➛ ⌈05⌋ 'Algo que posee'
❝ALGO QUE POSEE❞
━🌻━
▌𝙷𝚘𝚕𝚒𝚜, 𝚜𝚘𝚕𝚘 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚍𝚎𝚌𝚒𝚛𝚕𝚎𝚜 𝚚𝚞𝚎 𝚌𝚘𝚖𝚎𝚗𝚝𝚎𝚗 𝚜𝚒 𝚕𝚊 𝚑𝚒𝚜𝚝𝚘𝚛𝚒𝚊 𝚕𝚎𝚜 𝚊𝚐𝚛𝚊𝚍𝚊. 𝙰𝚜𝚒́ 𝚌𝚘𝚖𝚘 𝚖𝚎 𝚙𝚊𝚜𝚘 𝚕𝚘𝚜 𝚍𝚒́𝚊𝚜 𝚒𝚗𝚝𝚎𝚗𝚝𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚊𝚌𝚝𝚞𝚊𝚕𝚒𝚣𝚊𝚛 𝚢 𝚎𝚜𝚌𝚛𝚒𝚋𝚒𝚎𝚗𝚍𝚘 𝚊 𝚖𝚊́𝚜 𝚗𝚘 𝚙𝚘𝚍𝚎𝚛, 𝚖𝚎 𝚐𝚞𝚜𝚝𝚊𝚛𝚒́𝚊 𝚚𝚞𝚎 𝚍𝚒𝚎𝚛𝚊𝚗 𝚊𝚙𝚘𝚢𝚘 𝚎𝚗 𝚕𝚘𝚜 𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘𝚜 𝚜𝚒 𝚕𝚎𝚜 𝚐𝚞𝚜𝚝𝚊. 𝚗𝚘 𝚕𝚎𝚜 𝚝𝚘𝚖𝚊 𝚍𝚎𝚖𝚊𝚜𝚒𝚊𝚍𝚘 𝚝𝚒𝚎𝚖𝚙𝚘. 🫂
DEREK HALE:
Esto no podía estar sucediendo.
Las palabras de Isaac se repitieron en mi cabeza sin detenerse, volviéndose un detonante de posibilidades que me resultaban dolorosas. Se suponía que debía estar preparado para ese tipo de noticias, se suponía que debía mantener un perfil serio y ser lo suficientemente fuerte como para no demostrar que algo podría estar afectándome; pero cuando escuché la voz entrecortada de Isaac, fue como si mi muro de apariencias comenzara a agrietarse poco a poco. Existía la posibilidad de que nunca viéramos a Erica de nuevo. Existía la posibilidad de que ella estuviera muerta.
Los ojos de Isaac se clavaron en los míos en los segundos en que Deaton y Scott tardaron en envolverlo con dos toallas de un color oscuro que ni siquiera distinguí, porque enseguida aparté mi mirada y apoyé las yemas de mis dedos encima de mis párpados. Necesitaba un poco de paz, pero me era imposible buscarla en un lugar en donde no estuviera Lena.
—Escuché algo más —soltó Isaac, luego de unos minutos de haberle contado lo que dijo antes de salir del trance—. Recuerdo palabras sueltas, extrañas..., no creo que le encontrara sentido al inicio, pero... —Sus ojos se detuvieron en mí una vez más.
—¿Pero qué? —inquirí al sentirme observado por todos en el lugar.
Isaac bajó la mirada y cerró sus ojos, como si estuviese recordando cada detalle y cada palabra para no equivocarse. Eso logró provocarme un escalofrío repentino porque sabía que se trataba de algo importante, aunque él no tuviese conocimiento de ello.
—¿Isaac? —la voz de Scott sonó relajada, aunque podía ver la intranquilidad en su dedos inquietos sobre la plancha de metal. Enseguida supe que nuestra preocupación era por lo mismo.
Isaac suspiró rendido y clavó sus ojos en el piso.
