♡⃞ 🎀 ── 22 : red? ֶָ֢֪
Algunos días habían pasado desde que aclaramos todo entre nosotros, en esos días logramos hacer que el morado se expanda hasta un cincuenta por ciento más, el negro aún estaba pero al menos tenemos la certeza de que lograríamos cambiarlo a nuestro color rojo.
Porque el rojo es el color que debimos tener desde un principio.
Fue raro ver el negro en nuestros orbes, se supone que deberíamos sentir odio entre nosotros pero no lo hicimos, tampoco ahora lo sentimos, es como si el color estuviera solo para darnos el susto de nuestra vida, no cambió en nada el amor que nos tenemos.
Se siente bien admitir de una vez que amo a Minho.
— ¿Encontraste algo? — pregunté. Minho se encontraba tecleando unas cosas en la computadora que me compré para la universidad, yo también estaba colaborando con nuestra investigación tecleando en mi teléfono.
Yo me encontraba sentado en la silla giratoria y Minho estaba encima mío pero viendo a la dirección contraria a la mía, su mentón reposaba en mi hombro y sus dedos tecleaban hábilmente la computadora. Una de mis manos descansaba en su espalda y la otra sostenía mi móvil en busca de la información necesaria.
Decidimos que el tiempo que tengamos libre estaríamos juntos, muy juntos para acelerar el proceso del hilo.
— Lo mismo de siempre, hilo rojo; almas que se aman eternamente, hilo negro; almas que se odian eternamente, hilo morado; almas que deciden si amarse u odiarse ¿tú encontraste algo?
Decidimos hacer una pequeña-gran investigación sobre cómo podríamos acelerar el proceso de cambio de color pero no había mucha información al respecto, la mayoría era sobre el hilo rojo y negro, el morado apenas y tenía algo de información.
— No — respondí con decepción — ¡oh! aquí está la razón de la cual no nos odiamos.
— ¿Cuál es? — escuché como seguía tecleando.
— Aquí dice que si el color no llegó a su totalidad nuestros sentimientos no cambiarían, aún podíamos decidir por sobre el color.
Información interesante que sin duda nos resolvió una gran duda.
— Mmm tiene sentido — afirmó.
Seguimos con nuestra investigación, fácilmente podríamos volver a empezar con nuestro afecto pero la verdad ya estábamos algo cansados de esperar a que el rojo por fin predomine, queríamos cambiarlo ya para quitar cualquier preocupación con el feo color negro.
— Me asusté mucho cuando vi tus ojos esa vez — me dijo. A decir verdad, yo también me asusté, no creí que ese color llegue tan rápido si el rojo nos costaba hacerlo volver.
— Yo también, prometí no odiarte y no lo hago pero en serio temí al ver tus ojos negros, si no fuera por ese pequeño color morado juro que me habría desmayado.
Minho se rio por mi comentario, estoy seguro de que él opina la mismo que yo.
Como pude dejé mi móvil en el escritorio donde la computadora estaba ubicada, era inútil, no había nada más de lo que ya sabíamos.
Cerré mis ojos y abracé a Minho aspirando su delicioso y suave aroma, una de las cosas que más extrañaba de él (aparte de besarlo) era su sedoso cabello entre mis dedos, estoy seguro de que él también lo extrañó por como relajó su cuerpo cuando llevé mi mano hasta sus hebras.
"— ¿Es verdad que haciendo... cositas pueden cambiar el color a rojo?
— Ehhh — emití un sonidito viendo como Minho se ponía todo sonrojado — n-no tengo idea"
Ese recuerdo me vino a la cabeza y rápidamente abrí los ojos pero caí en cuenta de que teníamos que intentar para comprobar si eso era real.
Siento mis mejillas arder.
— ¡Ey! — Minho se quejó ya que, con ayuda de mis pies, hice que la silla se aleje del escritorio y por ende él dejó de teclear.
— Min — mierda, no sé ni cómo le diré esto, es vergonzoso.
— ¿Ocurre algo? — él se enderezó para que podamos ver nuestros rostros.
— Recuerdas lo que... ammm.
Tierra tragarme, por favor.
— ¿Recuerdo qué? — tenía un semblante entre preocupado y confuso.
— Ugh, quiero que conserves la calma y esto es solo una sugerencia, no estoy diciendo que tengamos que hacerlo ¿okey?
Asintió aún con un semblante confuso.
