07. 𝖢𝗅𝖺𝗌𝗁 𝗈𝖿 𝖨𝖽𝖾𝗇𝗍𝗂𝗍𝗂𝖾𝗌

—C H A P T E R       S E V E N—

Lucha de Identidades.

—¿Y dónde estabas?—Le preguntó Mara al de cabellos rubios, con su mirada fulminante clavada en su ser. Su voz salió más áspera y tosca de lo que había imaginado.

Luego de la continua conversación en la que el adulto mayor afirmaba con seguridad ser la verdadera, única y genuina figura paterna en persona de la castaña, ésta comenzó a manifestar y desprender todas aquellas heridas emocionales que se habían generado cuando fue abandonada y dejada en contra de su voluntad por sus supuestos padres.

Y en el fondo, muy en el fondo de su alma, siempre imaginó la existencia de un motivo realmente valioso y verídico por el cual su abandono fue ejecutado. Y aunque anhelaba conocer la respuesta, también sentía miedo sobre ella.

Arthur la observó confundido y extrañado; concentrado en ella, se inclinó un poco hacia el frente de su asiento—Disculpa, no entiendo con exactitud. ¿Podrías ser más específica?—Pidió en un tono bajo pero audible; suave y delicado. Lo menos que quería hacer era iniciar una guerra entre ambos.

Aunque bueno, en su interior él conocía el hecho de que había iniciado el conflicto cuando la abandonó y a su madre eliminó. Su ventaja, buena o mala, era que Mara no conocía esa verdad.

La preocupación en el hombre se hizo presente cuando los labios de la fémina cayeron hacia abajo y comenzaron a temblar, sus ojos azules se habían empañado y su voz se quebró al continuar con su habla.

—Cuando estaba en el orfanatorio, ¿dónde estabas? ¿Dónde estaba mi mamá?—Cuestión ella entre el dolor.

Arthur palideció en su lugar—Rogue...

—No me llames así—Masculló con molestia—Por culpa de su abandono y la falta de información sobre la maldición, yo odié mi nombre y quién era—Escupió con molestia—Él murió por culpa mía.

Maldición. La palabra que siempre haría eco en la vida de ambos.

Él murió por culpa mía. La oración de terror que la seguiría carcomiendo por el resto de sus días.

Arthur permaneció inmóvil en su lugar sin entender concreta y correctamente las palabras de rencor que la menor estaba dando hacia su persona al carecer de conocimiento e información con respecto a la chica.

Hizo un ademán con la cabeza a una silueta masculina que se encontraba a unos metros de distancia detrás de la fémina—su presencia a modo de protección por si ella intentaba ejecutar una acción peligrosa—y se le acercó por detrás.

Mara, en su confusión, sólo se limitó a observar a su supuesto "padre" con una mueca de disgusto indignación, su corazón ardiendo con fiereza e ira. Sus muñecas comenzaron a sentir menos presión sobre sí, lo que produjo un suspiro de alivio a la vez que dos lágrimas rodaban por sus mejillas como reacción al descontrol de emociones; lágrimas que retiró rápidamente con sus manos.

"El dolor te hace más fuerte". Una de las icónicas frases que su antigua amiga y colega decía cuando las cosas no marchaban bien. Realmente la extrañaba.

Frotó con sumo cuidado y delicadeza  sus muñecas con la intención de aliviar el dolor en éstas, la palma de la mano derecha de Arthur se hizo presente en su campo de visión.

—Muéstrame tu pasado, pequeña.

Y aceptó. Solo que Arthur no conocía cuál era su verdadera intención que había detrás de aquella acción.

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Todo trascendía ante ella de una manera casi inexplicable y alarmante. El momento pasó de ser mágico y enternecedor hasta volverse una totalidad de miedo y angustia.

La pequeña Rogue, de tan sólo ocho años de edad, había experimentado por primera vez lo que cualquier ser humano o no terrestre sentiría en algún punto de su historia: el amor hacia una amistad que consideras valiosa. Su nombre era Cody Robbins. 

Ambos se conocieron en un día donde las nubes grises ocultaban el resplandor del sol y el olor a tierra mojada se adentraba por sus fosas nasales; día donde, gracias a la intervención de personas que desconocían, fueron ingresados a la fuerza en un orfanatorio en Brooklyn. Al compartir esa misma desconfianza hacia el lugar y sus residentes, se unieron con el propósito de sobrevivir con ayuda del otro. Y por ende, con el pasar de los años, en los infantes se formó un cariño muy fuerte y genuino que jamás habían experimentado en sus vidas hasta ese momento.

