13 | TÚ Y YO (PARTE 1)

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Amelia es de esas chicas que siempre soñaron con tener un príncipe azul, casarse con un gigantesco vestido y vivir feliz en una viña de animales. Esas son las ideas que las historias románticas le habían metido en la cabeza desde niña. Por lo que, ahora que el Número 1 de la familia será el primero en casarse, se acerca el fin del mundo y probablemente ella nunca pueda contraer matrimonio debido a que sus días están contados, debe disfrutar esa última noche.

Ayudó a Sloane a perfeccionar los detalles de su vestido de novia, sencillo pero digno para la ocasión. Ella era la única de los Sparrow que logró entenderla del todo y le hace muy feliz que Luther haya encontrado a alguien que lo comprenda ya que él no es tan perfecto que digamos.

— Es increíble — habló la rubia viendo la prenda colgada a un lado, admirando su trabajo ya terminado. Miró a Amelia, sentada en la silla, terminando la decoración de las mesas — ¿Qué tienes planeado ponerte, Amelia?

— Aún no lo se... Veré qué puedo encontrar por ahí. No sé de dónde sacan tanta ropa los demás — rieron. En ese momento tocaron la puerta, encontrando a Diego.

— Pasaba por aquí antes de irme a la despedida de soltero de Luther. No pude evitar escuchar que no tienes qué ponerte— Amelia sonrió al ver el vestido que tenía en sus manos y lo recibió — Sabes que soy tu estilista personal, no tienes por qué agradecerme, tómalo como un favor.

— Gracias — le dió un abrazo fuerte— ¿y Lila? ¿Se está arreglando?

— Hablaremos de ella en la boda, tengo algo que decirte — fue lo único que contestó, dejándola un tanto confundida, aún así aceptó y su hermano se retiró de la habitación.

— ¡Vamos a arreglarte! — exclamó la Sparrow emocionada.

Mientras se preparaban para la gran noche, escuchaban los cantos y gritos del pequeño evento de Luther, de vez en cuando riéndose al oírlos más alborotados de lo normal.

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— ¿Pueden dejar de pelear por lo menos esta noche? — pide Luther al oír a Viktor y Allison queriendo empezar una discusión — es mi noche, gracias.

El salón se encontraba listo para la ceremonia, candelabros brillantes en el techo y un escenario perfecto para celebrar. El ascensor se abrió y todos giraron esperando ver a la novia, sin embargo, apareció Amelia, con un vestido sencillo y unos tacones bajos a juego. Muy elegante y clásico, como es su estilo habitual.

— ¿Qué sucede? ¿Tan mal me veo? — preguntó inquieta al notar el silencio que reinó apenas llegó.

— Te ves...

— Hermosa — interrumpió Cinco a Ben, echándose atrás con sus palabras — el verde sigue siendo tu color.

Amelia sonrió, algo avergonzada por su alago frente a toda su familia y un tanto incómoda por lo sucedido con Ben. Las puertas del elevador volvieron a abrirse, esta vez dejando ver por fin a Sloane, luciendo su lindo vestido y un ramo de flores pequeño.

— Terminemos con esto antes de que me atragante— murmura Ben retirándose hacia la terraza.

Todos los miembros de la familia hicieron lo mismo, tomando asiento en los bancos que daban al altar y los novios.

— Queridos hermanos, estamos aquí reunidos para pasar un buen rato, no mucho rato, pero que sea uno bueno. Porque el sol no brilla todos los días ¿me pueden dar un amén? — bromeó Klaus, haciéndose cargo del puesto del pastor. Es difícil encontrar uno en el fin del mundo, por lo tanto se ahorraron ese problema — Luther ¿aceptas como esposa a esta preciosura?

— Sí, acepto.

— Sloane, ¿prometes amar y cuidar a este maldito gigante peludo durante el resto de estas 24 o 48 horas?

— Tal vez un poco menos — corrigió el chico de los Umbrella.

— Lo intentaré — contestó la novia.

— Bien, entonces... Los declaro marido y mujer ¡mierda! ¡viva el apocalipsis! — gritó conmovido, aplaudiendo con los demás.

