𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝗶𝗻𝗰𝗼 - 𝗩

Lia sintió un gran alivio cuando Joyce y los niños aparecieron en la escena, pero claramente para ellos la tormenta no había hecho más que empezar.

—¡Will! —lo llamó repetidas veces antes de intentar hablar—. Despierta cariño, soy mamá. ¡Will!

Fueron los minutos más agobiantes que Lia había sentido nunca. Aunque no lo supiera, el niño estaba siendo poseído por una criatura del mundo del revés, y lo único que ellos podían hacer era intentar traerlo de vuelta con sus gritos.

Cuando por fin despertó no dudó ni un momento en meterlo en el coche, y cuando Lia le pidió si podía llevarla a su casa no tuvo el corazón para negárselo. La rubia tuvo que inventar que vivía en una calle cerca a la suya, para así no tener que caminar tanto a la vuelta. Y aunque le fastidió tener que ir el resto del camino andando no tuvo más remedio que aceptarlo.

Para cuando llegó a casa Will y Joyce ya se habían dormido, estaban tumbados en la cama con los brazos de la mayor rodeando a su hijo. Jonathan no había llegado, así que aprovechó para comer algo antes de ir al Castillo Byers, su alojamiento cuando no podía dormir en la casa.

Los dos días siguientes no fueron mucho mejores. La casa siempre estaba llena de gente y Joyce no se alejaba de Will ni un solo segundo. Además, estaba agotada de usar sus poderes de ilusión para poder esconderse en la casa. Su vida en ese momento estaba siendo un absoluto desastre.

Al final se le ocurrió que si conseguía que alguno de los chicos le revelase la información que ella ya conocía podría dejar de fingir que no sabía la verdad, y podría acompañar a Will en esa horrible situación. Sin pensarlo dos veces cogió la bici de su amigo y fue directamente a la casa de Dustin, esperando que fuera útil. 

Llamó varias veces sin que nadie le contestara, así que decidió ir a la parte trasera de la casa, donde se encontró un largo camino de embutidos en el suelo. Se acercó a una caseta que había en el patio, y sin tiempo a soltar ningún grito una mano la empujó dentro con fuerza.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Dustin molesto.

—Estaba buscándote —respondió obvia.

—Joder, joder, ¡Joder! —maldijo para después empujarla a un lado y observar por las ranuras de la madera. 

—¿Qué ves? —preguntó imitándole antes de que la mandara a callar— Oh por dios —dijo al ver aquella horrible criatura, pero no pudo decir nada más antes de que Dustin le tapara la boca.

—Te he dicho que te calles —susurró.

Aparentemente su grito atrajo a Dart, quien estuvo unos segundos inspeccionando la caseta antes de que Dustin saliera con un grito, asustándolo y tirándolo al desván con una pala. Rápidamente Lia cerró la puerta, quedándose con más dudas que respuestas.


[...]


—¿Se ha comido a tu gato? —preguntó Lia mientras llegaban a la casa de Mike.

—Sip —dijo algo avergonzado.

—Y esa cosa salió del mundo del revés, según tú.

—Exactamente.

—Bueno, tiene sentido —dijo Lia, que actuaba como si la historia que Dustin le acababa de contar fuera desconocida para ella.

—¿Te lo crees? —cuestionó— ¿Así de fácil?

—Así de fácil —dijo antes de llamar a la puerta de los Wheeler.

—Lleva más de dos horas con la línea ocupada, Señor Wheeler —se quejó el rizado cuando el padre de Mike abrió la puerta—. ¿Se ha dado cuenta?

—Sí, claro que sí.

—¿Mike está en casa? —preguntó Lia.

 —No.

—¿No?, ¿Y dónde narices está ?—cuestionó el chico molesto.

—¿Karen, dónde está nuestro hijo? —preguntó a su mujer, quien respondió con un grito— Con Will

El hombre intentó cerrar la puerta, pero Dustin no se lo permitió y siguió hablando.

—No me cogen el teléfono. ¿Nancy?, ¿Dónde está Nancy?

—¿Karen, dónde está Nancy? —recibió otro grito como respuesta— Con Ally. Nuestros hijos ya no viven con nosotros, ¿te has dado cuenta?

