𝟷𝟻 » 𝑪𝒂𝒎𝒃𝒊𝒐.
Gon nunca tuvo elección de nada referente a su vida. Siempre las cosas le pasaban, pero nunca pudo detenerlo o evitarlo.
Por esa razón es que estaba tan frustrado por dentro. Con ese dolor en el pecho que evitaba prestarle atención, aunque con el paso del tiempo este solo se hacía más grande.
Al golpear a uno de los compañeros abusivos de su escuela no lo pudo evitar.
Sentía que se lo merecía. Tantos meses de burlas y humillación debían detenerse.
¿Y ahora que procedía? No podía hacer nada, solamente ver como las consecuencias le caen encima como una lluvia torrencial y sin sombrilla ni techo donde arroparse.
Su mejor amigo Kurapika, testigo de lo pasado, estaba que se comía las uñas del miedo y la expectativa de lo que acontecía.
Estaba entre hablar o simplemente borrar lo visto como si nunca hubiera pasado. Así hubiera sido partice de cómo un diente salía volando del busca problemas al momento de recibir el puñetazo.
—Santa mierda… Gon eres un reverendo estúpido. Se supone que estabas en una terapia familiar para resolver los problemas, ¡no para empeorarlo todo! —le gritó en medio de su conversación. Decir que lo vio no era necesario, se dio cuenta al momento de recoger la patineta que le regaló Kite.
—Se lo merecían, desde que entre a estudiar aquí no dejaban de molestarme… Seguramente ellos fueron los que empezaron el rumor de que me gustaba Retz. Desde que empezó a hablarse de eso comenzaron a agredirme.
El rubio mantuvo sus manos torcidas por el estrés y la preocupación.
Tomó aire y asintió con la cabeza.
—Tienes razón. En algún momento alguien iba a darle su merecido… ¡Pero ese no es el punto! ¡Los escuchaste, ahora con más razón irán detrás de ti!
Gon alzó los hombros restándole importancia.
—Aunque no hiciera nada igual estaban detrás de mí.
Kurapika se pasó la mano por la cara de forma pesada.
—Ellos no debieron empezar ningún rumor, no les da el cerebro para eso. Debes olvidarte de eso, las personas todos los días inventan rumores solo para molestar y además no tienen nada mejor que hacer.
No podía olvidarse de eso como así. Aún le dolía que su primer amigo desde hace años se alejara por los comentarios de sus compañeros.
—Por eso necesitas continuar con la terapia… aunque ahora con lo que ha pasado cuando se enteren no creo que te permitan continuar.
Un balde de agua fría al escuchar sus palabras.
—Ging tampoco quería seguir asistiendo de todas maneras.
La manera tan tajante en la cual respondió lo dejó boquiabierto.
Simplemente ya no le importaba nada.
Por otro lado, el moreno mayor empezó a estornudar. Odiaba eso, siempre terminaba con un mal presentimiento.
—Todavía no hemos recibido ningún mensaje de Gon. Debería haber salido ya de clases… —se cruza de brazos esperando que Kite termine de preparar una sopa para hablarle.
—Te preocupas demasiado. A lo mejor lo olvidó, después de todo ahora está muy emocionado de practicar trucos con la patineta.
—Ah… ¿y eso por qué?
—A lo mejor consiguió un nuevo amigo. Quien sabe, hace mucho que no lo veo emocionado por algo.
Ging estaba perdido en cómo sabía tanto de su propio hijo. Así que solamente se rascó la cabeza tratando de no refunfuñar.
Debería hacerle un regalo también.
¿Hace cuánto tiempo no le daba algo que no fuera de sus viajes o porque le pareció una baratija para no parecer tan mal padre?
Bueno, la verdad es que lo era y aún así Gon lo mantenía en un pedestal.
Mierda, cierto que debían empezar a realizar actividades entre los tres o la directora Palm aparecería en su casa en medio de la noche. De verdad se preocupaba por él.
—Sí pasan veinte minutos y no hay señales de que venga iré a buscarlo. —un gran paso, estaba intranquilo sin poder saber qué era lo que estaba pasando con su familia.
Kite por su parte sonrió de manera disimulada mientras dejaba dos platos a parte.
—Entonces los voy a esperar. Cualquier cosa me llamas.
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