01

Killua pasó unas semanas estresantes dónde notó otra cosa distinta en su cuerpo. Sus uñas crecieron de tal forma que parecían agujas, aunque las limara o buscara disimular se hizo daño en varias ocasiones teniendo que mentir que era porque estaba tratando con gatos de la calle. Ahora que estaba así temía en que por la falta de costumbre lastimara a Gon así que evitaba tocarlo, cosa que obviamente el moreno odiaba.

—Uh... No otra vez. —se queja cuando llegando a casa se le caen las llaves y en eso se rasguña logrando hacerse una herida superficial. Por suerte estaba solo y no tendría que lidiar con terceros.

Gon ya posee una libertad diferente, los padres del Zoldyck se fueron de vacaciones largas, así que la casa para a ser casi completamente suya, justo cuando entra él se encuentra en la cocina, haciéndose algo sencillo quitar las ansias de energía. Killua había estado mucho tiempo sin tocarlo, solo lo miraba, como impaciente de acercarse, pero no lo hacía y eso le es frustrante, —"Creí haber sobrepasado esa maldita línea"— Mastica la zanahoria apenas pelada y al escuchar la puerta se asoma para saludar pero el olor a sangre le llama la atención, —Volviste a lastimarte, déjame ver de una vez, estoy harto. —le toma la muñeca para examinar la herida, luego mira los dedos, las uñas puntiagudas y alargadas.

El albino falla obviamente en su intento de escapar. En parte está entendiendo como es tener los sentidos más agudos, últimamente capta sonidos que antes no y es raro. Aunque no le está prestando atención. —No es nada, me lo acabo de hacer. —deja salir el aire retenido, notando cómo Gon está usando una camisa suya como atuendo que le llega más o menos por los muslos.

—No me mientas, llevas días sin hacerme nada, independientemente de cuanta ropa lleve. —se mira, amaba la ropa del albino por qué le parece provocador llevarla sin nada debajo pero eso no lo distrae, —¿Crees que voy a creer que te lastimas por qué los gatos callejeros lo hacen?, no soy tan tonto, Killua. —transforma su cuerpo para estar más alto que el albino, con el cabello hasta los tobillos y el cuerpo bastante marcado, quería lucir sumamente intimidante.

— ''Oh no, aquí vamos'' — Los ojos rasgados se cierran. No era la primera vez que lo veía en esa forma, habían estado probando.... Cosas distintas. Antes que el tema de las uñas sucediera. Ahora no iba a poder inventarse una nueva excusa y la verdad tampoco era lo correcto continuar así. —No tienes que ponerte así para que te responda.

—El problema es que siempre funciona. —de nuevo vuelve a su forma común, siendo otra vez más bajo que Killua, los ojos mieles miran con pena a la persona de lo que terminó enamorándose, —Mira esto, normalmente no las uso porque pueden lastimarte mucho. —enseña su mano y de inmediato sus cortas uñas se transforman en garras, al apenas rozar su propia mejilla un corte le hace sangrar, —Algo muy raro está sucediendo.

—¿Será que por fin escucharon mis plegarias de que ya no quiero ser un simple mortal? —junta sus frentes, sin tocarlo en ningún momento. —Además... También empezaron a salirme alas desde hace unos días, no sé si pueda esconderlas como tú porque siento que no paran de crecer y eso me asusta.

Gon pestañea extrañado y ocultando las garras da vuelta Killua para quitarle la camisa y revisar su espalda, —¡Waaa! son muy tiernas. —unas pequeñas alas se ven en los omóplatos del albino, hechas de piel, una muy blanca, a diferencia de las de Gon que son totalmente negras, —Killua, ¿qué estuviste rogando mientras rezabas? —se abraza a la espalda del Zoldyck al temer lo que sucedía.

—Uhm, prefiero no entrar en detalles... —se pone rojo hasta los hombros, no sabe porque le pone tan nervioso que lo halague y esas cosas. Apenas las alas se pueden mover un poquito por esa tonta emoción. —Tengo el presentimiento de que van a crecer mucho.

—¿Duele?, cuando a mí me comenzaron a crecer dolía como el infierno, cada centímetro era insoportable y llegado cierto tamaño comenzaban a sangrarme los omóplatos. —recuerda esas épocas, cuando recién aprendía acerca de lo que él era, fueron momentos dolorosos, pero una vez se acostumbró encontró sus ventajas, —¿Cómo reaccionarias si al final terminas siendo un ser como yo?—ahora están frente a frente y Killua dejó de utilizar los lentes cuando su visión pareció recuperarse de un día para otro.

—Ahora sí. Está doliendo. —se queda callado asimilando la pregunta. —Depende, si fuera un íncubo sería horrible porque no podría seguir estando contigo... Supongo. —junta sus manos apenas, dejándolas algo abiertas. Únicamente dejando que choquen sus palmas. —Pero son diferentes a las tuyas así que tengo esperanza de que no lo sea. No quiero ofenderte pero no quisiera hacer eso el resto de la eternidad con desconocidos. —saca la lengua un poco.

—Para eso solo tendrías que volverte mi esclavo ~, hay muchos tipos de tratos ¿sabes? —él nunca había tenido uno, debía compartir todo pero le parecía innecesario, las mejillas rosas le dan ternura y al ponerse de puntas para besar sus labios lo agarra de los cachetes, —Aunque tienes razón en algo, yo ya no podría compartirte, eres mío. —le muerde el labio.

—¿Qué es eso...? No sabía que necesitarían eso con tanta hambre por sexo que tienen, ¿también pueden tener alguien detrás de ustedes? La vida sin duda no es justa. —habla como un bobo por como lo está tratando, le sobran las ganas de apretarlo contra su cuerpo ahora que está desnudo de la cintura para arriba.