—¿En serio? —preguntó  Lia, quien no había entendido la ironía.

—¿Hemos terminado?

—Que putada. Usted no es de gran ayuda, ¿lo sabía?

—¡Eh! Esa boca —lo regañó el adulto.

Ambos niños volvieron hacia sus bicis, sin saber que harían después, cuando el coche de Steve se estacionó delante de la casa de los Wheeler. Dustin no dudó en acercarse, y la rubia no tuvo más remedio que ir tras él.

—¡Steve! —lo llamó el rizado— ¿Son para los señores Wheeler?

—No —dijo mirando sus flores.

—Bien —le quitó el ramo de flores mientras iba hacia el coche el mayor con las quejas de Steve detrás—.  Nancy no está.

—¿Y dónde está?

—Hay problemas más grandes que tu vida amorosa. ¿Tienes el bate?

—¿Bate?, ¿Qué bate?

—Ese con clavos.

—¿Por qué?

—Te lo explico por el camino —dijo entrando en el coche.

—¿Y quién eres tú? —preguntó mirando a Lia, quien hasta ahora había estado fuera de la conversación.

—Es la prima de Will, espabila —dijo mientra la rubia se metía en la parte trasera del coche.


[...]

—Repítelo, ¿Era grande? —preguntó Steve.

—Primero era grande —dijo haciendo mímica con sus manos—. Y ahora es así —esta vez hizo más grande el hueco entre sus manos.

—Te juro por dios que como sea un lagarto...

—No es un lagarto —dijeron Lia y Dustin a la vez.

—¿Cómo lo sabéis?

—¿Cómo sabemos que no es un lagarto? —preguntó el rizado indignado.

—¡Sí! ¿Cómo sabes que no es un lagarto?

—Porque se le abrió la cara —Lia.

—Y se comió a mi gato —Dustin.

—Bien —se rindió Steve.

Solo hicieron falta un par de minutos más en coche y ya estaban en la casa de Dustin. Cuando bajaron Steve fue directamente al maletero, sacando un bate con clavos de él.

—Que pasada —dijo Lia mirándolo con entusiasmo.

Fueron lentamente hacia el desván, la rubia iba agarrada a Dustin por su chaqueta, escondida detrás de su cuerpo por si la criatura salía a atacarlos. Steve dio varios golpes con el bate, esperando para ver si ese bicho reaccionaba o hacía algún ruido. Aún no se creía del todo la historia de los críos.

—Escuchad chavales, como sea una especie de broma de Halloween... —dijo apuntando con la linterna directamente a los ojos de Dustin, después a Lia, y así repetidas veces— Estáis muertos.

—No es una broma —dijo la chica.

Una vez que Steve confió un poco más en ellos le pidió la llave a Dustin. Al abrirla Lia estaba aún más pegada a la espalda de Dustin, pero no se veía nada más que oscuridad. Incluso cuando apuntaron con la linterna no se veía nada.

—Debe de estar al fondo —asumió Dustin—. Nosotros nos quedamos aquí, por si intenta escapar.

 Steve lo miró absolutamente indignado, pero aún así bajó a buscar al bicho. Tras unos largos segundos no se escuchaba nada, así que Lia empezó a asustarse.

—Tal vez esa cosa lo ha matado.

—No digas eso Lia —dijo aún sin estar convencido de sus palabras—. ¿Steve, has visto algo?

Al no recibir respuesta Dustin se asomó un poco, y fue asustado por la linterna de Steve, quien le había cogido el gusto a dejar ciegos a los niños.

—Venid aquí —les ordenó.

Al entrar se encontraron con la piel de muda de Dart, pero eso era mejor que lo que había en la esquina. Un agujero lleno de esa cosa viscosa, que llegaba a quien sabe donde.  Definitivamente esas no eran buenas noticias.


[...]

Al día siguiente siguieron con la búsqueda de Dart, a pesar de saber que era una mala idea todos siguieron el plan como acordado. Steve trajo dos grandes cubos llenos de carne, ni siquiera preguntaron de dónde los había sacado, había cosas más importantes por las que preocuparse.

—¡Dustin! —se escuchó de repente en el Walkie del rizado— Soy Lucas, ¿Me recibes?

