𝟷𝟸 » 𝑰𝒓𝒂.

Gon se había escapado de Kurapika, y no literalmente. Después de lo pasado con Retz no supo que hacer. Su cabeza entró en un limbo eterno donde no era capaz de organizar sus ideas por tantas cosas que estaban pasando.

Ahora estaba sentado en uno de los callejones en la hora libre, junto a aquella patineta que se supone que tenía la intención de mostrarla a Killua con tanta emoción, pero eso cambió.

Primero estaba el hecho de que su mejor amigo casi que odiaba a muerte al joven rubio de ojos turquesas, no por nada personal. Simplemente era la reacción natural al enterarse de que la razón por la cual los compañeros se pusieron en contra del moreno por algo que se supone que fue algo solamente de dos personas en privado. En parte el rubio llevaba parte de la razón, el azabache nunca pensó en que su declaración a Retz terminaría con la mayoría dándole la espalda. En su mente hizo algo común, algo que se supone que hacen todos en algún momento. Después de todo, tener sentimientos por alguien es bastante normal para un buen porcentaje de la sociedad.

El vehículo que mantenía a su lado de manera repentina se había movido, lo que hizo por inercia fue sostenerla pero de igual forma le fue arrebatada de las manos.

—¿Así que aquí es donde te escondes? —intentaba hacer memoria, esa voz le parecía reconocida. Pero lo que hizo fue buscar tener su pertenencia de vuelta.

—Regrésala. —pidió alzando los brazos al ponerse de pie.

El estudiante tenía el cabello corto, con varias cicatrices en su rostro y una mirada de mala fe. Nunca ese tipo de busca problemas iba solo, siempre tenía a dos para respaldarlo.

—No pienso hacerlo. —contestó con altanería. —Por tu culpa tres de mis amigos tuvieron que abandonar la escuela. Los profesores prefieren hacer lo supuestamente correcto en vez de sacar a un marica como tú de aquí.

Esas palabras crueles y duras no le dolieron, no era la primera vez que las escuchaba. Si ocasionó el efecto de darle impotencia, apretó los puños.

—Te dije que la regresaras. —insistió, esa patineta fue un regalo de Kite y era muy apreciado. No podía dejar que le hicieran nada.

Sin embargo, tuvo el efecto contrario. Una risa de los chicos al fondo y un gesto que no le dio más que escalofríos al ver al chico mirar el objeto con malicia.

—¿Esto...? Que va. 

Las intenciones estaban puestas sobre la mesa. En un movimiento el vehículo fue lanzado contra uno de los contenedores de basura, no la partió pero sí hizo que recibiera un daño considerable.

—¡¿Soportó ese golpe?! ¡Debe ser una de buena calidad! —exclamó uno de ellos, quién la sujetó para revisarla. Gon no decía nada, estaba parado sin moverse ni un poco.

—No te emociones tanto, si hacemos mucho ruido puede que venga algún profesor.

La conversación se perdió porque el moreno no la podía escuchar. Todo lo que soportó físicamente podía tolerarlo, los golpes no eran nada pero que dañaran algo tan importante lo lleno de ira.

—Oye, ¿qué te pasa? ¿Estás asustado? —el que parecía ser líder se acercó, prendiendo un cigarro. —No vayas a llorar, estoy seguro que aunque seas un come penes podrás comprarte otra nueva. —se acercó a él invadiendo su espacio personal, el olor de la nicotina era desagradable. 

Ninguno esperaba que Gon retrocediera, mucho menos que tomara la fuerza suficiente para darle un golpe que le partiría la nariz. Los acompañantes quedaron que no se lo podían creer, aquella soberbia desapareció al caer al piso donde se sujetó la herida mientras la sangre salía sin parar.

—¡Mierda, mierda! ¡Mi nariz, me rompió la maldita nariz! —sollozaba mientras buscaba alejarse del que se supone que era su víctima. 

—Te dije que me la devolvieras. —sonó como una amenaza aunque no quisiera que lo fuera, había sido muy paciente por demasiado tiempo.

Como era de esperar, los tres sujetos huyeron despavoridos. Llevaban un tiempo considerable ahí y cualquier profesor o la misma directora podía pasar y verlos.

Estando solo tomó finalmente la patineta con un gesto de tristeza, no la usó ni siquiera y ahora tenía un daño considerable en la mitad del material. Quizás si la pintaba lograría disimularlo.

—¿Gon...? —la voz del que parecía ser Kurapika no hizo que reaccionara, se mantuvo de cuclillas en el mismo lugar frente al contenedor de basura. Verlo de esa manera de por sí le ocasionó escalofríos, hasta dudó en avanzar pero lo hizo.

Pocos pasos resonaron por el callejón, pausados hasta que tomaron confianza e imitó al más bajo para colocar una mano en su hombro.

—¿Gon? ¿Qué paso? —insistió, apenas le miró de reojo como respuesta.

—Hicieron algo malo, pero no importa. 

—¿Algo malo? Es-espera... —verle levantarse como un fantasma y tomar su pertenencia para regresar le causó confusión. 

Se mantuvo cerca de él pero no volvieron a hablar del tema.

Mientras tanto Ging estaba bastante molesto. Tenía mucho tiempo libre y eso era debido a que prácticamente no tenía trabajo por abandonar una importante investigación, ¡quizás la mejor de su vida! De solo pensarlo le crecía más la barba.