Siguió el primer baile de los novios, en eso, Cinco decidió que atracar la mesa de tragos y comida sería su última acción en el mundo, ya que él mundo se va a acabar ¿por qué no morir ebrio?

Su champán se acabó luego de un rato de estar comiendo y se levantó por más, pero se detuvo en su lugar al ver a Amelia en una mesa, cenando y riendo con Klaus por sus ocurrencias cuando este se le acercó. Su hermano ya había intentado convencerlo de hablar con papá, de lo cual se negó, pero ha de ser una buena excusa entrometerse para hablar con ella.

— ¿También intentarás meterle a la cabeza que papá ya es un hombre bueno? Te recuerdo que estás hablando con Amelia, ella es fácil de llevar pero no voy a dejar que lo hagas — la chica rodó sus ojos divertida cuando Cinco se acercó a ellos, tomando asiento a su lado para seguir con su plato — lárgate de aquí, Klaus.

— ¡Está bien! Los dejaré solos... Si cambian de opinión estaré cerca — se alejó de una vez por todas.

Número 8 volvió a reír, regresando con su cordero— gran fiesta ¿no?

— Esto es peor que el fin del mundo.

— Me alegra ver a Luther feliz, ha pasado por mucho; papá, su romance con Allison, Dallas... Se lo merece. Por lo menos él y Diego van a morir al lado del amor de su vida — comentó, observando a la pareja recién casada.

— ¿Y tú no? — alzó una ceja.

— Si te soy sincera... No sé si Ben realmente me quiere de la misma manera.

— Si sientes que no es suficiente para tí lo mejor es no intentarlo más— se sinceró sin tapujos, ella lo miró con atención, dispuesta a escuchar su consejo — sé que yo no te merezco y no tengo derecho a decir esto, pero Ben no es el indicado y lo sabes... El fin del mundo es mañana o quizás hoy, te recomiendo que sigas a tu corazón y hagas lo que creas correcto.

— ¿Y si lo que creo correcto es que amo a Ben? — Cinco suspiró, bebiendo su champán.

— Morirás sabiendo que eso es lo que querías, y si te arrepientes... Ya será muy tarde.

Amelia desvió la mirada al cordero, pensando seriamente en qué decisión tomar.

— ¿Siempre han sido así? — cuestionó Ben, ebrio, viendo desde lejos a Amelia y Cinco en una mesa juntos.

— Oh, la historia de Amelinco... ¿Qué te parece el nombre del shipp? Yo se los puse — habló Klaus a su lado, manteniendo su vista en ellos— Cinco ha estado enamorado de ella desde que eran pequeños.

— ¿Es en serio? Vaya, qué imbécil.

— ¡Lo es! Por eso mis hermanitos y yo siempre tratamos de darles sus momentos románticos. Solo necesitan un empujón. Aunque se vería raro que salgan por el estado en el que se encuentra Cinco pero ¡Amor es amor en el apocalipsis! ¿Qué más da?

— Y... ¿Amelia qué opina sobre eso?

— Estás muy curioso, eh, Ben— le sonrió cómplice — de niños lo rechazó una vez pero ahora no estoy seguro. Tienen química ¿sabes? Típico de las películas; la chica que es un angelito y el chico que es un fuck boy psicótico ¡es perfecto! Todos los amamos, son la pareja perfecta.

— ¿Crees que sea mutuo?

— Míralos, Benjamín Pulpo ¡es obvio que lo es! No es por ofenderte pero ese anciano la va a poner antes que tú si no te apuras, a pesar de ser físicamente un niño.

— Maldita sea — murmuró cansado, tirándose en la mesa, más borracho que quién sabe qué — mi estúpido plan se fue a la mierda, mi familia se murió y estoy solo... Ya mejor me muero.

—No vine a hablar sobre lo inquietante, perturbadora para quien no sabe que Cinco es un viejo y romántica que es la historia de amor de Amelinco, de hecho, Bennie, vine a decirte que...