—Vaya, vaya, vaya. Mira quien es —contestó molesto.

—Lo siento tío, la idiota de mi hermana lo apagó.

—Pues mientras discutías con tu hermana Dart ha vuelto a crecer y ha escapado. Ahora es definitivamente una cría de demogorgon.

— Espera, ¿Qué?

—Ya te lo explicaré, voy con Steve y Lia al antiguo desguace.

—¿Steve? —Dustin le pidió algunos recados pero Lucas solo siguió con lo suyo— ¿Steve Harrington?

—Bueno, vámonos —dijo el nombrado.

—¿Pero Lia sabe sobre todo lo que está pasando? Se supone que era un secreto.

—No quería contarle, pero ya había visto al demogorgon, no hay excusa para un animal al que se le abre la cara.

—Cambio y corto —dijo Lia apagando el Walkie.

Dustin la miró levantando una ceja.

—Perdón, siempre he querido hacerlo.

Los chicos empezaron con su plan. Fueron todo el camino por el bosque tirando pequeños trozos de carne, esperando que Dart lo oliera y siguiera el camino hacia la trampa. 

—Vale, a ver si lo he entendido —dijo Steve después de que Dustin le explicara todo mejor—. Te quedaste algo que sabías que podía ser peligroso para impresionar a una chica a la que acababas de conocer.

—Bueno, eso es simplificar las cosas exageradamente.

—¿Y para qué querría una chica una babosa asquerosa?

—¿Una babosa interdimensional? —dijo Dustin— Es una pasada.

—Al menos antes era mona —murmuró Lia.

—Aunque le hubiera parecido una pasada, y fue es así, es... No sé, te esfuerzas demasiado.

—Bueno, no todos tenemos tu pelo perfecto.

—Lo importante no es el pelo, tío. La clave con las chicas es fingir que no te importan.

—¿Aunque no sea verdad? —preguntó el rizado.

—Sí, exacto, las vuelve locas.

—Eso es absurdo, si alguien me ignorase pensaría que le caigo mal —dijo Lia con una mueca en su rostro.

—Ya, pero que no sea fácil hace que lo busques aún más —explicó Steve.

—¿Y luego qué? —quiso saber Dustin.

—Pues esperas hasta que... —pareció pensar sus palabras— Hasta que lo notas

—¿Notar qué? —preguntaron los niños a la vez

—Es como cuando va a haber tormenta. No lo ves pero lo notas como una electricidad.

—¿Cómo el campo electromagnético cuando las nubes de la atmósfera...?

—No, no, no —lo interrumpió—. Me refiero a electricidad sexual.

Dustin hizo un sonido de entendimiento, pero Lia se había perdido totalmente de la conversación.

—¿Electricidad qué?

Steve le dio una rápida mirada a Dustin antes de hablar —¿Cuantos años tienes, niña?

—Catorce.

—¿Eres un año mayor que estos críos y no sabes lo que significa?

La rubia negó con la cabeza y se apuntó mentalmente buscar sobre eso más tarde.

—Da igual, lo importante es que cuando la notas —dijo mirando a Dustin—, entonces atacas.

—¿Y ahí es cuando la besas? —preguntó esbozando una leve sonrisa.

—No, para el carro Romeo —el rizado se disculpó—. Bueno, con algunas chicas sí, quieren que seas fuerte, que seas agresivo, guapo y duro. Como un león. Pero con otras hay que ir despacio, ser sigiloso, como un ninja.

—¿De que tipo es Nancy? 

—Nancy es distinta.

—¿Es tu novia? —preguntó Lia, sabiendo que Nancy era la hermana mayor de Mike.

—Más o menos, pero ella es diferente a las otras chicas.

—Sí, parece una tía muy especial. Pero esta chica también lo es, no sé, tiene algo.

—¿Hablas de Max? —la rubia frunció el ceño al pensarlo.

—Oye, oye —la interrumpió Harrington—. ¿No te estarás enamorando? —el chico negó rápidamente la acusación— Vale, mejor. No lo hagas, porque te romperá el corazón y eres demasiado joven.

—¿Y cómo sabes si te gusta alguien? —quiso saber Lia.