—¿Si te enseño como controlar el crecimiento de tus garras me dejarás tener tu lindo pene en mi boca? —pregunta encantado de empezar, agarrándolo de la cadera con impaciencia.

—¿Estás aprovechando, no? —retrocede un poco hasta quedar de espaldas de la cocina dejando sus manos en el borde para aguantar las ganas de prácticamente todo lo que no puede hacer. Los ojitos mieles ahora lo miran entre inocencia y lujuria. —¿Vas a arrodillarte bajo la palabra del señor para hacerlo?

—Killua... —no cae de rodillas de milagro, pero se acerca gateando hasta el pantalón que poco a poco desabrocha, —El único amo y señor al que obedeceré por el resto de mi vida es a ti. —termina por bajarle ambas prendas, haciendo saltar el grueso miembro hasta su rostro, feliz le da un beso en la punta. Llevaba mucho tiempo sin tenerlo cerca, así que aprovecha y lo masturba, besa y por supuesto, lame despacio, casi saboreando el líquido preseminal por inercia.

Termina de clavar las uñas contra la superficie, las venas se le marcan por el esfuerzo. —N-no estés tomando tanta ventaja, ¿te recuerdo quien gime el nombre del otro tan alto que casi que los vecinos lo escuchan? —busca provocarlo porque es lo único que le queda, y vaya que estaba difícil porque en el ángulo dónde lo tiene así le hace perder los estribos. Puede ver parte de su trasero por estar levemente inclinado y apenas el aliento chocar con su piel le pone los vellos de punta.

Gon necesita que se calle, que deje de evitar lo que ahora el íncubo desea así que le sonríe con picardía y antes de responder da otro beso, pero en la pequeña abertura del glande, —Me gusta mucho cuando lo hacemos... —se levanta para besarlo, pasando la lengua entre los labios y así encontrar la contraria, —Amo, lo extraño mucho. —sujeta las manos pálidas, apretadas contra la cerámica, y las coloca en su trasero, no le importan las garras, a Gon le agrada que sea brusco, —Pídame lo que sea, yo me haré cargo de hacerlo sentir bien. —acaricia el miembro erecto con las manos estando tan pegados como para que rápidamente pueda unir su propio pene a las caricias. Se siente de maravilla como ambos miembros chocan con el otro.

Killua abre los ojos en grande. Aquello se sentía muy bien, no solamente besarlo sino ahora mantener sus intimidades juntas. Las garras lastiman la piel y deja salir un poquito de sangre mientras vuelven besarse, saliendo gemidos masoquistas cuando el agarre se intensifica. —Sigue, por favor. —el moreno hace caso a lo que su amo pide y continua sin poder evitar ambos mover la cadera hacia adelante para sentirse lo mejor posible.

Le besa las orejas y la barbilla, siguiendo un camino no definido, solo dejándose guiar por las partes que le van llamando la atención hasta que llega nuevamente a los labios, donde le roba el aliento a su amo mientras sube y baja ambas manos alrededor del glande de ambos penes, moviéndose hacia adelante con la pelvis mientras está deseoso de poder tener una parte del Zoldyck dentro de él, —¿No quieres ir al cuarto?, aunque no me moleste hacerlo aquí mismo o en uno de los sillones. —busca la comodidad del pálido mientras se estremece de la sensación que producen las garras en su piel.

—Podemos intentarlo aquí. —las heridas siguen apareciendo cuando busca apretar los glúteos como si fuera masa. Nunca pensaría que estaría haciendo esas cosas en la casa de sus padres donde juró no tener relaciones hasta el matrimonio, pero las cosas cambiaron muy drásticamente. Las pequeñas alas de su espalda volvían a doler y hasta juraba que se agitaban de la emoción. Siempre quiso cumplir una fantasía justo en la cocina.

—¿Qué sucedió con mi amo tímido y ocupado que me echaba del cuarto o me hacía dormir en el armario?, no lo traigas otra vez, este amo me gusta más. —acaricia los omóplatos muy suavemente, esperando no lastimarlo al tener curiosidad por la textura de las pequeñas alas. Se acomoda en la mesada, subiéndose a ella con las piernas abiertas para luego traerlo de las muñecas hasta el medio.

—Puedo llamarlo de nuevo si lo extrañas mucho. —bromea en respuesta inclinándose lo suficiente para dejarle un último beso que termina con ambos agitados. Apoya las palmas en sus muslos para separar mejor las piernas bronceadas que empiezan a temblar cuando Killua deja un beso en todas las zonas erógenas que puede, mordisqueando los pezones duros hasta chuparlos. Continúa un camino de lamidas y pequeños besos junto a chupetones teniendo como incentivo los sonidos agudos que salen del íncubo hasta ver la marca en su vientre. —Qué bonito.

Las mejillas rojas por la alabanza, jamás se había podido acostumbrar a la marca de pertenencia, que le quema al recibir esos buenos tratos, su intimidad se humedece por la cercanía del Zoldyck, que deja un beso en su muslo interno izquierdo y tiembla cuando la lengua pasa entre los pliegues de su vagina. Nunca lo había hecho con él y se sentía muy bien.

Resultaba diferente pero no sabía mal, aunque sonara raro juraba que el sabor era hasta dulce. Tal vez lo pensaba demasiado. Aunque no quisiera admitirlo estaba algo nervioso de hacerlo por primera vez, así que atendió cada pliegue hasta colocarlos a los lados para subir al clítoris. Le daba vergüenza pero cuando Gon se masturbaba notaba que frotaba mucho esa parte así que con la yema de los dedos empezó a ejercer presión hasta sentir la protuberancia.

