Amada es esa flor que nació con la maldad.

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— ¡Joshua ¿Qué sucedió?!

— Ángel...

—Cubre su boca—. l-lo siento...

— Ven aquí —palmea su regazo.

Con duda, camina con sus pies descalzos hacia su amado, sentándose sobre las piernas de este mismo, sin apoyar todo su peso.

— ¿Qué te he dicho de gritar?

— No debo hacerlo...

— ¿Por qué...?

— Los ángeles no gritan...

Levanta su mano y acaricia su mejilla, manchándola de un color carmín.

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Regla número 7:

No gritarle a Joshua