—Bueno, te puede gustar alguien de maneras diferentes —empezó a explicar Steve, quien se sentía orgulloso de ser la influencia de los chicos—. Te puede gustar su físico pero que el tío sea un gilipollas, o al revés, que te guste su inteligencia pero sea un orco. 

—¿Y si me gustan ambas?

—Entonces inténtalo, aún sois jóvenes y no tenéis nada que perder.

—¿Quién te gusta? —preguntó el rizado.

—No importa.

Lia realmente no sabía lo que era gustar de alguien, nunca había experimentado ninguna sensación romántica hacia nadie. Pero sabía que le gustaba la compañía de Max, y desde luego sabía que era muy guapa. No quería decir nada de todas maneras, sabía que Dustin y Lucas estaban interesados en la pelirroja y no quería crear ningún problema por unos sentimientos que ni siquiera ella misma entendía.


[...]


—¿Este es el desguace? —preguntó Lia.

—Sí. Este sitio mola, puede funcionar —dijo Steve—. Buena idea tío.

Los chicos siguieron tirando carne por el lugar cuando Lucas y Max aparecieron en la escena.

—¿Quién es? —preguntó Steve mirando a la pelirroja, y solo hizo falta una mirada para darse cuenta de que era la chica que le gustaba

—¡Max! —dijo la rubia acercándose.

—Hola, Lia —la saludó con el mismo entusiasmo—. ¿A ti también te han contado toda esa locura de los demogorgon y el mundo del revés?

—Sí, es de locos —rió.

—Pues yo no me lo acabo de creer —dijo mientras cogía una plancha de metal con la ayuda de Dahlia.

—Eso es porque no has visto cuánto ha crecido Dart —dejaron la plancha en su sitio y empezaron a mover la rueda.

—¿Tú lo has visto?

—Sí, se le abrió la cara y Dustin lo encerró —dijo dejando la rueda donde correspondía.

—Asqueroso —empezó a reírse la pelirroja.

—¡Eh, idiotas! ¿Por qué las únicas que me ayudan son unas desconocidas? —gritó Steve a Lucas y Dustin, quienes estaban hablando detrás de un coche— Se hará de noche en cuarenta minutos. Venga, espabilad.

—Está bien, capullo —replicó Dustin.

Después de varias horas en las que se hizo de noche habían acabado de reforzar el bus abandonado. Además de la oscura noche el suelo también estaba inundado de una extraña niebla. Lia se atribuyó a si misma el trabajo de vigilar el techo con los prismáticos que Will le había regalado. Observaba con atención todo el desguace, o por lo menos, lo intentaba, porque apenas se veía por la densa niebla.

—Es una pasada —dijo Max de repente, a quien Lia no había escuchado llegar, y la miró confundida—. Me refiero a la niebla , es como el mar —La rubia se sentó para mirarla mejor. No pudo evitar mirar sus ojos levemente brillosos.

—¿Lo echas de menos?

—¿El qué?

—El mar, las olas, California —la joven pelirroja le dio un vistazo rápido a su alrededor y su expresión se volvió más triste—. Hawkins debe de ser un palo —asumió Lia.

—No, no es eso. Es que mi padre sigue allí, era el único que realmente me apoyaba, ¿Sabes? 

—¿Por qué? —preguntó la rubia algo triste por ella.

—Mis padres se divorciaron, y mi madre creía que estaríamos mejor lejos de él. Como si él fuera el problema, pero es mentira. Las cosas son peores ahora —Lia observó con más detalle como los ojos de la pelirroja se aguaban cada vez más—. Mi hermanastro siempre ha sido un capullo, pero ahora está enfadado constantemente —Mayfield comenzaba a poner muecas huecas para aguantarse el llanto, pero era obvio que iba a ceder delante de Lia—. Y como no puede pagarlo con mi madre pues...

—¿La tiene tomada contigo? —unos instantes de silencio se formaron entre ellas y Max desvió de nuevo su mirada de ella.

—Ni siquiera sé por qué te lo cuento.  Es que.. Ya sé que a veces soy una borde como él, y te aseguro que no quiero ser como él, nunca. Supongo que también estoy enfadada, y... —cerró sus ojos con algo de fuerza y por tercera vez, miró a Lia a los ojos—. Lo siento. Joder no sé que me pasa —exclamó al sentir las lágrimas.