Se dio cuenta que encontró lo que buscaba cuando Gon pegó un saltito dónde se encontraba y le agarraba con fuerza el cabello para que no alejara la cara de esa parte. Tira también la espalda para atrás para levantar un poco la pelvis y darle un acceso más cómodo, sujeta de los cabellos blancos cuando hace algún movimiento certero y acertado. Le gusta cómo pasa la lengua por diferentes lugares, probando diferentes formas, incluso cree notar como parece escribir su nombre con la lengua al lamer insistentemente cerca de su entrada.

Killua sonríe cuando en su recorrido termina sintiendo como puede entrar su lengua en el orificio. Está más húmedo que antes y lo nota por la facilidad que pudo hacerlo, pronto toma de la cintura bronceada para acercarlo más para empezar a explorar todo lo que puede con ganas. Mirando de vez en cuando arriba donde los ojos mieles están llorosos y Gon mantiene la boca abierta mordiendo su labio en ocasiones.

Gon baja una mano has su miembro y comienza a masturbarse por la impaciencia, —Usa tus dedos amo, por favor. —lo necesita, el vacío en su interior es una tortura a estas alturas, es impaciente y al recibir lo que quiere lentamente solloza.

—Lo haré con gusto pero, tengo que aprender a como quitarlas. —se separa para ver el rostro rojo del moreno hasta las orejas. Le muestra una de sus manos donde siguen estando las garritas.

El íncubo suelta la mesada de donde estaba agarrado mostrándole las manos; cortas garras que al apretar el largo de los dedos, se muestran mucho más largas, —Solo debes concentrarte en apretar las falanges, si aprietas los dedos hacia la palma... —lo muestra mientras intenta regular la respiración, —Esta se van a encoger, pero si lo haces hacia afuera, crecen más. —vuelve a enseñar los dedos materializando las largas garras, para rozar sus pezones con ellas, —Si haces las cosas con cuidado, no tendrías que contenerte. —hace rebotar el botoncito chocolate ante los ojos celestes.

El albino como un gato curioso observa con detenimiento y lo pone a prueba. A veces falla porque sabe que su amado está demasiado ansioso así que trata de no enfocarse en eso aunque pueda escuchar su respiración pesada constantemente.

—Dime que no saldrán de nuevo de la nada, no quiero hacerte daño. —lo logra a los pocos minutos, es demasiado increíble que le enseñe esas cosas en ese momento. Quizás es un tonto, pero no puede quitar la sonrisa babosa que tiene en la cara, hasta que vuelve a ocultarse entre los grandes muslos para introducir uno de sus largos dedos que ahora se lubrica con los labios al pasearlo de arriba abajo.

—S-solo si tú¡Ah! Quieres que vuel-vuelvan~... —el primer dedo no es suficiente y tomándolo de la muñeca le insiste para que coloque otro, aunque no sabe si el segundo lo mantendrá callado y a gusto, —No lento... Amo. —la petición es aceptada y cuando el tercer dedo entra de pronto la boca pálida está haciendo otro trabajo, se pasea por el glande entre besos y lamidas que lo hacen lloriquear por más, —Gatito... Más duro ~...

Los dedos entran y salen cada vez con un ritmo constante. Trata de llegar lo más profundo que puede al inclinar la palma hacia arriba dando con el lugar exacto dónde Gon solloza desesperado mientras que las atenciones en la punta de su pene no se detienen, succiona con fuerza tomando todo el líquido preseminal. —Creo que ya estoy aprendiendo. —sonríe con malicia separándose para ver su rostro en éxtasis, sabiendo bien que solo faltaba muy poco.

Cuando las sensaciones se vuelven insoportables y las piernas le tiemblan lucha por no cerrar las piernas. Su vientre pesa y termina en la boca del albino, encerrándolo entre sus muslos por cerrarlos de golpe, las mejillas aplastadas mientras intenta tragar el semen para no ensuciar, pero no es capaz de hacerlo con la misma habilidad o siquiera gusto con el que Gon lo hace.

Killua lo sostiene de los muslos porque siente que se irá para atrás. Termina por limpiarlo dejando pasar el sabor amargo por su garganta, deja besitos en la marca del vientre para ayudarlo a dejarlo recostado dónde de nuevo siente el dolor en la espalda.

Se recuesta un poco en la mesada, relajando su cuerpo luego del bonito orgasmo que le provocó la boca que ahora limpia con los dedos, el moreno quita las manchas de semen de la barbilla, de la comisura de los labios y abre las piernas dejando a la vista ambas entradas, —Puedes correrte aquí. —con la mano que antes limpiaba los labios ahora separa los pliegues de su vagina para mostrar su entrada, —Aunque puedes escoger también tú favorito. —al soltar sus labios baja hasta sus propias nalgas y las separa.

—Creo que ambos. —se aguanta la risa al ver el gesto de sorpresa de Gon para pasar a una sonrisa pervertida. —Para recordar viejos tiempos. —se retira la ropa que le queda para acercarse tomando su propio pene sintiendo alivio de por fin ser liberado, empieza a jugar un poco como siempre suele hacer. Metiendo apenas el glande para alejarse varias veces.

—No juegues conmigo, Killua. —al intentar empujarlo con las piernas para que entre de golpe Killua le sostiene las piernas, dejándolas casi apoyadas en la mesada por la gran elasticidad del moreno. Jugando a pasar entre su entrada vaginal y la anal, solo entrando la punta para luego sacarla y dar unos golpecitos superficiales, —Te necesito, amor. —justo al soltar la frase ambos se quedaron estáticos rojos hasta las orejas y mirándose con un poco de timidez, —¿Q-qué?

