Ambos chicos se rieron cuando Bob se fue, y seguido de él Jonathan salió de la habitación.
—Supongo que somos todos unos bichos raros —dijiste saliendo de tu escondite.
—Tú ni siquiera sabes quién es Bowie —la niña le lanzó una almohada en la cara.
—Ve a ver esa película, yo me quedo aquí leyendo uno de mis cómics.
—Vale, pero no hagas ruido —dijo con intención de salir de su habitación, pero antes de salir decidió decir una última cosa—. Tú eres mi mejor amiga, lo sabes, ¿Cierto?
—Claro que sí bobo —rió—, pásalo bien.
Cuando Lia se aseguró de que la puerta estaba cerrada corrió hacia el armario y cogió una camiseta negra que encontró, junto al Walkie talkie de Will. Se sentó en la cama y cubrió sus ojos enrollando la camiseta. Intentó hacer lo que había aprendido casi un año atrás con papá, enfocarse en lo que quería encontrar y desconectar de lo que le rodeaba. Llevaba meses intentando encontrar a Once de esa forma, pero no lo conseguía, y esta vez no fue la excepción. Se quitó la camiseta de la cabeza bruscamente, sintiendo como una gota de sangre bajaba por su nariz.
Estaba frustrada, sabía que no era tan buena como Once, por algo papá la prefería a ella, pero pensó que sería mucho más fácil usar sus poderes cuando escapó del laboratorio, claramente estaba muy lejos de la realidad.
Más tarde, en mitad de la noche, mientras dormía entre un puñado de mantas en el suelo escuchó unos pasos y la puerta de la habitación abrirse. Al principió pensó que tal vez había ido al baño, pero tardaba demasiado, además, siempre cerraba la puerta antes de salir. Así que al no escuchar nada decidió salir en busca de su amigo, para encontrarlo enfrente de la puerta principal, de pies, simplemente mirando al cielo.
Posó una mano en su hombro mientras lo llamaba, acción que pareció haber asustado mucho al niño.
—¿Estás bien? —preguntó Lia sin recibir respuesta—, ¿Era una de tus pesadillas?
—Ya te dije que no son pesadillas, lo estaba viendo ahora, despierto, y las pesadillas son solo cuando duermes.
—¿Qué veías? —preguntó con curiosidad.
—No importa, ven, volvamos a la cama —dijo tomando la mano de su amiga, aún sin poder olvidar lo que acababa de ver.
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