𝐗𝐕
―¿Chuchu, estás en celo? —Dazai lanza la pregunta por la cual apunta su teoría y Chuuya le frunce el ceño antes de responder.
⠀⠀―¿Hah? Por supuesto que no, idiota ―advierte con tono de molestia―. Solo no me gusta que la habitación donde duermo a diario huela a otra persona... Aunque... Me siento al-... A... ¡A-chú! ―el estornudo monumental que suelta deja a Dazai con la duda de si regocijarse por no ser lo que estaba pensando o de preocuparle que haya pescado un resfriado en pleno inicio del invierno.
⠀⠀―Tal parece ser que haz pillado un resfriado. Y eso que apenas han caído leves nevadas.
⠀⠀―Es gracias a cierto bastardo testarudo que estoy en medio de la zona que más se enfría para el invierno. Te recuerdo que mi manada se mueve a tierras más cálidas para esta temporada.
⠀⠀―¡Cielos! ―exclama con cierto tono juguetón en la voz―. Entonces tendré que hacerme responsable de ti si te enfermas~
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⠀⠀Nakahara quiere refutar, pero termina riéndose en voz alta hasta que otro estornudo corta sus risas. Esa mañana, Dazai le ordena a Gin ir a buscar a Yosano para ir a verlo por un resfriado. Por supuesto que el enfermo no es Osamu y al darse cuenta de ello la loba está a punto de picarlo en cuadritos con su serrucho quirúrgico. Al final, termina atendiendo a un Chuuya febril y débil para renegar a cualquier cosa, hecho bolita entre las mullidas mantas de invierno de la cama. Como dijo que haría, se hace responsable de su cuidado, por lo que se queda a su lado todo el día. Le da de comer cada plato que Gin sube a la habitación, come a su lado, seca su sudor con una toalla e incluso lo ayuda a tomar un baño con el uso de un paño limpio y agua tibia. Por supuesto, aún con sus deseos de aprovecharse y ver más allá de lo que la ropa usualmente le permite, solo llega a asear su pecho, su espalda y sus piernas; Chuuya lo golpeó cuando intentó limpiar más allá que eso.
⠀⠀Quizás no está tan aturdido por el malestar.
⠀⠀Conversan mucho. El Chuuya en este estado es bastante conversador e inhibido. Le cuenta entre risitas sutiles como la mujer que lo crió como si fuera su madre, Kōyō Osaki, les contaba a él y a sus compañeros historias surrealistas de otro universo, donde ellos estaban en algo llamado mafia, y eran los más poderosos del lugar, algo muy contrario a la realidad. También de su obsesión por hacerlo vestir con bellos kimonos como los que Dazai usa usualmente y de cómo se enojaba con él si resultaba rasgando la ropa o ensuciándola por ponerse a jugar con los más jóvenes de la manada. Le dijo que realmente no recordaba la cara de sus padres y que para él, con tener el amor de Osaki y sus compañeros, como una familia, le bastaba para sentirse feliz en la actualidad. No todo fue risas. Le permitió saber de sus momentos más bajos, de sus lágrimas cuando la frustración de no ser suficiente lo invadía o la confusión por lo que era lo embargaba con fuerza a una edad tan joven.
Dazai también quiso revelarle detalles de su pasado. El evento más relevante a tocar fue por la mujer a quien vió como su madre desde que tiene uso de razón, pues la suya murió al nacer él. Aunque prefirió no mencionar su nombre, no se abstuvo de contarle como lucia en sus memorias. Una sonrisa dulce y encantadora, cabellos rubios que ondeaban al viento y voz suave con la que lo arrullaba por las noches. Chuuya pensó que tal vez estaba describiendo a Elise, pero la verdad es que la sombra de su madre era un espacio muy grande a llenar para una niña tan pequeña. Ciertamente Dazai también puede ver el parecido entre ellas, pero prefiere fingir ignorancia y no compararlas, porque su hermanita ya tiene suficiente con su padre queriendo ocupar su atención en ponerle pomposos vestidos para que se parezca más a su madre, con sus ropas tan distintas, con sus kimonos de flores una vez se unió a mi padre. Con sus risas melodiosas.
⠀⠀Elise no tendría idea, ella no conoció a su mamá, no sabe el peso que se ha quitado de encima por ese detalle y no lo sabrá jamás.