—Y-yo lo dije primero, que conste. —trata de volver a lo suyo aunque estuviera muerto de la pena por ese suceso. Cierra los ojos un momento para terminar de empujar decidiendo ir por la entrada vaginal con cuidado. Apenas iba por la mitad y se sentía fantástico, se queda quieto notando la expresión de desespero de Gon. La cola del íncubo se mueve de lado a otro y la siente rozar sus piernas.

Gon sube su cola hasta la cintura estrecha y la enreda ahí para mantenerlo cerca una vez logra tenerlo al completo dentro, extrañaba la sensación de sentirse lleno, y suelta gemidos cantarines cuando comienza a moverse. Le molesta que sea lento pero ve la carita de su amo, roja hasta las orejas y con los labios apretados, —¿Se siente bien estar dentro de mí? ¿Ya quieres acabar? —la necesidad de tener rápido la esencia dentro le hace apretar el miembro inconscientemente mientras le da besos en la cara, lento pero al menos ya es constante.

—N-no te burles, eso solo pasaba las primeras veces. —el dulce karma le está haciendo tener sentimientos encontrados. —M-me gusta mucho, siempre me aprietas como si no quisieras que saliera. —confesar eso en voz alta hace que le tiemble la voz y la mirada complaciente del azabache sobre él hasta cierto punto lo intimida. Empieza a moverse rápido, se siente realizado al dar de manera acertada en ese lugar tan reducido que le hace gruñir, como si se emocionarán de repente por sus palabras el calor aumenta y pequeñas gotitas de sudor aparecen.

Killua como es usual esconde su rostro en el cuello dónde empieza a dejar marcas hasta que siente la presencia del orgasmo entre suspiros junto a gemidos altos, empuja con toda la fuerza que tiene hasta dejarlo lleno.

El íncubo no deja que se aleje, lo encierra con las piernas mientras el miembro tiembla por estar corriéndose dentro de él. Lo desborda y el vientre le quema por las dulces sensaciones.

—Aun no es suficiente. —sonríe maquiavélicamente y toma la base del miembro para acercar la punta a su entrada anal, —Debes llenarme aquí también, por no habérmelo dado en estos días. —hace que el glande entre en su trasero y al mirar completamente el rostro de Killua ve unas lagrimitas en sus ojos, aparentemente lo había desgastado, pero es que realmente no estaba lleno, —Solo una vez más, lo prometo. —es un íncubo después de todo así que sentir como nuevamente su trasero choca contra la pelvis contraria ahora solo a una velocidad rápida que le hace casi gritar, mientras le acaricia los cabello por estar mordiendo su hombros con esos nuevos colmillos relucientes que hacen la sangre resbalar.

En un momento a otro el pálido sale de él y le sostiene de la cadera para hacerlo que bajé al suelo dándole la vuelta ante la mirada perdida miel que se deja. Dejando que el semen resbale de sus muslos dándole escalofríos. Aunque las piernas del íncubo estén temblando y débiles, eso no lo detiene en separarle las piernas lo suficiente para volver a penetrarlo. Gon puede mantener la espalda recta pero no soporta mucho tiempo para dejar el torso apoyado de la mesada.

Killua está cerca más pronto de la usual por lo sensible que está, además del cúmulo que tiene durante días ruega liberarse. Cuando presiente esto agarra las muñecas morenas para atraerlo a su cuerpo de nuevo al momento de mover su cadera al frente logrando así que las embestidas se vuelvan más prolongadas y fuertes.

Su trasero rebota y cuando se da cuenta está siendo casi castigado por lujurioso, el miembro grueso se hace paso por sus paredes dejando un paso de líquido preseminal hasta que casi no puede más, no sabe por qué, no entiende como ahora su resistencia es menor pero al notar como de su pene salen gruesos hilos de semen y al final aprieta tanto el miembro pálido que termina lleno también de allí, donde el vaivén se va detenido lentamente el semen se escurre por su muslo y no sabe si llega hasta el piso. Por primera vez se va para atrás y Killua debe sostenerlo para que no caiga, —Ahh~... Estoy tan lleno. —se toca la marca que quema un poco.

Eran las cuatro de la mañana cuando Killua repentinamente desapareció de la habitación, aquella dónde ahora estaba compartiendo con Gon a gusto acurrucados disfrutando de la desnudez del otro hasta que una clase de llamado como la luna a un licántropo se tratara. El albino dejó con cuidado el cuerpo bronceado que apenas se removió, fue difícil quitarse la cola que enrollaba su cintura pero lo logró. Empezó a levantarse hasta llegar a la ventana abierta donde sus alas algo grandes se batieron y tuvo la mala suerte de fallar en volar, golpes, rasguños aparecieron en la piel blanca pero no le importaba estar como nació por las calles. Se encontraba dando pequeños brincos hasta que dio con lo que buscaba, un lugar algo alejado. Un zoológico.

Los típicamente brillantes ojos celestes ahora están mucho más oscuros, casi opacos analizando el movimiento de los leones, primer animal que llamó su atención sin una aparente razón, se fue acercando como un felino más, agachado en búsqueda de su presa, las alas se elevan a la hora de sacar las garras, hay una sed de sangre en sus venas que es hasta dolorosa, los colmillos le duelen y está impaciente. El animal no tuvo tiempo de defenderse, como único espécimen en la gran jaula al sentir el daño en su cuello intentó luchar ferozmente, pero como alguna de sus presas en sus mejores épocas, cayó al suelo penosamente y el albino se agachó a su lado para observar lo que había logrado en segundos.

—No te sientas tan orgulloso, era un león anciano. —la voz que reconoce como la de Gon se escucha desde arriba de la barras, parado y al igual que él, desnudo, mirando las acciones de su amo con calma.