— ¿Recuerdas lo que la m-madre de uno de los niños que conociste en el parque nos p-preguntó?
— ¿Cuál de todas? se nos acercaron como cinco — sonrió recordando a sus pequeños amigos.
— La... La que nos dijo que si haciendo emmm "cositas" — hice comillas con mis dedos y luego volví a colocar mis manos en las caderas de mi novio — podríamos cambiar al rojo.
Me parece que si lo recuerda por como sus mejillas enrojecieron al instante.
— Y-yo...
— Solo es una sugerencia, no estoy diciendo que tengamos que hacerlo, si tú no quieres no hacemos nada y seguimos poco a poco, aunque no estaría mal intentarlo ¡Es decir! no te estoy presionando ni nada, solo se me vino a la mente y-.
— Oye, oye — sonrió tomando mis mejillas entre sus manos — tranquilo, sé que esto es algo... demasiado íntimo pero podríamos intentar.
Me impresiona la capacidad que tiene para decir eso aún sosteniéndome la mirada, yo estoy muriendo en mis adentros.
— ¿Seguro?
Acercó su rostro al mío y unió nuestros labios por unos segundos — Sí, muy seguro.
Solo pude sonreír aún apenado, jamás creí que esta conversación llegaría pero siempre hay una primera vez para todo ¿no?
Ya era algo tarde pues mis pequeñas vacaciones habían acabado, decidimos investigar después de cenar por lo que ya casi eran las once de la noche.
Ninguno de los dos tenía experiencia en esto así que también decidimos investigar. Después de una profunda y muy, muy vergonzosa investigación de lo que necesitábamos procedimos a conseguir un material fundamental.
Lubricante.
Esta era la primera vez para ambos. La primera vez haciéndolo y la primera vez haciéndolo con un hombre. Si, ambos somos vírgenes inexpertos.
En Internet nos sugirieron usar un condón pero me dio tanta vergüenza tener que comprar el lubricante que olvidé comprar condones también.
Bueno, ambos estamos sanos y no es como que Minho se fuera a embarazar.
Ah sí, también teníamos que decidir quién era el de abajo y de nuevo tuvimos que pasar una vergonzosa plática hasta que optamos que sea Minho el que reciba.
Me estoy arrepintiendo de haber sugerido esto, es realmente incómodo y embarazoso, joder.
— ¿Ya tienes todo?
— Sí, todo está en la mesita de noche.
Ya nos encontrábamos en la cama, no nos veíamos a los rostros, estábamos sentados de espaldas preparándonos mentalmente para lo que vendría después.
— ¿Seguro que quieres intentarlo? — pregunté de nuevo.
— Si sigues preguntándolo entonces no estaré seguro.
— Lo siento.
꒰ narrador omnisciente ꒱
La pareja se mantenía estática, con la mirada perdida en algún punto de la habitación sin saber cómo iniciar la embarazosa situación.
Christopher sintió como los brazos y piernas de Minho rodeaban su cuerpo y su cabeza se escondía entre la curvatura de su hombro y cuello.
Soltó un suspiro dejando al aire mezclarse con el del ambiente y así quitarse la tensión de encima. Tomó las pequeñas manos de su pareja y lentamente las apartó de su torso, sus piernas por inercia también soltaron el cuerpo del mayor.
— ¿Se-.
— Si, Hyung. Estoy seguro — rodó los ojos con una sonrisa en sus labios cuando ambos estuvieron cara a cara.
Minho tomó las mejillas de Christopher entre sus manos y depositó varios besos pequeños e inocentes, las mejillas de ambos nunca perdieron su tierno color rosado ante la bochornosa situación. La espalda de Minho fue cayendo hasta que su cabeza tocó las almohadas y Christopher se ubicó encima de él con las manos a cada lado de la cabeza del menor.
Una larga, vergonzosa, divertida y amorosa noche los esperaba.
Mi cuerpo se sentía ligero pero pesado a la vez, tenía una cálida sensación y no sé si era por los cálidos rayos del sol que por primera vez no me molestaban.
Abrir los ojos siempre fue algo con lo que luchaba siempre, podría encontrarme despierto pero primero pensaba mil y un cosas antes de abrir los ojos y comenzar un nuevo día.
Pero hoy solo pude pensar en una cosa o mejor dicho, en alguien.
Minho.