Cinco se levantó de la mesa una vez que la conversación con Amelia no salió del todo como esperaba. Agarró más tragos para beber, frustrado por no poder entender los sentimientos que tiene su amada hacia Ben. En parte le enoja que siga pensando en él después de que le ha demostrado que su interés en ella es muy poco.

— ¿Problemas? — Allison apareció, sirviéndose un poco más de cordero.

— Nada que no pueda resolver— respondió dándose la vuelta, no obstante, una idea llegó a su cabeza y se regresó en sus pasos— Amelia... ¿Te ha hablado sobre su relación con Ben?

— ¿Por qué me lo preguntas a mí? ¿Acaso te tengo que recordar que nos peleamos y nos ignoramos? — respondió obvia— pero he hablado con él un poco, tranquilízate, creo que no le interesa.

— Ese es el problema, Ben no la quiere y ella cree que sí. No sé qué más hacer para que entre en razón— tomó un vaso de licor estresado. La morena lo miró con atención.

— Puedo usar mi rumor y pedirle que se olvide de él — aquello dejó al chico en silencio, no lo había pensando pero no sería capaz de eso— ¿Qué? ¿No es eso lo que quieres? Entonces ¿para qué te acercaste a mí? de lejos se te nota que te mueres de celos porque prefiere a Ben. Yo puedo ayudarte con eso.

— No sé si sea buena idea dejar que lo hagas teniendo en cuenta la condición en la que te encuentras.

— ¿No deseas que la persona que quieres esté solo contigo?

— A alguien que quiero no le haría algo así, Allison — la calló, seguro de su decisión — no te quiero oír mencionando sobre esto a nadie y mucho menos a Amelia. Si se llega a enterar que pensé por lo menos 1 vez en atacarla así, no me querrá ver nunca más. Te lo advierto, abres la boca y yo te la llenaré de huesos de cordero.

Número 3 sonrió sarcásticamente, volviendo a su trago. Cinco decidió llevarse la botella entera, más que decidido en ahogar sus penas, y a la vez preocupado de lo que pueda llegar a hacer su hermana debido a su desbalance mental.

El micrófono sonó y los presentes se giraron en sus mesas, observando a su padre, listo para dar las palabras típicas de las bodas (va a hacer el esfuerzo de no decirles nada ofensivo)

— Sloane, desde que eras pequeña, siempre supe que eres excepcionalmente brillante. Y aunque no conozco mucho a Luther, por los momentos que hemos compartido, parece que hallaste un compañero adecuado.

— Le dijo "adecuado" a Luther — Cinco rió, Amelia lo miró con diversión.

— Reconozco que, como padre, he tenido varias fallas. Espero que éstas carencias se vean como una macha seca en un extenso y verde césped. Espero que esta noche simbolice una unión tan importante, una noche que nos unirá a todos como familia hoy y para siempre. Me enorgullece que sean mis hijos. Incluso aquellos quienes crié con una versión diferente de mí mismo. Ojalá que hoy podamos crear recuerdos especiales, en el poco y preciado tiempo que nos queda. Para terminar, me gustaría recitar un último cito: "el sol sale sobre un campo de lirios. Una madre con velo, sus labios ocultos. Llega un grupo de dolientes, todos vestidos de negro, a enterrar lo que sus corazones van a liberar. Con poco aliento y el tiempo eclipsado, ruego que el beso de la muerte pierda tu rastro"

Reginald alzó su copa y bebió, dando por terminado su discurso. Los chicos aplaudieron, un tanto asombrados ante la sinceridad de su padre.

— ¡Vamos! Es hora de borrar esos ceños fruncidos. Este tema es para todos los fiesteros presentes— animó el botones haciendo papel de DJ.

— Definitivamente ya vi de todo ésta noche, podría embriagarme con solo una botella de agua — dijo Cinco, levantándose y volteando a ver a Amelia, extendiendo su mano — ¿bailamos?

— Sabes que no se me da muy bien...

— A mí tampoco, y aquí me ves, invitándote.

Dicha frase la hizo sonreír con algo de pena y aceptó, caminando con él hacia la pista donde se encontraba su familia pasando esas horas antes de desaparecer.

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