⠀⠀Horas después, Chuuya alarga un bostezo cuando la fiebre ha comenzado a disminuir y la sopa del almuerzo, ligera y nutritiva para él, se ha terminado por fin. Osamu lo ayuda a acomodarse entre las mantasnuevamente y lo toma por sorpresa cuando, sin cruzar una palabra, se prende a la manga de su kimono para evitar que se retire y lo deje dormir solo. Dazai sonríe entendiendo el mensaje y lo acepta sin chistar; él también anhelo de alguna forma tenerlo entre sus brazos como anoche, como esta mañana al despertar...
⠀⠀Se pregunta si Chuuya también piensa del mismo modo. Si sabrá que alimenta sus esperanzas de que le diga que sí y se quede, sin más. Si tendrá en mente que es un ser egoísta que desea atarlo a su lado de por vida, después de utilizarlo hasta ahora para su beneficio.
⠀⠀Es un bastardo como él dice, lo sabe. Pero con tal de tenerlo, podría ser un demonio de ser necesario.
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⠀⠀Cuando duermes, el tiempo se pasa volando. Nunca se tomó esa frase tan en serio como al despertar a plena tarde y ser consciente de que había pasado tres días en cama, preso de la fiebre y algunos desvaríos. Chuuya recuerda muy apenas lo sucedido en el transcurso de ese tiempo, casi como si fuera ver la vida de otra persona pasando frente a sus ojos, pero esa persona eres tú mismo. Gin aparece unos minutos después para traerle algo más sólido para comer, pues llevar varios días tomando caldo y bebiendo los menjurjes que la doctora llama medicina, no son lo más nutritivo del mundo. Su estómago gruñe ante el aroma de la carne roja asada, acompañada de algunas verduras hervidas, cree que patatas.
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⠀⠀―Gracias. Por cierto, ¿sabes dónde está Dazai? ―Ella asiente, entonces recuerda que nunca la ha oído decir una palabra, lo que le hace cuestionarse si acaso será que la jovencita es muda. Prefiere ser respetuoso y no preguntar ese detalle―. ¿Podrías mostrarme dónde, cuando acabe de comer?
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⠀⠀En respuesta, ella lo guía por el piso inferior unos minutos más tarde. Chuuya se cuelga en los hombros un mullido abrigo de buena calidad antes de salir, al parecer se lo ha dejado Dazai al irse rápido en la mañana, huele a él sin dudas. Gin lo lleva a la cabaña de Mori, y desde afuera puede escuchar el bullicio de su voz agudizándose al regañar, seguramente, al castaño.
⠀⠀―¡Tres días, Osamu, tres días que no fuiste capaz de presentarte al festival a mostrar tus respetos a la manada del Sur!
⠀⠀―No era necesario, yo mismo escogí la mejor escolta para la ofrenda y el chico parece muy contento con ello, ¿cuál es el problema entonces? ―La voz de Dazai se oye monótona incluso a través de los gruesos maderos que yerguen la casa. Chuuya se da cuenta de que, en realidad, nunca lo ha oído hablar con tanto desinterés y falta de emociones antes.
⠀⠀―Te lo advierto, mocoso. ―Esta vez es el señor Mori, quien eleva un poco la voz con carencia de emociones. Como si fuera algo genético en ellos―. Si estás perdiendo el tiempo con ese omega que trajiste del bosque solo para fastidiarme, yo mismo arreglaré un emparejamiento con el protegido de Fukuzawa. Vinieron desde muy lejos a reforzar el acuerdo de paz que nos mantiene estables por sobre otras manadas, y si tengo que obligarte para que entres en razón, lo haré.
⠀⠀―No estoy jugando con Chuuya.
⠀⠀―Ese chico no es para ti, ¡¿que no lo entiendes?! Eventualmente ¡él morirá si es necesario para escapar de tu lado! ―Algo se quebró luego de eso. Quizás algún objeto de barro que decoraba la estancia, haciendo a Chuuya notar que quizás está escuchando algo que no le corresponde del todo. La ausencia de Gin, que apenas nota que no se encuentra a su lado, le recalcó ese punto. Sin embargo, siguio escuchando, sentía la necesidad de saber si ese viejo lobo tenía la razón y quizás, yo no debería fijarme en Dazai.
