𝟎𝟖: 𝐀𝐦𝐚𝐛𝐚𝐧 𝐬𝐞𝐫 𝐯𝐞𝐫𝐬á𝐭𝐢𝐥𝐞𝐬.

—¿Sabes Jay? A veces me dan ganas de pedirte que me folles... pero luego recuerdo que eres un fetichista de mierda que probablemente rompa mi ano de nuevo y se me pasa.

El aludido frunció el ceño con una sonrisa divertida, dejando de lado su móvil para enfocar toda su atención en el rubio que miraba el televisor con los brazos cruzados.

Heeseung lo había dicho tan a la ligera y repentinamente mientras miraban entretenidos las caricaturas que de algún modo logró divertirlo; Heeseung seguía con su vista fija en el televisor, cubierto por una manta calentita y el rostro en completo aburrimiento.

—Tú tampoco eres muy dulce con mi culo, Seunggie.

—Porque tienes un culo necesitado que le gusta que le haga gritar—le miró alzando un poco el trasero para darse palmaditas— Y este culo necesita amor y ternura.

Jay soltó una fuerte carcajada haciendo su cabeza hacia atrás logrando pegarla al respaldo del sofá.

—¿En serio quieres ser el pasivo ahora? Porque no tengo ningún problema con que sea ahora—alzó y bajó ambas cejas sonriéndole sugerente y acercándose lentamente comenzando a lanzar besos juguetones.

—Nah.

El pelinegro encogió los hombros antes de volver a poner su atención en su móvil, sintiendo a Heeseung removerse en el sofá para dejar su cabeza descansando sobre sus muslos sin dejar de mirar la televisión.

Jay le miró alzando ambas cejas y llevando una mano a sus rubios cabellos comenzó a acariciarle escuchándole reír ante algo que los personajes en la caricatura habían hecho.

Le observó en silencio; sus rubios cabellos cayendo desordenados por su níveo rostro, sus mejillas y nariz levemente enrojecidas debido al frío que había estado dando últimamente, sus labios sonriendo divertidos ante las caricaturas y la manera en que cerraba los ojos cuando sus pequeños dedos peinaban sus hebras claras.

Heeseung era tan guapo y tan tierno al mismo tiempo; su rostro se veía tan joven y dulce, como si fuese la persona más tierna que pudiera existir contrastando con lo rasposa y gruesa que era su voz.

Potente y firme, como la de un verdadero hombre capaz de dominarte en seguida.

Y luego estaba esa aura tranquila pero firme, esa que le hacía estremecer y fantasear, Sus manos huesudas y grandes, dedos largos y delgados que hacían maravillas y tanto adoraba sentirlos recorrer por su piel.

Heeseung no era alguien serio, pero lograba mantener esa expresión a pesar no estarlo.

Pero últimamente había estado teniendo una pequeña faceta mimada en la que lo único que quería era pegarse a su cuerpo para obtener un par de besitos dulces o incluso caricias.

—Seunggie.

—¿Uhm? —una risita baja y ronca escapó de su garganta sin dejar de ver el televisor.—Lamento haber sido tan bruto contigo aquella vez —murmuró logrando que girara la cabeza todavía sobre sus muslos para mirarle—Ya sabes... uh... esto es vergonzoso—murmuró sintiendo su rostro arder, pues aunque hablar de eso era algo natural entre ellos no dejaba de ser bochornoso—... no suelo controlarme y tú... bueno... aunque no querías usaste lo que... eish, sólo lo siento.

Heeseung negó sonriéndole gentil, levantándose para acomodarse junto a él y estirarse para tomar el control en la mesita de centro así apagando el televisor.

Jay dejó su móvil sobre la mesita y bajó la mirada a sus manos; se sentía verdaderamente cohibido, pues realmente se había sentido mal después de haberse dado cuenta de sus acciones.

Pero no podía evitarlo, su menor se veía realmente sexy con ese traje de maid y las orejitas que lograron hacerle perder la cordura,Y sabía que de algún modo también le había gustado a Heeseung, pues aunque se hubiese negado a dejarle escucharle mordiéndose el labio o ocultándose en la almohada su rostro le delataba.