Pensaba un poco en la relación con su supuesto hijo, porque la verdad nunca lo trató como uno. Podía llegar a ser un poquiito considerado en ocasiones y eso era cuando intervenía Kite para salvar el día. Se supone que ahora asistiría a las condenadas terapias familiares, que para ser sincero, no le agradó mucho.

Si abría la boca quedaría como el malo de la película (cosa que obviamente no lo consideraba, su ego era enorme) y si dejaba que su aprendiz el cual era Kite contara más sobre lo pasado los últimos años era el mismo resultado.

De paso se acabó la cerveza, terrible.

Hablando de él, no lo había visto en un buen rato. De lo último que se enteró es que salió exclusivamente con Gon. Un duro golpe para su ego, por cierto. Ya que en ningún momento lo hizo por su cuenta. Estaba que se quemaba del enojo.

—¿Qué es lo que tanto murmuras? —el peli blanco apareció a su lado, con dos tazas de chocolate caliente. El moreno se asustó tanto que casi se cae del sofá.

—¿Qué es eso? —respondió con otra pregunta, mirando con desdén la taza que salía vapor. Claramente no era una cerveza.

—Pruébalo. —negó con la cabeza estirando el brazo.

—¿Y si no me gusta? 

—Pues no te lo tomes.

Mucha paciencia. Mucha paciencia y en el culo resistencia. Kite tenía esa virtud y de sobra, tomando asiento a una distancia moderada. Empezaba a hacer algo de frío y tomar algo caliente era uno de los placeres de la vida.

Ging seguía con su mirada malhumorada pero probando lo que se le había ofrecido. Movía un poco las piernas al volver a su posición inicial, sentado como una persona normal.

—Oye... Y... ¿Cómo te fue con Gon? —casi no se le escuchaba, muchos sonidos raros de queja y el tono de voz bajo.

—¿De verdad estás interesado en eso? —no ocultó su asombro.

—¡¿Qué tiene de raro?! ¡Es normal que pregunte por mi hijo! —bebió tan rápido que casi se quema la lengua.

Kite disimuló como puso los ojos en blanco con una sonrisa burlona, era un gran avance. Luego le contaría a Pakunoda, a pesar de solo asistir a una sesión con ella representaba un progreso.

—Bastante bien, le hice un regalo que quería con mucha emoción. Parece que tiene un nuevo amigo y se le ve entusiasmado, así que son buenas noticias.

La cara del azabache parecía sacada de un garabato caricaturesco, porque se notaban los celos o envidia. ¿Cuántos regalos él le hizo a ese mocoso? ¡Bastantes costosos por cierto!

—Eso es... Genial. —contestó cruzando sus brazos y rechinando los dientes.

De nuevo el de cabello largo ocultó su gesto, pero ahora aguantaba las ganas de reír.

—¿Te estás riendo...? 

—Qué va. —tomó de su taza con disimulo.

El día que tuvo la familia Freecss sus horas con la psicóloga de la escuela fue bastante diferente. Desde el primer momento Pakunoda notaba a Gon bastante callado, pero quizás no era una mala señal.

La mayoría del tiempo estuvo escuchando a ambas partes, un segundo padre preocupado y más atento mientras que del otro lado uno con un pensamiento individual y algo egoísta. La fémina se había enterado de lo ocurrido con uno de los estudiantes que buscaba constantemente pleitos, faltó a las clases de forma repentina después de la hora del almuerzo.

No volvió y los padres no parecían estar en disposición de responder por ello, ya que eran los típicos consumidos por el trabajo. Quizás se estaba precipitando pero no resultaba descabellado que estuviera relacionado con el moreno.

—Tomemos un descanso. —acomodó sus piernas que estaban cruzadas de manera elegante cerrando su cuaderno para levantarse. —Quisiera hablar con Gon unos minutos, si no es mucho pedir.

Mientras los dos adultos abandonaban la habitación sin mucho problema, Pakunoda miraba al estudiante ensimismada en sus pensamientos. 

—Siempre te metes en problemas, ¿no es así? Pero nunca lo dices a las personas que te rodean para no involucrarlos demasiado. —quería hablarle como una amiga no como una profesional. —Eso es admirable pero, en cierto punto podrías ahogarte entre tantos problemas. —toma una pausa, debe llegar a un punto. —Hace pocos días un estudiante de mala conducta llamado Edgar faltó a las clases sin dar alguna justificación. Lo conozco bastante bien, ha tenido varias faltas debido a que le gusta llamar la atención. No me sorprendería que buscara molestarte también, después de todo representas un blanco fácil. 

A pesar de que se apoyó de su escritorio de espaldas Gon no le dirigió la mirada.

—Neon me dijo que fuiste a enfermería a escondidas, tenías la marca de un posible golpe en los nudillos pero buscaste disimularlo con maquillaje. —por fin obtuvo su atención. —No te preocupes, no les diré nada. ¿Le diste su merecido, no? Es lo menos que pudiste hacer pero... Ese chico es bastante rencoroso. No te recomiendo que estés solo.

Inconscientemente tocó el dorso de su mano. 

No tenía ni idea en lo que se estaba metiendo.

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