Entonces, ¿por qué de ser todo mágico y cálido se transformó en una espeluznante pesadilla? Bueno, mientras Rogue y Cody observaban el luminoso satélite Lunar, gracias a que se encontraban sentados en el tejado del segundo piso de una infraestructura del orfanato al que llamaban hogar, el infante de cabellos castaños—con suma timidez, cuidado y los nervios al límite—plantó un suave beso sobre los labios rosados de la fémina, quien experimentó una clase de chispa y energía peculiar en su interior.

El inicio de su maldición se haría presente, pues al terminar aquella acción Cody golpeó fuertemente su cabeza y espalda contra la fría y dura base del tejado, con sus ojos color miel completamente cerrados y la vida pareciendo escaparse de su alma.

Después de pedir desesperadamente el auxilio hacia su amigo y descubrir que su éste mismo había entrado en un estado de coma, algunos de los ayudantes e infantes del lugar guardaron rencor y manifestaron acciones en su contra con tal de darle una lección que marcaría su vida, pues creyeron que el acontecimiento había sido un plan en contra de la víctima del suceso aún cuando una de las grabaciones de las cámaras de seguridad decía todo lo contrario.

Golpe tras golpe, insulto tras insulto, morete tras morete y raspones tras raspones. En eso se resumió el diario vivir de Rogue en dos largos y cansandos años, donde deseaba que todo terminara.

Donde deseaba no ser quien era.

Y donde deseaba no existir.

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La fémina cubría sus oídos con sus diminutas, frías y pálidas manos, ignorando el llamado áspero y tétrico hacia su persona mientras se mecía en el suelo de madera debajo de ella.

—Nada malo va a pasar. Nada malo va a pasar—Se repetía a sí misma en un intento de autoconverse. Su voz temblaba con cada palabra expulsada de sus labios.

La puerta de color marrón y compuesta de mármol se abrió con brusquedad—generando un estruendoso sonido al impactar contra la pared—dejó visible la silueta de un hombre mayor que trabajaba en el lugar. En su mano derecha sostenía un enorme y largo tubo cilíndrico de madera.

Para los demás su mirada podía interpretarse con fingida tristeza y pena hacia la infante por tener que "obligarlo" a darle un castigo, pero la realidad era que él la observaba cual cazador a su presa. Ansioso por tener que desquitar sus problemas con ella gracias a que su persona, aún con el paso de los meses donde la mayoría ya había "perdonado" a la oji-azul, seguía culpándola del incidente con Cody.

—Alguien se portó muy mal el día de hoy—Comentó formando un ligero puchero con sus labios. Con diversión siendo perceptible en su voz, mientras avanzaba a pasos cortos.

La oji-azul gruñó en su lugar—¡No es cierto! ¡Yo no hice nada!—Le gritó entre lágrimas de impotencia y terror. Su diminuto ser temblaba en su lugar.

Cerrando la puerta detrás de él con brusquedad y el apoyo de una de sus piernas y dejando que un grupo de infantes que se encontraba observando hacia la habitación dejara de observar la escena, dio inicio a su tarea, dejando así que los menores que se encontraban aún en el área escucharan los múltiples gritos desgarradores de dolor que la fémina daba con cada golpe que recibía.

Tenían miedo de algún día ser los siguientes y sabían que los maltratos hacia la niña se habían convertido en un abuso personal del encargado, por lo que comenzaron a idear un plan en contra de los seres malévolos del lugar.

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La fémina apartó con rapidez su mano de Harrow, observándolo con seriedad y en espera de una respuesta que no llegaría.

Al menos no por el momento.

—Rogue...

—Mi nombre es Mara. Rogue dejó de existir hace muchos años—Le aseguró con firmeza aún cuando sabía que no era verdad, pues Rogue la había forjado y convertido en la persona que era ahora.

Mara era Rogue, y Rogue era Mara. Tenía que aprender a lidiar con esa faceta, tendría que encontrar el balance entre su niña que padeció dolores y su versión joven y adulta que padecía de una mejor calidad de vida.

El adulto mayor intentó hablar, pero fue detenido por una mujer de cabellos rojizos que le llamó por su nombre desde la lejanía, se encontraba recargada al marco del enorme portón de la cafetería a unos metros de distancia de la ubicación del par.

—Está aquí—Se limitó a decir antes de observar a la fémina, cosa que ella también hizo. Se cruzó de brazos antes de dar media vuelta y desaparecer del lugar.

