Capítulo 3

"La letra A es solamente un punto, entonces si juntamos esto con la  S tenemos "las". Eso quiere decir..."

Llevo unas horas revisando en Internet para intentar entender qué es lo que me ha mandado Daniel en su mensaje secreto. Buscando y buscando encontré el alfabeto braille y estoy a punto de saber qué  pone este papel.

La emoción me carcome, me encanta todo esto. La carta, el detalle, la investigación y aunque no lo quiera asegurar aun, él . Me pregunto de qué manera ha podido escribirlos, no creo que sea a mano, quizás tiene una máquina de escribir para ciegos. ¿Quién sabe? Y...¡ listo!

"Si estás leyendo esto es porque has encontrado la manera de hacerlo. Te invito a mi cuarto todas las noches. Quiero seguir respondiendo.

                                                                 Daniel"

Paso mis dedos por su nombre otra vez para sentir su textura. Cierro los ojos como se supone que harían los ciegos y me doy cuenta del mundo oculto que ellos guardan en su tacto. Es algo increíble.

—¿Qué haces? — me sobresalto al oír la voz de mi hermano. Sus ojos viajan de mi mano a mi cara y de vuelta a mis manos. Estrujo el pedazo de papel y lo boto en el cesto de mi cuarto que está al lado de mi escritorio. De todas formas ya sé el mensaje—. ¿Estabas acariciando un papel?

—¿Desde cuándo te importa lo que yo hago, Dylan?

—No tengo tiempo para tus burradas, Zoe. Adriana te ha mandado un mensaje a tu beeper y contando con la cantidad de signos que utilizó está alterada.

Dicho esto sale de mi cuarto mientras yo corro hacia la cocina a buscar mi beeper. Efectivamente, hay un mensaje de Adriana.

"¿Dónde estás? ¿Por qué no me contestas ? ¡¡Zoe!! "

¡Oh, Dios! Con todo lo que ha pasado pasado con Daniel me he olvidado completamente de ella.

Vuelvo a correr hacia mi cuarto intentando no matarme por las escaleras y le mando un correo rápido diciéndole que le diré mañana en la escuela lo que tengo planeado. Le agrego un emoticón sonriente para que se tranquilice y se lo envío. 

Luego de eso voy hacia el balcón para cerrar la ventana, veo a Daniel con sus gafas puestas desde su balcón y me quedo un rato observándolo. Lleva unos shorts y se le ve el abdomen con sus kilitos de más; solamente unos kilitos, asomándose al estar sin camisa. Su pelo negro ondea junto al viento de esta noche y yo suelto un suspiro de princesa Disney que hace que me asquee.

—Si sigues ahí parada pensaré que te gusto— escucho decirme y me vuelvo a inclinar para verlo mejor.

—Buenas noches para ti también — comento sarcástica y vuelvo a entrar a mi cuarto. Cierro la ventana y me dirijo hacia mi cama cuando veo a mi mellizo apareciendo por la puerta—. ¡Vaya! Ahora pensaré que me quieres de verdad.

Dylan pone los ojos en blanco y yo río por lo bajo. Veo como se sienta en mi cama y cruza las piernas para quedar frente a mí, siempre lo hace cuando viene una conversación no muy bonita.

—No me gusta ese Daniel. — ¿Lo ven? Lo que dije.

—¿Ahora que te ha hecho? — cuestiono con cansancio mientras me acomodo en la cama. No hay una sola persona que le caiga bien a este chico, de veras.

—No me ha hecho nada.  Simplemente no me cae, se cree él que por ser ciego necesita la atención de todos.

Alzo una ceja y Dylan me mira estupefacto esperando que concuerde con él y vea lo "tan malo " que tiene nuestro vecino. Lo observo fijamente esperando alguna risa o que esté de broma pero no, este es mi hermano y él no hace eso.

—¿Estás celoso?

— ¡No!

— Ajá. —respondo irónica y él se revuelve sobre la cama, incómodo.

— ¿Te gustó, cierto?— pregunta con desprecio. Abro los ojos y alzo las cejas lo más que puedo.

— ¿Perdón?

— Te gustó el ciego, Zoe. No me lo puedo creer. — De repente, veo que se levanta con una mano en la frente y comienza a caminar de un lado a otro del cuarto—. ¿Es que eres estúpida?

