Capítulo 05. Destrucción masiva: Colisión amorosa.


Probablemente ella me odie por ser su debilidad, otros dirán que sólo es un amor adolescente, pero, lo que yo diría es que ellas es el verdadero amor de mi vida. Quizá su amor sea el camuflaje de nuestra verdad, porque prefiero vivir engañado que perderla. Caminaría un millón de veces por la ciudad en la que nos conocimos, y por cada paso me encontraré con los recuerdos que en espejismos querrán hacerme volver a sus brazos, sentir sus manos en mi cabello y las mías en el suyo. Seguro que ya esto no es amor sino obsesión, esto me derrite y me esparce en el viento con las palabras que en aquella noche salieron de su boca, su voz sigue sonando en mi cabeza y las palabras continúan ahorcándome de falsas esperanzas e ilusiones que como un tonto me creí. Tus ojos brillaban con los míos como un enérgico pulsar, tu sonrisa hacía latir mi corazón junto a cada movimiento del mar. Tus caricias me llevaban al cielo cuando éramos el uno para el otro, fuimos dos galaxias orbitando entre sí, y ahora nos estamos desmoronando sin piedad como un moribundo cometa sobre la atmosfera. Supongo que la amo más de lo que me amo a mí mismo, y si pudiera pedir un deseo en este preciso momento, sería el de no llorar cuando me mire al espejo y vea el delicado reflejo de su mirada en mis ojos. Quiero regresar al pasado y abrazarla con el peso de mis angustias hasta desbloquear su corazón, no importa cuántas veces lo ame a él más de lo que me amó a mí, sólo quiero vivir con el recuerdo de que ella fingió amarme para creer que de verdad le importé como me importó a mí, llenarme de mentiras hará que sobreviva de esto que estoy sintiendo. 

Cada segundo que corre me aleja más de ti, mi respiración se detiene y te recuerdo hasta que tus ojos me regresan a la vida. Mi imaginación es un vasto y extenso océano que solo me sumerge en el deseo de poder tenerte cerca, tu rostro se refleja en la superficie a través de los rayos de luz que salen de mis ojos al verte. Nacimos para gobernar mundos con el amor que sembramos el primer momento que nos vimos, los días pasan y las fechas siguen marcadas en mi calendario, cada vez me hago más viejo y nuestras noches se hacen más jóvenes. Nuestro destino fue estar juntos para siempre, sin que el otoño secase los frutos de los árboles que sembramos en la primavera en que nos conocimos, pero cada uno se fue con las hojas que se esparcieron en el vacío y se pudrieron con el olvido. Como la elegida de Dios es su nombre en hebreo, sus labios pequeños de color cereza parecían un dulce caramelo que mentiras disparaba como veneno, sus suaves y delicadas manos de terciopelo hacían magia al acariciar mis mejillas coloradas de amor y pasión. Mis dedos se enrollaban en las ondas que abundaban en su cabellera color café, es única y radiante como el Sol que ilumina mis mañanas; su piel es la razón por la que me mantengo cálido, es la taza de leche que apetece la necesidad de amarla y cuidarla como mi galleta de jengibre. Ella es mi adicción más remota, cuando la veo en mi imaginación los ángeles que nos cuidan relatan todas las palabras que se me vienen a la mente, el eco retumba los latidos de su corazón por la melodía medieval que vinculan nuestros oídos.

 Ella es la manzana que todos quieren comer, y aunque esté envenenada, sigue haciéndome más adicto de lo que era ayer. El corazón es una secreta catacumba perdida entre tumbas de nostalgia y avaricia, solo mi amor propio descansa en los ataúdes que ella misma enterró en su pasado. Mi dignidad y mi felicidad yacen entre aquellas manos que me ahorcaron cuando solo anhelaba su amor, como un torrente negro fluye mi autoestima en un riachuelo de sangre pútrida y obscura, lancé mis armas al suelo y las luciérnagas temblaron en ese momento cuando perdieron sus luces. Probablemente ella es tan dulce como la miel, pero es tan ácida como el azufre de un volcán; su mirada era el puente que conectaba a nuestro inframundo con la realidad. Creer en el amor es como caminar por el fuego y jugar con meteoros, si te tropiezas con una roca fundida de lava, nadie se acercará a ti para levantarte cuando caigas de rodillas por alguien manipulador y soberbio. Te levantarás con el tiempo sin que nadie sepa de ti, será tan lento y doloroso como los errores más horripilantes que cometiste. Seguro te toparás con estafadores que pretendan ser tus amigos para aprovechar el momento de traspasarte la espada, y serán los villanos más crueles que te hagan resurgir entre la traición y el rencor. Me escupiste, me aplastaste y me destruiste cuando lo único que quería era ser tu fortuna; y no sé si pueda salir de esto, pero si algún día llego a hacerlo, espero que te prepares de lo que la vida tiene para ti. Eres la tormenta que va y viene, siempre que llegas me inundas en tu cobardía y me ahogas con tu ignorancia. Pero nada de eso podrá detener a la formidable catástrofe que está llegando para sacarme a flote, porque con todas mis cicatrices quedarás como un barco hundido en el abismo.

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