Claro que no olvidé lo que pasó anoche, no olvidas algo así de la noche a la mañana y no quisiera hacerlo, admito que si fue algo incómodo pero no estuvo nada mal para ser nuestra primera vez.
Que estoy diciendo, es demasiado temprano para sentirme avergonzado.
Descubrí el por qué me sentía algo pesado y en realidad, no yo era el pesado sino el cuerpo que descansaba literalmente arriba de mí.
Abrí mis ojos lentamente tratando de acostumbrarme a la luz del día. El cabello de Minho fue lo primero que vi, su rostro estaba oculto en mi cuello y su mano izquierda descansaba en mi pecho. Uno de mis brazos estaba tendido por las dos camas y no pude evitar que mi corazón lata a gran velocidad al ver su mano encima de la mía entrelazando nuestros dedos.
Llevé mi mano que no se encontraba aprisionada por los dedos de Min hasta mis ojos comenzando a tallarlos, solté un bostezo y suspiré. Me di cuenta de que solo traía ropa interior cuando observé nuestras piernas enredadas, él llevaba puesto un bóxer y mi camiseta para cubrir su desnudez.
Acaricié su cabello lentamente y eso pareció despertarlo pues su cabeza se movía en busca de más contacto.
— Buenos días — le dije cuando levantó su cabecita y me miró con unos preciosos ojos adormilados.
¿Dónde hay una cámara cuando se la necesita?
Con notable pereza dejó caer su cabeza en mi hombro y su mano que antes estaba en mi pecho subió hasta atrapar mi cuello — Buenos días — respondió con la voz ahogada al estar su rostro como una segunda piel en mi hombro por lo pegado que estaba.
— ¿Te duele? — leí por ahí que la primera vez siempre dolía.
— Un poquito, casi nada.
Eso me tranquilizó de sobre manera, ese era uno de mis principales temores, lastimarlo.
Finalmente rompió el agarré de nuestras manos y logró sentarse aún encima de mí, le seguí despegando mi espalda del colchón, abracé su cintura y le di un beso en su frente cubierta por el flequillo de su cabello.
Me sonrió y apoyó sus manos en mis hombros, está vez fue su turno de besarme en los labios, un beso que duró apenas unos segundos pero que se sintieron como unas hermosas horas disfrutando de su sabor dulzón.
— ¿Vemos si funcionó? — pregunté con cautela, si no funcionaba no diría que fue un desperdicio, lo disfruté y sé que él también, eso igual significó un avance en nuestra confianza y relación por lo que sería todo menos un desperdicio.
Asintió aún con notable sueño, dormimos algo tarde anoche y él no estaba acostumbrado a aquello.
Le mostré mi meñique y él lo analizó con la mirada por un momento, estoy seguro de que se encuentra más dormido que despierto y no se me pudo hacer más adorable.
Finalmente enroscó su meñique con el mío pero no pude ver sus ojos ya que los cerró y su mentón cayó directo en mi hombro, su brazo también se colgó de ahí.
— Minho, mi amor — reí ligeramente.
— Mmm.
— Así no podemos ver si funcionó, mírame.
Y así lo hizo, con gran calma y lentitud su rostro volvió a estar enfrente del mío y sus ojos brillaban de un intenso y bonito...
Color rojo.
No había rastro alguno de que alguna vez tuvimos el hilo morado, solo un precioso color rojo adornaba sus irises en su totalidad.
La alegría se apoderó de todo mi cuerpo, por fin lo habíamos logrado.
Minho me miraba con su ceño fruncido y estaba cada vez más seguro de que la mitad y un poco más de su sistema se encontraba en un profundo sueño del cual se negaba a despertar.
Ya después, cuando esté más despierto que dormido le diré el fantástico éxito que habíamos tenido, es realmente emocionante el ver que por fin no teníamos que preocuparnos por este detalle.
— Sé que ahora te encuentras medio dormido pero quiero recordarte que te amo, te amo como nunca amé a nadie en mi vida y esto realmente me pone muy feliz — besé sus labios y en un movimiento casi involuntario los abultó correspondiendo mi beso — en serio no sabes cuánto te amo.
Después de mi confesión cerró los ojos y volvió a recostar su cabeza en mi hombro y su brazo volvió a colgar de ahí.
En ningún momento soltó mi meñique.
— También te amo — y después de decir eso cayó dormido de nuevo, lo pude notar por como su cuerpo perdió fuerza y su respiración se volvió calmada.
