14 | LOS DOS DUEÑOS DE MI CORAZÓN
☆ ─── 「☪️」─── ☆
— ¿Cinco, qué...? ¿estás bien? — le cuestiona Amelia, viéndolo beber agua como si no hubiese un mañana.
En cierta parte, algo en Amelia le decía que Jack tenía algo que ver con lo que sucederá con ella. Era obvio que tanto interés en sus poderes no iba a llevarlo a ningún lado. Aún así, decidió confiar en él, aunque sea un poco. Por suerte el estudio de sus habilidades solo fue una excusa, no quiere imaginarse lo que hubiera hecho Jack si lo hubiese dejado estudiarla como una rata de laboratorio.
Número Cinco termina de beber — tengo que estar bien hidratado.
— ¿Para qué es el talco de bebé? — pregunta Luther cuando este se comienza a echar polvo en las axilas. Cinco responde que es para la picazón. — ¿tienes picazón? ¿hay picazón? Cinco ¿qué demonios estás haciendo?
El niño se pone más talco, esta vez en su entrepierna y se sacude un poco para que entre en su pantalón, lo miro confundida ¿tiene picazón... Allá abajo?
— Es una jugada arriesgada, pero como los idiotas de nuestros hermanos son tan inútiles que no son capaces de cumplir con una hora estimada de encuentro, no me queda de otra. Iré a verme. — dice caminando por la sala con su chaqueta la cual se coloca.
— ¿Deberíamos estar preocupados?
— No sé si lo recuerdan pero tuve que viajar a 1963 por una orden de La Comisión para matar al presidente. — contesta estirando sus extremidades
— ¿Tu tú viejo está aquí? ¿cómo será eso?
— Sí, esta aquí, con un maletín que nos ayudará a volver a nuestra línea de tiempo. — Amelia y Luther se miran entre sí, sin haber caído en cuenta de ese detalle. Ya entienden por qué Cinco es el cerebrito de la familia.
— Eso es genial, tenemos otra oportunidad.
— Si bien, hay dos problemas graves que no podemos dejar pasar. Número 1: soy un asesino entrenado, quizás el más peligroso de la continuidad espacio-tiempo y sé que no reaccionaré bien al encontrarme conmigo mismo. Mucho menos al verla a ella. — señala a Amelia — Número 2: uno no debe coexistir cerca de uno mismo en una misma línea de tiempo. Hay efectos secundarios.
— ¿Qué tipo de efectos secundarios?
— Bueno, según la sección 3b del capítulo 27 del Manual de La Comisión, hay 7 etapas en la psicosis paradojal: primera etapa, negación. segunda, picazón. tercera, sed y muchas ganar de orinar. cuarto, gases. quinto, paranoia aguda. sexto, olor excesivo y séptima... Ira homicida.
— Vaya, la última es muy inesperada.
— No sé si esto sea buena idea o no... Necesito tu ayuda para esto, como un auxiliar.
— ¿Como un compañero? — cuestiona Número Uno, algo perdido.
— Si me pongo muy psicótico, me ayudarás a concentrarme. — se dirige a Amelia— Haga lo que haga o diga lo que diga, no debo volverme loco. Ah, y no hables con mi yo viejo.
— ¿Por qué?
— Porque no, punto.
Se da la vuelta para irse, sus hermanos le siguen inmediatamente.
(—☪️—)
Los tres hermanos entran al pequeño bar, buscando al viejo Número Cinco. Amelia está algo nerviosa, y a la vez emocionada, de poder conocerlo. Ya que verá la esencia misma de la persona con la que está saliendo, solo que con un físico diferente. En el camino, Cinco le advirtió que no se acercara mucho, ella no entiende por qué tantas advertencias. Amelia también lo conoce y sabe que no haría algo que pudiera lastimarla, pero aún así, hay que tener preocupación.
— Bueno, ahí estoy. — habla el chico. Se esconden detrás de una pared y se asoman, encontrando a un hombre elegantemente vestido, sentado en la barra, tomando una cerveza.
— ¿Y si lo tomamos y corremos?
— Luther, no te dejaría hacer eso.
— Es buena idea, podría distraerlo mientras ustedes se encargan — piensa su hermana. Luther la mira sorprendido y Cinco serio. — no lo decía de mala forma.
— Protegemos esos maletines hasta la muerte... El problema es la psicosis, estoy poniendo en peligro mi existencia con solo estar en un mismo espacio que él. — Luther alza la ceja. Definitivamente los temas de viajes en el tiempo no son lo suyo. — Reacciona, Luther. Si el viejo yo no viaja al 2019 de regreso, todo se vuelve un lío. Esto saldrá bien, solo intentemos razones con él, será sencillo.
— Te acabas de rascar.
— No lo hice.
— Ya pasaste las dos primeras etapas.
— Prosigamos ¿de acuerdo?
— Iré yo primero, para romper el hielo. Si ve a su pequeño mini yo, se volverá loco.— Luther sale del escondite yendo hacia allá.