La imagen de aquella expresión excitada y nublada por el placer permanecía en su cabeza.

—Está bien, ya pasó. Te prometo que no hay rencores.

—¿Seguro?

—Mi ano y yo te perdonamos.

Jay rió al ver el rostro tranquilo con el que lo había dicho, sin poder evitar carcajear fuertemente cuando su menor se unió a sus risas segundos después.

Sus hombros se sacudían y su cabeza se hizo hacia atrás, sus ojos cerrándose y su mano intentando cubrir su boca para callar un poco. Las pálidas mejillas de Heeseung enrojecieron un poco más por el esfuerzo de reír a carcajada suelta y por instinto, quizás demasiado acostumbrado, fue acercándose hasta apoyarse de su cuerpo rozando hombro con hombro.

Jay no pudo resistirse en ladear el rostro para lograr besar su mejilla y en cuanto Heeseung sintió el cálido y húmedo contacto con su piel dejó de reír.

Sintió su rostro arder cuando los ojos profundos de su menor se encontraban mirándole detenidamente en completo silencio, humedeciéndose los labios y encogiéndose un poco se alejó hasta chocar con el posabrazos del sofá; de pronto se sentía demasiado avergonzado por haber actuado instintivamente, Porque no pudo evitar besar las níveas mejillas de su menor cuando en esos momentos se habían coloreado haciéndole ver realmente adorable, porque Heeseung era adorable cuando se sonrojaba y a él le encantaba mimarle de alguna forma cuando eso sucedía.

Heeseung seguía ahí, mirándole sin decir nada y, cuando estaba comenzando a sentirse incómodo, sintió un par de labios atrapando los suyos. Lento y suave, moviéndose y moldeándose una y otra vez, dejando su dulzón sabor impregnado en los ajenos.

Un beso que fue convirtiéndose en algo más que una simple caricia de labios cuando su menor le obligó a abrir un poco más la boca sintiéndole atrapar su labio inferior entre sus dientes, halando con cuidado al tiempo en que se levantaba un poco en el sofá para subirse sobre su cuerpo, Cada delgada pierna a sus costados y sus manos escabulléndose por sus hombros hasta enredar sus dedos en su nuca.

Heeseung no era de sentarse sobre su regazo, en realidad las veces en que ha tenido a Heeseung usando sus gruesas piernas como asiento han sido tan pocas que bien podía contarlas con sus dedos.

Pero le encantaba cuando eso sucedía, no iba a negar que amaba ese lado atrevido y mimoso.

Sus propias manos tocando directamente los muslos de su menor, acariciando con parsimonia mientras ladeaba la cabeza y abría un poco más la boca profundizando más, sintiendo el húmedo contacto de la lengua delineando su esponjoso labio inferior antes de adentrarse acariciando la suya; Jay dejó escapar un gemido cuando el rubio se movió con la excusa de acomodarse sobre él, seguido de un gruñido ronco por su parte cuando sus manos apretaron ligeramente sus muslos, deslizándose lentamente hasta llegar a sus glúteos, donde estrujó haciéndole jadear sobre su boca.

De pronto sintió el calor comenzar a rodear su cuerpo y dejándose llevar por la excitación tumbó el cuerpo de su menor sobre el sofá logrando acomodarse sobre él.

Heeseung se dejó besar y tocar, apretando el agarre de sus dedos en sus hombros cuando los besos dejaron su boca para caminar por su mejilla y detenerse en su cuello, comenzando a chupar y mordisquear.

Las manos ajenas adentrándose bajo el enorme suéter que llevaba haciéndole estremecer cuando sus pequeños dedos acariciaron una de sus tetillas; tuvo el impulso de alejarlo, pero decidió dejarse llevar por un momento.

Había pasado tanto tiempo desde que decidieron cambiar de roles en vez de cuando y a él le tocó estar en esa situación que había olvidado lo bien que se sentía tener a Jay sobre él consintiendo sus lugares sensibles con besos húmedos y caricias parsimoniosas.

