𝗼𝗼𝗶...❄️

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𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭
⁽ᵇⁱᵉⁿᵛᵉⁿⁱᵈᵒ, ᶜᵃʳˡᵒˢ⁾

----------Carlos se quedó perplejo al ver el nombre de su ex novia (de la que aún sigue enamorado). Dejo que suene unos segundos mientras que analizaba si contestar o no.

Cerró los ojos, suspiro, y atendió. Del otro lado de la línea se escuchó la voz de la italiana, y todo se sintió como si fuera la primera vez para Carlos. Su corazón se aceleró, su respiración se mantuvo atrapada en su garganta por unos segundos, y sus manos empezaban a sudar. Se sentía como un adolescente de 15 años otra vez.

—Sainz, tenemos que hablar— Se escuchó desde el otro lado.

—Igual es un gusto hablar contigo, Ava— Respondió Carlos sarcásticamente intentando detener y esconder sus nervios.

—Creeme, no te llamo por gusto, te llamo por obligación— Dijo mientras se escuchaba un sorbo de algún líquido del otro lado. —Es por Fiorella—

Con solo esa frase se sintió preocupado, dejaría su alma por su hija si la pequeña se lo pedía o si era necesario para que ella esté a salvo. Aunque sabía que lo había cagado demasiadas veces. — ¿Fiore está bien?, ¿Le pasó algo? —

— ¿Ahora te preocupas por Fiore? Creo que llegaste 5 años tarde — Las palabras de Ava se sintieron como un puñal en el corazón de Carlos. Muy en el fondo, sabía que ella tenía razón, se había ausentado demasiado tiempo. — Nuestra hija quiere que pasemos la Navidad juntos, tu, yo y ella —

Aquella confesión lo dejó sorprendido, incluso hizo que se atragantara con su propia saliva. — ¿Ella te lo dijo? —

Ava solo soltó un suspiro del otro lado de la línea. Sainz se la imaginaba tomándose el puente de la nariz con sus dedos mientras negaba con la cabeza. Siempre hacía eso cuando estaba frustrada o estresada. — No, no me lo dijo a mi, se lo dijo a Santa —

— Espera un segundo, ¿Dejaste a mi hija en el regazo de un viejo que se disfraza de Santa? — Pregunto algo exaltado, mientras notaba como algunas miradas se clavaban en él. Entre esas miradas, estaba la de su Team Mate, Charles.

— Primero que nada, nuestra hija, y segundo, no, idiota, no lo hice, ella lo escribió en su carta de Navidad — Ava se aclaró la garganta y empezo a leer la carta de la pequeña Fiore.

Carlos, sin darse cuenta, empezó a caminar de un lado al otro, tanto que cualquiera podría decir que quería hacer un hueco en el suelo con su solo caminar.

Estaba sorprendido de que una niña de 5 años pidiera eso, y a la vez, preocupado porque ella notara lo disfuncional que era su “familia”.

Una vez Ava dejó de leer, suspiro y se pasó una mano por el cabello. — Ya sé lo que haré — Soltó mordisqueando la piel de alrededor de sus dedos — Luego de la cena con los pilotos me tomaré el primer avión disponible e iré allí— Continuó explicando e hizo una larga pausa para escuchar la posible respuesta de la rubia, pero al no escucharla volvió a hablar — En 2 dias estaré en la ciudad, no le digas a Fiore, que sea sorpresa —

Del otro lado de la línea, la joven D'angelo se mordía el labio asintiendo con la cabeza aunque Sainz no la veía. — Entonces así será, nos vemos en 2 días —

Y sin más, la llamada se cortó.

Por sus adentros, esto era una posibilidad de reconquistar a Ava, pero a la vez era una posibilidad de cagarla aún más.

Esta Navidad era un arma de doble filo para el madrileño. Podía cortarse y acabar en una terrible catástrofe. O podía cortar la terrible distancia que había con la italiana. Era cuestión de jugar bien las cartas y calcular todo antes de mover tu ficha.

Un simple movimiento o palabra podía hacer que un partido de ajedrez emocional acabe en un jaque mate que lo lleve a la victoria… o podía ser completamente al revés.

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---------- Tal como Carlos prometió, el 5 de diciembre un avión estaba aterrizando con él a bordo. Los nervios aumentaron en cuanto noto que estaba finalmente en Italia, y aún más cuando cayó en cuenta que volvería a ver a Ava luego de tanto tiempo.

Miles de dudas e interrogantes se esparcieron en su mente como plagas. ¿Debía avisarle que estaba en camino?, ¿Debía llevarle flores?, ¿Debía rezar que no le corte la cabeza en cuanto pise esa casa. Lamentablemente para el madrileño no tenía ni una sola respuesta para cada una de esas preguntas.

Su mente era un caos. Era una mezcla de recuerdos, sentimientos, dudas, y, muy en el fondo, esperanzas.

Notó cómo todo el mundo empezó a tomar sus cosas, y él decidió hacer exactamente lo mismo. Tomó su mochila roja de Ferrari y la acomodó sobre uno de sus hombros.