—E-escuché a uno de ellos —dijo—, creo que fue el que atacó a Scott en el hospital. No lo sé; era algo alto y enorme...
—Sí, Ennis, era él. ¿Qué fue lo que dijo? —insistí con impaciencia.
Luego de unos segundos en silencio, Isaac alzó la mirada hasta mí; sus ojos celestes y húmedos delataban su miedo. No pude mentirme por mucho tiempo; estaba completamente aterrado por lo que eso pudiera significar. No era mi vida la que estaría en riesgo, era la vida de una de las pocas personas que me preocupaban. Y no me refería al fin de esta misma, el miedo era provocado por la sola idea de que Lena lo descubriera todo y que al mismo tiempo, se alejara de mi lado una vez más.
—Él dijo que reconoció el aroma de Selena y habló sobre lo fácil que sería atraparte con lo que Deucalion posee de ella —sus palabras se dirigieron a mí de forma cuidadosa.
—¿"Posee", qué quiere decir con eso? ¿Qué es lo que posee de ella? —cuestionó Scott algo alterado, captando la atención inmediata de su mejor amigo. Tal vez aún no le había contado nada.
Negué lentamente con la cabeza, sin quitar mi mirada de Isaac.
—No tengo idea —murmuré en respuesta.
[...]
NARRADOR:
Melissa McCall llegó a casa con tal grado de agotamiento que lo único que logró hacer es caer en el sofá rendida. La noche anterior y parte de ese día, había estado ocupada con una mujer que estuvo durante diez horas en labor de parto. Incluso estando a punto de desmayarse por el cansancio y por lo poco que pudo comer, era imposible no sostener la mano de aquella joven mujer mientras traía una nueva vida al mundo a base de gritos y esfuerzos que casi no le quedaban. Además, cada vez que la veía a la cara al acariciar su mejilla con delicadeza, no podía evitar pensar en su propia hija. Selena había soñado desde siempre con ser madre, desde niña. Melissa casi podía recordar las innumerables veces en que la encontró sacándoles una sonrisa o jugando con los niños en la sala de espera del hospital; además de las decenas de bebés de juguetes que pedía tener con lágrimas en los ojos.
El chirrido de la puerta al abrirse interrumpió sus pensamientos. Se enderezó en el sofá y se encontró con su hijo entrando de prisa a la casa, como si estuviese escapando de algo que lo perseguía.
—¿Estás bien, Scott? —preguntó ella, poniéndose de pie luego de quitarse los zapatos—. ¿Has visto a Selena?
Scott retrocedió luego de haber pisado el primer escalón de las escaleras. Caminó hasta la sala en donde su madre se encontraba y se acercó hasta ella para saludarla con un corto beso en la mejilla. La mujer sonrió.
—Sí, estoy bien. En cuanto a Selena, últimamente está mucho en el loft con Derek, ¿no lo crees? —comentó Scott demostrando su descontento con el ceño fruncido y sus mejillas ligeramente infladas.
Melissa soltó una risa nasal al escucharlo, casi sin poder ocultar su diversión al escucharlo.
—Por dios, hijo, Selena ya es grande; en cualquier momento tendrás que aceptar que ella no vivirá con nosotros. —La mujer apoyó ambas manos en los hombros de su hijo y lo acarició con suavidad—. Después de todo, sabes que se merece su propia vida.
Scott clavó sus ojos en los de su madre y solo entonces, Melissa notó las lágrimas en ellos. La mujer apoyó sus manos en las mejillas de él, mientras le preguntaba qué era lo que pasaba en realidad.
—¿No crees que se merezca la verdad también? —preguntó con un hilo de voz—; ¿No crees que es injusto que ame a alguien que le miente?
—¿De qué estás hablando, Scott? —Melissa detuvo sus caricias observándolo con confusión.
—Hablo de Lena, mamá —escuchar aquel apodo congeló el pecho de la mujer—. Hablo de lo que todos sabemos, excepto ella. Hablo del daño que podría causarle, un daño que tal vez no tenga retroceso.