Agradeciendo sus servicios, Arthur observó a la oji-azul con detenimiento. Se percató de que la mirada de la chica seguía en la dirección en la que la pelirroja había estado con anterioridad.

—Ya regreso.

—No te molestes, Harrow. Yo estaba por irme—Confesó. Se inclinó hacia adelante y comenzó a liberar sus piernas del amarre proporcionado gracias a unas cuerdas.

—¿Vas a dejar a Steven aquí solo?

La castaña abrió sus ojos con suma sorpresa al escuchar el nombre de su amigo. Su corazón saltó y destelló de alegría, lo que llegó a hacerle olvidar por unos instantes todos aquellos malos recuerdos del pasado—¿Steven está aquí?—El tono de su voz dejó a relucir la emoción e ilusión que sentía en el interior.

Él asintió a modo de respuesta, con una leve sonrisa de satisfacción por su pequeña hazaña—Nuestra conversación aún no ha terminado, Mara—Aclaró en un tono más serio y sombrío del que había esperado. Y sin más que decir, dio media vuelta sobre sus talones y con ayuda de su bastón se encaminó al punto de origen donde esperaba ver al azabache.

Mara suspiró por lo bajo. Tendría que seguir en ese lugar para asegurarse de que su amigo saliera sano y salvo. Además, sentía cierta curiosidad por escuchar que tenía preparado Harrow para él, qué tanto conocía de Marc y por qué había decidido ser también el servidor de una deidad egipcia.

—No me gusta el chisme, pero como me entretiene—Murmuró por lo bajo con cierta diversión mientras continuaba en su fase de liberación.

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La noche había caído en el lugar y esta vez la atmósfera había cambiado rotundamente. En la zona se encontraban múltiples vehículos policiales y ambulancias, el color azul y rojo se mezclaban junto con el ruido de las sirenas y el movimiento y habla de las personas, claramente los reporteros y/o periodistas no podían faltar en la escena.

Todo terminó. Se haría justicia por ella y por todos los que alguna vez sufrieron.

Por los que no pudieron salir del lugar.

La" alegre" y "armoniosa" institución  escondía dentro de sí un sinfín de terribles, oscuros, espeluznantes y agonizantes secretos que involucraban cadáveres de menores que sufrieron respectivos abusos en contra de su voluntad.

Y fue la valentía y revolución de los menores y trabajadores que yacían en el lugar que el encargado y sus cómplices pagarían las consecuencias que tanto merecían.

Rogue se encontraba sentada al borde de una larga camilla blanca que dejaba sus pies colgando sobre la superficie pavimentada del suelo, una manta azulada la cubría del frío viento que hacía en las afuera de su antiguo infierno.

Sentía alivio y cierta paz en su interior. Debía estar feliz, pero no lo estaba, al menos no en su totalidad. Veía a muchos niños siendo recibidos con amor por personas que ella desconocía, los veía siendo recibidos  con calidez a un círculo familiar.
Nadie parecía tener intención alguna de acercarse a ella y darle aquella sensación que tanto esperaba recibir.

Se encogió en su posición con su labio formando un puchero triste y sus ojos tornándose rojizos.

Sintió una presencia caer al lado suyo que hundió el extremo contrario a su posición, giró su vista hacia la derecha encontrándose con un hombre mayor y con lentes que sostenía entre sus brazos a un niño con múltiples lunares, de cabellos castaños y una extraña camiseta con el dibujo de un animal azulado que se hacía llamar Sonic.

—Soy Thomas y busco una hermana. ¿Quieres ser mi hermana?—Preguntó el infante con emoción y voz chillona.

Rogue giró su cabeza hacia atrás creyendo que no se dirigían hacia su persona o que se trataba de una broma o confusión. El hijo único del hombre adulto bajó de los brazos de su padre y se acercó a la fémina, donde procedió a dar un tirón a la manta que la cubría con el propósito de capturar su atención.

—¿Yo?—Musitó por lo bajo.

—Si, tontita. ¿Quién más?—Obvió él con una pequeña sonrisa divertida.

—Thomas....

—Perdón, papá—El menor carraspeó en su lugar—Si, niña de la manta azul.

La fémina observó por encima del hombro a la figura paterna del infante, quien le sonreía tiernamente en su dirección. Su corazón sintió calidez en ese momento, pero su desconfianza por las personas se había vuelto mayor y logró opacar aquella sensación.

—¡Es una asesina!—Gritó el mismo sujeto que se había encargado de su tortura. Su acción le hizo dar un brinco en su lugar—¡Nos matará a todos! ¡Asesinó a un niño! ¡Cody murió por culpa suya!—Exclamaba a viva voz con una sonrisa psicópata.