⠀⠀―Te equivocas. Él no es como mamá, él se quedará por su propia voluntad y entonces...
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⠀⠀¿Y entonces? ¿Entonces qué? Quería saber qué más iba a decir, pero el silencio fue lo único que cruzó los pequeños e imperceptibles recovecos de la vieja y gruesa madera de roble. Tal vez por fin dejaron de gritarse y por ello Chuuya no oyó el final de su respuesta, pues ambos bajaron la voz. Frustrado, decidió moverse de regreso a la cabaña, además el frío está calando sus piernas a pesar del abrigo que por suerte tomó al salir. Por desgracia para Chuuya, casi brinca del susto al encontrarse con una no muy agradable visita al entrar nuevamente a la cabaña. El chico albino de la manada sur está algo tieso en una de las sillas de la sala, con una taza humeante entre sus dedos rojizos, posiblemente por el choque de temperatura del líquido caliente de la misma (té quizás) y el de sus dedos fríos por la temperatura exterior. Lo que le indica que acababa de llegar.
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⠀⠀―Dazai no está aquí si vienes a buscarlo ―denoté cortante, intentando sonar desinteresado.
⠀⠀―Oh no, he venido a verlo a usted. Supe que estuvo enfermo y que ya había logrado salir de la cama, por lo que vine a hacerle una visita ahora que el señor Dazai por fin no está. Discúlpeme si lo he incomodado por venir sin avisar, solo deseaba saber si se siente mejor, pero si le molesta puedo retirarme. ―El chico habla hasta por los codos, Chuuya no sabe si sea alguna especie de reacción nerviosa, pero de pronto logra sacarle una risa que se escapa de sus labios y al parecer lo desconcierta―. ¿Señor Nakahara...?
⠀⠀―Dime Chuuya a secas, ¿cómo dijiste que te llamabas?
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⠀⠀Inesperadamente, el niño se le hizo muy simpático en cuestión de algunos minutos escuchándolo. Le confesó a Chuuya que, aunque si deseaba saber por su estado de salud, en realidad también era una excusa para escaparse del supuesto escolta que Dazai le había asignado. Supo por las palabras de Atsushi que se trataba del mayor de los hermanos Akutagawa, Ryūnosuke, mismo que por poco y lo asesina con la mirada cuando tuvo la ocurrencia de apodarlo Ryū, para supuestamente "entrar en confianzas". Chuuya dedujo que de no ser por las órdenes de Dazai, habría dejado al pobre Atsushi abandonado a mitad del bosque en medio de una ventisca helada. Conversar con alguien que tampoco pertenece a la manada norte fue algo que le causó mucho alivio.
⠀⠀El chico Nakajima le contó cómo era el sitio del que venía, también le dio a entender que en realidad, en el sur hacia mucho más frío que aquí e incluso el invierno era más duradero y crudo, por lo que estaba muy acostumbrado a las bajas temperaturas. Le dijo la razón por la que escogió ofrecerse como la ofrenda de este año; evitar que una omega más joven y enamorada, tuviera que sacrificarse por el honor de su viejo padre, por la poca cantidad de jóvenes, en especial omegas, que hay en su manada. De todas formas, Atsushi era huérfano según le contó, no tenía nada que lo atara a ese lugar y aunque el líder actual lo apreciaba y cuidaba como su familiar, no era visto más que como una aberración entre los suyos por el color de su pelaje, algo que lo había orillado a no transformarse en público nunca desde la edad de cinco años.
⠀⠀Hablaron hasta mucho después de que el té se terminó, tiempo para el cual, la presencia de Dazai dejó de hacerle falta a Chuuya, puesto que se apareció casi ahorcándole en un abrazo desde detrás de la silla que estaba ocupando. Por un momento quisieron reírse de su infantil arranque de celos que no parecía tener intenciones de ocultar, enmarcando un puchero en dirección a Atsushi y declarando abiertamente que no podía poner su atención en Chuuya porque era "suyo". Usualmente ese tipo de palabras le causarían repudio al pelirrojo y gritaría a los cuatro vientos enfatizando que no es un objeto y que no pertenece a nadie más que a sí mismo; pero en estos momentos, donde una calidez invade su pecho y siente comodidad entre sus brazos mientras reclama su atención de forma bromista... En estos momentos a Chuuya no le molesta para nada.
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