—Eh, no te pareces a tu hermano. Molas mucho, y eres súper lista. Además eres súper tubular —dijo haciendo gestos con las manos, recordando el día de Halloween. Eso la hizo reír.

—¿Sabes que nadie dice eso, no?

—Bueno, yo lo digo.

—Y por eso molas un montón —se atrevió a decir.

—Me gusta hablar contigo, Madmax.

—Y a mí contigo, rubita, tienes algo en ti que hace que deje de estar tan enfadada.

Un rugido interrumpió el íntimo momento entre las dos. Las chicas miraron a todos lados y Lia cogió de nuevo los prismáticos.

—¿Lia?

—Ya lo veo —dijo enfocándose en el demogorgon—. ¡A las diez en punto! —exclamó sintiendo como su pulso se aceleraba de repente. Max le quitó los prismáticos y miró también.

—Espera, ¿Seguro que no es un perro?

—Completamente, Maxie —dijo sin querer usando el apodo.

Steve se armó de valor y salió del bus abandonado con su bate de clavos. Los rugidos no pararon desde que Lia había visto una criatura. El chico agarró fuerte su arma, preparado para cualquier amenaza. Continuó caminando hasta el montículo de carne cruda que Dustin y él habían puesto. Dio unos pequeños silbidos y apretó con aún más fuerza el bate.

—Vamos colega —volvió a silbar—. Vamos, ven aquí. Hora de cenar. Las personas sabemos mejor que los gatos, ya lo verás.

—Está loco —exclamó la pelirroja.

—Es alucinante —dijo Henderson con una sonrisa de admiración.

La criatura del mundo del revés salió de entre la densa niebla. Steve sonrió con algo de satisfacción, pues estaba seguro de que sería muy sencillo acabar con eso. EL joven no había visto como una multitud de aquellos monstruos lo rodeaban. Los pequeños se miraron entre ellos con agobio y Lucas empezó a gritarle para que se diera cuenta de la presencia del esto de demogorgons.

 —¡Steve! ¡Aborta, aborta! —gritó Dustin desesperadamente.

El chico comenzó a huir de uno de ellos y con su bate golpeó a otro que había saltado hacia él. Steve corrió lo más que pudo, ante la mirada y los gritos de los chicos a los que cuidaba. Subió al vehículo viejo y Dustin se encargó de cerrar de un portazo. Las criaturas golpeaban con rabia tratando de pasar y Steve puso otra plancha para intentar reforzar la puerta.

—¿Tienen la rabia o algo así? —preguntó Max.

El bus se movió de repente. Uno de aquellos monstruos coló una de sus garras por la puerta oxidada.

—¿Hay alguien ahí? ¿Mike? ¿Will? ¡¿Alguien?! ¡Joder, quien sea! —habló Dustin con si Walkie. Nuevamente aquellos bichos hicieron agujeros en la pared— ¡Estamos en el antiguo desguace y vamos a morir!

Los pasos fuertes y los rugidos se oían ahora en el techo. La pelirroja estaba justo en las escaleras mirando paralizada hacia arriba. Una de esas cosas la miraba dispuesta a saltarle encima y matarla. Max soltó un gran grito cuando la peligrosa criatura rugió furiosa muy cerca de ella. Lia al percatarse no dudó en agarrarla de un brazo y ponerla a su lado. Steve se encargó de decirle que se apartase y ponerse él defendiendo las escaleras.

Ninguna se había dado cuenta de que sus manos estaban entrelazadas con firmeza.

Lia había buscado protección y Max se la había entregado con solo tomar su mano. Cuando aquellas cosas se habían marchado y el exterior se había vuelto un silencio abismal, Max miró con disimula las manos unidas. Y era obvio que sentía la intensa mirada del rizado sobre sus manos. Unos instantes más tarde, Lia se había percatado de la situación. Las chicas se soltaron despacio e hicieron ver como si nada hubiese pasado, pero ya era algo tarde para disimular. Dustin miró a Lucas. El rizado ya lo empezó a sospechar.

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