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───── chapter 21 ─────

EL REGRESO DE MIS PESADILLAS

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EL PLAN HABÍA SALIDO TAL Y COMO JUD LO HABÍA
pensado, o incluso mejor. Tory parecía más relajada el resto del día, algo que Jud no había visto en mucho tiempo. Después de contarle a su amiga todos los detalles de su pequeña travesía, Tory, siempre práctica, se ofreció a arreglarla.

—No te muevas —pidió la rubia con seriedad mientras trataba de delinear el ojo de su amiga.

Jud permaneció tan quieta como una estatua, pero los pequeños espasmos en su rostro delataban su incomodidad, dificultando el trabajo de Tory.

—¡Judith! —regañó Tory, alejándose con frustración.

—Perdón —dijo Jud, parpadeando varias veces—. ¿Cómo me veo?

Tory cruzó los brazos y, tras analizar su trabajo, sonrió con satisfacción.

—Para lo difícil que me lo pusiste, soy increíble. —Le puso la tapa al delineador y se encogió de hombros—. Te ves bien.

Jud se levantó y se miró al espejo, inclinándose un poco más para admirar el delineado perfecto y el demás maquillaje.

—Tory, te amo —dijo rápidamente, como si hubiera descubierto un tesoro.

La rubia rió con sinceridad mientras se acercaba a su propia cama, comenzando a sacar ropa. Sin pedir permiso, también abrió la maleta de Jud.

Jud, por su parte, se quedó mirando por la ventana. El sol comenzaba a ocultarse, pintando el cielo con tonos rojizos y naranjas que se reflejaban en sus ojos con una calidez melancólica.

—No quiero arruinarlo —murmuró la castaña sin apartar la mirada del atardecer—. Axel es... y yo soy tan... —Cerró los ojos con fuerza, sintiendo cómo su pecho se hundía bajo el peso de sus pensamientos.

Tory dejó la ropa a un lado y se acercó con decisión. Tomó a Jud por los hombros y la obligó a mirarla.

—No digas eso —dijo con firmeza, sus ojos fijos en los de su amiga—. Están hechos el uno para el otro, y eso nada ni nadie lo va a cambiar.

Jud bajó la mirada, pero Tory no se detuvo.

—Estás enamorada, y tus malditos ojos lo gritan con cada fibra de lo que están hechos. No dudes de ti. —Le dio un pequeño apretón en los hombros antes de señalarla con un dedo acusador—. Eres Judith. Capitana de Cobra Kai. La maldita reina cobra. No le temes a nada, eres fuerte, eres valiente, y, Jud... —abrió los brazos en un gesto amplio—, eres amada.

Jud cerró los ojos con una sonrisa, luchando por ahogar las lágrimas. No podía arruinar el maquillaje que Tory había logrado a duras penas. Sin saber qué decir, se lanzó a abrazar a su amiga, quien respondió al instante.

—Estarás bien —murmuró Tory, separándose con una sonrisa confiada—. Además, encontré la ropa perfecta.

Con un gesto teatral, Tory se hizo a un lado para mostrar lo que había elegido: una falda negra que Jud probablemente había empacado sin darse cuenta, un suéter color vino y unas botas cortas negras que combinaban perfectamente.

—Necesito clases de moda —admitió Jud mientras admiraba el conjunto.

—Las tomarás después del Taikai. Ahora, ponte esto —dijo Tory, extendiéndole la ropa como si fuera una orden.

Jud tomó el conjunto y desapareció en el baño. Unos minutos después, salió lista: vestida, peinada, perfumada, y con una confianza que la hacía brillar.

—Wow —murmuró Tory, mirándola de arriba a abajo con una sonrisa aprobatoria—. No sabía que te quedaría tan bien.

—¿Crees que a Axel le guste? —preguntó Jud, algo insegura.

Tory asintió con exageración, haciendo que su amiga riera.

—Si no se desmaya al ver tanta perfección, te pide matrimonio. Una de dos.

Jud soltó una carcajada, pero su risa fue interrumpida al mirar el reloj.

—¿Tarde? —preguntó Tory, consciente del defecto de su amiga: su inpuntualidad.

—Nop—respondió Jud con orgullo—. De hecho, voy 10 minutos antes. —Tomó su bolso con determinación—. Quedé con Axel en la fuente pequeña, en la parte trasera del hotel.

—Uh, cita secreta —comentó Tory, guiñándole un ojo con picardía.

Jud negó con la cabeza y suspiró, alejando los pensamientos de Kwon y cualquier otro problema que pudiera interferir esa noche.

—Como sea, deséame suerte y me voy.

—Suerte —dijo Tory mientras se dejaba caer en la cama.

Jud se detuvo con la mano en la manija de la puerta, mirándola con preocupación.

—¿Estarás bien?—el comentario hizo que Tory desviara la mirada por un segundo. Lo de Robby todavía la hería, pero sabía ocultarlo demasiado bien.

—Estaré durmiendo mientras tú besas a Axel. Vete. —Le señaló con un dedo en tono de advertencia, aunque una sonrisa divertida suavizó sus palabras.