Llevando sus dedos a las orillas de la camiseta ajena intentó sacarla, pero al no poder lograrlo gruñó irritado diciendo con voz ronca:

—Quítate la puta camiseta ya -recibiendo una risita burlona.

—Parece que alguien está ansioso.

Heeseung humedeció sus labios al ver el torso trabajado del azabache completamente desnudo.

—Cállate y desnúdate.

Jay no tuvo objeciones y obedeciendo se levantó para desabrochar sus jeans mirando de reojo a Heeseung, quien también se concentraba en quitarse cada estorbosa prenda.

No le dio tiempo de hacer nada más cuando de repente Heeseung sujetó sus hombros haciéndole girar y así capturando sus labios con los suyos, gimiendo cuando los largos dedos se encargaban de bajar la ropa interior al tiempo en que lo tumbaba en el sofá; Jay lo miró desde abajo, sintiéndose caliente cuando Heeseung volvió subirse sobre sus caderas y el contacto directo de pieles les hizo gemir a ambos.

Entonces tuvo a su menor balanceando sus caderas para lograr que sus miembros duros, húmedos y sensibles se acariciaran enviándoles descargas de placer, Los dedos del rubio sujetando ambas erecciones para frotarlas mejor.

Las manos del azabache sujetaron sus caderas al tiempo en que el rubio dejaba de lado su propio miembro para rodear la extensión de Jay comenzando a acariciarlo tan jodidamente lento que logró sacarle un gemido profundo; Jay dejó caer su cabeza en los acolchonados asientos del sofá permitiendo que el menor sobre él hiciera lo que quisiera con su cuerpo.

Juntando índice y medio apretó la cabeza de la erección ajena bajando con lentitud sin dejar de hacer presión sintiendo las gruesas venas comenzando a resaltar bajo su tacto.

Cuando llegó a la base le envolvió con toda su mano y ascendió rápidamente antes de bajar la velocidad al descender; Jay se estremecía bajo él, con la boca entreabierta dejando escapar suspiros bajos y gruñidos suaves, apretando el agarre de sus pequeños dedos en los pálidos muslos de su menor.

Amaba lo hábil que era Heeseung con las manos.

—¡Ah, Seunggie!—alzó la voz cuando el vaivén en su miembro aumentó la velocidad repentinamente— Seunggie~ oh... uhm...

—Vamos Jay, córrete para mí.

—P-pero... ¡ngh!—involuntariamente alzó las caderas levantando al cuerpo sobre él, arañando las níveas piernas sin querer y volviéndose un tremendo desastres de gemidos y jadeos—N-no quiero... oh... venirme... mmh... tan pronto, oh~

—Necesito que lo hagas—murmuró, su voz dos tonos más gruesa y ronca—Vamos Jay, córrete.

Inclinándose sobre él atrapó sus carnosos labios entre los suyos mientras su mano seguía moviéndose, sintiendo también los dedos ajenos acariciar sus muslos hasta llegar a sus glúteos donde apretó ligeramente sacándole un ronco quejido.

Jay se separó alzando más la voz, sus cejas frunciéndose involuntariamente y sus músculos tensándose; cuando el líquido salió y humedeció su mano fue entonces que Heeseung se detuvo.

Jay gimoteó inconforme por el abandono pero no logró quejarse libremente cuando sintió después el cuerpo de Heeseung alzándose y acomodándose sobre su erección.

Acomodándole entre sus nalgas movió las caderas para que el duro falo acariciara directamente sin llegar a entrar.

Tuvo entonces los pequeños pero firmes glúteos rodeando su miembro para continuar el trabajo de las mano ajenas.

No duró demasiado en realidad, con los delgados labios jugando con sus tetillas mientras las caderas seguían moviéndose, pronto se dejó liberar junto a un gruñido alto; la cálida esencia blanca deslizándose entre la separación de los glúteos.

—Te corriste mucho—murmuró bajo cuando tocó con un par dedos la humedad que su corrida dejó sobre su entrada, Usándola se encargó de humedecer sus dedos lo suficiente para intentar lubricar un poco, haciendo una pequeña mueca ante el ligero dolor.

su pecho subía y bajaba agitado y sus ojos se cerraban cansados.