Killua siente como la sangre resbala de su boca hasta perderse en el suelo salpicando. Apenas puede prestar atención a lo que escucha porque no tarda en volver al ataque buscando lo que su cuerpo le ruega con gran necesidad, chupa de la sangre como si se tratara de una fruta dejando salir gruñidos y sonidos raros como si fuera una bestia desalmada.

No es hasta que minutos después que se queda satisfecho que se queda ahí, sentado sobre sus tobillos mirando el vacío o al menos el cuerpo inerte del animal. Mira sus manos buscando una respuesta de lo que acababa de pasar, ¿acaso se estaba volviendo loco?

Gon observaba todo desde lo alto, al verlo tan ensimismado decide bajar en su ayuda, tocándolo del hombro antes de llamarlo, —Escucha Killua, debes calmarte ¿sí? —le arrulla contra su cuerpo al ver las lágrimas. —Esta no será la primera vez, tu hambre empezará a crecer, necesitarás energía y hasta que no sepas que tipo de demonio eres, la sangre será tu mejor amiga. —le acaricia los cabellos mientras lo abraza con fuerza, cubriéndolo con las alas. —No te dejaré solo, esto es normal.

Aunque esté hecho un desastre Killua se deja caer en los muslos del que ahora consideraba su pareja, aún una parte de él se mantiene cuerda y lucha por volver a tomar el control de su humanidad pero ya está lentamente perdida. —¿Qué tipo de demonio podría ser...? ¿Por qué justamente me tiene que pasar a mí?

Mira el cielo oscuro, sin saber que responder exactamente, —No lo sé, espero que sea un regalo de nuestro Dios perdido, dejarnos vivir juntos eternamente. —era confuso, su Dios, aquel del cual sus manuscritos habían, en realidad no estaba con ellos, en su castigo eterno allí en las profundidades de un Infierno congelado.

Salieron de ahí pronto. El pálido parecía todavía algo perdido pero seguía con su rutina de siempre, ya se había graduado y tenía un primer trabajo estable común.

Pero sin duda lo que más le gustaba era cuando regresaba y podía estar entre los brazos de Gon disfrutando de las acaricias, también de los tocamientos que empezaban como bromas. —Gon, tengo curiosidad... —esta de costado con el moreno igual, mirándose fijamente. —¿Cómo practicabas para ser un íncubo?

—Oh, tengo un bonito muñeco en casa que siempre estuvo conmigo, con el practicaba cada noche antes de cumplir la edad mínima necesaria para empezar. —sin vergüenza sonríe, rememorando esas épocas donde le costaba horrores estar montando su juguete por más de diez minutos, —Aunque haya crecido y realmente no lo necesite sigue en mi casa, es parte de mi decoración. —está feliz de sus hazañas y al menos por unos años fue su hombre favorito.

—Es-espera, espera... ¿Cómo un muñeco inflable? —para sus roces en las mejillas morena con sus dedos. —¿Entonces la perdiste con él en vez de mí? —empieza con sus tontas bromas, ya no puede evitar la risa que sale con ganas. Logrando que reluzcan sus dientes. —¡Ese maldito, mi enemigo!

—Ese muñeco fue demasiadas primeras veces para mí. —ambos ríen de lo surreal de la situación, de cómo Killua le pellizca las mejillas en son de venganza por haberse desvirgado con un simple muñeco, —Pero no las fue todas si eso te hace sentir mejor. —se coloca encima y bate las alas alegre de la situación, —Tú fuiste mi primer orgasmo, así que, eso se supone que vale mucho más que todo lo demás. —las normalmente redondas orejas humanas del albino se volvían puntiagudas como las suyas, las pequeñas alas ya son capaces de verse en su espalda, aunque siguen siendo de menor tamaño que las del íncubo.

—Igual me niego a creer de que no estuviste cerca ni una sola vez de sentir un orgasmo. Pobre de mi bebé, ¿aunque sea el muñeco feo lo consiguió? —sigue con el juego que comenzó, deja de reír un momento porque le duele el estómago y las mejillas de hacerlo. Sus manos descansan sobre los muslos, intentando no ser demasiado obvio en notar el cuerpo desnudo que tiene a su disposición. Igual traga saliva con dificultad, la luz de la luna hace que Gon parezca de ensueño y se alegra de que no lo sea.

—Claro que no, ni un poquito cerca. —ve los cambios obvios de su amo, de cómo le crecieron las manos, antes las tenían igual y ahora... Por alguna razón sabe que se quedará pequeño frente a ese joven, incluso creería que su pene también se había vuelto más grande, pero como siempre se sentía extremadamente bien que no se daba cuenta. Otra vez trae una remera suelta del albino encima, llevaba tanto tiempo sin usar algún tipo de ropa interior que hasta se le hacía incómoda, —Si realmente te transformas en un demonio como yo, te mostraré mi casa, encontré un lugar bonito y apartado donde el mar se ve oscuro pero con pequeñas criaturas brillantes.

Los ojos azules brillan con ilusión pero pronto hace un gesto de desánimo. —¿Qué pasa si no es así? Si termino siendo un demonio inferior me hace sentir desanimado... De verdad no quiero dar conclusiones apresuradas pero amaría que pudiera ser de suficiente rango para escaparme contigo.

Gon mira a su novio con la misma expresión, —Realmente no me importaría ir a buscarte para que te quedes conmigo, pero si te asusta ten en cuenta que casi no existen humanos que se transformen en demonios a menos que hayan cometido "pecados" irreparables. —hace comillas con los dedos, nunca había conocido a un demonio de alas blancas, a uno que no le nacieran los cuernos antes que las alas. Killua sería un demonio extraño y Gon estaba seguro de que a él le sería capaz de llegar a su lado, no viceversa.