—Hijo...
Scott meneo la cabeza mientras se alejaba del agarre de su madre. Sin alzar la mirada, caminó hasta el sofá y se sentó en la orilla con las palmas de sus manos juntas. Melissa se acercó y se arrodilló frente a él mientras rodeaba sus manos con las suyas.
—Existen varias razones —dijo Melissa— por las que no le dije la verdad a Selena, muchísimas; pero una de esas es la más importante de todas y la que más me dio fuerza cuando tenía que ver el rostro de mi hija y mentirle. Y sabes, Scott, mejor que nadie, que ni a ti ni a ella les he mentido jamás. Sabes que, como madre, lo único que me interesa es el bienestar de ambos, y que eso está por encima del mío.
—¿Cuál es la razón?
—Ser madre.
Con eso, Scott comprendió enseguida que existían razones válidas para ocultar lo que ocurrió.
Un par de golpes en la puerta llamaron la atención de la mujer que acomodaba la ropa en la lavandería. Volteó hacia la ventana detrás de ella y frunció el entrecejo al notar que ya había anochecido. Se preguntó quién podría ser a esas altas horas de la noche, mientras dejaba la canasta con la ropa en el suelo nuevamente. Palmeó las manos antes de salir del cuarto, confundida.
No supo exactamente qué fue lo que provocó aquel malestar; incluso tuvo que detenerse a mitad del camino cuando tuvo la impresión de que su pecho se abriría ante tanta insistencia de los latidos de su corazón. Si era el presentimiento de que algo estaba ocurriendo, no lo sabía. Sin embargo, estaba segura de que se trataba de algo malo, algo que podría estarle sucediendo a uno de sus hijos. Con el pánico preso en sus ojos, clavó su mirada en la puerta con el temor de encontrarse con la peor noticia detrás de la madera.
Los golpes se repitieron, pero esa vez con más insistencia y desesperación. Melissa intentó recuperar su compostura y controlar el ritmo deshecho de su respiración antes de seguir su camino hasta la entrada. Segundos previos de lograr girar el pomo de la puerta, retuvo el aire en sus pulmones junto con el deseo de que no fuese nada más que un pensamiento sinsentido del cual pronto sería motivo de risas con sus hijos.
Pero, al abrir la puerta, pareció que el mundo cayó a sus pies con el peso de un camión de cemento. Sus ojos se cristalizaron antes de siquiera poder preguntar qué era lo que ocurría.
—¿Ella está bien? —preguntó, cubriendo su boca con sus manos temblorosas.
La mano de una mujer se apoyó en su hombro y le dedicó una sonrisa de consuelo mientras asentía. Talia comprendía aquel dolor punzante que se presentaba en el pecho cuando se trataba de sus hijos. El alivio de Melissa se mostró casi al instante en que se acercaba al cuerpo de su hija, quien estaba recostada en los brazos de Derek Hale, mientras el chico miraba a la mujer con total remordimiento y tristeza.
—Lo siento... —dijo en un susurro—. No quise... Yo...
Y, por primera vez en la noche, Peter Hale, quien estaba a su lado con el semblante serio, apoyó la mano en el hombro de su sobrino, demostrándole su completa comprensión con la situación.
—Será mejor que entremos, Melissa. Debes saber lo que pasó. —La madre del chico volteó hacia Melissa y le sonrió nuevamente—. Y debes entenderlo como madre.
Melissa asintió de inmediato, porque sabía que Derek Hale jamás lastimaría a su hija. Y viendo la forma en la que él aún acariciaba el cabello de ella y la miraba con los ojos llorosos, no había forma en la que le hubiese hecho daño a propósito.
DEREK HALE:
—Logré que se bañara tres veces — comentó Selena con orgullo mientras se sentaba en el sofá junto a mí—. Solo para fastidiarlo, por supuesto. Peter huele bastante bien.
Le di una mirada de reojo al tiempo en que le daba una mordida a una de sus manzanas. Enseguida, Selena me dio un suave golpe en forma de regaño.