Jud asintió con una sonrisa, cerrando la puerta detrás de ella. A partir de ese momento, todos sus pensamientos se concentraron en Axel y en lo que esa noche podría traer.

Jud bajó por el elevador, sintiendo cómo sus manos comenzaban a sudar. Sus pies se movían nerviosamente, marcando un ritmo irregular sobre el suelo metálico, mientras el elevador emitía un pitido constante cada vez que bajaba un nivel. Cada sonido agudo parecía intensificar su tensión, como si el destino al que se dirigía fuera más incierto con cada piso que descendía.

Cuando las puertas finalmente se abrieron en el último nivel, Jud respiró hondo. Salió con paso firme, casi decidido, dejando su inseguridad atrás como si se hubiera quedado atrapada dentro del elevador. Cruzó el vestíbulo del hotel y rodeó el edificio, notando cómo la fría brisa de la noche acariciaba su rostro.

El sonido de la fuente llegó antes de que la viera, un murmullo relajante que la hizo sonreír sin darse cuenta. Había algo en esa tranquilidad nocturna que le recordaba a una travesura infantil: la emoción de estar en el lugar correcto, pero al mismo tiempo, fuera de lo permitido.

Se acercó y se sentó en el borde de la fuente, cruzando las piernas mientras el agua burbujeaba suavemente a su lado. La brisa fresca y el susurro constante del agua lograron calmar su corazón, que poco antes parecía estar al borde de estallar. Sacó su teléfono para distraerse mientras esperaba, deslizando el dedo por la pantalla sin prestar demasiada atención.

Pasaron cinco minutos. Entonces, unos pasos resonaron detrás de ella, rompiendo el silencio de la noche. Su corazón latió con fuerza, y se levantó de golpe, girándose con una sonrisa anticipada, lista para encontrarse con Axel.

Pero no era él.

El ceño de Jud se frunció al instante cuando reconoció al hombre que rodeaba la fuente con pasos lentos y calculados, como si estuviera acechándola.

—Sensei Wolf... —tragó saliva, sus ojos delatando el nerviosismo que trataba de esconder.

—Buenas noches, señorita Judith. —Wolf sonrió, acercándose aún más, su tono tan cordial que resultaba inquietante.

Jud dio un paso hacia atrás, sus pies tambaleándose ligeramente al tropezar con el borde de la fuente.

—¿Qué hace aquí? —preguntó con una sonrisa tensa que apenas pudo sostener.

—¿No debería ser yo quien haga esa pregunta? —respondió Wolf, su sonrisa volviéndose más oscura, su ceño frunciéndose—. ¿Qué hace una estudiante fuera después del toque de queda?

Jud tragó saliva con fuerza y guardó su teléfono, como si al esconderlo pudiera borrar la evidencia de su culpa.

—Yo ya iba adentro —dijo rápidamente, intentando moverse hacia un lado para retirarse.

—Oh, no tan rápido. —Wolf alzó una mano, como si detuviera su camino con solo un gesto—. A Axel no le va a gustar que lo dejes plantado.

Jud se detuvo en seco, sus ojos abriéndose en sorpresa. ¿Cómo lo sabía?

—¿Qué? —preguntó, fingiendo desconcierto, aunque su voz temblaba.

Wolf dio un paso más cerca, inclinándose apenas hacia ella.

—¿De verdad crees que me tragaba esa excusa de que eras parte del personal de limpieza? —rio entre dientes, su mirada perforante—. ¿Crees que no noté cómo mi mejor estudiante no podía apartarte los ojos durante cada maldito evento?

Cada palabra parecía acercarlo más, y Jud retrocedió instintivamente. Pero sus pies se enredaron, y casi cayó al suelo de no ser porque Wolf la sujetó del brazo con fuerza, tanto que un quejido se escapó de sus labios.

—No sé de qué está hablando. No sé quién es Axel. —Su voz sonó débil, temblorosa, pero ya era tarde para fingir ignorancia.

Wolf rio de nuevo, esta vez con una malicia más evidente.

—Qué lástima... —susurró con una sonrisa que hizo que la piel de Jud se erizara—. Porque parece que él estaba bastante emocionado por esta noche. Lastima que tú no estarás para verlo.

Jud frunció el ceño y trató de zafarse de su agarre, pero fue un error. Lo siguiente que vio fue el puño de Wolf moviéndose rápido hacia su rostro.

No tuvo tiempo de reaccionar. Cerró los ojos justo antes de sentir el impacto en su pómulo. Un dolor punzante y la sensación de luciérnagas estallando en su visión la dejaron sin fuerza, y poco a poco, la oscuridad la envolvió por completo.

Lo último que sintió fue cómo su cuerpo era arrastrado por el suelo frío antes de ser alzado y arrojado dentro de un auto. Sus pensamientos se desvanecieron en un sueño profundo y turbio, donde no podía distinguir si era mejor mantenerse dormida o intentar despertar.




































Las voces a su alrededor fueron lo primero que la sacaron del vacío. Al principio eran apenas murmullos, ecos distantes, frases cortadas que flotaban en el aire como si no quisieran ser entendidas. Judith intentó enfocar su mente, pero todo estaba envuelto en una nube de confusión.