—Haces que suene al principio como una película romántica, vimos muchas. Me da risa que digas que son empalagosas. Voy a creer en eso... —se refería a lo último que comentó. Ahora que lo pensaba, no tenía cuernos como Gon. Tocó su frente inconscientemente.

—Las películas de ustedes son muy aburridas, amores imposibles, besos cursis... ¡En mi mundo se ven películas románticas de verdad!, un demonio que termina destruyendo a todos sus enemigos por su amada, que para colmo también mató a los desertores de su amor. —explica entusiasmado, hace mucho que no volvía pero realmente no quería hacerlo, al menos no solo, —Yo mataría por ti Killua... ¿Cómo te sientes al respecto?

—Sí, lo sé. Eso es mucho más interesante... —escucha su punto de vista con felicidad. —¿Ah sí? ¿Por qué razón matarías a alguien por mí? —aunque sonara sencillo le costaba imaginarlo, tenía una manera de mirar al íncubo de forma apasionada. Intentó quitar esas memorias de su mente pero fue muy tarde, ya estaba rojo como un tomate.

—Killua es muy bonito... Muchos que te vieran podrían intentar tener sexo contigo, pero ya eres mío, ¿no es así? —la marca duele, no le permite intentar mandar sobre su amo, pero jamás fue amo, jamás fue el señor de algo o alguien, —Tanto como yo te pertenezco a ti.

—Guao, tranquilo no te pongas agresivo. —sigue acariciando sus piernas, hasta que la camisa de botones desabrochada luce la marca de unión que tiene, busca darles acaricias con los dedos. —Claro que soy tuyo, podría decir lo mismo de ti. Supongo que quizás hay unos súcubos o íncubos que se ponen de creativos.

—¿Creativos? —pregunta con la ceja levantada, notando como poco a poco su prenda es levantada, dejando ver su marca ya un poco antigua, los dedos pálidos marcan las líneas mientras juega también con su ombligo.

—¿No tienen relaciones entre ustedes? —Killua se pierde entre las líneas que tiene siguiendo los patrones.

Gon mira a Killua y pestañea, —En realidad no... ¿O tal vez si?, no lo sé, nunca lo hice con ninguno de ellos porque mis amigos allá son parecidos a mí. —Killua lo mira con duda y Gon, que ya sabe lo que pasa por la mente del joven adulto responde sus dudas, —Nos gusta más morder una almohada que hacer al otro morderla.

La cara del pálido es un poema. —Eso es más información de la que creí escuchar. —confiesa nervioso. —Entonces tienes amigos, me gustaría conocerlos. —trata de desviar el tema con cero disimulo. Ahora sus manos tiemblan aunque estén ganando terreno en la cintura y caderas anchas que tanto le gusta tocar.

Verlo nervioso es algo bonito, su libido es algo que sube y baja dependiendo lo que Killua quiera de él, por culpa de la marca.

—Mi mejor amigo se llama Kurapika y él... Fue un íncubo marcado, me lo ocultó muchos años y cuando descubrí quien lo había hecho... No importa, me gustaría que lo conozcas, es muy listo, seguramente se llevarían muy bien. —sube de los brazos a Killua hasta su pecho y lo abraza ahí, dejando que su corazón marque un ritmo casi relajante, —El otro se llama Zushi, es uno prácticamente no por decisión propia, no quiere ser un íncubo... Es algo que le duele mucho. —nunca había pensado que sus vidas podrían ser trágicas, vivir en el mundo humano cambió algo en su pensar.

—Hmm. —hace un sonido de afirmación dándole algo de tristeza el caso de Zushi. —Seguro hace mucho que no los ves. El tiempo debe ser muy distinto al de aquí, aunque ahora que lo pienso... —suspira. —Me costara adaptarme a muchas cosas... —para evitar abrumarse lo abraza con fuerza de la cintura y busca darle besitos en el cuello. —Protégeme, no quiero tener traseros de demonio en mi rostro más que el tuyo la primera vez que vayamos al Infierno.

—Ohh, no te preocupes, nadie se mete con mis pertenencias. —Gon le devuelve el abrazo, seguro de que Killua no sería un íncubo como él. —Soy mucho mayor que tú si nos ponemos técnicos, viví siglos y siglos, ¿sabías que las pirámides de guiza no fueron hechas por esclavos? —tenia datos sueltos, había dormido con alguno de los arquitectos de esa antigua época, aunque ya no los recordaba.

—¿No...? —lo mira incrédulo teniendo la mirada afirmativa de Gon como respuesta. —¡¿Entonces para que estudié eso?! —se queja como si fuera un berrinche de un niño a propósito. —Debo suponer que fueron los aliens que hicieron un viaje en el tiempo.

—Si eso te hace feliz, puedes creerlo. —le da un beso en la frente mientras ve rabiar al joven en sus brazos, —¿Qué hay de ti?, me mencionaste a algunos amigos tuyos, pero siempre estás aquí conmigo, ¿no te gusta salir con ellos? —no recordaba haberlo visto fuera del cuarto durante un fin de semana, siempre se quedaba junto a él.

—Uhm, no es tan interesante como lo que has vivido cientos de años. —frunce las cejas. —Es... Aburrido, solo he hecho todo lo que me han dicho mis padres que hiciera para cumplir con sus expectativas que nunca pensé en que lo que yo quería. Tuve varias personas buenas que intentaron acercarse a mí, estaba un chico que juré que era mayor pero tenía unos cuantos años, su nombre era Leorio y no supe de él por mucho tiempo. Cuando vine a enterarme había fallecido de cáncer. Si lo hubiera sabido antes... Había rechazado sus invitaciones para comer después de clases.

