𝟢𝟦 » 𝑪𝒓𝒖𝒆𝒍𝒅𝒂𝒅.
Gon se hundió en el asiento. Parecía más un puff que un sillón.
La castaña había cambiado los muebles de su entorno de trabajo justo esa semana. Aunque la situación no ameritaba algo así, la mirada firme de Palm sobre él y la sensación de que lo regañaría en cualquier momento era palpable. Aunque no era la intención del moreno hacerla molestar más de lo que se encontraba.
—Di-disculpe... —se acomodó.
—No sé por dónde comenzar. —cerró sus ojos por un momento. —No tienes la culpa de esto, lo que falta es que pienses que es así.
—Palm, yo...
—Ya escuché los rumores. Dicen que te declaraste a un compañero de tu salón, ¿eso es cierto?
El silencio causó tensión entre ambos.
—Sí, es verdad.
Otro silencio mutuo.
Palm recordaba haber visto a Gon saliendo con varias chicas. En ningún momento dudó que fuera una acción desmedida.
—¿Entonces también te gustan los chicos? —aunque esa pregunta estaba de más, era a su vez necesaria para Palm con la intención de confirmar su suposición. No tenía ningún problema con eso, únicamente necesitaba escucharlo para calmarse al menos un poco. Su inquietud y ansiedad estaban presentes en la habitación, supo desde el principio que al dedicarse a la educación tendría que con sumo cuidado tomar decisiones en situaciones adversas.
Los jóvenes son inseguros, apenas mostrando un poco de lo que serán en un futuro. Pero son sumamente crueles. Destruyen la autoestima de cualquiera con una facilidad que hasta el día de hoy le sorprendía y aterraba. Pueden llegar a ser tan brillantes e inexpertos como oscuros y desalmados.
—Sí. —respondió de manera automática. Como si de un robot se tratase.
—¿No me dirás entonces si los rumores son verdaderos? —mordió una de sus uñas acrílicas. —Cualquier cosa que digas los demás lo van a distorsionar a su favor. Me dejaría más tranquila que al menos me digas lo que sucedió.
Gon se sintió más pequeño al escucharla. Lo que hizo fue su decisión, estaba pagando las consecuencias.
—So... Solamente me declaré a alguien.
—Eso ya lo sé. Es un compañero de tu salón llamado Retz, son amigos desde que empezaste a estudiar. Desde que esto sucedió se distanciaron. ¿Acaso pelearon? ¿Tuvieron una discusión? —el bolígrafo en sus manos giraba entre sus dedos, buscando una manera de no perder la compostura.
—No... —miró otro lugar en la habitación.
La castaña ya se estaba cansando. No lograba que le contara lo que sucedió. Empeoraba su humor al ver a Gon lastimado.
—Voy a llamar a tu padre. —se levantó de la silla. Usaría una de sus cartas que nunca fallaban, al escuchar como la figura adulta era mencionaba la mayoría de los estudiantes terminaban de cooperar.
—No le va a contestar, siempre está ocupado. —sin embargo, Gon se mantuvo tranquilo.
—¡Entonces será un mensaje!
—Tampoco. Le he dejado muchos y nunca los lee.
El cabello castaño estaba empezando a despeinarse como si una descarga eléctrica repentina atravesara su cuerpo. Era lo más lógico pero la razón era lo contrario, sucedía cuando empezaba a perder la paciencia.
—En algún momento lograré contactarlo, es mi responsabilidad como directora informar sobre esto. —sus tacones sonaron con furia para abrir un archivador. Buscó la letra por donde comenzaba el apellido del joven.
—Pero ya será demasiado tarde para cuando él responda.
—Gon... —tocó su hombro. Al verla parecía salir de una película de terror. Su aspecto tétrico le daba escalofrío. —Si no vas a aportar algo en lo que sucedió hoy es mejor que te quedes callado.
Fue tan contundente que no dijo nada desde que la vio sentarse con una carpeta amarilla y seguido de esto abrirla en el escritorio.
Como esperaba, no fue capaz de contactarlo aunque lo intentó varias veces. Notaba su nariz fruncida tanto como las uñas maltratadas por tanto morderlas mientras hacía las llamadas.
—Aquí también tengo el número de un tal Kite, ¿sigue en la cuidad? —finalmente los ojos almendrados la observaron tras pasar un par de minutos.
—No lo sé. —alguien tocó la puerta.
Se salvó por la campana. Palm estaba a nada de contestarle de una manera para nada apropiada si no fuera porque un joven adulto de cabello oscuro se asomó acomodando sus lentes.
—Disculpe la interrupción, ya llegaron los representantes del chico. —Wing avisó con una voz tranquila y amable. Quizás notó lo tensa que se encontraba, era fácil darse cuenta.
—Bien. Hazlos pasar, por favor. —cerró la carpeta dejándola a un lado. —Luego hablaremos.
Gon dio una reverencia para salir. Wing mantuvo la puerta abierta dándole una sonrisa.
Cuando se quedaron solos el profesor observó a Palm para hablarle aprovechando el momento. Se acercó para ser discreto.
—¿No lograste que hablara, verdad? —más que una pregunta, era una afirmación.
—Nunca conocí a nadie tan testarudo. —se dio masajes en la frente.
—Lo dirá tarde o temprano. Tenemos que darle tiempo.
—¡No puedo esperar tanto! —se quejó jalando su cabello.
—Realmente te preocupas mucho. Primero debemos lidiar con el único alumno que no escapo de la agresión, podemos conseguir información de su parte. ¡Vamos, tienes que estar en todos tus sentidos!
—Tienes razón. —razonó.
Leorio regresó a la realidad. Recordar el relato de Palm le hizo distraerse demasiado.
La clase terminó hace unos minutos. Estaba revisando algunos exámenes que le faltaban por revisar.
Sus ojos encontraron a un estudiante rubio de ojos turquesa que caminaba por el pasillo.
—Retz. —dijo en voz alta haciendo que reaccionara y se detuviera por el llamado. Apenas asimiló la gran estupidez que hizo en el instante que ya estaba al frente de él.
—¿Sucede algo, profesor? —preguntó con educación.
Empezó a sudar demasiado. Última vez que hacia su trabajo con la puerta abierta.
—Eh... ¡Sí, esto...! —su mente empezó a hacer el gran esfuerzo de pensar en algo. ¡Vamos, cerebro! —Que-quería preguntarte sobre algo que escuche... Ya sabes, los profesores no podemos evitarlo... —rió nervioso.
—Claro.
Leorio retomó la compostura.
—¿Qué paso contigo y Gon? Sé honesto conmigo.
Inmediatamente desvió la mirada mordiendo un poco su labio. Su brazo sujetó el otro en un gesto de nerviosismo.
—Puedo... Puedo contarle, pero ¿Sería egoísta si pido que quede entre nosotros? —Leorio lo pensó. Estaba contra la pared, por una parte deseaba darle información a Palm para tranquilizarla pero si esa era la solicitud...
Era un hombre de palabra.
—Claro, no te preocupes. —sonrió acariciando su cabeza. —Por favor, siéntate.
Esperó para escucharle mientras dejaba su trabajo en pausa. Gon era más importante en ese momento.
Me olvidé de Killua en este capítulo AJAJAGH
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