— No salgas todavía hasta que no lo haga yo — Amelia se mantiene callada, sin querer protestar. Él conoce perfectamente esa acción. — no te he visto en 45 años y si te veo ahora, como una mujer ¿crees que reaccionaré bien?
Él sale dejándola con las palabras en la boca. Vuelve a asomarse, notando cómo Número Cinco viejo se sorprende bastante al verse a si mismo, con cuerpo de adolescente.
— Okey, ahora vas a ver a alguien más pero promete que no te le vas a tirar encima ni a asustarla. Te conozco — le advierte Cinco.
Toma la muñeca de su pareja sacándola del escondite y la posiciona a su lado con cautela. El hombre deja caer su cuchara más que impactado, Amelia le saluda un poco tímida. Cinco viejo se acerca a ella y le da un abrazo desprevenido.
— Amelia — murmura, volviendo a verla. Sus manos tocan su rostro con delicadeza, cerciorándose de que realmente sea ella, analizando sus ojos oscuros, los cuales son tal cual como los recuerda — eres tú.
Cinco joven carraspea su garganta llamando su atención, le hace un movimiento con la cabeza indicando que se aleje, lo cual hace, sin dejar de mirar a Amelia. Toman asiento en una mesa para charlar, quedándose Número Ocho entre ellos, con su hermano grandulón en frente.
— ¿Qué querrán para comer? — pregunta una mesera.
— Cerveza — responden los dos al mismo tiempo mirándose con los ojos entrecerrados.— ¿tú qué quieres, Amelia? — le hablan los dos a la vez. « Esto es más raro de lo que pensé. »
— Un sándwich de queso y un jugo está bien, gracias.
Luther suspira cansado. El pedido no tarda en llegar. Amelia empieza a comer un tanto incómoda, pues Cinco viejo no dejaba de mirarla, y Cinco joven no apartaba su vista de él. Luther comienza a hablar para romper el hielo, pero no parece funcionar.
— Que alguien me explique por qué estoy bebiendo una cerveza con mi yo pequeño. — Cinco viejo quiebra el silencio, harto de su mirada matadora.
— Soy 14 días mayor que tú.
— Mi vello púbico es más hombre que tú.
— Dentro de una hora en la plaza Dealy, antes de que maten al presidente, vas a romper tu trato con La Comisión. Sé lo que estás pensando. Todos esos años en el Apocalipsis estuvimos preocupados por nuestra familia pero hoy vas a hacer algo al respecto. Intentarás viajar en el tiempo al año 2019, sin embargo, vas a arruinar ese salto para terminar en este cuerpo. Atrapado para siempre en un puberto.
— Okey — lo interrumpe. —suponiendo que te creo ¿qué debería hacer entonces? ¿no saltar?
— No, no, no... Necesito que saltes, sino lo haces, yo dejaré de existir. Lo que necesito es que des el salto justo. Vuelves al 2019 como planeaste pero con los cálculos correctos, sigues siendo un hombre adulto. A cambio, nos das el maletín que no vas a usar.
— Es mucho qué asimilar, opino que... — pausa, pensando — Voy a al baño.
Se levanta yéndose con el maletín. Amelia suspira, pensando que será más difícil de lo que creyó, en especial por la actitud tan correcta y autoritaria que conoce muy bien de Cinco. Luther limpia el sudor de su hermano, al verlo empapado.
— Sé que hay algo mal, no confío en él.
— Ese eres tú, Cinco — le aclara Amelia, algo divertida.
Número Uno decide ir y vigilar al Cinco viejo, Amelia se queda con el chico, quien no para de sudar y rascarse el cuerpo. Ella se queda mirándolo, dándose cuenta que ya se ha tomado su vaso de cerveza y pide otro.
— No tomes tanto, no queremos que estés ebrio al frente de tu otro tú y tengamos que controlarte— le llama la atención.
— Ponerme borracho no es lo que quiero, debo estar hidratado— reniega.
— Ya llevas 3 vasos extra grandes.
— Eso no es nada —Número Ocho rueda los ojos — ¿es raro que me sienta celoso de mí mismo?
— Eres muy adorable. Si no fuera porque eres muy serio, serías como un osito de peluche — le dice sonriendo, refiriéndose a Cinco viejo. Él no dice nada. — hoy te levantaste con el pie izquierdo.
— No me gusta que hables de él ¿de acuerdo? me conozco y sé lo que estoy pensando, te estoy advirtiendo, Amelia.
— Oye, yo también te conozco, ysea lo que sea que estás pensando, estoy segura que no quiere hacerme nada malo. Estás exagerando por culpa de la psicosis.
— ¡No estoy exagerando! — exclama, haciendo que algunas personas los volteen a ver. Cinco pone los ojos en blanco, con estrés — Lo siento, Am, solo... no le hables ¿de acuerdo?
Ambos regresan del baño.
— De acuerdo, acepto el trato. Tenemos que irnos, Kennedy nos espera. — anuncia el viejo caminando a la salida, con los demás siguiéndole.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top