Gon lo abraza al ver que empieza a temblar, estando a punto de llorar, con la cola atrae la frazada para poder cubrirse, escuchando atentamente lo que su amado cuenta, —¿Cómo conociste a Leorio? ¿En la universidad? —pregunta suave, indagando en cómo necesita suspirar para no dejarse llevar por el hipo.

Intenta responder pero lágrimas se le escapan apenas hace el esfuerzo. Solo puede asentir con la cabeza buscando limpiarse con el antebrazo. —Sí... Apenas lo veía con otros compañeros pero no sentí nunca que fuera desplazado o algo así. No sé si me duele la cabeza por recordarlo... —una presión en su frente le asusta y cuando va a tocarse apartando los mechones blancos nota como algo sobresale.

Lo consuela al llevarse consigo, dando una pequeña vuelta para esconderlo en su pecho y dejarle besos en la zona con dolencias, había dos pequeñas protuberancias en la zona de la frente, — "Cuernos" — Piensa Gon mientras lo abraza, —Tu amigo Leorio, seguramente puedas verlo en nuestro mundo, convertido en demonio o en un ángel.

No sabía si eso haría sentir mejor a Killua, pero resultaba factible que eso pasara, era casi imposible que un humano termine en el cielo, pero no quería decirle eso.

—Supongo... —se queda así, quieto algo perdido en sus propios pensamientos mientras continúa el dolor insoportable que en ocasiones le hace lagrimear. Sus alas se baten por inercia. —Te amo, mucho. Por favor no me dejes. —busca su mano para besarla.

—Ay, Killua. —no solo toma sus manos temblorosas, sino que también lo cubre con sus alas, arropándolo, —Jamás te dejaría, eres mi todo, ayer, hoy y mañana. —una lágrima cae de los ojos de Gon, la marca quema como el infierno, necesita contraer el estómago por el dolor, su amo está sintiendo un dolor abrasador y él, realmente, no necesita de esa marca para saberlo, —Te amo, jamás amé ni amaré a nadie como a ti. —le sube el rostro para limpiar sus lágrimas, inconsciente de que también está llorando.

Killua abre los ojos y con la vista algo nublada lo besa. No hay nada más que un acto genuino en un silencio doloroso. Se aguanta las ganas de morderse la lengua cuando tiembla por los cuernos que siguen saliendo a un ritmo doloroso, son grandes y parecen apenas salir como un bebé recién nacido. Tiene que separarse para mantenerse a cierta distancia procurando que no lo lastime la punta que se ve peligrosa para cualquiera, se pregunta cuánto duraría eso porque el sueño lo está consumiendo.

—Soy un íncubo, el dolor no es nada para mí... Por favor, no me alejes. —su cuerpo envuelve al albino y juntos pasan una noche silencioso pero tormentosa, donde los pequeños cuernos sobresaliendo de la frente le generaban dolores inauditos a Killua y Gon se levantaba para llevarle algunos hielos o pastillas. Serian semanas difíciles para él, que tendría que ocultar su frente con su cabello o alguna cinta, hasta el punto en que necesito trabajar en casa para no llamar más la atención.

—Uhm... —Killua se había quedado dormido después de una noche larga de trabajo. Se le cayó la gorra que usaba hasta en la casa, una roja con unas letras que nunca entendió. Se levantó extrañado de no ver a Gon por ninguna parte así que supuso que estaría en la cocina ya que se encontraban solos.

Luego de mudarse de casa de sus padres la libertad se sentía, podían salir juntos y si Gon se esmera un poco pasa completamente desapercibido. Ahora se encuentra preparando un desayuno rápido de esos que su novio le había enseñado por si tenía hambre, abre su congelador y de allí saca una botellita de plástico con sangre dentro. Últimamente el albino no podía terminar de despertar. Esta más vestido que de costumbre, y su costumbre es ir solo cubierto por una prenda superior larga.

El pálido apenas llega a su lado lo abraza por la cintura, los cuernitos ahora están sobresaliendo un poco y debe tener cuidado. —Huele muy bien y no me refiero a la comida. —empieza con su coqueteo medio soñoliento donde dice tonterías dejando salir bostezo tras bostezo.

Gon es alejado del plato y sus alimentos. Cuando se da cuenta, su espalda choca contra el pecho del más alto, —¿Vas a saltarte el desayuno y comerme a mi primero? —ahora el joven adulto es mucho más alto que él, incluso si usa su forma real, la cual es corpulenta. Las manos traviesas parecen molestan de que lleve un pantalón, pues luchan contra el nudo que lo mantiene en su lugar mientras pasa la yema de los dedos por su marca.

—Creo que sería un pecado no hacerlo ~ —sigue dejando besos lentos en su oreja que empieza a ponerse roja. Las alas ahora grandes rodean el cuerpo que tiene entre los brazos mientras que relame sus labios. —¿No te resulta gracioso que ahora soy yo el que te está pidiendo más atención últimamente? —logra dejar que el pantalón caiga al suelo de un movimiento.

—Me dejas lleno todas las noches, estoy rebosante de energía. —le sonríe mientras se deja hacer, ese detalle no le parece la gran cosa, hasta que la nueva fuerza del albino no solo lo da vuelta, sino que lo alza como si fuese una pluma, —¿Qué sucede amo? ¿Necesita las atenciones de un íncubo cualquiera? —lo besa fogosamente, pasando la lengua entre los finos labios, para encontrarse con la traviesa lengua ahora un poco más alargada.