Abrió los ojos lentamente, parpadeando ante la cálida luz que se filtraba. Todo era borroso, como un mal sueño del que aún no despertaba del todo. Sus sentidos seguían aturdidos, pero su olfato comenzó a percibir algo. ¿Era... comida? El aroma a un platillo recién preparado le golpeó de lleno, evocando una sensación extraña, una mezcla entre hambre y desconcierto. ¿Dónde estaba?

Cuando su vista finalmente se aclaró, lo primero que notó fue un plato frente a ella. Una generosa porción de carne perfectamente cocida y una ensalada fresca adornaban la mesa. Más allá, velas iluminaban suavemente el espacio. Había otro plato dispuesto al otro lado de la mesa, como si alguien la estuviera esperando.

Intentó moverse, pero su cuerpo se sentía pesado, y su mente aún daba vueltas. Un punzante dolor en su rostro trajo consigo una oleada de recuerdos dolorosos. Wolf, el golpe, la oscuridad... él.

Se levantó tambaleante, apoyándose en el borde de la mesa para no caer. Su mirada recorrió el lugar con rapidez, buscando algo, cualquier cosa que pudiera usar para defenderse. Sobre la mesa había un cuchillo, uno de esos con punta redondeada, inofensivo a primera vista. Aun así, era mejor que nada.

Lo tomó con firmeza y dio un paso atrás, apuntando hacia la puerta grande y blanca desde donde los murmullos se hacían más fuertes. El corazón le martillaba en el pecho mientras levantaba el cuchillo, lista para lo que fuera.

La puerta se abrió, y un hombre que no reconocía entró. Vestía un mandil y llevaba una bandeja con bebidas. Al verla con el cuchillo en alto, sus ojos se agrandaron y levantó las manos rápidamente en señal de paz.

—¿Quién eres? —gritó Jud con furia, su voz temblando mientras lo apuntaba con el cuchillo—. ¿Dónde estoy?

El hombre tartamudeó, paralizado por el miedo. No respondió de inmediato, pero cuando finalmente lo hizo, sus palabras no eran lo que ella esperaba.

—¡Despertó! —gritó, y su voz temblorosa traicionó el terror que intentaba ocultar.

Jud frunció el ceño, alerta. Antes de que pudiera reaccionar, escuchó otra puerta abrirse detrás de ella. Unas manos fuertes sujetaron sus muñecas, jalándola hacia atrás con tanta fuerza que apenas pudo mantener el equilibrio.

—Causas demasiados problemas —gruñó una voz grave y conocida.

Jud giró la cabeza lo suficiente para ver a Wolf, su agarre tan firme que le arrancó un jadeo de dolor.

—¿Qué carajo quiere de mí? —forcejeó con todas sus fuerzas, pero el hombre era más fuerte, mucho más fuerte.

—No quiero una mierda de ti, niñita. Solo haz mi trabajo más fácil —espetó, apretando aún más sus muñecas hasta que ella dejó de moverse.

Cuando finalmente la soltó, Jud no perdió tiempo. Su instinto tomó el control, y le lanzó una patada directa a la entrepierna. Wolf gruñó de dolor, doblándose sobre sí mismo.

Aprovechando la ventaja, Jud retrocedió rápidamente hasta chocar con la mesa. Subió los puños, lista para pelear si era necesario, aunque su corazón latía tan rápido que sentía que iba a explotar.

Entonces, un sonido pausado y rítmico llenó el espacio.

Aplausos.

Uno.
Dos.
Tres.

Jud sintió cómo cada fibra de su ser se tensaba. No necesitaba girarse para saber quién era. Su cuerpo entero se paralizó, y sus puños bajaron lentamente mientras una fría sensación de pánico se apoderaba de ella.

—Vaya, vaya... —dijo una voz profunda, una voz que la perseguía incluso en sus peores pesadillas—. Veo que sigues siendo la misma.

Jud se dio la vuelta, temblando de pies a cabeza. Sus ojos se encontraron con los de Terry Silver, y en ese instante, todo rastro de valentía se desmoronó.

—Ahí está mi campeona —dijo él, sonriendo con esa maldita mueca que tanto odiaba.

Su melena blanca estaba recogida en una coleta, su traje negro impecable, y sus manos permanecían relajadamente detrás de su espalda. Era la imagen perfecta de la elegancia y el peligro.

Jud no podía moverse. Sus piernas temblaban al igual que sus manos, y una lágrima silenciosa recorrió su mejilla magullada antes de caer sobre su suéter color vino.

Silver sonrió aún más, como si disfrutara cada segundo de verla así: rota, vulnerable, aterrada.

—También te extrañé, hija. —Su voz estaba cargada de un sarcasmo cruel que hizo que el estómago de Jud se revolviera.

Su pesadilla había regresado.







































































































































❝ WATER FOUNTAIN ❞ just in Wattpad
by Eli_fanfic / Lizzie Arellano

☪︎ 🐉˚‧⁺. • ○ ● 🐍☆

NOTA:
valió madre
amigazasos 😭

(desaparece
como si no hubiera
hecho nada malo)

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