—Espero que sigas teniendo la suficientemente energía, porque todavía quiero que me folles.

Sin decir nada Jay acunó las níveas mejillas para acercarlo y así poder besarle, llevando una de sus pequeñas manos hacia su miembro para quitar algo de su propia esencia que continuaba saliendo y así ayudarle a lubricar un poco más.

Heeseung dejó que los rechonchos dedos le acariciaran para untar más y después él mismo siguió con la tarea de prepararse.

Porque en momentos como esos los dedos de Jay no ayudaban mucho.

Gimió por el ardiente dolor cuando introdujo uno de sus largos dedos y deteniéndose decidió esperar que se acostumbrara para seguir avanzando; había pasado tanto tiempo desde que algo le penetraba que olvidó por completo lo incómodo que era al principio.

Las manos de Jay sujetaron el miembro desatendido del rubio y estaba tan sensible que apenas sus dedos le tocaron dio un pequeño respingo al tiempo en que gruñía una maldición baja, pues ese pequeño saltito hizo que los dedos dentro suyo se enterraran profundo.

Poco a poco el escozor comenzó a apaciguarse y pudo moverse mejor dándole paso al ardiente placer, sus cejas se mantenieron juntas y sus labios se aplanaron intentando callar sus vergonzosos sonidos; la mano libre se mantenía sobre el fuerte pecho del azabache y sus caderas moviéndose sobre él en busca de contacto.

Jay seguía acariciando la dura erección con la diestra mientras la zurda se deslizaba por la suavidad de la piel de sus muslos hasta llegar a sus nalgas donde apretó ligeramente.

Sintió su propio miembro volviéndose a endurecer glorioso ante la imagen de Heeseung sobre él, su rostro enrojecido reflejando su excitación y escuchando los gemidos roncos que dejaba escapar.

—¿Estás listo, Seunggie?

—Demonios sí—murmuró con voz ronca, sacando sus dedos para sujetar el endurecido miembro de Jay y así llevarlo a su entrada, alineando con cuidado antes de sentir la húmeda punta hacer presión para dejarse pasar.

Jay le ayudó separando sus nalgas y alzando un poco las caderas, apretando los ojos ante la caliente estrechez que le daba bienvenida; deteniéndose en cortos momentos antes de continuar hasta finalmente entrar por completo.

En esa posición, Heeseung podía sentir perfectamente cada centímetro dentro expándiendole y estirándole.

Demonios, había olvidado que Jay no era nada pequeño ni delgado, quizá no tanto como él, pero sí lo suficiente como para hacerle soltar un quejido doloroso.

Definitivamente él no estaba acostumbrado a ello.

Puede que hayan decidido ser versátiles, pero Jay era el que prefería ser follado y hasta entonces Heeseung estaba bien con eso.

Jay quiso decir algo, pero sin saber exactamente qué fue interrumpido cuando Heeseung se alzó un poco antes de dejarse caer lentamente como si estuviese probando terreno.

El rubio comenzó a moverse cuidadosamente, buscando acostumbrarse por completo a la intromisión en su cuerpo, Park sostenía sus muslos mordiéndose el labio por la deliciosa sensación de Heeseung montándole.

Su virilidad siendo apresada por el ardiente y estrecho interior logrando hacerle delirar.

Marcando su propio ritmo Heeseung aumentó sus movimientos, inclinándose un poco para sostenerse del pecho ajeno y así poder sentirle mejor; retenía sus gemidos, pues aún seguía siendo demasiado orgulloso como para dejar saber lo bien que se sentía ser follado por él.

Jay, en cambio, tomara el papel que tomara no era nada silencioso.

Con sus carnosos labios entreabiertos dejaba salir los jadeantes gemidos y bajos suspiros, sus manos acariciando la suavidad de la piel lechosa y sus ojos fuertemente cerrados por el placer que los movimientos de Heeseung le causaba.

Eran pocas las veces que su menor se dejaba follar, pero sabía gracias a esas veces que Heeseung amaba esa posición; principalmente porque seguía teniendo así el control y, aunque lo negara, Jay sabía que Heeseung amaba que se enterrara profundo y de ese modo lograba su cometido.