Si hacíamos esto desde un principio sé que no iba a funcionar porque no nos amábamos como tal, no sabíamos que tan bajo caímos por el otro y las peleas que tuvimos fueron de gran ayuda para darnos cuenta del gran amor que le teníamos al otro.
Porque él y yo no tuvimos sexo, tampoco follamos, cogimos o como mierda le llamen, él y yo hicimos el amor y la prueba de ello eran sus preciosos orbes rojizos.
Caminamos por las calles de Seúl apreciando el bonito atardecer que se podía observar por el horizonte, nuestros dedos estaban entrelazados ignorando los comentarios y miradas de gente mayor.
Al carajo todo eso, solo nos amamos, no estamos cometiendo ningún maldito crimen.
— ¿Recuerdas mis pesadillas?
— Cómo no hacerlo, siempre despertabas alterado y llorando — acaricié el dorso de su mano con mi pulgar.
— Soñaba que él intentaba asesinarme, siempre he tenido ese tipo de pesadillas desde que tengo memoria, incluso me acostumbré a ellas pero fue diferente cuando te conocí.
— ¿Por qué?
— Porque tú también estabas en esos sueños, ahora no era yo el objetivo de mi padre... sino tú. De niño siempre despertaba llorando por esas pesadillas, cuando crecí deje de llorar y alterarme pero cuando esos horribles sueños te involucraron también a ti no pude evitar llorar ante la idea de perderte.
Mi corazón se estrujaba por cada palabra.
Me puse detrás de él y envolví su cuerpo con mis brazos, es algo difícil caminar así pero se siente bastante bien poder demostrar mi amor en público.
— Yo moriré cuando tenga ochenta años y ya no pueda tener fuerzas para tomar un lápiz, moriré cuando ambos seamos viejitos y arrugaditos, moriré si me dejas así que no tienes que preocuparte por nada — terminé mi confesión dándole un sonoro beso a su mejilla.
— Odio que hagas eso.
Le di otro beso en su mejilla — ¿Qué hago?
— Me dejas sin palabras — sonrió avergonzado.
Teníamos ya un camino trazado, esta vez no caminábamos solo porque sí, nos dirigíamos a un lugar al cual me costó convencer a Minho ir.
Iremos a casa de sus padres.
Al principio creyó que me quería suicidar por esa arriesgada propuesta pero le dije que quiero ayudarlo, si no me deja ayudar con la situación de su padre entonces ayudaré a la única persona pura en esa casa, su madre. No logré convencerlo de denunciar al sujeto pero sí pude convencerlo de traer a su madre con nosotros en lo que ambos terminábamos nuestra universidad.
Iremos en su rescate, Minho me dijo que a estas horas y en estos días el hombre probablemente esté fuera de casa consumiendo drogas o que se yo. Aprovecharemos eso, nos llevaremos a su madre y podríamos ser la pequeña familia feliz que Minho siempre quiso.
Suena fácil pero no lo es.
Primero quiero ver si su madre está bien y ya luego veré como trato de hablar con un señor capaz de matar a su hijo y esposa con miles de drogas en su cuerpo.
Minho aceptó mi idea con la condición de que solo lo intentaríamos una vez y si no funcionaba dejaría al tiempo mover cosas para que finalmente puedan ser libres de alguna u otra forma.
Hablamos en el transcurso, varias risas se nos salían, el ambiente no era tenso, era agradable y eso me puso feliz, mi objetivo era no poner nervioso a Minho.
Aunque yo si lo estaba.
Pude observar la misma casa en mal estado que me había topado hace unos días, recuerdos realmente horribles llegaron a mi mente pero lo hecho, hecho estaba, ya habíamos caminado hasta aquí, no podíamos regresar tomando en cuenta lo lejos que nos encontramos de nuestra casa. Decidimos caminar para retrasar un poco el tiempo, ambos teníamos algo de temor, yo no lo demostraba para no empeorar sus nervios.
— Llegamos — suspiró viendo la casa donde pasó sus veinte años de vida.
— Recuerda, pase lo que pase estoy aquí y no te voy a dejar.
Solté su cuerpo para tomar una de sus manos y finalmente besé sus nudillos, a él le gusta cuando hago esto.
Minho me sonrió y asintió lentamente.
Bien, no había marcha atrás, espero que nada malo pase.
ֶָ֢֪
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