5 minutos después, bajó del avión y fue directamente a buscar sus cosas. Quería irse lo más rápido de allí como fuera posible, y definitivamente no quería que los fotógrafos lo vieran, para que luego vendan su foto que llevaría un titular muy engañoso.

Aferró su maleta azul metálico con su mano izquierda, se aseguró de que todo esté en su lugar en su mochila, y salió del aeropuerto.

Carlos sabía que la casa de Ava no estaba muy lejos del aeropuerto, y las calles estaban demasiado transitadas como para pedir un taxi, y caminar lo ayudaría a pensar qué hacer al verla. Así que optó por la segunda opción.

Era temprano aún, cerca del mediodía, y el sol alumbraba las calles de Italia, aunque el frío de diciembre seguía vigente. Era agradable estar en ese ambiente.

Las vacaciones ya estaban allí, por lo que los niños corrían de aquí para allá en el parque junto a sus padres, abuelos, hermanos o amigos. No tenían más preocupaciones, solo pensaban en pasar sus tardes jugando sin parar.

En cierto modo, todo eso le recordaba lo que había tenido, lo que había perdido, y lo que había podido ser. Los niños corriendo hacia sus padres, las parejas caminando juntas por la acera… e incluso alguna que otra mujer embarazada. Todas esas cosas, lo hacían sufrir en silencio.

El madrileño suspiro, y se dio cuenta de algo. Realmente quería reconquistar a Ava y hacer las cosas bien. Se llevó las manos a los bolsillos de su abrigo, y tomó su celular. Necesitaba un consejo, así que recurrió a su única opción viable. Charles.

(...)

Lord Perceval

Charles, tú sabes más que
yo sobre las mujeres

¿Cómo se reconquista a mi
ex que es madre de mi hija?

Necesito respuestas rápidas,
voy camino a su casa

Hola Carlos, yo estoy
bien, gracias por
preguntar

Hablas de Ava, ¿Verdad?

¿Esa rubia que siempre
stalkeas en Instagram?

Si, Charles, Ava, mi ex
novia, madre de Fiorella

¿Por qué vas a su casa
si te odia?

No me odia

Es una larga historia

Lo que digas

En mi opinión, simplemente
se tu mismo

Eso la enamoró una vez ya

Y por favor, no la presiones

Y mucho menos hables de
carreras cerca de ella

¿Y no le llevó ningún
regalo?

Hombre, creí que eras más
romántico

Soy romántico cuando no
se trata de ex novias

Lo que digas 😒

(...)

Carlos volvió a dejar el móvil donde este mismo se encontraba inicialmente y empezó a mentalizarse para el reencuentro con la rubia. Ava y él no se veían desde su ruptura, ni siquiera para llevar a Fiorella a la casa del otro se veían. Eran sus padres o hermanos quienes se encargaban del transporte de la pequeña.

Dobló en la última esquina que lo separaba de la casa de la madre de su hija, y allí estaba.

Era una casa grande, muy grande para estar solamente habitada por 2 personas. Pero todo aquel que conociera la historia de ese hogar entendería el porqué aún Ava la tenía en su poder. Era la casa familiar, y su abuela había deseado que su pequeña Avitta viviera allí al crecer. Y ella cumplió ese deseo de su fallecida abuela.

Las paredes blancas, las cercas a juego, el buzón con 2 manos pintadas en este, y una hermosa plantación de jazmines adornaban la puerta principal.

Carlos, con determinación y nervios, caminó hacia esa vieja puerta, y golpeó 4 veces.

Desde el otro lado de la puerta se escucharon los pequeños y apresurados pasos de su hija acompañado de un tierno “Yo abro”. El madrileño apostó que Fiorella estaba corriendo.

A lo lejos, Ava gritó una advertencia, o más bien un consejo. Pero obviamente Fiorella no le hizo caso.

La puerta se abrió, y ni bien la pequeña vio a su padre, se aferró a las piernas del mayor gritando un sonoro “¡Papi!”. El morocho llevó la mano al cabello de su hija sonriendo.

—Uno de los ayudantes de Santa me pidió ayuda para tu regalo, y eso vine a hacer— Le explicó el piloto sonriendo.

—Mi regalo de navidad se cumplió— Susurro Fiorella emocionada. —¡Mami!, ¡Mami!, ¡Ven!— Grito aún abrazada a su padre.

Desde la cocina, aun con el delantal puesto y el cabello amarrado, la figura de una mujer rubia empezó a caminar hacia la puerta principal. Y se detuvo frente a él con seriedad en el rostro.

Luego de 5 años, Ava y Carlos estaban cara a cara.

La joven D'angelo no sonrió, ni su expresión amenazó con cambiar, sólo mostraba seriedad.

—Bienvenido, Carlos— Dijo con la misma seriedad que su cara mostraba. —Entren, o tendrán frío—

En ese instante, viéndola así, sería, casi indiferente, Carlos lo entendió todo. Definitivamente quería reconquistarla y remediar sus errores del pasado.

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