Con el ritmo que había escogido su miembro entraba tan hondo y fuerte, jodidamente fuerte.

—Mierda Jay, muévete.

El aludido sonrió ladinamente sabiendo que se había cansado—porque aunque le gustase llevar el control de ese modo, Heeseung era muy flojo—

Así que sujetando sus nalgas y alzando las rodillas para apoyarse en sus pies dio una rápida embestida que le hizo gemir casi enseguida.

Heeseung no iba a negar que Park sabía moverse y era tan jodidamente excitante.

Jay era rudo, sus caderas meciéndose rápidas y fuertes; pero al mismo tiempo atento, reflejándose en las caricias que otorgaba en sus piernas y la manera en que sus pequeños ojos le observaban brillantes en lujuria y cuidado.

—Seunggie, quiero escucharte—murmuró al tiempo en que aumentaba la rudeza de sus embestidas—Vamos Seunggie, gime para mí~

Heeseung negó, terco a dejarse escuchar, realmente se rehusaba a soltarse por completo.

Y a Jay le disgustaba eso, realmente adoraría escucharle gemir por él.

Así que siendo nada delicado envolvió la latente erección desatendida para jugar con ella; moviendo la mano al ritmo contrario de las fuertes penetraciones.

Su menor no tardó mucho en estremecerse y volverse un desastre, dejando caer su cabeza hacia atrás se sujetó de las piernas ajenas y dejó que sus guturales gruñidos escaparan.

El ruido de sus agitadas respiraciones combinado con sus voces mezclándose y el golpeteo húmedo de los testículos contra la piel de los glúteos resonando por todo el salón principal.

—¡Oh jodido Jay, ahí —el aludido se concentró en volver a buscar el delicioso punto que había hecho a Heeseung gritar, sus delgadas piernas temblando y su boca manteniéndose entreabierta—Maldito seas, Park Jay. Si no me haces gritar de nuevo, no sé para qué tienes-¡ngh~!

Jay sonrió realmente entretenido en el rostro enrojecido que se contraía de placer; los ojos entrecerrados y brillando lujuriosos y los rosados labios haciendo muecas distintas antes de dejarse abierta por largos segundos donde los roncos gemidos hacían eco por el lugar.

Amaba ver esas expresiones y saber que era él el que le hacía retorcerse, jadear y transpirar en goce; después de un par de fuertes vaivenes la voz de Heeseung se escuchó áspera y grave prácticamente gritando:

—¡Maldito seas, Park Jay! —justo en el momento en que blanquecinas tiras delgadas cubrían el fuerte abdomen del susodicho.

El húmedo y cálido interior comprimiéndose involuntariamente haciéndole casi imposible seguir moviéndose, haciéndole jadear al ser apresado por el delicioso infierno casi al Heeseung cayó rendido sobre Jay, con sus respiraciones agitadas y sus cuerpos envueltos en una fina capa de sudor y pegajosos por la esencia de ambos; sus cabellos envueltos y pegándose a sus frentes.

Jay salió finalmente ganándose un quejido por la sensibilidad de su cuerpo, Heeseung podía sentir perfectamente como el caliente esperma resbalaba por sus muslos internos hasta tocar el cuerpo ajeno.

Los fuertes brazos del azabache le abrazaron brindándole caricias suaves mientras los esponjosos labios depositaban un delicado beso en su frente sin importarle lo sudorosa que se encontraba.

—Seunggie...

—Mmh.

—¿Qué tan cansado estás para una segunda ronda?

Heeseung ni siquiera lo pensó cuando pronunció:

—Voltéate.

con voz demandante y tan jodidamente profunda que hizo a Jay jadear excitado.

Por lo que, cuando Heeseung tomó fuerzas para levantarse, Jay se giró levantando un poco las caderas para dejarse totalmente expuesto ante él.

Oh, jodidamente amaban ser versátiles.

Le damos fin a la adaptación, de nuevo los créditos son para ellx @chxbbyface <3

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