—¿Te parece atractivo mi tío? —inquirí con confusión.
Selena abrió su boca completamente asombrada por mis palabras, por lo que casi provoca mi risa. Le di otra mordida a la manzana para evitar que eso sucediera mientras ella movía sus manos en todas las direcciones. No quise hacérselo saber, pero sus mejillas se tornaron de un tono rosado mientras lo hacía.
—¿Cuál es el punto que te hizo unir el "huele bien" con el "me parece atractivo"? —cuestionó casi ofendida—. ¿Podría haber algo más absurdo que el hecho de que me acuses de fijarme en tu tío?
—Todo puede pasar —murmuré fijando la vista enfrente mío.
Escuché a Selena bufar antes de sentir cómo sus labios besaban mi mejilla con suavidad. Tuve la impresión de que sus labios se estiraron con una sonrisa encima de mi piel, provocando que se me erizara enseguida.
—No cuando te tengo a ti — susurró cerca de mi oído.
Volteé a verla nuevamente, esta vez, con una ceja alzada y una diminuta sonrisa ladina en el rostro; no me hacía falta un espejo para saber que mis ojos se iluminaron al verla, porque era ella el rayo de luz que siempre me calmaba de forma automática. Selena dejó caer su mano en mi pierna lentamente cuando me incliné para besarla, sin tener intenciones de borrar aquella estúpida sonrisa de mi rostro. Mi mano viajó desde el sofá hasta su cuello, en donde la sostuve con tanta delicadeza como si fuese capaz de romperla; deslicé mis besos hasta aquella zona tan suave, logrando que soltara un par de gemidos llenos de placer. Su aroma a flores de jardín me cautivaba cada vez que la tenía cerca, impregnándose en mi memoria como si fuese un recuerdo nuevo.
Tomé a Selena de las caderas y, como si no pesara más que una pluma, la levanté para sentarla en mi regazo; ella soltó una risa divertida antes de besarme nuevamente.
De pronto, como si eso hubiese estado rondando por mi cabeza durante demasiado tiempo, mi boca dejó escapar una pregunta inesperada.
—¿Quieres mudarte conmigo?
Los besos y las caricias de Selena se detuvieron abruptamente; se alejó de mi rostro con lentitud y sus ojos atónitos se clavaron en cada una de mis expresiones. Tal vez buscaba algún indicio de que estuviera bromeando o mintiendo con la propuesta; sin embargo, no había nada más que sinceridad, tanto en mis palabras como en mi rostro, incluso más de la que yo mismo hubiese esperado portar.
—¿Es... Derek, hablas en serio? —el movimiento de sus cejas fue indeciso y sus labios temblaban ligeramente.
Yo solo logré asentir con la cabeza sin ser capaz de correr la mirada de sus ojos; tomé sus manos entre las mías y se las besé con tanta suavidad como ella solía hacerlo conmigo.
—Yo... —sus palabras parecieron detenerse en la punta de su lengua; cerró los ojos y cuando los volvió a abrir, todo el miedo de que pudiera molestarse o ponerse mal desapareció. Sus ojos estaban cristalizados, pero la sonrisa en sus labios evitó que pensara lo peor—. Sí, Derek. Quiero vivir contigo.
▌NOTA!
¡HOLIIIS!
Primero que nada, es posible que la mayoría ya haya votado en este apartado porque se trata de un capítulo que decidí pegar en el capítulo anterior y escribir uno nuevo aquí. Por eso, aunque ya exista el voto, ustedes no lo han leído, así que lo confirmo: es un capítulo nuevo.
Segundo, lxs tenía abandonxs con esta historia, amiguis, ¡lo siento muchísimo! Esperanzada de que la esperaba haya valido la pena, al menos un poco.
Espero que se encuentren bien, muchos besos y abrazos. ❤️🩹
Tiktok: gimeverlark.
Pinterest: -GIMEVERLARK-
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Recuerden:
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