—¿Cualquiera? —arruga la cara por esa palabra. —No eres eso, eres el ser más bonito que he podido ver. —lo deja acostado en el sofá. Su mirada hambrienta delata sus intenciones, lo toma de las piernas para acercarlo a su posición mientras se acomoda para besarle las piernas con deseo. Le gusta como la piel cambia de color cuando se permite ser un poco posesivo con los dientes aunque salga poca sangre la lame con cariño.

Ya no es tan temeroso de sus propias manos o boca, le alza las piernas hasta los hombros pálidos y Gon casi pierde el equilibrio, estaba siendo sujetado de la cadera mientras los labios hambrientos pintan su piel de tonos morados. Su vagina ya está húmeda y su pene erecto, —Killua ~... —tiembla cuando acerca su intimidad al bulto de sus pantalones. Con la cola enredada en la pierna pálida y sus alas siendo cubiertas por las grandes blancas.

—Me encanta lamer tu linda vagina. —confiesa de repente dejando sus atenciones para quitar cualquier prenda que le estorbe. —Pero hoy quiero hacerte algo que sé que te gusta mucho, muéstrame ese lindo trasero. Te lo dejaré tan rojo que te dolerá por semanas. —se aleja lo suficiente para darle el espacio a hacer lo que se le pide, casi olvida que cuando hace eso Gon no tiene más opción que obedecer.

La marca sigue haciendo de las suyas cuando una orden es dada, pero Gon ya pensaba en hacerlo desde el inicio. Se sube al sillón con las mejillas hirviendo, recuesta el pecho contra las almohadas y apoya las rodillas mientras levanta el trasero, dejándolo a la vista y disposición de su amo. Los cuernos no le incomodan al ayudarse de su brazo y la cola la deja enredada en su propia pierna, mientras las alas, una se apoya en el respaldo y la otra se mantiene semi acostada sobre su espalda.

—Bien hecho, aquí viene tu recompensa. —empieza a dar varios azotes en los glúteos haciendo que se muevan por el impacto. Cuando queda complacido deja besos sobre estos dónde la piel ya comenzaba a ponerse rojita, muerde un poco hasta llegar al agujerito dónde con ayuda de sus propias manos logra tener una mejor vista para comenzar a lamer la superficie.

—Amm ~... Más duro amor. —se había vuelto complaciente con él. Gon sabe que ahora ya no hay atisbos del joven virgen que había encontrado estresado en su escritorio, sabe lo que le gusta, qué hacer con su cuerpo y cuando la lengua se adentra en su interior y las manos pasaron a masajear su pene y vagina tuvo que dejar las lágrimas salir, —Así... Ahhh ~, se siente tan bien~...—desenredando la cola de su pierna la lleva hasta su nalga y la separa de la otra para darle más espacio.

Ya el pálido puede darse el lujo de ser rudo sin caer en la timidez, sus dedos se mueven con cada vez más ganas de hacerlo tener un delicioso orgasmo mientras busca adentrarse mejor en aquel recóndito lugar. Siendo recibido por apretones desmedidos y disfrutando de cómo sus manos se llena de la esencia de Gon en señal de un buen trabajo.

Las piernas morenas tiemblan, no tiene un aguante notable y sentir como logra abarcar todo de él en segundos lo hace sollozar otra vez. La mano pálida deja la masturbación y de pronto, la posición en la que estaba no es suficiente para el albino. Las manos lo llevan hasta que termina sentado sobre la lengua alargada, con las manos se sostiene como puede, realmente estaba por correrse y no es capaz de hacer nada que no sea gemir y sollozar sentado sobre el rostro de su pareja, con los cuernos pinchándole suavemente las nalgas, —Espe-espera Killua, quiero¡Ah!... Correrme contigo dentro... Ammm... Por favor.

Killua no puede evitar detenerse al escucharlo de esa manera. Saborea lo que queda en su boca antes de volver a cambiar de posición, dónde guía al moreno colocarse para montar su pene pero dándole la espalda. Una vista morbosa sin duda, no tiene el control del todo pero le basta poder alzarlo lo suficiente sin esfuerzo para que puedan unirse de una buena vez. —Haré lo que me pides, quiero sentir también como te corres mientras estoy dentro.

Baja completamente sobre el pene grueso, probablemente más grueso y largo que la primera vez, como si fuese proporcional a la nueva altura de Killua. Las manos agarran su cintura y cuando sube para comenzar a saltar inmediatamente estas lo hacen bajar, como ansioso de que comience más duramente. Deja las alas abiertas a sus lados y la cola enredada en la cintura pálida mientras que con las manos se apoya de las rodillas del Zoldyck mientras salta arriba del miembro que siempre está dispuesto para él.

Cuando baja el otro sube y el sonido estridente es muy escandaloso y lujurioso.

El albino estaba hipnotizado viendo todo de sí. Cómo el cuerpo moreno se movía cada vez más rápido hasta que juraba que su propio pene desaparecía por las embestidas tan veloces y acertadas. De pronto Gon tuvo una sacudida que le indicó dar en su próstata por la manera que su cola temblaba sin parar, además de que Killua gruñía y gemía por la manera como ahora las paredes cálidas le estaban apretando con fuerza.

El íncubo no pudo seguir mucho tiempo por las estimulaciones anteriores que le pasaban factura, dando un gemido alto entrecortado por seguir con los movimientos que bajaban de ritmo hasta que el semen en su interior apareció desbordando por la entrada hasta resbalar por los muslos. Tiró el cuerpo para atrás, con las piernas abiertas mientras dejaba la descarga de su amado desbordar de su entrada anal. Toma grandes respiraciones mientras los brazos pálidos lo abrazan, —Quiero desayunar... —ruega exhausto por el reciente orgasmo, necesita revitalizarse de forma más rápida. Desde hace tiempo que no lograba quedar lleno sin terminar con un orgasmo propio que lo deja sin energías.

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