— ¡¿Pero qué te pasa?! — de la furia doy un salto y me levanto de la cama— ¿Por qué eres así? ¡No lo conoces!

— ¡Tú tampoco, maldita sea! Siempre haces lo mismo. ¿Cuándo aprenderás que no existen los cuentos de princesa? No son para ti.

—¿Para mí? —Había dado en el blanco. Dylan sabía por donde dar para que doliera. Sabía por donde podía hacerme daño con solo palabras estúpidas—. ¿Qué tengo yo, Dylan? ¡Dime! ¿Qué soy gorda? ¿Es eso? ¡Dime, Dylan!

— ¡No! No quise decir eso.

— Mira, Dylan —suelto un poco de aire para calmarme, me acerco hasta él y le coloco mi dedo índice en su pecho intentado ser intimidante sin contar lo enana que soy—, me gusta Daniel. Sí, ¿y qué? ¿Crees que me importa lo que me digas? Me puede gustar quien me de la reverenda gana y tú no harás nada para impedirlo.

Mi hermano me mira perplejo. La molestia le recorre cada poro de su piel y puedo sentir el calor de su rabia. Se aleja de mí para salir definitivamente del cuarto dándole un tirón a la puerta.

Suspiro agobiada, ¿por qué defiendo a Daniel? Que sea ciego no quiere decir que le pueden acosar, ni mucho menos puedes hablar de alguien que no conoces de esa manera.

Muevo la cabeza hacia los lados para intentar olvidar lo que acababa de pasar. Voy al baño, me cepillo los dientes y me encamino a la cama.

Pudiera decir que he dormido algo, pero les mentiría. Dylan ronca como tractor al punto de que tenemos una pared de unos veinticinco centímetros de grosor  entre los dos y logro escucharlo. Giro mi cuerpo de un lado a otro intentado encontrar alguna posición cómoda pero me es imposible. Eso me hace recordar las palabras que había escrito Daniel en ese trozo de papel, miro la  hora rápidamente y logro ver que son la una de la mañana.

Salgo de la cama de un brinco y corro hacia mi armario para buscar las dos sábanas más largas que tenga. Les hago un nudo, una con otra y voy hacia el balcón para hacer la mayor estupidez de mi vida. Amarro una punta al balcón y rezo para que no me caiga. Me trepo y poco a poco voy llegando al de Daniel que no queda tan bajo del mío.

Mis pies tocan el frío suelo del otro extremo, suspiro aliviada de pasar el susto y camino cuidadosamente hasta su cuarto. La puerta que da hacia dentro está extrañamente abierta, como si esperara que vendría. Entro al cuarto silenciosamente, camino en lo oscuro intentando no chocar con nada.

—¡Ay! —grito por lo bajo. Me he golpeado el tonto dedo chiquito con la cama.

—¿Zoe? ¿Eres tú?— escucho la voz ronca de Daniel a mi lado izquierdo y mi corazón se dispara. Seguramente estaba dormido y yo aquí de intensa, qué horror.

—Sí, soy yo. —Camino hacia la cama con los brazos estirados para saber donde está. Cuando me doy cuenta me siento sobre ella y escucho la risa de mi vecino.

—Hola —saluda con ternura—. Pensé que no venías.

—Yo también lo pensé —admito y me trepo un poco más hacia arriba en la cama mientras él se acomoda a mi lado—. No puedo dormir.

—¿Y eso a qué se debe?

—Dylan es un tonto.

○●○

Holaaaaa *incerten grito fangirl*

¿cómo están? ¿ya comieron? ¿ ya dieron clases? ¿ ya hicieron las tareas ?

Perdón por perderme pero aquí está el capi de hoy después de un tiempo bastante... eh largo....

¿Qué creen que pase con esta historia? ¿ Creen que en realidad Daniel sea sincero con Zoe? Mmmmm... no les adelantaré nada. *incerte risa diabólica*

Si no has leído nada sobre mí antes te invito a que pases por mi primera novela "Nunca me dejes ir" , primera de la saga "Nunca " . Dale muuucho amor y comenta que te parece y en qué puedo mejorar. Me ayudarían mucho.

Un besoteeeeeeeee. Cuidense y usen nasobuco! :3

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