Las personas murmuraban cosas a su alrededor, y afortunadamente no en contra de su persona. Mientras observaba al susodicho ser arrastrado por dos oficiales, la silueta fugaz de Thomas corriendo hacia el hombre y dándole una patada en la pierna izquierda le hizo reír.

—Este niño—Murmuró el padre antes de ir corriendo hasta él.

—Niño malcriado.

—Anciano feo.

—Mocoso.

—Canoso.

El par se insultaba con miradas filosas mientras los oficiales los alejaban con tal de que no ocurriera un acontecimiento de gravedad.

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—Rogue—El infante Thomas alargó la última letra con cansancio. Su cabeza se inclinó hacia atrás en su fastidio.

Él insistía en querer jugar con ella e imaginar que se encontraban en una aventura o que eran superhéroes al estilo de los Vengadores, mientras que la fémina prefería leer un libro sobre un niño que no encajaba con su comunidad al no tener abilidad alguna a la hora de tener que eliminar un furia nocturna, una especie de dragón supuestamente peligroso.

—Thomas.

—Hermano, dime hermano—Insistía él. Era lo que más anhelaba, al igual que las figuras partenas ansiaban que ella los llamara "papá" o "mamá" aún cuando sabían que no eran los verdaderos.

—No me gusta mi nombre—Confesó con sinceridad, dejando de lado el libro en sus manos.

—¿Por qué no?—Cuestionó con el ceño fruncido y su cabeza de lado. Sus labios se movieron formando un puchero—Si de eso tienes cara.

Rogue formuló una mueca a modo de disgusto—Me hace recordar ese lugar, y no quiero recordar ese lugar—Dijo sintiéndose nuevamente indefensa.

Thomas titubeó pensativo en su lugar con su mano sobre su barbilla en búsqueda de la nueva identidad de su hermana con el fin de aliviar el malestar que, por la edad, aún no comprendía del todo.

—¿Abigail?

—No.

—¿Patricia?

—No.

—¿Daniela? ¿Maddison? ¿Allyson? ¿Vanya? ¿Grace?—La menor negó con su cabeza—¡Chispitas!

—Es horrible.

El menor fingió indignación y cruzó sus brazos por debajo de su pecho—Es lo que más amo en el mundo.

La oji-azul le observó extrañada—¿Por qué me pondrías el nombre de lo que más quieres?

—Porque estás en el segundo puesto de las cosas que más amo en el mundo.

Y allí estaba el sentimiento que tanto ansiaba recibir. Thomas fue su salvación.

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Huérfana.

Palabra que se repetía constantemente cuando hacía acto de presencia en secundaria. Seudónimo al que le había dejado de tomar importancia, a diferencia de Thomas, que le irritaba en su totalidad y le ocasionaba ciertas disputas con algunos compañeros.

Y en su punto límite, una mala decisión hizo estallar la bomba que habitaba en su interior.

Risa tras risa de dos siluetas femeninas y una masculina. Mara yacía cubierta de harina y confeti sobre su cuerpo y rostro gracias a que abrió la pequeña puerta de su casillero. 

—Quizás es huérfana por fea.

—Es tan delgada.

—Lo voy a golpear, Mar—Le murmuró Thomas con notable molestia. Si algo odiaba con toda su alma era cualquier abuso u ofensa a su contraparte.

—Su figura es horrible.

—Yo escuché el rumor de que asesinó a un niño.

Y con el término de aquella oración, azotó con fuerza la puerta de su casillero dejando visible en el área el rostro serio y fulminante del dúo de hermanos.

—¿Me sigues?—Preguntó el mayor.

—Siempre—Aseguró ella con decisión y sin importarle en esta ocasión el castigo que recibiría por involucrarse en un combate físico.

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Si. Quizás todo en su vida no parecía ser tan malo como uno hubiese pensado, pero esto es sólo el inicio de su historia de origen.

De la historia que ustedes aún desconocen.

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¿Verdad que lxs engañé? Wuajajaja
Al final no escribí nada triste y solo son recuerdos rellena espacios, aún no obtendrá la información valiosa que ansían.

Esta vez la dedicatoria es para FridaParker por descubrir mediante hechicería—no es cierto gente, fue pura casualidad de la vida—que el padre adoptivo de Mara está basado en Pedro Pascal✨✨✨
Gracias por tu apoyo y tus comentarios <3❤️

Amo al Mandaloriano, déjenme.


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©-mandaloriana76

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